Eterno Retorno

Friday, April 27, 2007

Las bodas del Cielo y el Infierno

Por Daniel Salinas Basave

En una noche de neón, entre niños del mar guiados bajo el signo de la Cruz del Sur, Cielo e Infierno comulgaron con el mismo cáliz en el Coors Amphitheatre de Chula Vista, mientras unos angelitos fumadores jugaban a las cartas.
Por causa de esos vericuetos legales que nada saben de requinteos y baterías, la banda que anoche enloqueció a millares de fanáticos se llamó Heaven and Hell, nombre de un emblemático álbum, piedra angular en la historia del heavy metal, pero fuera del contrato y dentro del metalero corazón de los fanáticos la agrupación se llama y se llamará Black Sabbath.
Cuando el Sol aún no se ocultaba, correspondió a Machine Head partir plaza con un anfiteatro aún semivacío y calentar a los que recién llegaban con temas de su aclamado nuevo álbum The Blackening, aunque no desairaron al ya clásico “Burn my Eyes”.
Cuando ya la oscuridad descendía sobre las colinas de Chula Vista, tocó el turno a un huésped de lujo llamado Megadeth, encargarse de poner la mesa para el invitado estelar.
Dave Mustaine y su renovada pandilla se dieron a la tarea de mover melenas con temas nuevos como Kick the chair y clasicazos inmortales como Peace Sells, Hangar 18, Simphony of Destruction y el ya habitual cierre con Holly Wars.
A las 21:00, cuando la noche envolvía al anfiteatro, el sábado negro subió al altar para oficiar su ceremonia con un escenario idéntico al usado en el ya emblemático Live Evil, con una catedral en la mitad de un cementerio enmarcada por las brillantes imágenes de los ángeles fumadores.
La silueta de Tony Iommi, cruz brillante al pecho, apareció en las tinieblas mientras se escuchaba el intro E5150 al que siguió un riff denso, aplastante y lento de esa guitarra tocada con mano izquierda, que dio entrada a After All, el primer tema de la noche. Ahí estaba ya el señor Geezer Butler con su bajo mientras Vinny Appice empezaba a dar los primeros golpes al tambor.
La menuda e inconfundible figura de Ronnie James Dio, el gnomo maldito del rock, emergió en un de repente. La ceremonia sabática había iniciado.
A la lentitud de After all, siguió la rapidez de Mob Rules, antes de dar entrada al primer trallazo de la noche: Children of the Sea.
Hicimos que las montañas temblaran mientras reíamos a carcajadas, ocultos en nuestra orilla del mundo. Después hicimos que el demonio bailara y nos dirigimos al nunca más, arrojamos muy lejos la llave y cerramos la puerta, dice la segunda estrofa de tan potente canción.
Lady Evil, dedicada a esa mágica y mística mujer, I, Vodoo, The Sing of the Sothern Cross y el nuevo tema The Devil Cried sonaron mágicos ante el viento cada vez más helado de la noche y el olor a petate quemado que inundaba el recinto.
Otro tema nuevo, Shadow in the Wind, con potente carga doom, antecedió al clásico Die Young, cantado por la voz sagrada de Dio que a sus 62 años, puede afirmar no haber muerto joven.
El remate imperdonable con Heaven and Hell y el encore con Neon Nights consumaron a las bodas del cielo y el infierno.

