Debe ser que estoy desbordado de chamba
con mil y pendientes por resolver, que ayer fue un día bastante pesado
retornando de Puebla, que tengo demasiadas cosas urgentes ocupando mi cabeza o que
simplemente he perdido mi capacidad de sorpresa, pero ayer por largos lapsos
del día olvidé por completo que el vecinito se estaba jugando el culo en las
urnas. Inmerso en un zoom laboral nocturno, de repente medio me acordaba de
echarle una desinteresada ojeada al conteo de votos y al mapa del patio vecino
pintándose predecible e irremediablemente de rojo.
Hace ocho años, el 8 de noviembre de
2016, también tuve un día muy pesado. Retornábamos de Los Ángeles en donde habíamos
participado en la gira del Itinerarte por varias universidades californianas.
Ese día por la noche recibí en el Cecut los primeros ejemplares impresos de mi
libro El Lobo en su Hora. También fue un día agotador (aunque aquel era un
agotamiento bonito que retribuía emocionalmente), pero aún con mil cosas en la
cabeza, el destino electoral del vecino ocupaba mis pensamientos. Me mantuve
despierto hasta la madrugada y viví el triunfo de Trump como la más oscura y pestilente
de las tragedias. Mi estado de ánimo realmente se fue al piso.
Ocho años después lo único que me nace
decir es: QUÉ HUEVA. Estados Unidos me da una profunda hueva. Cada vez más. I´m so bored with the USA, canta The Clash y yo
le hago coro. El vecinito me aburre. Me aburre su cultura, me aburre
su política, me aburre su fanatismo, me aburre su conspiranoia, me aburre su
mojigatería cristianoide, me aburren sus espectáculos, me han aburrido siempre
sus deportes. La basura humana que han vuelto a elegir como presidente los
refleja de cuerpo entero como país. No le den más vueltas al asunto, eso es lo
que son, eso es lo que les gusta. ¿Mierda es lo que querías? Mierda es lo que
tienes. Atáscate de ella. Y no, tampoco es que me encantara Kamala. Su rollito
woke también es patético, pero en cualquier caso es preferible a un asco total
como Trump
Esto lo escribí hace ocho años:
“Hoy sólo acierto a pensar que la democracia, como el
libre albedrío, contempla el suicidio entre sus posibilidades. El ser humano
siempre podrá consumar una democrática ceremonia de autodestrucción y la de
este 8 de noviembre en los Estados Unidos es la más cruel que hemos vivido el
mundo moderno. Alumnos reprobados por esa maestra de la vida llamada Historia,
hoy nuestros vecinos se han arrojado voluntariamente a un pozo de inmundicia
que nos ahogará a todos. He vuelto a pellizcarme y no, no es una pesadilla”.
Ocho años después pienso lo mismo pero
sin el punch de la rabia. Por herencia queda la nihilista calma de quien se ha
resignado a la pestilencia. Bed Time for Democracy mandó decir Dead Kennedys
hace 40 años, pero ni en su peor pesadilla vieron lo que se venía. La democracia liberal es una suicida consumada
y parece tener prisa por cortarse las venas en el mundo entero. We are the Angry Mob
canta Kaiser Chiefs en lo que parece ser el soundtrack perfecto para el vecino.
Manda la turba cacareante, la turba enloquecida, la turba más-turbante.
Fuck the Zeitgeist.
Como colofón de la catástrofe política han irrumpido
los Vientos de Santa Ana. El aliento de brujas con su dotación de incendios y
perros atropellados. Ya solo falta que se nos vaya luz en el sentido literal
del término. En el sentido metafórico hace mucho que se fue.