Lo fascinante de arrojar párrafos prófugos dentro de un barquito de papel, es que una vez zarpando la embarcación navega por mares inesperados y puede llevarte a puertos lejanos. Gracias a la confianza y el gran apoyo de mis colegas Omar Nieto y Chary Gumeta, el Viento y los Disparos viajan literalmente al otro lado de México, pues he sido invitado a la Feria Internacional del Libro Chiapas-Centroamérica que coordina José Luis Ruíz Abreu. Algunos kilómetros separan a Baja California de Chiapas y ahora toca sacar a pasear los libros al extremo sur, algo que me tiene en verdad emocionado. Gracias por tenerle fe a estas historias. Este viento apunta a lares australes.
Saturday, September 10, 2016
Friday, September 09, 2016
Muy buenas noches hijito de dios. Me da tanto gusto saludarte. ¿Ya estás listo para salir mañana a marchar en nombre de la familia? Duerme bien corderito y espero que al menos esta noche no te traicionen esos demonios del subconsciente y de la libido que tan culpable te hacen sentir. No vayas a tener un húmedo sueño que te obligue a confesarte por la mañana.
¿Sabes una cosa, queridísimo tragador de hostias? Yo a ti te conozco muy bien. He convivido contigo toda la vida. Me sé de memoria tu perorata y puedo recitar tu credo al derecho y al revés. Mi ciudad natal está y ha estado llena de gente como tú. Pasé mi niñez viendo muy de cerca a piadosos pseudo-familiares que adoraban a Escrivá de Balaguer y veo que aún con todo en contra se aferran a seguir en la tecla. Te conozco mojigatito. Demasiados años llevas existiendo y ensuciando el mundo y dado que no crees en la anticoncepción, te reproduces como las moscas e igual que ellas contaminas mi entorno con tu ignorancia.
¿Sabes qué es lo más patético de tu perorata, linda ovejita cristiana? Que tienes el puto descaro y el cinismo de hablar en nombre del amor, del bien, de los valores (ay, esa lindísima palabra que tanto te gusta) Ya en serio ¿No te parecería más honesto aceptar el profundo odio que sientes? ¿Acaso no es más digno admitir la repugnancia, la furia y el miedo que te inspira todo aquello que no es como tú? ¿Por qué no reconoces que te da pavor mirar a los ojos del otro, del diferente, del raro, del anormal, del extraño? La bruja, el hereje, el pagano, el librepensador, el homosexual, la lesbiana, el disoluto. Para ellos deseas y has deseado siempre una enorme pira sacrificial. Si vas a marchar al menos se honesto y atrévete a predicar el profundo asco que te causamos. Anda, vomita tu odio, es terapéutico.
Te he dicho que llevas mucho tiempo existiendo y sí, por desgracia has contaminado a la humanidad a través de los siglos. Hace algunos años, por desgracia no muchos, eras un inquisidor y te deleitabas torturando y quemando a la gente como yo. ¿A poco no te gustaría hacerlo ahora? ¿A poco no disfrutarías mandando la hoguera a todos esos “degenerados homosexuales” que se creen con el derecho de poder casarse? ¿A poco no te deleitarías achicharrando la carne pecadora de todos esos “asquerosos pervertidos” que se atreven a contaminar tu sacrosanta unión familiar? Por lo menos ten la honestidad de admitirlo y sincerarte. Te causaría orgasmos tener la facultad legal de poderme llevar a la hoguera, pero este hereje país laico no te lo permite y ahora tienes que soportarme. Pobrecito corderito. ¿Y por qué no puedes mandarme legalmente a la hoguera? ¿Acaso porque tu sacrosanta iglesia se reformó y tomó conciencia alguna vez? Para nada. Tu iglesia es la misma vieja ramera de toda la vida. Si hoy vivo en un país donde puedo blasfemar públicamente es porque a tu estirpe inquisitorial la hicimos entender a punta de Ilustración, Siglo de las Luces, revoluciones laicas, reformas liberales. Hormonal y espiritualmente tu iglesia es la misma de Torquemada (y por favor no se me suban a tren, protestantitos de mierda, que ustedes, merolicos de la biblia, hijos de Lutero y de Calvino, mataron más herejes que los católicos).