Tuesday, April 24, 2007

Libros y ciudades

Hace seis años Mario Bellatin impartió un taller en el Cecut y entre otras cosas recuerdo que criticó fuerte la típica literatura latinoamericana, esclava de ciudades, nombres y lugares comunes. Bajo su opinión, la ficción pura no debe ser referencial y debe evitar dar nombres de ciudades y situar a los personajes en lugares concretos e identificables. Mario tendrá sus razones, pero yo no coincido con él. Las ficciones que más disfruto, sean cuentos o novelas, son aquellas que tienen como personaje principal a una ciudad. El escenario me influye a menudo más que el personaje y creo que cuando leo, lo que busco en realidad es viajar. Leer y viajar, vicios complementarios e irreprimibles. Al final lo que deseo es irme, explorar, descubrir. Buenos Aires y Praga, dos ciudades que me volvieron loco y me sedujeron mucho antes de poder visitarlas. A esas ciudades las caminé primero en los libros, muchos años antes de poder andar por sus calles. El libro Cuaderno de Flores de Luis Felipe Lomelí lo disfruté porque me sentía de viaje por Medellín, no por los débiles personajes. Ahora leo un libro gótico-policíaco llamado Las siete iglesias, donde el personaje principal es Praga. El autor, Milos Urban, me ha hecho sentir que he vuelto a caminar por el Karlova. Hace algunos años compré un libro llamado Nostalgia de la Sombra de Antonio Parra, pero apenas hasta ayer me decidí a meterle diente (mi librero está infestado de libros no leídos). El escenario de Nostalgia de la Sombra es mi ciudad natal, Monterrey y al sumergirme en sus páginas caigo en la cuenta, una vez más, de la difícil relación que tengo con la Sultana. Monterrey me resulta hostil hasta en papel. Esa ciudad y yo no nos queremos. Mi buen amigo Gerardo Ortega http://www.yadivia.blogspot.com/, encabezó hace unos días en Milenio Diario una encuesta para definir los mejores cuentos, novelas y poemarios regios. Me puse a pensar y me di cuenta lo poco, poquísimo que conozco (y lo poquísimo que me interesa) la literatura hecha en Nuevo León. ¿Los mejores libros escritos en Monterrey? Pues sin duda los de mi abuelo Agustín Basave o por lo menos creo que son los únicos que han sido traducidos al alemán y a otros idiomas o sino los de Alfonso Reyes. ¿Novelas regias? La única que he leído en los últimos ocho años es El Enrabiado de Felipe Montes. ¿Poemarios? Me quedo con De Lunes de Diciembre de Gerardo Ortega. Nostalgia de la Sombra se desarrolla en Monterrey, pero su autor es guanajuatense. Mi apatía y mi desdén hacia lo regio también se refleja en la música. Tengo una colección de cerca de mil discos y solo un disco de un músico nuevoleonés: Eulalio González Piporro, natural de Los Herrera Nuevo León y una versión del Corrido de Monterrey cantada por Los Cinco del Río. Tengo varias decenas o acaso más de cien discos de grupos oriundos de Buenos Aires o de Gotenburgo Suecia y no tengo uno solo de esa basura vomitable llamada rock regio. De verdad, no hay una sola banda de rock de Monterrey en mi colección ¿Libros? Creo que fuera de la colección Basave, de unas cuantas obras de Alfonso Reyes, del libro de Felipe Montes que mencioné, de un cuento llamado Las bicicletas de David Toscana y del poemario de Ortega (Y Después del Eclipse con Mara Gutiérrez, Alfonso Araujo, Ortega, my self y compañía) no hay literatura regia en mi librero. De Monterrey lo único que amo es mi familia y lo único que me identifica y apasiona son los Tigres (y juegan en San Nicolás de los Garza) las montañas, algunos recuerdos de la infancia y pare usted de contar. ¿Qué carajos me hizo esa ciudad que me llevo tan mal con ella?

Monday, April 23, 2007

33

Bienvenido a la Edad de la Crucifixión. Los maderos ya están colocados. ¿Alguien patrocina los clavos?


La lluvia quiso ser tan puntualita, que se me adelantó un día. Buenos chaparrones los del 20 de abril, como marca el manual y la ancestral tradición. Imaginé que el 21 caería el Diluvio Universal, pero las nubes negras fueron perros que no ladraron.


En abril no suele llover mucho en Tijuana, aunque hace 19 años el negro cielo no fue avaro. Fue el 20 de abril de 1988. Amaneció frío, nublado, y los charcos de lluvia se mezclaron con la sangre del Gato Félix. Vera Palestina ni siquiera se mojó pues disparó el par de escopetazos desde su carro. Diez minutos después estaba bajo techo seguro en el Hipódromo Caliente.


CZ

No se si Don Jesús Blancornelas llegó a degustar ese vino, pero donde quiera que esté el gran colega se lo recomiendo y tomo una copa a su salud. Capitán Zeta se llama el vinito (nada que ver con el semanario) y me lo regaló mi buen amigo PG Beas. El domingo por la tarde dicha botella fue descorchada para acompañar un salmón wellington y la verdad que me hizo el día. Nomás con ver el sedimento que dejaba por herencia se podía anticipar un agasajo. De Primerísima División el vinuko y mejor ya cambio de tema o me tiendo ahora mismo al Valle de Guadalupe por una dotación. Nomás les digo que si este nuevo año de mi vida me sabe tan bien como me supo ese vino, entonces me alegro de haber llegado a ser tan viejo.


