Un personaje genial y extraordinario, encarnación pura de creatividad y poesía y sobre todo gran amigo nos ha dicho adiós hace unas horas: Tomás Perrín Escobar. La vida de Tomás fue una novela y él mismo parecía por momentos un personaje propio de Alejandro Dumas o Emilio Salgari. Tuvo una existencia apasionada y creativa en extremo donde el “confieso que he vivido” puede llegar quedar muy corto. Empresario innovador, publicista de vanguardia pero también poeta, narrador y bohemio incurable Tomás Perrín solía tener en la punta de la lengua la palabra mágica para redondear una metáfora, para vender un buen whisky, para bautizar a una empresa o movimiento ciudadano o para nombrar a una orquesta infantil como Do Re Mí Comunidad. Luchón, echado para adelante, graduado con honores en la universidad de la vida, melómano y bibliófilo. Imposible no sentirme identificado cuando habla de su gran herencia consistente en una inmensa y desordenada biblioteca de autodidacta y una colección de más de 3 mil discos. Hijo de un célebre actor de la época de oro del cine mexicano, militante del movimiento estudiantil de 1968, trotamundos vocacional y curioso por naturaleza, Tomás llegó a vivir a Tijuana en 1971 y se fundió con el espíritu de la ciudad. De ese romance inmediato y eterno con su tierra adoptiva nació la novela El Agua de la Presa, una salvaje declaración de amor por Tijuana. Una pequeña parte, apenas un soplo de su poesía, se encuentra compilada en el libro A-Cerca de la Piel y los Fantasmas. Integrante de la generación fundadora de Síntesis Televisión, mente maestra del movimiento Tijuana Innovadora, fundador de la empresa Tips Marketing, Tomás fue sobre todo un buen amigo, un generoso radical que mil y un veces regaló su tiempo y su creatividad para apoyar a quienes apreciaba o aquellas causas o movimientos en los que creía. El Tío David, personaje de la embriagante Agua de la Presa, es el alter ego de Tomás Perrín, la historia de lo pudo ser, la historia de lo que en cierta forma fue. Al final de su salvaje declaración de amor por Tijuana, el tío David muere de 37 años tras una noche en amores y vinos inflamada. Por fortuna Tomás vivió muchos más años que su personaje literario, pero desearíamos que no se hubiera ido nunca. Tomás nos embriagó a todos de vida y poesía. La poesía que en un destello brotaba espontánea de sus labios y se quedaba a vivir con nosotros como palabra mágica. Hoy nos haces tanta falta amigo. Gracias Tomás. Hasta siempre.
Friday, August 07, 2015
Wednesday, August 05, 2015
La derrota es un trago amargo que se toma de hidalgo. Un trago derecho y sin limón. Venga ese agrio aguardiente, sin hacer muecas de asco y sin lamentaciones. Pero claro, hay derrotas mitológicas a lo Juan Escutia, a lo 300 de Esparta, a lo 40-1 de Polonia (Sabaton dixit): te mueres envuelto en la bandera y te mueres causándole bajas al rival. No fue el caso. Lo más cagante del Azteca en diciembre y de este 5 de agosto, es que 20 minutos antes del final, lo único que deseaba era que el partido se acabara a la chingada. El juego se entregó muy pronto y huele a suicidio y a suicidio pendejo, no a suicidio digno. Digo, hay poesía en la derrota con la navaja en los labios, en tiempo extra o penales, con balones al poste. Hay subcampeones que apestan a gloria, pero este no pertenece a semejante estirpe. Me sabe a subcampeonato inocente, frío, sin locura. Venga, me embriago de derrota, y sin embargo caen mejor las derrotas dignas. Pero ¿saben qué? Hay un detalle: Tengo un Tigre tatuado en el alma y ese ya no se borra. No se va a borrar nunca. Ni modo, ¿qué chingados le voy a hacer? Venga otra raya más, venga otra cicatriz para marcar el absurdo favorito de mi vida. Nací en el Año del Tigre. Estoy condenado de origen.
PD- Mis lecturas esta noche
-Diez posibles razones para la tristeza del pensamiento. George Steiner
La soledad de los moribundos. Norbert Elias
Breviario de podredumbre- Cioran
La oscuridad no miente- Bataille
Se acepta Schopenhauer, Céline Vallejo y mucho, muchísimo whisky malo.
Sunday, August 02, 2015
Delgado es guardia vieja, tropa a la antigüita que teclea con una pachita de brandy en el cajón del escritorio. Su hígado y sus neuronas arrastran una maltrecha veteranía de mil y un madrugadas de cierres mártires en redacciones piojosas, rematados con baratos alcoholes mendigados en la última cantina abierta del amanecer tijuanense.
Aunque sabes de su capacidad alacranera de picar con la cola, reencontrar a Delgado te infunde un coraje de trinchera, mismo que se traduce en una ráfaga de infundada confianza para ordenar tu caguama, aun sabiendo que tus monedas no alcanzan para semejante derroche y que la posibilidad de regresar a casa en taxi ha quedado oficialmente abortada.
Para un teporocho consuetudinario como Evelio explorar fondos caguameros es ritual de lo habitual, pero para un alcohólico en forzada e insoportable abstinencia como tú la cerveza tibia es elixir en los labios náufragos