Eterno Retorno

Friday, November 13, 2009



LOS MITOS DEL BICENTENARIO

Las otras heroínas insurgentes


Por Daniel Salinas Basave

A ver, hagamos una prueba. Pensemos en una heroína de la guerra de Independencia. ¿Quién es la primera que nos viene a la mente? Hasta la pregunta es necia. La respuesta obvia es Josefa Ortiz de Domínguez. Parece que si de mujeres insurgentes se trata, la Corregidora es quien tiene la patente y el monopolio de la participación femenina en el movimiento de liberación. En el cuadro de honor de la historia oficial, doña Josefa es la única mujer que ha logrado
colorase a un lado de Hidalgo, Allende, Morelos y Guerrero, casi en un mismo nivel de importancia. Es también la única mujer cuyo nombre es gritado por presidentes, gobernadores y alcaldes la noche del 15 de septiembre y la que suele ser infaltable en las estampitas escolares. Tal parece que con ella la historia oficial completó su cuota de género para demostrarle al mundo que la Independencia no fue un movimiento machista.

Si el reto fuera mencionar una heroína insurgente que no sea la Corregidora queretana, ahí la cosa se pone un poco más complicada, aunque la apuesta es que algunos mencionarían a Leona Vicario, esposa de Andrés Quintana Roo, que en un lejano segundo lugar, comparte con doña Josefa los laureles femeninos de la lucha insurgente. Por supuesto, no faltará quien por morbo o glamour mencione a la célebre María Ignacia “La Güera” Rodríguez, quien si bien no tiene el calificativo de abnegada prócer de la Patria, sí logró inmortalizarse como unos de los personajes más fascinantes de la época. Después de todo, no cualquiera puede presumir incluir en su currículum amoroso a dos libertadores de América como Simón Bolívar y Agustín de Iturbide y haber sido considerada por Alejandro Von Humbolt como las más hermosa mujer que vio en sus viajes alrededor del planeta. El problema es que fuera de este respetable trío de señoras, la historia oficial se ha olvidado de dar su lugar a los cientos de mujeres cuya participación en la lucha insurgente fue mucho más allá de un papel secundario o de apoyo satelital a la causa. No se trata de restar méritos a la Corregidora de Querétaro, cuyo oportuno mensaje bajo la puerta de la habitación donde estaba encerrada, salvó a Hidalgo y Allende de ser aprehendidos y precipitó el inicio de la lucha insurgente. Vaya, sin doña Josefa simplemente no hubiera habido Grito de Dolores. Sin embargo, justo es señalar que la Corregidora jamás se involucró directamente en la lucha armada ni arriesgo su vida. Cierto, sufrió el encierro en un convento, condenada como consecuencia de sus actividades subversivas, pero jamás conoció el fragor de la batalla. Su muerte se produjo años después de consumado el movimiento, en 1829, a los 61 años de edad, en la comodidad de su lecho.

Otras mujeres insurgentes, en cambio, no fueron tan afortunadas de poder aspirar a una muerte natural en sus hogares rodeadas de sus familias, sino que perecieron en el paredón de fusilamiento. Si bien doña Josefa se llevó los laureles del género femenino en la Independencia, hubo muchas, muchísimas mujeres que tuvieron una abnegada y activa participación en esa guerra de la que se convirtieron en mártires sin alcanzar la gloria póstuma, pues son pocos quienes las recuerdan. Tal vez uno de los casos más significativos es el de la michoacana Gertrudis Bocanegra, venerada en su natal Pátzcuaro, pero marginada del gran retrato oficial. Gertrudis Bocanegra fue una activa militante que se involucró directamente como combatiente en los campos de batalla en donde perdió a su marido y a su hijo mayor, lo cual no la apartó de la lucha. En 1818 fue capturada por los realistas y fusilada en la plaza central de Pátzcuaro. Otro caso emblemático es el de la guanajuatense Tomasa Estévez. Nacida en Salamanca en 1788, esta mujer fue una fiera combatiente que fue capturada y fusilada en 1814 por el futuro libertador de México, Agustín de Iturbide. La cabeza de esta mujer de 26 años de edad fue expuesta por los realistas en las calles de Guanajuato. Antonia Nava, una mujer guerrerense nacida en 1780, fue combatiente en el ejército del Sur de José María Morelos. Cuando su esposo Nicolás Catalán perdió la vida en combate, Antonia Nava se presentó ante Morelos, no para llorar, sino para entregar a sus tres hijos como soldados insurgentes. Rita Pérez de Moreno, natural de San Juan de los Lagos, fue un ejemplo de coraje y resistencia combatiendo codo a codo junto a su marido Pedro Moreno en la defensa del Fuerte del Sombrero que finalmente cayó en manos realistas en octubre de 1817.

