Eterno Retorno

Saturday, June 11, 2011



BIBLIOTECA DE BABEL

Señora Krupps
Javier Fernández
Static Libros

Por Daniel Salinas Basave

Ser absolutamente moderno fue la consigna de Rimbaud. Javier Fernández lo es desde su carta de presentación frente a los lectores, que es la portada de su libro. Cuestión de tipografías, de colores, de todos esos mensajes que te comunica el diseño del ejemplar y te hace apostar, doble contra sencillo aún antes de leer el libro, que estás ante un narrador de vanguardia. El esquema de impresión y distribución de su obra es otro tema en el que Javier está partiendo plaza y adelantándose a las tendencias. Su editor, por cierto, es un músico con amplia experiencia como impulsor de proyectos electrónicos a través de su sello Static, para quien Señora Krupps es su debut editorial. Un gran estreno para Ejival y Static Libros. Dado que el editor es alguien que habla un lenguaje sónico, bien se vale una odiosa comparación literario-musical, pues sucede que si Javier Fernández fuera músico, sin duda sería considerado dentro de esa extraña región límbica llamada “avant garde”. Un ave rara, sin aparentes padrinazgos de estilo, guiado más por su imaginación que por los consejos del taller. Debo aclarar que conocí a Javier Fernández como Mister Phuy y que mi puerta de entrada a su intrincado mundo fue la narrativa futbolística. En cuestión de letras futboleras tengo conceptos muy claros: mi cuento favorito es del rosarino Roberto Fontanarrosa, el mejor ensayo es de Eduardo Galeano y el escritor más original que he leído se llama Javier Fernández. Mal que bien, nos acostumbramos a que todo lo que huela a cuentos de futbol debe tener ese tufillo inconfundible de la doble V (Valdano-Villoro), pero aún en la literatura de la pelota hay géneros y Javier Fernández inventó el suyo. Al menos yo no he leído nada que se parezca siquiera a la ultra sui generis “El Mar y no Matilde”, novela parcialmente inédita. Me gustaría decir que de Señora Krupps y sus seis cuentos (al igual que de Mister Duncan) se hablará más adelante, pues El Mar y no Matilde es materia de un ensayo, pero la reseña de hoy es sobre su último libro, así que vamos entrando en materia. Un buen lector puede distinguir desde los primeros párrafos si está ante un narrador con oficio. Javier Fernández lo tiene y su prosa te revela mucha cancha recorrida tundiendo tecla. Pero más allá del oficio, lo de Javier es la imaginación, la capacidad de fantasear y gastar de pronto una broma (¿cómo funciona exactamente un “violeta ovíparo” para describir una tarde?). “Su cuerpo no era un cuerpo, era una hinchazón” es una descripción sin desperdicio para presentarnos a “Clara la Mala”, personaje del primer cuento Señora Krupps que parte de esa tradición dual tan a lo Melanie Klein (pecho bueno-pecho malo) de dos hermanas gemelas entre las que se interpone el abismo que separa lo bello de lo freak. He dicho que Javier Fernández parece no tener un padrino literario directo o una influencia demasiado marcada, pero una tarde cualquiera al releer el primer cuento, me llegó el chispazo como una revelación: este ritmo suena (sí, he dicho suena) a Daniel Sada. Es, sobre todo, una cuestión de cadencia, de respiración entre frases lo que lo emparenta con el mexicalense. ¿Narrador fronterizo? Si por Norte literario entendemos el cliché Crosthwaite-Elmer debo advertir que no tiene nada que ver (“Tijuana produce mitos como bacterias”, nos dice el personaje de Bíceps), aunque sus historias, a diferencia de las de los raros marca Bellatin, sí tienen espacio geográfico definido y hasta personajes reales (¿o míticos?) como el poeta tijuanense Noé Carrillo. Ahí está Tijuana, su comunidad de la Orquídea y La Rumorosa, Mexicali y su Valle, concretamente el sísmico Kilómetro 43 donde habita Sabás, personaje del último cuento. Javier Fernández tiene la esencia del escritor de culto, no del best seller. Imagino una secta de lectores iniciados capaces de recitar cada párrafo de su obra. Lo imagino como una suerte de César Aira bajacaliforniano o un Francisco Tario moderno. Hay narradores que hacen su caminito al costado del mundo con su voz narrativa renuente a imitaciones. No creo exagerar si digo que es el libro hecho en Baja California más sui generis que he leído, como tampoco exagero si digo que de todas las dedicatorias que me han garabateado autores en la primera página de sus libros, ninguna tan creativa como la de Javier Fernández en Señora Krupps. Alguien que puede relacionar el sexo indefinido de los huevos de cocodrilo, el hijo muerto de un poeta y los vectores de Cristiano Ronaldo y Reinaldo Gualdini, es un tipo que suda creatividad a mares y que vale la pena leer. El secreto literario mejor guardado de Tijuana.