Ya admítelo corderito de dios: te mueres de ganas de poder matarme legalmente, como ardes en deseos de poder condenar a la cárcel, a la hoguera y al fuego eterno del infierno a todos esos “sodomitas pornógrafos liberales” que todavía tienen el descaro de exigir sus derechos. Todo aquello que contradice el modelo de tu perorata oscurantista e ignorante te aterra y quieres destruirlo. Acéptalo ovejita cristiana: tus valores y tus creencias son idénticos a los de un terrorista de estado islámico. La diferencia es que el musulmán lleva a la práctica lo que tú solamente deseas. Ellos matan a los homosexuales que tú odias y desearías inmolar en la piedra de sacrificios. Los hijos de la yihad ponen bombas para masacrar a todos esos “asquerosos apóstatas y ateos” como yo, esos soberbios descreídos que no tienen temor de dios y que tú también deseas asesinar. Te mueres de ganas de matarnos porque nos odias y te damos miedo, un profundo miedo. Sincérate corderito de dios: tus valores son igualitos a los de un combatiente de Mahoma. Idénticos a los valores de la basura protestante que va a llevar al poder Donald Trump en Estados Unidos, todos esos racistas bíblicos renacidos que odian y temen al diferente. Ellos vomitan sus miedos en el migrante y tú los vomitas en el homosexual. Igual son hermanos en cristo. La peste evangélica es la que va a llevar al poder al hombre que desatará la próxima guerra y tú, mi lindo católico mexicano, eres igual a ellos. Después de todo comparten la misma pestilente droga que nubla sus cerebros. Tú y los evangélicos le llaman cristo, los yihadistas le llaman alá, pero te voy a decir un secreto: son la misma mierda, brotaron del mismo desierto y esparcen la misma intolerancia (las minúsculas en cristo y alá no son faltas de ortografía. Sucede que la basura no me merece el menor respeto gramatical). No hay nada que marque diferencias entre las pieles chamuscadas por la inquisición y los cuerpos desmembrados por las bombas yihadistas. Sufrieron un castigo por atentar contra tus sagradas creencias, contra tu modelo de mundo, de humanidad y de familia que no admite ni admitirá la diferencia. ¿Tanto trabajo te cuesta reconocerlo?
¿Y sabes qué es lo peor de todo mi adorable mojigato? Que en mi modelo de vida no tienes nada que reprocharme. Soy heterosexual porque así se ha desarrollado mi cuerpo. Tengo una familia como las que tú bendices, de mujer y hombre, unidos en legal matrimonio civil. Soy monógamo por convicción, por deseo, porque me nace serlo, pero no tendría ningún complejo ni prejuicio en aceptarme homosexual y tener como pareja un hombre si esa fuera mi naturaleza. En los hechos y en el rol de quehaceres diarios, tu vida y la mía se parecen mucho. Doy los buenos días a todo mundo, pido por favor y doy las gracias. Sí mi amigo, soy agradecido y por si fuera poco ya ni siquiera salgo de noche. Ya no cierro los bares ni hago tantos excesos, diría Sabina. Casi siempre me duermo temprano y suelo llevar la fiesta en paz. En los hechos no tienes mucho de qué acusarme, pero hay una pequeña cosita que nos separa como un abismo: yo acepto las diferencias y tú no. Es más: hasta te acepto a ti y si te encuentro en la calle te saludo con educación. Aceptar las diferencias significa respetar al que tiene costumbres sexuales que contrastan con las tuyas pero también (aunque a veces me cueste mucho trabajo) convivir con quien trata de imponernos a chaleco el modelo de vida inspirado por un amigo imaginario y por un libro retrógrada y asesino escrito hace tres milenios que en el mejor de los casos sirve como fuente para estudiar el mundo antiguo. Admitir la diferencia a mí me implica aceptarte a ti, pero tú en cambio llevas siglos matando y condenando al diferente y mañana vas a salir a marchar porque odias a quien no es como tú exiges.