Boots

This boots were made for walking
This boots were made for kicking
Die with your boots one canta Maiden
Moriré con las botas puestas responde Ángeles del Infierno
Vives con las Botas Sucias grita el Barón Rojo
Y Carolina me ha hecho un regalo de esos que pintan para hacer época.


Si no me viera al espejo, podría pensar que me siento como cuando despreciaba todo aquello que oliera a vida adulta. Lo sigo despreciando en realidad. Pero sigue habiendo libros nuevos para leer, ciudades desconocidas por visitar y una linda esposa a la que puedo besar cada noche. Luego entonces, tal vez la edad para morir se alargue un poco. DSB

El tiempo corre más rápido que yo, más rápido que mi capacidad de asimilarlo. ¿Habrá posibilidad humana de sepultar el concepto del tiempo y fundirse en las delicias del presente perdido? DSB


LZ

Nunca en mi metalebria existencia había ido a ver una banda tributo en forma. Digo, tributos de palomazos preparatorianos live en la cochera entre caguama y caguama los he visto pro cientos, pero me refiero a una banda imitadora que se tome en serio y monte un espectáculo formal. Pues bien, celebramos mi cumpleaños en Rosarito con Led Zeppagain. Si en Tijuana hay tipos que son más hankistas que Hank, el cantante de esta banda era más robertplantista que el mismísimo Robert Plant. Imitaba mejor a Plant de lo que Plant se imita a si mismo hoy en día en sus proyectos seniles. Esto de ver una banda imitadora me hizo caer en reflexiones sobre la naturaleza del doble, la clonación, del jugar a ser otro, pero las profundidades metafísicas las dejamos pa después. Lo mejor de la noche: Definitivamente la banda. Tocaron a toda madre y aunque les faltó The Battle of Evermore (mi rola favorita zeppeliana) me cumplieron con Inmigrant Song, Misty Mountain Hop, Kashmir y todas las rolitas que les cupieron en más de tres horas de tocada sin parar. Simplemente la rifaron y no fueron marros a la hora de discutirse con solos lireros e improvisaciones bataqueras a lo Bonzo Bonham. Lo peor de la noche: Los pendejos organizadores de la cava. Me quedó claro que estos pobres tipos nunca en su vida habían organizado ni el show del kinder en 10 de mayo. Me cae que si llevo a Pink Floyd al patio de mi casa me sale mejor la organización. A Carolina poco le faltó para patear al dueño del local y nos quedaron ganas de hacer picadillo a una puerca infeliz que estaba sentada en nuestra mesa. Casi todos los eventos que se desarrollan en suelo rosaritense están condenados de antemano a ser una cagada en materia logística, aunque este se llevó el premio. De cualquier manera, Dazed and Confused y Ramble on me hicieron olvidar pronto la natural pendejez de los organizadores.

HAH

Pero después de la imitación viene la realidad: Considerablemente más pasitas que los clones zeppelianos, cuatro monstruos sagrados de eso que llaman Rock Duro estarán frente a nosotros en el Coors de Chula Vista. Black Sabbath o Heaven and Hell o Black Dio o como le quieran llamar. La cuestión es que la era más gloriosa del Sábado Negro nos paseará por Cielo e Infierno este jueves. Machine Head y Megadeth se encargarán de ir calentando el ambiente.

HG

Lo del Hospital General se pasó de hollywoodesco y acabó por caer en los pantanos del mal gusto. Ideal para un noticiero gringo, pero excesivamente teatral para Tijuana. Un montaje digno de película mala, de churro a propósito, de bodrio a lo Robert Rodríguez. Tres helicópteros zumbando como moscardones, 400 federales jugando al soldadito del pomo, dos tres doñas histéricas, varios enfermos agonizando en las canchas del CREA, cientos de desocupados dándole duro al morbo desde el palco privilegiado del puente peatonal y un comando de chiquinarcos de cuarta atascados de crystal salieron como Juan por su casa del hospital donde estaban pertrechados. Dos charalitos miserables en una red para tiburón blanco. Las armas nacionales se han cubierto de ridículo. En lo que eran peras o manzanas, el gremio periodístico tijuanero jugaba pecho a tierra al corresponsal bélico y mis compas chilangos de la radio me hicieron hacer doce entradas en vivo en menos de 24 horas, pues allá en la Gran Tenochtitlán les urgía escuchar en tiempo real la parranda de las balas desde este rancho posmoderno del Viejo Oeste del que sólo se acuerdan cuando corre la sangre. Por fortuna mis relatos se las arreglan para seguir alimentando su morbo.