La lista de mujeres insurgentes es inmensa y sin duda hay cientos de ellas cuyos nombres jamás conoceremos. Más allá de las estampas épicas y el romanticismo de las batallas, la guerra de Independencia fue una vorágine que arrastró a decenas de miles de mexicanos en una espiral de caos e incertidumbre. Familias enteras se vieron involucradas en el movimiento, algunas por auténtica convicción revolucionaria, pero la gran mayoría, sin duda, por no tener alternativa, forzadas por las circunstancias. En ese proceso se vieron involucradas muchas mujeres; esposas de soldados, madres de familia, soldaderas y en algunos casos, los menos, auténticas generalas. De ellas tan sólo nos quedan algunos nombres y la historia oficial se ha encargado de santificar apenas a un par.

Thursday, November 12, 2009



Ahí les dejo un texto que escribió mi amigo Ángel Ruiz http://www.la-ch.com/

El Blog pasó de moda

Por Ángel Ruiz

Bloggers en el VII Festival de Literatura del Noroeste

A principios de este siglo se hablaba de un "boom" de bloggers tijuanenses. Aunque en otras proporciones y características, era algo similar a lo que hoy es la comunidad de Facebook, es decir, tener un blog o bitácora era algo que te identificaba como parte de una red social.
En el VII Festival de Literatura del Noroeste estuvieron tres de los protagonistas de aquel "boom" de blogs, de los pocos que han resistido el embate de las transformaciones y evoluciones de la red. Mientras la mayoría ahora usa las redes sociales, el blog no es para cualquiera porque "tienes que alimentarlo", coincidieron los expositores.
Daniel Salinas y su "Cuna de porquería", Manuel Lomelí y su "Chango 100" y Bruno Ruiz y su "Hipertextos", compartieron sus experiencias y puntos de vista sobre la naturaleza del blog y los usos que le han dado.
Los primeros dos periodistas, el tercero escritor, coinciden en que los motiva escribir y leer libremente y para eso están los blogs. No es casual que hayan sido invitados ellos y ¿por qué no otros? Bueno, es que entre esa comunidad específica, ellos se hicieron famosos en Tijuana porque representaban a algunos de los blogs más visitados en aquel "boom" que ahora es sólo recuerdo.
Los lectores de bitácoras los admiraban, los adulaban y les ponían comentarios de felicitación, muchas veces sin conocerlos, sin ser sus amigos como se da ahora en el Facebook. Pero así como les hacían la barba, también los odiaban por escribir lo que escribían.
A Daniel Salinas le llegaron a decir fascista; a Manuel Lomelí lo insultaban todos los días y hasta se salvó algunas veces de ser golpeado en las cantinas que frecuentaba.
Un día un lector supo que Daniel Salinas, en ese entonces reportero del periódico Frontera, tenía un blog y al leerlo escribió indignado a su jefe inmediato para quejarse de lo irreverente que era el periodista cuando escribía en su bitácora personal.
Cierta noche en el bar Turístico de la Plaza Santa Cecilia, tras un intercambio de insultos que duró varios días a través de lo que cada uno publicaba en su blog, Manuel Lomelí fue retado a golpes por otro blogger, el escritor Héctor Martínez.
El escándalo terminó ante el juez calificador, un licenciado en Derecho que no entendía qué cosa era eso de los blogs que los rijosos le manifestaban como el origen de la pelea.
En otra ocasión, Lomelí narró en su bitácora que fue retado en el mismo bar por el escritor Heriberto Yépez. Otra vez, lo que escribía en su blog fue la causa.
Pero al polémico Lomelí no sólo le acarreaba pleitos el que su blog fuera tan leído. "Gracias a mi blog me he cogido a varias morras", comentó Lomelí una vez, también en el ambiente cantinero.
"Como al principio, el blog sigue siendo un territorio anárquico, caótico y como las estrellas siguen naciendo y muriendo", expresó Daniel Salinas en la Mesa de Bloggers del VII Festival de Literatura del Noroeste realizado en el Centro Cultural Tijuana (Cecut).
Comentó que los blogs son "canchas comunales" y libres, donde cualquiera puede escribir, por eso las bitácoras de escritores consagrados son aburridas, ya que se vuelven espacios de autopromoción o repiten la misma fórmula de los periódicos serios.
"En el blog te arriesgas a que te peguen, te ridiculicen, te desnuden... en el periódico lo que escribía se sujetaba a un manual de estilo, mientras que en la Cuna de porquería escribía lo que no se iba a leer en el periódico Frontera", señaló Salinas.
El periodista añadió que lo peor que le puede pasar a la blogósfera es que tenga un censor, ya que la escritura en el blog es un momento único y no se trata de elaborar una tesis de doctorado.
Para Manuel Lomelí la blogósfera se trata de vaciar opiniones personales y la comunidad literaria ha dejado de participar en ella porque pasó de moda.
El escritor Bruno Ruiz indicó que una de las cualidades del blog es que sirve para empezar a escribir y experimentar y de esa manera adquirir un fogueo en el oficio, sobre todo si no se es escritor de tiempo completo.
Recomendó que para que un blog sobreviva y tenga visitantes, lo ideal es la escritura concisa y corta y alimentar el sitio dos o tres veces por semana porque a la gente le gusta entrar y ver qué hay de nuevo, de otra manera dejará de visitarlo.