A diferencia de ti y de tu inexistente dios, yo admito que en el terreno de la afectividad, de las relaciones humanas y de la sexualidad hay muchas formas de amar y vivir una vida en plenitud, pero a ti eso no te entra en la cabeza. Tú quieres imponer a chaleco y con la fuerza de la ley el modelo de humanidad en el que crees y no eres capaz de admitir otro. El concepto otredad te aterra. Pequeñas diferencias nos separan mi adorable monoteísta.
En los hechos tienes pocas cosas que reprocharme pero hay un detallito por el que con gusto me mandarías chamuscar: yo no creo en tu dios y ya no sólo me conformo con la simple apostasía. Si quieres que sea honesto empieza a colmarme la paciencia. Tú me exiges respeto y cuando empiezo a blasfemar peroras que respete tus sagradas creencias, que no insulte aquello que para ti es divino, pero tú llevas dos milenios esparciendo ignorancia y oscuridad en el planeta.
A ti, primorosa ovejita pentecostal, hay dos cosas te definen: la hipocresía y el miedo. Miedoso e hipócrita, Eso eres y has sido siempre. Tú, sobre todas las cosas, eres un hipócrita, un doble cara. Te encanta hablar de amor cuando sientes un odio profundo, enfermizo, pero sobre todas las cosas tienes miedo, muchísimo miedo. Tienes pavor y lo sabes. Pavor a tu cuerpo, pavor a tus deseos, pavor a tus masturbaciones culpables. Pavor y culpabilidad de saber que mandas a tus hijos a escuelas de curas pederastas y degenerados. Pavor a que la sociedad se entere que tus hijas van a abortar a clínicas texanas; pavor a tener un hijo gay o aceptarte tú mismo como tal; pavor a que se hagan públicas tus infidelidades matrimoniales; pavor a tu naturaleza. Hipócrita, eso es lo que eres. Cómplice en tu silencio frente a los niños violados por Maciel y sus legionarios; cómplice por los millones de muertos de sida en África, inmolados en nombre de los condones prohibidos por tu genocida papa polaco. Cómplice de los negocios fraudulentos de tu madrecita Teresa (¡estás tan feliz de que la canonicen!).
Admítelo carajo, admítelo por una puta vez en tu vida. Esa basura es la que vas a defender mañana que marches. Yo no me ando con hipocresías ni dobles caras: yo rechazo a tu iglesia, rechazo a tu dios, pero te admito a ti y admito tu marcha porque sobre todas las cosas creo en una sociedad libre y tolerante, pero si quieres un consejo te lo voy a compartir: mata a tu dios, comete deicidio. Yo lo maté desde los 16 años y no he vuelto a caer en esa mala droga. Me dijeron que era rebeldía adolescente, pero sucede que conforme pasan los años no solo me convenzo más de mi ateísmo, sino que cada vez veo con mayor claridad el daño que el dios monoteísta (sea jehová, cristo o alá) le hace a la humanidad. Mata a tu dios, déjalo bien muerto y si por casualidad se le ocurre resucitar al tercer día, vuélvelo a enterrar. Tienes miedo ovejita cristiana, mucho miedo, porque sabes que al final la ciencia te va a ganar la batalla, que los hombres acabaremos haciendo las cosas que hoy le atribuyes a tu dios y la historia te juzgará y te recordará con profunda lástima como el retrógrada oscurantista que eres. Tienes miedo porque sabes que la luz de la razón mata la perorata de tu amo imaginario. Huelo tu pavor corderito, porque tu miedo empieza al momento de aceptar tu propia naturaleza. Duerme bien corderito, que yo ya he terminado.
