Eterno Retorno

Friday, August 29, 2003

Sputnik, mi amor
Haruki Murakami
Tus Quets Editores

Por Daniel Salinas Basave

Sin que mediara recomendación de por medio ni demasiados antecedentes sobre su autor, cayó en mis manos Sputnik, mi amor del escritor japonés Haruki Murakami.
Escogí este libro como suelo hacer muchas veces por simple intuición o corazonada, por las ganas de leer algo diferente.
Y el resultado fue más que satisfactorio aunque, debo confesarlo, lo que encontré fue muy distinto a lo que imaginaba.
Tal vez por el antecedente de Akutugawa, o (acepto que fui muy iluso) por relacionar el apellido del autor con la enigmática Señora Murakami de Mario Bellatín creí que encontraría en Murakami un autor japonés complicado, denso, oscuro o acaso exótico.
Sin embargo mi hallazgo fue un autor ameno, ágil, amable con el lector y por ende bastante digerible. Nada que ver con Bellatín ni con Akutugawa. En otras palabras, apto para todo público.
Sputnik es ante todo una historia de amor y es una historia en esencia triste, aunque sus páginas no estén en lo absoluto salpicadas de melancolía.
Al contrario, hay mucho de cómico y tierno en la actitud del narrador en primera persona, un solitario profesor de primaria.
Pero lo mejor de la novela es la construcción de su personaje principal, del que el lector, al igual que el narrador, irremediablemente se acaba enamorando.
Se trata de una chica de 22 años llamada Sumire, una rebelde incurable, idealista por vocación a la que el narrador ama en silencio. Pero esta es una historia de enamoramientos terribles y cruzados.
De hecho, el primer párrafo de la novela nos describe de una manera más que singular la forma en que Sumire se enamoró y es ahí, desde la primera frase, donde empieza la desgracia del pobre profesor.
Porque resulta que Sumire no está enamorada de él. De hecho ni siquiera está enamorada de un hombre. El objeto del deseo de Sumire es una mujer 17 años mayor que ella y por si fuera poco, casada. Una enigmática y sofisticada señora llamada simplemente Myu.
Desde esa primera página, el autor define las reglas del juego, un triángulo amoroso del que el profesor estará destinado a participar solo como confidente o como amante platónico.
Tres personalidades muy bien construidas con las que el autor juega a lo largo de toda la novela.
El juego de los tiempos, con adelantos y retrocesos paulatinos de días o semanas en la narración, rompe el carácter lineal del relato y logra aferrar al lector.
Claro, también sorprenden y cambian radicalmente el ritmo de lectura las metáforas intencionalmente cargadas con las que juega el autor.
Baste con leer el primer párrafo en el que describe el enamoramiento de Sumire: “Fue un amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacia el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó todo por completo”.
Al final me quedé con un sabor de boca más que agradable. Sin ser demasiado afecto a las historias románticas, debo aceptar que Murakami logró que Sumire, con todos sus involuntarios encantos, acabara por engancharme a mi también. Y eso, no me ocurre muy a menudo. Algo tendrá entonces Sumire que a todos nos enamora.

Cumpleaños

Un 28 de diciembre de 1995 conocí en Creel Chihuahua a una madrileña llamada Gracia Montero. Era una helada tarde de invierno serrano y las montañas chihuahuenses estaban hermosamente nevadas. 10 meses después, un 29 de octubre de 1996 yo estaba en Madrid y le llamé. Gracia me paseó por la capital española, me enseñó la marcha madrileña y fuimos además a Segovia, Escorial y La Granja. Una buena amiga y nada más, conste, que como ha sucedido con mucha de la gente que me topo en la vida, nunca volví a ver ni a contactar.
La cuestión es que yo soy bueno para recordar cumpleaños y hoy 29 de agosto Gracia está apagando no se cuantas velitas. En fin, si algún improbable lector de este blog la conoce, mandele un gran abarzo de mi parte. Felicidades. También en 29 de agosto cumple años un viejo amigo de juergas de la secundaria, el regio- catalán Jordi Ferrer a quien hace más de 10 años no veo. Un abrazo también si es que llegas a leer esto. También cumple años este día el chilango- danés Alfred Ville, pacheco profesional a quien hace años no veo, pero cuyo onomástico recuerdo. Ya que andamos, ahí va otro abrazo y un gallo imaginario.