Friday, June 10, 2011


Ese es Jorge Hank Rhon y esta es su historia, pero es, también, la historia de la sociedad que lo ha hecho posible; la historia del ecosistema político que ha creado al monstruo; el retrato de una sociedad que lo teme y lo desea, que lo abomina y lo aclama; la historia de los periodistas que lo queman en hogueras de tinta antes de caer seducidos ante millonario contrato de publicidad. El imperio de Jorge Hank se ha multiplicado porque ha encontrado la tierra fértil para florecer. Un personaje así sería impensable en otro tipo de sociedad y sin embargo, en este “laberinto de la postmodernidad” o escuela de la globalización llamado Tijuana, Jorge Hank se regodea en sus altares de mesías siniestro. El redentor yace en la tierra prometida donde los hombres besan la mano de sus demonios.
Cuéntame una de periodistas fronterizos.


Este es un capítulo que aparece en mi libro Réqueim por Gutenberg que el ICBC no se decide a poner de una buena vez por todas en la imprenta. Es un texto que mucho tiene que ver con lo que estamos viviendo esta semana.

Esa top model de efímera carrera llamada noticia

La Noticia con mayúscula, la típica Head Line Big News, aquella que es capaz de colarse en las conversaciones de café y cantina, es el equivalente a una “top model” de efímera carrera. La Noticia, seamos realistas, tiene una existencia tan fugaz como una estrella del porno.
Dado que he vivido del negocio de la información desde hace algunos, por no decir bastantes años, he aprendido a ver a la noticia en términos muy fríos y utilitarios. Por ello puedo anticipar con pronósticos más o menos realistas su periodo de vida. Cuando surge un gran tema, tratamos de anticipar para cuántas portadas nos podrá dar sin que se queme o se desgaste. Conforme la información se masifica y se transforma en un producto de consumo casi imprescindible, la vida de las noticias se acorta. La Noticia, como las top models o las estrellas del porno, debe ser cada vez más fresca, más tierna y cuando aún es joven, ya se le considera anciana. Tal pareciera que ante mayor demanda y bombardeo de información, la Noticia tiende a acortar su periodo de vida.

De pronto un tema surge y se transforma en un gran director de orquesta que pone a todos los periodistas de una ciudad, una región, un país o un planeta a tocar a su compás. La Noticia se convierte entonces en ama y señora, princesa todo poderosa capaz de tronar los dedos y definir el rumbo de nuestro trabajo. Cual visitante impertinente o huésped no invitado, la Noticia se cuela en las conversaciones de sobremesa, en los saludos distraídos en el pasillo de la oficina, en la fila del banco o en el camión. De la misma forma que un día cualquiera alguien comenta un típico y ordinario “qué calorcito se vino”, o “se dejó caer la lluvia” o “está duro el frío”, como si comentar algo tan evidente como el clima fuera la única vía posible para abrir una conversación, en todo encuentro casual alguien, en algún momento, se siente obligado a comentar el tema de moda: ¿Cómo viste lo del avionazo de Mouriño? ¿Ya supiste lo que andan diciendo sobre los secuestradores del “Jefe” Diego? O, para exportarlo a esta semana ya sabes que fueron los gringos los que ordenaron la captura de Hank.

