Eterno Retorno

Thursday, August 26, 2021

La ambigüedad emocional que padezco frente al espíritu de la época que todo lo corroe.

 


Acaso mi sentir en torno  al toreo sea la muestra más plausible de la ambigüedad emocional que padezco frente al espíritu de la época que todo lo corroe. Hace algunos años yo podía ser considerado como un opositor a la fiesta brava e incluso en los años noventa acudí a algunas manifestaciones anti-taurinas, sin embargo algo ha cambiado en mi interior. Nunca he acudido a una corrida de toros y posiblemente nunca acuda a alguna en toda mi vida. El toreo no me gusta ni me gustará y sin embargo (por contradictorio que les parezca) creo que lamentaré sinceramente  el día (cada vez más cercano) en que las corridas finalmente sean declaradas ilegales y desaparezcan. ¿Por qué? Acaso porque la muerte de la fiesta brava representará un peldaño más en el  empoderamiento de una nueva inquisición a la que detesto. Pongo otro ejemplo: nunca he sido un fumador (solo ocasional y por breves rachas) y sin embargo, pese a que el cigarro no es lo mío, me da un poco de rabia ver la hostilidad  frente a los fumadores orquestada por el nuevo puritanismo. Los enemigos del toreo y los enemigos del cigarro son los mismos imbéciles que desean censurar a Tom Sawyer,  a Lo que el viento se llevó o a Pepe Le Pew;   la misma caterva de neo mojigatos obsesionados con la comida vegana y el lenguaje políticamente correcto;  los ridículos inquisidores millenials empeñados en detectar vestigios de racismo,  colonialismo o sexismo en caricaturas y canciones infantiles. Hay algo en el espíritu de la época que apesta y es sobre todo esa moralina puritana que todo lo impregna y cuya respuesta frente a todo aquello que les indigna es cancelar,  eliminar, anular o bloquear. Es la cultura de la cancelación o generación woke, una expresión que podría traducirse como  “políticamente despierta”. El desafiar y romper con viejas estructuras es inherente a la juventud. Qué bueno que haya millones de jóvenes con la ira y la energía para rebelarse y querer cambiar formas de pensamiento anacrónicas. El problema es que la cultura de la cancelación se ha convertido en una enemiga declarada de la libertad de expresión y en una censora más férrea e intolerante que un régimen tiránico. Me emociona ver cómo la sociedad avanza y se vuelve cada vez más tolerante en lo que a libertades individuales respecta. Me encanta que una persona pueda expresar libremente sus preferencias sexuales y que exista la alternativa legal para que personas del mismo sexo contraigan matrimonio, pero de ahí a querer borrar de golpe y porrazo el estudio de la mitología griega por considerarla sexista o querer boicotear las canciones de Cri-Cri por contener supuestas expresiones racistas me parece una franca estupidez. Herir la sensibilidad es una expresión que encanta a la hipersensible generación woke  a la que hace falta muy poco para ofenderla y que parece aferrada a encorsetar a personajes del pasado en los valores y la moral de un intolerante presente. Vaya, no  puedes juzgar a Hernán Cortés bajo los criterios éticos del Siglo XXI ni puedes pretender que un autor del Siglo XIX se rija bajo los parámetros de lo que para esta generación resulta políticamente correcto. Borrar, cancelar, eliminar o pretender que algo no existe porque no se le menciona no me parece el mejor camino.

Wednesday, August 25, 2021

El Sheriff del Limbo

 


Encabezados por Florentino Pérez, los multimillonarios del futbol quisieron crear un excluyente torneo solo para ricos. Acaso la mejor y más irónica respuesta a este proyecto, sea la histórica clasificación a la Champions League de un club que representa a un país que no existe, o al menos no oficialmente. El Sheriff Tiraspol juega en Transnistria, un territorio límbico en perpetuo conflicto que no tiene reconocimiento como estado nacional. Enclavados en la frontera entre Moldavia y Ucrania, los transnistrios se consideran independientes, tienen himno, bandera con la hoz y el martillo soviético y moneda propia, aunque sigue siendo un territorio en disputa. Ante la ONU y ante la UEFA forma parte de Moldavia, cuyo territorio integraba al momento del desmembramiento del URSS, solo que el conflicto ya se prolongó por más de 30 años. En este limbo habitan 518 mil personas entre las que hay moldavos, ucranianos, rumanos y rusos (que mantienen una nutrida tropa en el territorio). El Sheriff Tiraspol también es un tuti fruti de jugadores eslovenos, colombianos, peruanos, griegos, trinitarios, ghaneses, brasileños. Ya me imagino al petulante Real Madrid yendo a jugar de visitante al territorio límbico de Transnistria (hasta el Word me subraya en rojo al momento de escribir el nombre de este “país” no registrado ni siquiera por el corrector ortográfico). Por cierto que el Sheriff (cuyo escudo es una simpática estrella de alguacil del viejo oeste) dejó en el camino a dos gigantones balcánicos como son el Estrella Roja y el Dinamo Zagreb, a quien eliminaron hoy. El club fue fundado por dos ex agentes del servicio secreto soviético que son dueños de una empresa de seguridad. Ya se imaginan la calaña. Hace siete años escribí el cuento de un equipo kazajo cuyas ovejas sacrificadas no le alcanzaron para lograr la hazaña que hoy el Sheriff ha conseguido. Me pregunta mi colega colombiano Jesús Ovallos que cuál será mi respuesta al equipo de Tiraspol. ¿Cuál creen ustedes que será? Sólo sé que estas improbables historias me inspiran.