Thursday, August 28, 2003

Una mañana de arrastre y sin sábana de nubes. El entorno entero era color sangre oscura. Una mañana de ideal mutilado y hambre aún medio dormida.

La muerte del hombre del bar me fue confirmada cuatro días después. Como el hecho no resultó ser para mí ninguna sorpresa, ni siquiera me molesté en pedir detalles, pero Ximeno, sediento de conversación, parecía no darse por enterado de mi absoluto desinterés hacia el caso y comenzó a narrar santo y seña de lo que le había pasado al infortunado hombre de la barra. Vaya cruel fin el que les reserva el destino a algunos, me decía Ximeno. Al pobre le cercenaron el cuello con los pedazos de una de las botellas que lo obligaron a romper.


El señor feudal abre sus ojos negros cada mañana y agradece a su dios el que las sábanas de seda permanezcan ahí, albergando su estatura de casi dos metros, mientras su espíritu se diluye en angus-tiosas pesadillas en los que su imperio se transforma, en un de repente, en las migajas de un viejo pan que se desmorona en el puño de un gigante, sueños infinitos donde los puntos porcentuales de una cifra incomprensible patinan sin control al caer la noche. Ese punto porcentual es el terror del señor feudal. Y yo le digo:- tu dios está muerto y a nadie le importa una chingada, si por ahí existe un infierno, puedes estar seguro de que en él nos veremos- El señor feudal se pudre en el culo del Diablo. Ya continuaremos.

Imposible no invocar el desboque, sobre todo cuando la tinta azul tiene un motor un tanto más frívolo que el de la tinta negra. Este punto preciso, inasible instante, es la más pura representación del laberinto.
Todo el entorno es un enramado de improbabilidades o acaso de imágenes mentirosas, prefiguradas por alguna inventada deidad que insiste en hacerme creer que hay cosas ciertas.


La Muerte caminando junto a tu hombro junto a tu hombro, aguardando paciente el instante de lírica embriaguez, de ira blasfema, acechando el momento eterno, diluyendo la piel mientras la luz muere en pedazos de laberinto.

Dándole vueltas a un cielo, despedazando a mordidas a los dioses del tabaco, buscando que el Mar se trague las gotas de insatisfacción de todos los instantes nunca aferrados, de ese deseo inerte de congelar en dos la imágen.

De insomnios, íncubos y nocturnos desvaríos al sonar de un Pacífico furioso. Cuando el sueño no acude a sentarse a la mesa, su lugar reservado lo ocupan cheneques absurdos y rojos demonios de mil pasados.
Cuando Tijuana finge dormir y sus infinitos monstruos pasean sonámbulos, solo pienso en el destino de esta encarnación playera: Caracol, caracolito ¿Tu también traes el rugir del Mar en tus entrañas?

El silencio es snob o el silencio es sexi, diría por ahí algún mítico e impronunciable grupo alemán. Las palabras arriban, tímidas o desafiantes, austeras o engalanadas a someterse a los dictatoriales designios de una pluma azul que no acaba de creer en si misma. Es entonces cuando afilo uñas y dientes para ver si por ventura puedo acaso aferrarme a los tentáculos de este instante para concluir en que esta vida adulta nuestra, con sabor a un Concha y Toro sin cuerpo y un Montecristo demasiado chupado, se va deslizando entre sueños que ya no son ni el remedo de si mismos. Sí, me puede brotar la vocación del arqueólogo y tratar de ver si fui yo mismo quien escribió la respuesta hace algunos años, solo para caer en la cuenta de que la niebla del mito acompaña a todo episodio pasado.
La edad lírica, el festín en el idilio, la vida está en otra parte. Milan sabe bien de lo que hablo, aunque la mía vida vine a encontrarla en este sillón, mirando al Este de espaldas al Pacífico.


El aroma de la transgresión, era la peste a orines que otra vez lo inundaba en el asiento trasero de un camión.