La paz de la razón esté contigo. Démonos fraternalmente la paz. DSB
Thursday, September 08, 2016
El libresco camino de vida atraviesa mil y una aleatorias estaciones pero al final del día todo desemboca en el lector. Los años pasan y yo cada vez siento una mayor gratitud hacia esa extraordinaria e improbable persona que se da el tiempo de recorrer la vereda de los párrafos liberados. Cada libro pertenece a su lector y es por él que todo esto tiene sentido. Además, siempre que salgo a presentar un libro ocurre algún detalle extraordinario o me llevo alguna grata sorpresa y anoche en la sala Federico Campbell me llevé muchas. Para mí es muy significativo que me acompañen y compartan conmigo estos pequeños rituales. Ocurre siempre en las presentaciones que al final me disperso o me abstraigo dedicando algunos libros y de pronto caigo en cuenta que no me despedí personalmente de muchos de ustedes. Fue un honor ver en primera fila a la maestra Guadalupe Kirarte, al gran Genaro Nonaka, al tenor Marco Antonio Labastida, a Ruth Vargas Josefina y a Rodolfo Pataky, a Octavio Méndez, a Araceli, Eduardo Flores, Flor Cervantes, Natalia, Enrique Briceño, Oralia, Rosa Pizaña y tantos secuaces de los que no me alcancé a despedir. El gran detalle de la noche fue que mis amigos Ricardo Villareal y Blanca Margarita se armaron de valor y desde el norte sandieguino agarraron camino y cruzaron la frontera solamente para estar en el lanzamiento del ventarrón santaanero o mi brother de mil batallas Pedro Beas, quien adelantó su ensayo para poder estar ahí. Grato fue compartir la mesa por enésima vez con Jaime Cháidez, por segunda vez con Hilario y por vez primera con Joel Flores. Gracias colegas. Ustedes simplemente rifan. Inverosímil la aparición de Gabriel con un pedazo de absoluto underground libresco como es la antología Diarios del fin del mundo. Me dijo, “hace seis años, en una presentación, me estabas dedicando este libro pero te distrajiste y dejaste la frase medias”. Un sexenio después completé la dedicatoria. Gracias también a Pedro, Lorenzana, Karla, Mara y todo el extraordinario equipo del Cecut por el apoyo. Las chelitas en el Dandy supieron a elíxir divino y no me dejaron pagar ni una. Yo no merezco tanto. Gracias por acompañarme, gracias por estar y gracias por tenerle fe a la literatura hecha en Baja California. Hay noches como la de anoche en que tienes plena conciencia de no estar arando océanos y te asalta la plena certidumbre de lo mucho que ha valido la pena emprender este camino de vida. Gracias por compartirlo conmigo.
Tuesday, September 06, 2016
Durante un hostil anochecer del verano 2007 - inmerso en el fragor de una estéril batalla reporteril- llegué a la redacción de Frontera y al vuelo arrojé un párrafo que zumbaba como abejorro alrededor de mi cabeza: “La mañana lluviosa de abril en que Salomón Saja asesinó de cuatro balazos al Gato Barba, tú estabas celebrando tu cumpleaños número catorce recién expulsado de la secundaria y ni en tu peor pesadilla intuías que ibas a dedicarte al periodismo”. Eso fue el comienzo de todo.