Si pudiéramos medir la incidencia de comentarios casuales que se hacen en una hora o acaso en un minuto sobre un tema de moda, tendríamos una cifra millonaria (¿cuántas conversaciones sobre Hank has escuchado esta semana?).
Cuando la Princesa Noticia está sentada en su trono en la juvenil flor de la inmediatez, puede darse el lujo de mandar al Diablo cualquier tema. Todo aquello que no sea Ella suena obsoleto, caduco, fuera de lugar, pasado de moda. Sólo el joven rostro de la Noticia cuenta. Cuando la Princesa ejerce su mandato, todos tienen sus puntos de vista, sus teorías, sus opiniones radicales y nunca faltan sabihondos que sacan de la manga hipótesis imposibles que ellos y sólo ellos dominan. En ese momento en las salas de redacción no se discute. Se sabe que todo lo demás pasará irremediablemente a segundo término. La Señora Noticia manda. Mídanlo ustedes mismos.

El más perfecto ejemplo de una Princesa Noticia es la muerte del Papa Juan Pablo II en abril de 2005 (o la aprehensión de Hank Rhon en junio de 2011). Vean el efecto Juan Pablo II. Midan su espiral ascendente y descendente. Desde el Viernes Santo y el Domingo de Pascua de aquel año se empezaba a hablar con cierta insistencia de la salud del Pontífice. La foto de su rostro adolorido dando la bendición acompañaba las portadas de todos los diarios, pero no era la portada. De pronto, el 31 de marzo alguien dice que está agonizando y gana su pasaporte a las portadas. El 2 de abril muere y la princesita Noticia llega al tope de su carrera, como una Top Model de 19 años desfilando en Milán. No se hable de otra cosa. Un efecto así, suele durar con intensidad tres días, cuatro cuando más. A los cinco días se ha reducido a la mitad el número de conversaciones casuales que abordan el tema. La Noticia sigue ocupando un lugar en la portada de los periódicos, pero ojo, mucho ojo, ya no es principal. De pronto, llega un día terrible para el orgullo de la Princesa Noticia: ha salido de la portada. Siempre llega un día, muchas veces imperceptible a veces hasta para los mismos editores, en que en la página principal no se escribe nada sobre la Princesa Noticia. Ya no es Noticia, es simplemente noticia, un vil seguimiento. La princesa en desgracia sobrevive algunas semanas, o meses acaso dependiendo de su intensidad, navegando en el anonimato de las páginas interiores.
Hasta que llega inevitablemente un cruel día, un espantoso y triste día, en el que la otrora petulante Princesa Noticia que fue ama y señora de las primeras planas, simplemente desaparece del periódico. Inevitablemente llega un día en que no se escribe ni siquiera un párrafo. La Princesa de suculentas curvas con la que todos querían tomarse una foto y que estaba en boca de todos los hombres, se ha transformado en una vieja fofa y obsoleta que agoniza. La gente vuelve entonces a hablar del clima, del último resultado futbolero, mientras masca como un chicle desganado el último gran tema de moda. Nada acelera más el proceso de muerte de una noticia que la llegada de una sustituta. Como la top model de veintitantos que de pronto ve llegar a la adolescente que la desbanca de una patada. La primera semana de abril de 2005, la gente en el café, en el camión y en el elevador sólo hablaba de la muerte del Pontífice, pero a mediados de abril en Tijuana sólo se habla de un adolescente quinceañero que mató a cuchilladas a una familia completa, niños incluidos.
Para el día 10 de abril en la portada ya no aparece el cabello blanco y la mirada cansada del papa polaco. Ahora aparecía el rostro de niño de Cesar Manuel Ibarra García, nuestro Charles Manson tijuano, el último grito de la moda, que desde el Tutelar de Menores pudo embriagarse de sus miserables cuatro días de fama que caducaron pronto, muy pronto.
Cuando la Iglesia Católica decidió quien es el nuevo pontífice, nadie más tuvo a bien acordarse de este mozalbete. Todos hablaron del nuevo papa y el recién nombrado pontífice se paseó orgulloso por las portadas, hasta que una narco ejecución de las grandes, o un escándalo de corrupción, o un destape presidencial vino a desbancarlo. Nuestra top model de hoy, pronto se hará vieja y vendrán a reemplazarla nuevas jovencitas. (¿Cuántos días de primera plana le quedan a Hank? ¿Cuánto les falta a los medios para aburrirse y cambiar de tema?)Por lo pronto, dejemos a la princesa de hoy, gozar de sus segundos de fama.