El odio es un cuerpo eterno, un fantasma de hierro que se infiltra en las venas y después se diluye en cada molécula de la sangre- El odio es una sombra dormida sobre la tumba de nuestra espalda, una soga atada para siempre a nuestro cuello.
Un día la sombra abre sus ojos y afila los dientes. Una noche cualquiera la soga nos asfixia.
El odio está ahí, es uno solo. No se crea ni se destruye y acaso ni siquiera se transforme. Tiene el don de la omnipresencia y navega en nuestro rostro patinando sobre gotas de ácido sudor.
El odio es pésima musa, cruel compañero de cama.

Llovía y las calles eran las espaldas de un reptil ensangrentado. Bebíamos, inciertos potajes en litros de cinco pesos y cervezas anteriores al error de diciembre. Escuchábamos el mismo grito y lamento que ha perpetuado el impulso suicida de los últimos años. Amábamos y acabamos siendo polvo en la carne del olvido. Odiábamos, pero la navaja que brotó de nuestros ojos jamás fue afilada ni desgarró piel alguna. Y hablamos muchas veces de huída, traición y supervivencia en lodos extranjeros. También de existencias compartidas aferradas a la ubre del salario mínimo. Platicamos muchas veces de orgía y suicidio, pero todo quedó en medio derrape en el asfalto mojado de Constitución y un apurado episodio de tímida sodomía. Hicimos y al final, me parece hoy en día, que ya no me acuerdo de nada.
Solo hasta ahora caigo en la cuenta que acaso admirabas mi habilidad para destapar con el cinturón de seguridad las botellas de Carta Blanca. Francamente, creo que es para lo único que yo servía en ese entonces. Pudiste haberme convertido en conductor infernal, pero al final acabé asustado. Mi último vuelo fue aquella odisea, cuando te llevé de Avenida Santa Bárbara a tu casa mientras tu ibas en el asiento trasero enseñándole al mundo las tetas y blasfemando contra la vida. El último gran idilio de alcohólicos. Y sí, sigo recordando tu diabólica habilidad para manejar, al mismo tiempo y con igual maestría, la palanca de cambios y mi pene. Con algo de brusquedad, es cierto, pero ese fue el primer proverbio que tuviste a bien recitarme: El placer más intolerable, es el producido por la prolongación de dolor más intenso. ¿Era así o al revés? Muchas cosas las he olvidado, excepto, claro está, el par de Doctor Marteens que siguen tatuando asfaltos.

