Eterno Retorno

Monday, January 17, 2022

¿Quedará también impune la muerte de Margarito?

 


Desolador enterarme hace unos minutos del artero asesinato del colega Margarito Martínez Esquivel. Desde que yo daba mis primeros pasos como reportero en Tijuana en el 99, Margarito ya estaba ahí y parecía haber estado siempre, con su cámara al hombro, la radiofrecuencia siempre encendida y ese don de la omnipresencia que le permitía multiplicarse y estar en varios sitios a la vez. Iba a todas y a toda hora. La oscurísima noche tijuanense era suya. Al célebre 4-4 lo recuerdo como el perfecto soldado de trinchera, un auténtico trabajador de la información. Me atrevo a afirmar que nadie en esta ciudad fotografió tantos hechos delictivos como él. Lo recuerdo también apoyando a su madre, la veterana periodista Eglantina Esquivel o cubriendo el turno nocturno en Frontera. A diferencia de lo que ocurrió recientemente con algunos oscuros y pestilentes personajes que se hacían llamar “periodistas” sin serlo, de Margarito me consta que era un verdadero obrero de la prensa cuya única labor era informar. Sin información oficial hasta el momento, parece ser que su muerte es producto de un pleito vecinal en la colonia Camino Verde, pero por supuesto tengo demasiadas dudas y ninguna certeza. Bueno, en realidad tengo una única certidumbre: que aquí en Baja California (y casi en cualquier lugar de México) morirás el día en que alguien decida matarte porque le resultas incómodo o le caes mal, pues no hay estado derecho ni imperio de la ley que proteja. En Tijuana se cometen un promedio de 2 mil asesinatos al año, un promedio de seis al día. Margarito retrató muchos de esos crímenes y ahora su homicidio se suma a esa vergonzante estadística que su cámara tantas veces reflejó con crudeza. Por cierto, la única constante de esos asesinatos, es que en la mayoría triunfa la impunidad. ¿Quedará también impune la muerte de Margarito? Hay certidumbres que hieren y dan rabia.

Descanse en paz 4-4.

Sunday, January 16, 2022

Ya mora un andariego Juglar mexicano por los rumbos de la Gandhi

 


No he querido saber pero he sabido que ya mora un andariego Juglar mexicano por los rumbos de la Gandhi Tijuana. Al verlo ahí, yaciente entre un tumulto de novedades editoriales, no puedo más que echarle su pagana bendición en su casi infructuosa búsqueda de un improbable lector. Hace diez años, en la primavera del 2012, supe por primera vez lo que se sentía ver tu libro en el aparador de una librería comercial cuando lanzamos el Tigre blanco. Recuerdo muy bien el día y la chingona sensación de estar iniciando una aventura, un desafío. Una década después, mi única certidumbre es que un lector, cualquier lector, es un milagro, un afortunado accidente. Un potencial lector tiene para elegir decenas o cientos de novedades literarias y un menú infinito de series y películas. Tenemos en la palma de la mano un Aleph de evasiones. Yo no paro de leer y sin embargo siempre descarto un montón de potenciales buenas lecturas, libros que sin duda me volarían la cabeza y que nunca leeré porque el tiempo, el espacio y el dinero siguen siendo finitos y de quince libros que deseo, debo resignarme a elegir dos o tres. Es por ello que a ese improbable lector le guardo tantísima gratitud. Es de verdad un milagro, un accidente en el universo. He aprendido a dimensionarlo y valorarlo.