Wednesday, June 08, 2011






LOS CAMINOS DE MI VIDA

Monday, June 06, 2011




Hank Rhon podría ser la fuente perfecta de inspiración para los creadores de ficciones, aunque pensándolo bien, en su vida no hacen falta artificios literarios. Su vida misma es ya una novela en donde lo estrictamente real se torna difuso y acaba perdiendo terreno frente al mito. En él lo único real es la leyenda que él mismo se encarga de alimentar. Hank Rhon no se siente incómodo dentro de su personaje. Todo en torno a él es un rumor, una sospecha, una intuición de conocer apenas la superficie y dejar para el reino de la imaginación las siniestras profundidades.


Jorge Hank Rhon es un hombre profundamente supersticioso y por naturaleza desconfiado que va por la vida cargando todo tipo de amuletos y reliquias. Cabalero como es, cree ciegamente en señales, augurios y presagios, aunque en esta ocasión nada había en el ambiente o en sus sueños que le hiciera temer alguna amenaza en el entorno. ¿Qué soñaba aquella madrugada del 4 de junio? Hank no lo recuerda, pero sabe que dormía profundo, tanto, que tardó en reaccionar y aún viendo a los soldados afuera de su casa, llegó a pensar que se trataba de una broma de su hijo. Las voces alzadas de los militares se encargaron de disipar cualquier vestigio onírico y le asestaron un mazazo de cruel realidad. Aún cargando a cuestas con un negro expediente construido por mil y un rumores y las más variadas acusaciones, Jorge Hank jamás había pasado una noche privado de su libertad. Un día de 1995 estuvo detenido en el Aeropuerto de la Ciudad de México y llegó a pisar el Reclusorio Oriente, pero una fianza de 150 mil pesos le fue suficiente para salir, evitándole la pena de dormir tras las rejas. Pero esa madrugada los astros no estaban alienados a su favor. Al rey del negocio de las apuestas no le salieron bien los dados.