Wednesday, August 27, 2003

Martes de escape. Martes de embriagarme de soledad y caminata. A veces necesito estar solo, sentir que tengo todo el tiempo del mundo y que no tengo nada, o casi nada que hacer. Es bueno crear un oasis en el desierto de entre semana (¿o una isla en la alta mar de entre semana suena mejor?) La cuestión es que decidí tomarme el día completo e irme desde la mañana a San Diego sin un propósito definido (excepto, claro está, el ritual heavymetalero de la noche)
Uno de mis ejercicios favoritos es caminar por ciudades. Caminar por primera vez una urbe es uno de los mayores placeres que reserva la existencia, pero igualmente me inspira peinar con mis suelas las calles que conozco de memoria. Me gusta deambular a la deriva por San Diego. De vez en cuando lo hago y créanme que me sirve como terapia. Al medio día, luego de dar tremendo rol por los prados del Parque Balboa decidí echarme a la sombra de un par de eucaliptos. El aire era fresco, el cielo azul y yo me quedé deliciosamente dormido. A mi alrededor la gabachería paseaba sus perros (con bolsita de plástico en mano para recoger la cagada) mientras algunos viejos descamisados asoleaban sus lomos tirados sobre el pasto.
Cuando camino por ciudades mi mente comienza a drenar. Ideas, pensamientos, recuerdos, imágenes se suceden sin control como un Ulises de Joyce.
Como compañía llevaba una novela que empecé a leer al abordar el trolley y que tan solo ayer avancé a más de la mitad. Se llama Sputnik mi amor y su autor es el japonés Haruki Murakami. El SD trolley es un lugar que me gusta para leer, aunque los personajes que lo abordan suelen distraer mi atención a menudo.
Nada comparable a esa química que empieza a surgir cuando sientes que tienes en tus manos el libro adecuado. Es una suerte de aura mágica que empieza cubrirlo todo. Continúe mi lectura en el parque y luego de deambular un rato, a las tres de la tarde decidí que era el momento idóneo para beber la primera cerveza del día. Dado que el St Patriks ya estaba más o menos lleno y además traía un poco de hambre, elegí el Rock Bottom, una cervecería que se ubica en la Calle Sexta esquina con no me acuerdo. Me agrada en demasía ese sitio y la cerveza que fabrican, aunque he de decir que no es barato. La primera cerveza, una Reggata Red, la bebí casi de hidalgo y de inmediato pedí algo más oscurito, una Stout Sunset o algo así, muy parecido a mi amada Guiness y vaya sorpresa, descubrí que en unos minutos comenzaba la hora feliz, lo que significa que si hubiera bebido más despacio mi primera cerveza, la segunda hubiera sido doble. Cuando el reloj marcó la entrada del tiempo mágico, pedí otras dos oscuras y unos calamares fritos que me costaron apenas tres dolaritos.
El bar estaba bastante solo y como en toda cantina gringa, las decenas de televisores escupían silenciosas imágenes de juegos de beisbol a los que nadie ponía atención. Y es que a toda hora y en todo lugar, siempre que entres a un bar gringo habrá un juego de beis en la tele, deporte a mi juicio es la máxima expresión del aburrimiento y cuyas reglas, lo confieso, desconozco. A lado mío un oficinista se recetaba la bibliografía de todo buen gabachoide republicano con pensamientos políticamente correctos, es decir el Union Tribune y la Newsweek. Yo continúe la lectura de Murakami aún más absorto. Sepan ustedes que uno de mis mayores placeres es leer en bares.
Ya debidamente colocado por las cinco pintas de cerveza oscura decidi ir a caminar a la bahía para ver los barcos. Recordé la noche del 14 de septiembre del 2001, cuando esperaba la partida de mi vuelo a NY y pase varias horas deambulando por la bahía. En aquella ocasión la soledad de las calles y la melancolía del ambiente se te contagiaba en las venas. Recuerdo mis dudas, mi enorme expectativa, mis temores. Aquella noche pasé casi una hora hablando con Carolina por el celular. Nos costó trabajo separarnos. Hasta ahora mi partida a la Manzana podrida ha sido nuestra más larga separación. Aquel día, por cierto, también leí un buen rato mientras bebía en Rock Bottom. El libro de esa ocasión era Entre hombres de Marggiori.
Luego de rolar un rato por la bahía, volví a tomar el trolley hasta Old Town y de ahí me fui a patín hasta el Sports Arena en cuyo estacionamiento se embriagaba la fauna metalera.
Tras el reglamentario husmeo en Tower records, ingresé en el sports arena y cometí el error de comprar una Miller. Luego de las delicias de cervezas que había estado bebiendo, la Miller me supo a mierda frígida de gringo. Por fortuna descubrí otro puesto de cervezas donde vendían una roja que no estaba nada mal. Todo el mundo estaba deambulando, buscando su lugar, pepenando cervezas o cotorreando el punto cuando Motörhead subió al escenario. Confieso que esperaba más de Lemmy y su pandilla. De las tres bandas que se presentaban, era la única que nunca había visto en vivo y a mi juicio tocó muy poco tiempo y omitió rolas clave. Como quiera que sea, canté a todo pulmón Ace of Spades, Kill by Death y Overkill.
Dio en cambio contagió el ambiente con la magia de su sagrada voz y se encargo de ponerme en plena vibra desde los primeros acordes de Killing the dragon. Imposible no cantar Rainbow in the dark, Last in line, Heaven and hell y Holly diver, himnos que han marcado mi vida.
Para cuando Maiden salió la cosa ya estaba en su punto y máxime si abre con el número de la bestezuela, rola con la que suele cerrar los toquines. Un 666 gigantesco apareció en el fondo del escenario y la pandilla de Harris y Murray me puso ahora sí prendido como un cerillo. Continuará....

Ruge la Bestia en San Diego

Esta es la reseña para publicars ene le periódico. Los comentarios personales se incluyen más tarde.

