La imagen me parece el nos plus ultra de la dignidad y la frente en alto. Aquí está dibujada de cuerpo completo la esencia del buen perdedor. Nunca hubiera querido tener que escribir ésto, pero el oficio impone gajes caprichosos e inesperados y ahora que lo hago, me doy cuenta de la enorme dosis de entereza y calidad humana que puede haber es saber perder con categoría.
Tijuana B.C. 10 de julio de 2010- Con el compromiso de limpiar de propaganda hasta el último rincón de la ciudad, todo el equipo de campaña de Carlos Torres salió esta mañana a emprender un intenso operativo. Armados con decenas de rodillos y botes de pintura blanca, Torres y sus compañeros se dieron a la tarea de pintar las bardas donde hasta este día había pintados letreros propagandísticos. El equipo salió en caravana del comité de campaña e inició su labor en la Avenida Internacional donde pusieron pintura blanca sobre la azul. Con el buen ánimo y la alegría que caracterizó a este equipo a lo largo de toda la campaña, los torristas se distribuyeron en los distintos distritos de la ciudad y pasaron la mañana del sábado pintando bardas.
Cuánta absurda aleatoriedad hay este mediodía, como absurdo y aleatorio es un juego por el tercer lugar. ¿Alguien piensa en este patito feo mundialista? Y sin embargo, suelen ser buenos juegos, abiertos, sin presiones ni marcajes extremos. Ser tercero o cuarto lugar da lo mismo, por lo que los goles y el juego ofensivo fluyen. Uruguay y Alemania empatan a dos. Obvio, traigo puesta mi camiseta charrúa, la retro de los 100 años de la AUF que compré en una calle de Montevideo la mañana aquella en que fui a las oficinas de buquebus a buscar un sombrero gardeliano comprado en la calle Suipacha, que dejamos olvidado en un camión que nos trajo desde Colonia de Sacramento, un sombrero gardeliano que según creo, fue robado a mi suegro Francisco Cabello en una noche de milonga en Rosarito. La camisa de la selección charrúa la compré en las cercanías de la estación Tres Cruces y dudé si llevarme la versión actual o si optar por la orinegra del Peñarol y al final me quedé con la retro, la de los hilos en el cuello, que por su color celeste y blanco me vino de maravilla en la campaña. En Sudáfrica llueve a cántaros, en Tijuana el Sol no se decide a salir. A julio le ha dado por mentir. Hay tanta aleatoria malamuertéz en los alrededores, que el asunto acaba por caer en un simpático surrealismo. La Revolución en tiempos tristes. El día que conocí el estadio River Plate también llovía a cántaros y había bebido whisky argentino y los millonarios gallinicietnos despacharon 5-0 a los cuervos de San Lorenzo mientras yo acababa hecho una sopa. Y el Deja Vu está a la orden del día y los correos intrascendentes y el 3-2 de Alemania y la vida que se empeña en seguir como si fuera una de esas cosas, que juran tener mucho sentido.
Tijuana B.C. 10 de julio de 2010- Con el compromiso de limpiar de propaganda hasta el último rincón de la ciudad, todo el equipo de campaña de Carlos Torres salió esta mañana a emprender un intenso operativo. Armados con decenas de rodillos y botes de pintura blanca, Torres y sus compañeros se dieron a la tarea de pintar las bardas donde hasta este día había pintados letreros propagandísticos. El equipo salió en caravana del comité de campaña e inició su labor en la Avenida Internacional donde pusieron pintura blanca sobre la azul. Con el buen ánimo y la alegría que caracterizó a este equipo a lo largo de toda la campaña, los torristas se distribuyeron en los distintos distritos de la ciudad y pasaron la mañana del sábado pintando bardas.
Cuánta absurda aleatoriedad hay este mediodía, como absurdo y aleatorio es un juego por el tercer lugar. ¿Alguien piensa en este patito feo mundialista? Y sin embargo, suelen ser buenos juegos, abiertos, sin presiones ni marcajes extremos. Ser tercero o cuarto lugar da lo mismo, por lo que los goles y el juego ofensivo fluyen. Uruguay y Alemania empatan a dos. Obvio, traigo puesta mi camiseta charrúa, la retro de los 100 años de la AUF que compré en una calle de Montevideo la mañana aquella en que fui a las oficinas de buquebus a buscar un sombrero gardeliano comprado en la calle Suipacha, que dejamos olvidado en un camión que nos trajo desde Colonia de Sacramento, un sombrero gardeliano que según creo, fue robado a mi suegro Francisco Cabello en una noche de milonga en Rosarito. La camisa de la selección charrúa la compré en las cercanías de la estación Tres Cruces y dudé si llevarme la versión actual o si optar por la orinegra del Peñarol y al final me quedé con la retro, la de los hilos en el cuello, que por su color celeste y blanco me vino de maravilla en la campaña. En Sudáfrica llueve a cántaros, en Tijuana el Sol no se decide a salir. A julio le ha dado por mentir. Hay tanta aleatoria malamuertéz en los alrededores, que el asunto acaba por caer en un simpático surrealismo. La Revolución en tiempos tristes. El día que conocí el estadio River Plate también llovía a cántaros y había bebido whisky argentino y los millonarios gallinicietnos despacharon 5-0 a los cuervos de San Lorenzo mientras yo acababa hecho una sopa. Y el Deja Vu está a la orden del día y los correos intrascendentes y el 3-2 de Alemania y la vida que se empeña en seguir como si fuera una de esas cosas, que juran tener mucho sentido.