Sunday, June 05, 2011


Detengámonos a pensar por un momento en la noche antes del magnicidio. Para el futuro magnicida es una noche tan densa, larga y oscura como la que vive un condenado a muerte que será ejecutado al amanecer. ¿Qué voces hablan al oído del aspirante a magnicida en la vigilia que antecede a su crimen? ¿Cuáles son sus dudas y cavilaciones? ¿Logra conciliar el sueño o debemos dar por hecho que el insomnio es la regla en estos casos? Mucho se ha escrito sobre la última noche de los condenados a muerte y el lento transcurrir de las manecillas del reloj mientras se acerca a la hora fatal. El condenado se prepara para el horror que acarrea consigo toda ejecución y medita sobre los misterios de la muerte y la vida que se acaba. A menudo leemos la historia de la llegada de un confesor a su celda, de una noche poblada de estrellas, de un último desayuno, de una medalla o un anillo entregado al jefe del pelotón de fusilamiento, de una palabra de perdón al verdugo que ha de jalar la horca o empuñar el hacha. Pues bien, la noche antes del magnicidio debe ser uno de los rituales interiores con más nervio y tensión que depara una vida humana. El condenado a muerte sabe que su vida se acabará en unas horas y el magnicida también se ha resignado a que, después del segundo fatal, su existencia se transformará para siempre. La noche antes del crimen el magnicida es un hombre libre, pero sabe que al día siguiente dejará de serlo. Salvo en el improbable caso de una acción perfecta y redonda por parte del asesino, como ocurrió en el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme en 1986, el magnicida sabe que sobre él pesan elevadísimas probabilidades de ser capturado o de morir en el acto, víctima de los guardaespaldas que custodian a su objetivo. También es posible que el magnicida haya planeado su suicidio después de ejecutar el disparo. En cualquier caso, sea cual sea el resultado del crimen, el magnicida sabe que después del segundo fatal ya nada volverá a ser igual. El magnicida se prepara para ejecutar la consumación de una doble condena: la de su víctima y la suya propia. La diferencia es que el poderoso que al día siguiente será asesinado, duerme ajeno e ignorante a la condena de muerte que sobre él pesa. Cierto, todo hombre de estado sabe, o intuye, que en las sombras se fraguan conspiraciones para asesinarlo y algunos llegan a padecer delirios paranoicos enfermizos. Sin embargo, a diferencia del condenado a muerte por un tribunal que en su celda aguarda el momento de la ejecución, el ministro o candidato que funge como objetivo del magnicida, ignora que el lugar y la hora de su muerte ya han sido marcados. La noche antes de su asesinato tiene sin duda otras preocupaciones, pero ignora que a determinada hora del día, cuando encabece un mitin o un recorrido en convertible, el magnicida lo estará esperando puntual para ejecutar la sentencia. ¿Qué pensamientos asaltaron a Lee Harvey Oswald la madrugada del aquel 22 de noviembre del 63 mientras Kennedy dormía? ¿Qué espectros de vigilia visitaron a Gavrilo Princip en aquella noche del verano bosnio mientras el archiduque se iba a la cama?
La noche del 16 de julio de 1928, Álvaro Obregón se va a la cama sin saber que en el convento de la Madre Conchita se ha decidido ya el lugar y la hora de su muerte. Imaginemos la madrugada del 17 de julio: Obregón duerme y Toral está despierto. El presidente electo rueda en su cama y tiene un sueño intranquilo a causa de la mala digestión. Aunque su juguetón cinismo podría hacernos creer que el sonorense es inmune a afectaciones emocionales, es un hecho que le sobran motivos para sentirse preocupado, máxime cuando ya ha sido víctima de un atentado. De acuerdo, Obregón está preocupado, pero concilia el sueño. La comida con los diputados guanajuatenses en el restaurante La Bombilla es sólo un evento más en su nutrida agenda que no le merece especial atención. Obregón duerme o intenta dormir; León Toral reza. Las cosas ocurren en el mismo instante en dos lugares distintos de la Ciudad de México. En el preciso instante en que el presidente electo rueda en su cama o se levanta para orinar, Toral está entregado a la oración o repasando por enésima vez su ruta de acción. Obregón no sabe quién es Toral pero para Toral Obregón lo es todo en la vida y esa misma noche es el centro de todos sus pensamientos. Esa noche antes del magnicidio la víctima duerme ajena e ignorante, mientras el futuro verdugo es consumido por el insomnio y los nervios. Las horas transcurren a un ritmo diferente para la futura víctima y el futuro victimario. Podemos imaginar en una pantalla dividida en dos la exacta secuencia de sus actos, el minuto a minuto que los conducirá a su encuentro definitivo. Toral está destinado a ser el ejecutor de una sentencia de muerte, pero las horas previas al crimen las vive como si él fuera el condenado, pues sabe que en el instante en que apriete el gatillo, estará ejecutando su propia condena. Víctima y victimario se hermanarán para siempre en un destino trágico.