Por Daniel Salinas

Nada es comparable a la energía que es capaz de contagiar un buen concierto de heavy metal, máxime si es ejecutado por tres bandas como Mötorhead, Dio y Iron Maiden que son auténticas leyendas del género.
Cada una de los tres es en si misma una escuela y un punto de referencia obligado para los seguidores del metal y tenerlas juntas en una sola noche, como sucedió el martes en el Sports Arena de San Diego, es algo más que un ritual de poder y energía sin límites.
La tarde caía y varios cientos de personas hacían fila afuera de la Arena cuando con puntualidad inglesa, las luces se apagaron a las 19:30 y de inmediato se escuchó la aguardientoza voz del señor Lemmy Kilmister saludando a la concurrencia con su muy peculiar estilo, para iniciar sin mayores preámbulos con la canción que le sirve de tarjeta de presentación a su banda: We are Motörhead.
Este añejo trío británico integrado por Lemmy en la voz y el bajo, Phillip Campell en la guitarra y Mikkey Dee en la batería enseñó su retorcido colmillo para pararse en un escenario y contagiar a la audiencia con ese rock and roll corrosivo que ha sido su sello particular a lo largo de 25 años.
Desde la aparición de su primer disco, allá por 1977, Motörhead ha influenciado a cualquier cantidad de bandas empezando por Metallica, quienes se reconocen como sus fieles fanáticos.
Luego de despacharse con un par de clásicos como No class y Metropolis, Lemmy anunció una canción compuesta en homenaje a sus amigos Joey y Dee Dee Ramone, recientemente fallecidos.
Sin moverse demasiado por el escenario y sin grandes introducciones, la bada recetó clásicos como Kill by death y Sacrifice, antes de sacar su as bajo la manga: La emblemática As of spades para cerrar su actuación pasadas las 20:00 con la célebre Overkill, dejando la sensación de que faltaron por ahí unas cuantas canciones como Orgasmatron y Iron fist.

Un arco iris en la oscuridad

Casi toda la gente había ingresado ya al recinto y ocupado sus lugares cuando a las 20:30 horas las luces volvieron a apagarse y en la oscuridad se escuchó la siniestra introducción de Killing the dragon.
Ronnie James Dio, el elfo maldito, estaba en el escenario listo para demostrar que pese a su edad, la suya sigue siendo la voz sagrada del metal.
A la apertura, siguió Last in line que de manera magistral fue ligada con Stargazer, una reliquia de la época de Dio como cantante de los míticos Rainbow.
La banda, conformada por Doug Aldrich en la guitarra, Simon Wright en la batería, Jimmy Bain en el bajo y Scott Warren en los teclados demostró su virtuosismo musical, aunque el arma fuerte sigue siendo, sin duda alguna, la voz de Dio, que con su mínima estatura y su cara de duende, es hoy en día una leyenda viviente.
Dream evil, Stand up and shout, Rock and roll y el clásico de Black Sabbath Mob rules, antecedieron a un elegante solo de Doug Aldrich que fue ligado al gran himno de Dio: Rainbow in the dark.
Para despedirse, Dio ejecutó Holy diver y fiel a su costumbre de ligar canciones, terminó con la emblemática Heaven and hell. Las bodas del cielo y el infierno se habían consumado y un arco iris brillaba en la oscuridad.

La marca de la bestia

Dieron las 10:00 de la noche cuando en medio la oscuridad se escucharon las proféticas palabras del Apocalipsis de San Juan pronunciadas con británico acento: “Quién será el que adivine el número de la bestia, pues ese es un número humano; el número es seiscientos sesenta y seis”.
La doncella de hierro estaba en el escenario abriendo con su clásico de clásicos: The number of The Beast.
El ahora sexteto Iron Maiden integrado por el líder Steve Harris en el bajo, Dave Murray, Adrian Smith y Janik Gears como guitarristas, Niko Mc Brian en la batería y Bruce Dickinson en la voz, saltó al escenario con inusitada energía que de inmediato contagió a la audiencia.
A la apertura siguió The trooper con Dickinson ondeando la bandera del Reino Unido como sucede cada que ejecutan esta pieza, para seguir con Die with your boots on, Revelations y Hallowed be Thy Name.
Posteriormente y luego de un largo discurso, Dickinson anunció la presentación de su nueva canción Wildest dreams, primer single del álbum Dance of the Death, que sale al mercado dentro de una semana.
The clansman, The wicker man, The clarivoyant, Fear of the dark y Iron Maiden remataron la magistral actuación de los ingleses que no pararon de moverse por todo el escenario en el que se sucedían imágenes del popular Eddie, la carismática momia que les sirve de mascota.
Como ya es una costumbre, el gigantesco muñeco de Eddie saltó al escenario, en esta ocasión vestido de Rey Eduardo de Inglaterra, para pelear un poco con Janik Gears y Steve Harris.
Al grito de “Maiden, Maiden” la concurrencia exigía el retorno de la Doncella de Hierro al escenario y sin hacerse mucho del rogar, los fanáticos más célebres del West Ham United regalaron Two minutes to midnight y se despidieron, ahora sí definitivamente, con Run to the hills ante cientos de melenas que agitándose en el aire dejaron muy en claro, una vez más, que pese a sus detractores, el metal vive y ruge.