Aunque la novela anda pateando calles por todo México desde el pasado 13 de mayo, será mañana 7 de septiembre cuando por vez primera sea presentada. La cita es la sala Federico Campbell del Cecut a las siete de la tarde. En la mesa me acompañarán mis amigos Jaime Cháidez Bonilla, Hilario Peña y Joel Flores, y ustedes saben bien que el ritual es hacer de este encuentro el equivalente al círculo alrededor de una fogata en donde todos se involucran en la historia. Si fueron a Megadeth ¿por qué no ir a Vientos de Santa Ana? Quienes alguna vez me han acompañado saben que yo hago lo posible porque los aquelarres librescos tengan la intensidad de una tocada metalera. Los espero. (En la imagen la galería de algunas de las portadas que pudieron ser y no fueron. Creo que al final elegimos la mejor)
En aquel verano había trazado ya los nombres de Alfio Wolf y Salomón Saja e intuía que aquello podía ser una novela. Después decidí invitar a Amber Aravena, personaje nacido unos años antes con su propia historia. Con no pocos relatos el título es lo último que decido, pero en este atípico caso siempre tuve claro que sin importar lo que brotara de aquella ráfaga de furia inspirada, se llamaría Vientos de Santa Ana. El embrión llegó a medio centenar de páginas y después se atascó en vía muerta. Es algo que ocurre todo el tiempo. Mis libretas y mis antiguas computadoras están infestadas de historias interrumpidas e inacabadas. A veces retornaba pero cuando el Tigre Blanco vio la luz en 2012, pensé que Vientos perdía su identidad. El manuscrito entró en un larguísimo invierno, pero sucede a veces que algunas historias se transforman en tercos cheneques capaces de colarse a tus sueños y jalarte las patas de madrugada. Vientos no me dejó en paz y entre diciembre de 2014 y enero de 2015 decidí desenterrar el manuscrito. Me costó horrores recuperar el tono, la atmósfera y el humor de la novela. Hice lo posible por volver a ponerme en los zapatos de un reportero encabronado con el mundo, cerrar el puño y enseñar los dientes. Cuando el manuscrito estuvo terminado decidí ponerle pastas rojas al engargolado y en honor a Federico Campbell firmarlo con el seudónimo de F. Jordán Transpeninsular. Contra todos los pronósticos (empezando por los míos) el barco de papel llegó a un puerto inesperado. Alcanzar la final del certamen Mauricio Achar-Random House fue la mayor sorpresa que me he llevado (y mira que los últimos dos años no han estado exentos de llamadas sorpresivas). Aún en la cocina editorial Vientos de Santa Ana tuvo varias posibles portadas y un largo proceso de revisión. Ya con su tigre amarillo y su superficie roja Vientos de Santa Ana salió la calle el 13 de mayo de 2016
Sunday, September 04, 2016
Hace algunos días, compartí en redes sociales la invitación a la presentación de Vientos de Santa Ana en el Cecut y me dio muchísimo gusto recibir un comentario de Regina Swain: “Te acompaño de todo corazón, Daniel. Algún día me tocará estar en persona”, me escribió el 30 de agosto a las 3:25. Y claro, en ese momento pensé en la absoluta factibilidad de ese “algún día”, pues la aleatoriedad sin duda sería generosa en oportunidades y en el futuro habría nuevos libros para compartir, sin imaginar que 48 horas después Regina se iría de este mundo. La noticia irrumpió cuando hacíamos fila frente a la garita de San Ysidro y en ese momento simplemente no pude dimensionarlo. Nunca conocí a Regina personalmente, pero obviamente he leído su obra y desde hace algunos años manteníamos contacto más o menos frecuente por este medio. De una u otra forma había demasiadas coincidencias. Nacida en Monterrey y emigrada a Baja California como yo, entregada a la literatura, aunque ella de forma precoz y yo de forma tardía. Ganó el Premio Gilberto Owen 22 años antes que yo, cuando era una jovencita con prisa por comerse el mundo. Vaya, antes de cumplir treinta Regina era ya un punto de referencia en la narrativa regional.
Algo pasa en la agonía de este verano. Hoy por la mañana charlé largo y tendido con mi amigo Manuel Rosales. Cuando al final de la entrevista me preguntó si tenía algo que agregar, lo último que le dije fue que la Muerte camina siempre a nuestro lado y suele estar más cerca de lo que parece. Por ello lo mejor es tomarla como consejera. Después de todo es la única compañera omnipresente. En ese momento ignoraba que Regina había muerto. No lo sé, pero el adiós de Regina y Nacho Padilla me ha dejado la cabeza sembrada por mil y un fantasmas. Después de todo eran personas que hacían lo mismo que yo con quienes por obvias razones me sentía identificado. Las señales del otoño por venir irrumpen con más de un presagio o acaso un mensaje: vive ahora, escribe ahora, ama ahora. La vida no piensa esperar.