Tuesday, November 10, 2009


La camaleónica y confundida existencia de Encarnación Leydelmonte

Encarnación Leydelmonte me confunde. ¿O será que Encarnación Leydelmonte está confundido? En la primaria, Encarnación fue llorón, mamitozo y berrinchudo como sólo un niño sobreprotegido puede serlo. Obsesionado con presumir el juguete de moda, siempre acababa recibiendo su dosis de zapes y su respectiva pamba loca. Chismoso como era, solía acudir a la dirección a poner dedo a los agresores.

Cuando entró a la secundaria, Encarnación Leydelmonte hizo intentos por vestirse a la moda y ganar popularidad, lo que a medias consiguió, por ser de los pocos, poquísimos mocosos que podía presumir manejar el carro de su papá a los 13 años. Pero ni siquiera llegar al volante del flamante vehículo paterno le permitió ligarse a Ximena, musa infaltable de sus primeras puñetas. Por alguna razón, Ximena prefería los tipos rudos y Encarnación no lo era. Para su desgracia, papá cayó en bancarrota por la crisis y el vehículo de sus ligues tuvo que ser vendido. Encarnación se convirtió en ciudadano de a píe y cada vez le resultó más complicado representar el papel de junior.

La vida de Encarnación Leydelmonte se iluminó cuando a los 15 años conoció a Galaor Zuazua. Galaor era bajista y cantante de la banda metalcorera Vomit From Heaven. En cuestión de gustos musicales, Encarnación había sido hasta entonces bastante ordinario; maná, pop televiso y toda esa porquería que escuchaban las morritas a las que aspiraba a ligarse. Lo más rebelde que había escuchado hasta entonces era Green Day. Galaor en cambio vomitaba rolas furiosas y endemoniadas cuyas letras desparramaban odio. Con orejas y nariz perforada, un par de tatuajes caseros y chamarra de cuero carcomida por los hongos, el vocalista de Vomit From Heaven podía ligarse muchas más morritas que Encarnación en su mejor domingo con carro y ropita a la moda. A partir de ese momento Galaor se convirtió en su guía espiritual.

La transformación de Encarnación Leydelmonte fue más repentina que gradual. Se perforo las orejas con aretes de su abuela, se pintó el pelo morado, ahorró para unas Doctor Marteens y en Navidad consiguió que le regalaran una guitarra que no sabía tocar, lo que no impidió que fuera reclutado como guitarrista de Vomit From Heaven. La banda actuaba en cocheras miserables o terrenos baldíos, rezagada en el lugar número 13 o 14 dentro de carteles con 15 o 20 agrupaciones que tenían nombres como Cabezas Podridas, Cacofonía, Disolución Social (siempre estelar), Sin Autorización y en donde todas, sin excepción, tocaban una rola de odio a la policía y un cover mal ejecutado de Atoxxxico o Massacre 68. Encarnación tomaba caguama caliente en bolsa de plástico y fumaba una mota malísima, bajo cuyos efectos logró ligarse a sus primeras morritas.


Para cuando Encarnación Leydelmonte terminó la prepa y entró a la facultad de Economía, Vomit From Heaven se había disuelto. Galaor se había ido de mochilazo a Europa y a Encarnación, que hasta entonces le había valido un reverendo carajo el mundo en donde vivía, le empezó a dar por el activismo político. Se volvió zapatista y militante antiglobalización y su figura fue infaltable en las manifestaciones contra McDonalds y la Embajada americana. Como activista de izquierda maduro, ya no le daba tanto por el hard core punk y se inclinaba más por la trova, sin despreciar a Bob Marley. La mota que fumaba ya no era tan mala, pues era pura hierbita de invernadero regada con leche. Para quinto semestre, Encarnación consiguió el puesto de vicepresidente de la combativa sociedad de alumnos de Economía.