Monday, August 25, 2003

Consideraciones filosóficas en torno a la música

(Basadas en El origen de la tragedia y en Rüdiger Safranski)

La música es anterior a la babélica confusión de lenguas y puesto que todavía hoy representa el único medio universal de comunicación, puede considerarse como un poder que triunfa sobre la confusión de lenguas.

El espacio auditivo es capaz de envolver al individuo y hacer que desaparezca el mundo exterior. La música posibilita una profunda coherencia social en un estrato de la conciencia que antes se llamó mítico.


Quien con los audífonos puestos se sienta en el metro o corre por el parque, vive en dos mundos. Apolíneamente viaja o corre; Dionisiacamente escucha. La música ha socializado el trascender y lo ha convertido en un deporte de masas. Las salas de conciertos son las catedrales de hoy. Una parte considerable de la humanidad entre los 13 y los 30 años vive hoy en los dionisiacos espacios no lingüísticos y pre- lógicos del rock.

Si la palabra rompe el silencio de las cosas carentes de ella, pero es incapaz de captar en conceptos su ser inagotable y si es el mito el que se propone decir lo no aprehendido por el logos, en consecuencia la música tiene que albergar en su seno la relación más íntima con lo mítico.

¿Lo sagrado? Hemos de hablar todavía de esto. De momento digamos que para Nietzsche lo sagrado es en todo caso la música. El animal que puede hacer música es ya por ello mismo el animal metafísico. Pero quien sabe oír adecuadamente, oye el cesar. Toda música verdadera, dice Nietzsche, es un canto de cisne.


Yo iré mañana a borrar por algunas horas el universo tangible y apolíneo para sumergirme en los territorios más absolutamente dionisiacos.

El viejo Lemmy tiene mucha razón:
Only way to feel the noise is when it´s good and loud,
So good you can´t believe it´s screaming with the crowd,
Don´t sweat it, get it back to you,
Overkill, Overkill----- Motörhead




No recuerdo haber deseado tanto un concierto como en esta ocasión. Ni siquiera en mi adolescencia me tenía tan prendido la sola idea de acudir a una verdadera liturgia heavymetalera como la de mañana.

He seguido muy de cerca las incidencias de la gira en el diario de Niko Mc Brian y en los foros de las páginas de Dio y Mötorhead. En parte he matado un tanto la sorpresa, pues mal que bien me he enterado de los set list y si el comportamiento se mantiene como hasta ahora, ya se con que rola abrirá y cerrará cada banda.
Se que Motörhead tocará un popurrí de Ramones, que se aventará las de cajón, es decir Ace of spades, Kill by death y Overkill, pero omitirá una de mis favoritas: Iron fist. Lástima, aunque no me quejo.

Al igual que al año pasado, Dio vuelve a abrir con Killing the dragon, aunque a diferencia de lo que sucedió hace exactamente 12 meses, ahora sí incluirá Last in line. De su etapa de Sabbath omite Chidren of the sea, pero vuelve a incluir Heaven and Hell y también Mob rules. De cajón y para garantizar mi euforia incluye Rainbow in the dark e incluso se permite tocar Stargazer de Rainbow, una verdadera delicia (generalmente tocaba Man of the silver mountain, cuando se trataba de rememorar la etapa del Arco Iris) aunque omite Stand up and shut. De cualquier manera, la voz sagrada permanece intacta y bien afinada, lista para deleitar a sus grandes devotos.

