Eterno Retorno

Tuesday, May 20, 2008

Dante y Hank
333

No se si Jorge Hank Rhon ha leído La Divina Comedia o si Dante era hankista. Y no, no crean que esto tiene que ver con los demonios y los círculos infernales en donde más de un chamuco de Atlacomulco debe habitar, sino con la cifra hankista por excelencia. Cualquiera que conozca a Jorge Hank Rhon sabe bien que es supersticioso a morir y siendo un empresario del juego, aficionado él mismo a las apuestas, da una importancia sacramental y religiosa a las cifras. Todo mundo sabemos que así como la Bestia del Apocalipsis tiene el 666, la marca de Hank Rhon es el 333. Es su signo de batalla, su grito de guerra. En las campañas políticas todos hemos visto a las masas congregadas en el Hipódromo Caliente con las manos alzadas marcando el Tres con los dedos. Su restaurante (uno de los más fashion de Tijuana) se llama el Trez. Tiene tres pisos. Uno es restaurante, el otro bar y el otro discoteca. El estadio de Xoloitzcuincles tiene 13 333 lugares disponibles, pero su aforo final será de 33 mil 333. En el estacionamiento de Pueblo Amigo (su hotel y Centro Comercial) cobran una cuota de 33 pesos. Y así me la puedo llevar enumerando aspectos de la vida de Hank en donde el tres está presente.

Pues bien, para seguir alimentando su devoción por esta cifra sagrada, voy a recomendarle a Hank que lea La Divina Comedia en donde la cifra Tres, número sagrado de la Trinidad, juega un papel importantísimo. El poema épico está dividido en tres partes, Infierno, Purgatorio y Paraíso. Cada uno de estos tres libros se divide en 33 cantos. La Divina Comedia comienza con un canto introductorio de manera que el conjunto de la epopeya comprende 100 cantos, la cifra de la perfección.
Cada uno de los tres territorios del más allá se divide en nueve tramos, es decir tres al cuadrado. La métrica que Dante concibió para la Divina Comedia se basa una vez más en el tres. Se trata de una rima encadenada en estrofas de tres versos, la terzarima, que se mantiene a lo largo de toda la obra. Así las cosas señor Hank, no tienes pretextos para no leer a Dante.