Su labor como líder estudiantil y activista de izquierda, le valió ser invitado a las juventudes del PRD y cuando egresó de Economía a los 23 años, consiguió un puesto como analista en la Secretaría de Finanzas de su perredista municipio. Con sus primeros sueldos profesionales, Encarnación se olvidó de la cerveza barata y empezó a aficionarse a los buenos vinos. Aunque era progresista y globalifóbico, no estaba peleado con los buenos restoranes a donde llevaba a cenar a Rosalía, su prometida en matrimonio, ni tampoco sintió traicionar las causas populares cuando se embarcó enganchando un jetta del año.


Para el trienio siguiente, Encarnación logró colarse como suplente de regidor en la planilla del nuevo alcalde perredista. Aunque era un funcionario de media tabla, su nueva posición le permitió meter su cuchara en algunos contratos de obra pública y permisos para venta de licor. Encarnación seguía fumando de vez en cuando su motita de invernadero, aunque con sus nuevas amistades era un poco más común el pasecito de coca y los vasos de Chivas en antros lounge donde tocaban musiquita electrónica light. Encarnación se había olvidado de Silvio Rodríguez y era feliz escuchando cosas como Radiohead o Coldplay. Un par de veces viajó al festival Coachella, meca de las banditas alternativas que más disfrutaba. Seguía declarándose indigenista y antiglobalización, aunque hacía muchos años que no se paraba en una manifestación.


Encarnación se casó con Rosalía a los 30 años y aunque se declaraba agnóstico “open mind”, eso no fue impedimento para tener una boda católica y bautizar a su primer hijo. Su suegro, con buenas conexiones en el Gobierno Federal, lo convenció para renunciar al PRD e ingresar al Verde Ecologista en donde logró colarse como regidor titular en una planilla ganadora en coalición con el PRI. Como regidor verde-priista, Encarnación promovió algunas iniciativas como sacar a los comerciantes mixtecos del centro, penalizar la prostitución homosexual e impulsar apoyos oficiales con recursos públicos para la Fundación Ronald Mc Donald. Los contratos de obra pública con dedicatoria y los permisos para venta de licor con horas extras siguieron alimentando su alcancía. Para entonces era asiduo a los tables caros y sus dosis de Chivas y coca dejaron de ser asunto de fin de semana, para convertirse en pasatiempo diario. Su energía sexual estaba consagrada a un par de teiboleras y apenas conservaba algunas castas caricias para su esposa Rosalía.

Fue un próspero empresario de los giros negros quien convenció a Encarnación de afiliarse al Partido Nueva Alianza, que iría en colación con el PAN para la próxima elección. Para concretar su afiliación al partido de Elba Esther Gordillo, Encarnación convocó a una rueda de prensa en donde se rasgó las vestiduras afirmando que su único compromiso político sería siempre con la educación de calidad para los niños mexicanos. Ya como militante del Panal, Encarnación logró ser incluido como diputado plurinominal. El problema fue que la coca y el Chivas ya le estaban pasando la factura. Taquicardia, hipertensión, diabetes y una amenaza de infarto obligaron al diputado Leydelmonte, de 41 años de edad, a internarse en una clínica cara de rehabilitación en donde pudo superar sus vicios.

Para su fortuna, su proceso de desintoxicación pasó inadvertido a la prensa y pronto pudo retomar su curul en San Lázaro convertido en un hombre nuevo. Ahora Encarnación presume en donde puede su calidad de abstemio y condena con furia a los viciosos. Ha empezado a practicar yoga, budismo zen y se ha convertido en vegetariano, adicto a la comida orgánica, tendencia que está de lo más inn entre la alta sociedad con la que se relaciona. Aunque como diputado sigue siendo gestor de permisos para antros, tugurios y licitaciones irregulares, se ha olvidado de los tables y las teiboleras. Ahora disfruta más estando con Macario, su chofer y escolta, un ex agente de la PFP de 26 años de edad con vientre plano y falo de proporciones respetables. Macario lo acompaña a los restoranes vegetarianos y hasta ha aprendido a hacer yoga, con posiciones que hacen lucir de maravilla su cuerpo atlético. Sus sesiones de meditación suelen concluir en los moteles de la carretera.