Aunque ha variado el repertorio, parece ser que la Doncella de Hierro arrancará con el emblemático Número de la Bestia, que normalmente solía ser de las últimas. Después sigue con The trooper y le da un buen repaso al Peace of mind y Powerslave pues incluye Revelations, Die with your boots on y Two minutes to midnight. Solo una rolita nueva, Wildest dreams y al parecer cierra con Run to the hills. Será un repaso de lo más completo, aunque serán después de todo rolas clásicas. Yo tengo mi top ten de rolas de Maiden no clásicas y que difícilmente serán tocadas alguna vez en un concierto. Sun and steel, Flash of the blade, Invaders, The duelist, Seventh sun, Holy smoke, y The Rime of the anciet mariner (esta última por larga) Ojalá me sorprendan con una de esas pues en verdad me harían muy feliz, así que Harris, si por casualidad lees esto, ya sabes. Arriba el West Ham United-


¡7-1¡ AHI NOMAS CABRONES ¡7-1¡

En honor a la verdad, no recuerdo de un triunfo tan contundente de los Tigres como visitante en toda su historia. Me acuerdo de un 8-0 a Tampico en 1996, en 6-1 a Celaya hace un año, un 6-2 a Pachuca en 99, pero siete golecitos en patio ajeno no es algo que se vea todos los días. Claro, muchos dirán que Gallos Blancos no es precisamente un equipo de la Bundesliga o la Premier League, pero por jodido que esté tu rival, ensartarle siete goles tiene su mérito. Por ahora, Nery Pumpido me tiene más que contento. Superlíderes del torneo, líderes goleadores, defensa menos goleada y mi Walter Gaytan como líder de la tabla goleo individual con cinco tantos. Who can ask for anything more?
Este año vamos a ser campeones a huevo. Mientras tanto, la mierda de rayas chapotea en el fango arrastrando su mediocre campeonato en el fondo de la tabla general, ocupando otra vez el mediocre lugar que por naturaleza y designio divino le corresponde.

Breve resumen del fin de semana-

Viernes por la noche hasta el mismísimo estadio Cerro Colorado a presenciar el primer gol y el primer triunfo en la historia de Trotamundos de Tijuana. 1-0 a los Panzas Verdes y una cantidad de oportunidades falladas a bocajarro que ya ni yo en mis peores tiempos. Cerveza 2x1, una banderita de regalo y una banda tocando en la tribuna-


Sábado- Sigue el genocidio contra los bichos. A iniciativa de Carolina mandamos fumigar la casa. Hace días se nos apareció un cara de niño y a mi vecino se le apareció tremenda tarántula, así que optamos por hacer de nuestro hogar una sucursal de los campos de exterminio nazi transformándola en una cámara de gas. Por fortuna hace casi un mes que no vemos un ratón.
Al mismo tiempo que el fumigador, llegó ¡Oh milagro, aleluya¡ El mismísimo instalador de Telnor a colocarnos la línea telefónica. Finalmente tenemos phone en casa. Dado que el insecticida flotaba en al aire tuvimos que abandonar el hogar y nos dirigimos a Popotla a casa de los papás de Carol en donde comimos una deliciosa pasta con ostión, buen vino blanco y cervezas Tijuana. Por la noche a Tijuana a cenar al Saverios y a consumar una operación celestinaje con un par de personajes a los que el tres se les fue hace mucho tiempo. Siendo objetivos, ella salía ganando en el negocio y sin embargo, él ponía más de su parte y ella (por algo está soltera) poniéndose moños. Dado que aún estábamos llenos de pasta, pedimos un carpaccio y dos botellas de tinto. Carol y yo nos retiramos antes de la media noche para dejar que ellos decidieran que hacer de su vida. Si cogieron o se acabaron dando una cachetada, ya no es nuestro pedo. Por lo pronto, Carol y yo deberíamos poner una agencia de celestinaje. ¿Se le fue el teen hace mucho tiempo? Llámenos, nosotros le conseguimos un lugar en el cabús


Domingo- Dormimos deliciosamente hasta las 12:30 del medio día. Apenas nos despertamos, llegaron los instaladores de DirecTv a colocarnos la antena. Resulta que en nuestra nueva casa aún no teníamos televisión, pues apenas se ven y medio mal, el 12 de Tj y algunos canales de SD.
En lo que a mi se refiere, yo solo prendo la tele para ver juegos de futbol, pero a Carol le late mucho el Discovery, People and arts, History channel así que decidimos contratar el sistema, que de pilón te ofrece de entrada tres canalitos porno bastante apetecibles. El playboy, un tanto cuanto light y otros dos ligeramente más hardcoreritos. Hacía un ratote que no veía porno. Me acordé de mis épocas adolescentes en Monterrey, cuando en los años 80 se autoproclamaba la capital de las antenas parabólicas y por ende la capital de los teenagers chaquetos, pues para muchos regios en plena pubertad, el non plus ultra era esperar a que la casa se quedara sola para poner el American Exxxtasy o el Playboy channel. El porno te pone bien acá, aunque después de un ratote te tiendes a pasonear. Es como el death metal. Si lo ejecutas bien, creas una obra maestra, pero hay enormes riesgos de caer en lo burdo. Por lo demás disfrutaremos 20 días de porno gratis y si al cabo de este tiempo decidio que tiene el nivel suficiente como para elevarme la temperatura, pues lo contrataremos. Así que si piensan ir a gastar 5 dólares en las cabinas de F Street, mejor caigan al canturrial. La cuota es un six de Tijuana oscura.
Por la tarde hicimos carne asada en el patio de la casa con los padres de Carol y por la noche fue a cenar mi vecino Hugo. Como suele sucederme en domingo, abuse de la arrachera, las salchichas y la cerveza y a la hora de dormir estaba indigesto. Un alcaseltzer solucionó parcialmente la situación. Como todos los lunes, me siento terriblemente indispuesto, mal dormido y con ganas de no existir. Quiero conjurar el lunes, asesinar el lunes, acuchillarlo y negarle por siempre el derecho a la existencia.


Dejemos que el sabio Lemmy nos guíe con sus palabras

Playing for the high one, dancing with the devil,
Going with the flow, it´s all the same to me,
Seven or Eleven, snake eyes watching you,
Double up or quit, double stake or split,
The Ace Of Spades

You know I´m born to lose, and gambling´s for fools,
But that´s the way I like it baby,
I don´t wanna live for ever,
And don´t forget the joker!



Dark night nothing to see
Invisible hand in front of me
Scared to death there´s someone near
Scared to move but you can´t stay here
You know me, evil eye
You know me, prepare to die
You know me, the snakebite kiss
Devil´s grip, the Iron Fist



Héroes y Tumbas

La noticia me sorprendió: John Malkovic pretende dirigir una versión de Sobre héroes y tumbas de Sábato. Una novela que en su momento influyó drásticamente en mi vida. ¿Cómo será en cine? ¿Enfrentaré, como suele suceder, una terrible decepción? Entiendo que El túnel ya fue llevado al cine, aunque esa novela es en todo caso más factible de ser llevada a la pantalla, mientras que Héroes y tumbas resulta un tanto cuanto más complicada.
De cualquier manera, hace algunos días coloqué sobre mi buró de relectura estas dos novelas. Héroes y tumbas fue en su momento algo más que una lectura para mí. En realidad buscaba en sus páginas a una persona o más bien buscaba descifrar los enigmas de esa persona. Ella me lo dijo: Alejandra es mi alma gemela y entonces yo puse todo de mi parte para intentar comprender a Alejandra en un intento desesperado por intentar comprender la enigmática naturaleza de Ella. El resultado fue una que otra certeza, muchas más dudas y una gran novela. Nunca sabré si Ella hubiera sido capaz de matar a su padre de cuatro balazos para después inmolarse en el fuego, pero sí la imagino descendiendo a los infiernos de los ciegos tras una oscura catedral. Hay algunas escenas de esa novela que me han quedado grabadas para siempre. Algún día me sentaré en el Parque Lezama a contemplar los monumentos al caer la tarde y acaso sienta un escalofrío al saberme observado por un fantasma.