Lejos de concebirla como vertical y ascendente, la Historia de la humanidad me parece el equivalente a la cartografía de un camino accidentado, lleno de curvas, pendientes y salidas en falso. Pese a la tendencia lineal de la ciencia y la tecnología en donde el progreso parece ser continuo, en los temas que atañen a la sociología, la economía o la geopolítica, la Historia de la humanidad puede parecer como un paciente afectado por un trastorno bipolar. Sus cambios estado de ánimo son repentinos y muy pronunciados. No necesitamos haber vivido una larga vida para haber sido testigos de los radicales cambios de humor que experimenta esta señora.
Friday, June 12, 2020
Wednesday, June 10, 2020
Quienes hoy intentamos narrar la historia de la pandemia de Covid- 19 lo hacemos inmersos aún en el ojo de la tormenta, con muchas más dudas que certezas, sin ver demasiada luz al final del túnel. Claro, podemos hacer proyecciones basadas en pronósticos emitidos por los epidemiólogos y los economistas, pero al final del camino nadie sabemos lo que pasará. Los filósofos como Slavoj Žižek parecen tener demasiada prisa por interpretar lo que sucederá en el futuro y determinar si esta pandemia representa el final de la era del capitalismo o la entronización del ágora virtual, el individualismo y el aislamiento como forma de vida diaria. La única certidumbre es que cualquier profecía es apresurada y tiene altas probabilidades de fallar. No se trata solo de una enfermedad, sino de un momento socioeconómico particularmente tenso. La pandemia encontró a la humanidad inmersa en un estado de ánimo álgido, propenso a la rabia y el estallido en donde el discurso del odio gana adeptos en no pocos países. El confinamiento y la devastadora recesión derivada del mismo son como un torrente de gasolina sobre un incendio que ya estaba aquí antes de la enfermedad y que estaría, aunque no con la misma intensidad, aún si el virus no hubiera irrumpido en nuestras vidas.
Monday, June 08, 2020
El empujón del tiempo no tuvo piedad. Nuestra época es una enorme guillotina. Fría, contundente, despiadada, capaz de matarnos con tal rapidez, que a menudo tardamos años en reparar en nuestra propia muerte. Nuestro tiempo es veloz y fulminante como la cuchilla revolucionaria cayendo sobre sobre mil y un cuellos. La vida y la historia corren tan rápido, que sus desplazados demoramos algún tiempo en saber que el tren nos ha abandonado en medio del desierto.
El presente es un enorme altar de sacrificios que cada noche es bañado con la sangre del ayer. Lo caduco, lo obsoleto, lo pasado de moda son las víctimas elegidas para ser inmoladas a diario en la piedra sacrificial. El dios de lo absolutamente moderno exige siempre sangre fresca. Cierto, la condena a muerte del ayer puede ser una de las constantes de la historia, sobre todo para aquellos que la conciben lineal y progresiva, sin embargo hasta hace no mucho las inmolaciones eran graduales, paulatinas y se iban consumando con el sosiego de un natural proceso evolutivo. Hoy, en cambio, la historia tiene demasiada prisa. Los cuerpos inmolados en el altar del presente coexisten con sus verdugos. Los muertos y los que aún no acaban de nacer convivimos en este gran carnaval.(Bajo la lux de una estrella morta)
Sunday, June 07, 2020
Jamás imaginé que el mismísimo Perro del Mal, el tremendo James Ellroy, tuviera en su radar a Salvador Abascal y lo convirtiera en personaje de una de sus novelas. En “Esta tormenta”, su nuevo tamalón novelero de 688 páginas que todavía no he leído, aparecen algunos personajes reales como el cineasta Orson Wells y el fundador del sinarquismo en México, el mega mojigato Abascal. Según leo en las entrevistas y en las reseñas, en la novela Salvador Abascal mismo mata a alguien. Cuando el colega Alberto Olmos, de El Confidencial, le pregunta a Ellroy si no le preocupa que los descendientes del sinarquista emprendan alguna acción penal, el Perro responde, muy a su estilo, que le vale reverenda madre. Abascal sería el personaje ideal de un libro como La literatura nazi en América de Bolaño, pero me parece loquísimo encontrarlo dentro del universo narrativo del Perro. Ya me imagino lo que pensaría semejante catolicón cristero de verse como asesino en una novela negrísima escrita por un mega wasp de aquellos. ¿Lo sabrá ya la familia Abascal? Asumo que los descendientes del mojigato no son los prototípicos lectores de Ellroy. El Perro me genera sentimientos encontrados. Es rudo e intratable, pero al menos es un tipo que tiene las ideas muy claras y en estos tiempos tan infestados de ofendidos, da gusto escuchar a alguien que es el non plus ultra de la incorrección política y que no tiene empacho en llamar a las cosas por su nombre. Derechoso, anti-chairo de cepa, Ellroy no es precisamente ajonjolí de todos los moles. Su universo narrativo se limita casi exclusivamente al viejo LA de los años 30, 40 y 50. Odia los tiempos actuales y no habla de ellos. No tiene computadora, nunca navega en internet, escribe todo a mano y una secretaria le transcribe. Solo lee novelas policiacas y detesta cualquier otro género (intentó leer Dostoievski, pero la aburrió espantosamente a las pocas páginas y lo dejó). Considera a Chandler vil bullshit, cursi y payo, pero respeta a Dashiell Hammett. No tiene empacho en afirmar que la versión cinematográfica de su novela LA Confidential (con todo y Kim Basinger) es una puta mierda. No le interesa ningún otro deporte más que el boxeo (en semejante intolerancia se parece a mí, que solo me interesa el futbol y soy radicalmente indiferente al resto de los juegos). Vive obsesionado con el asesinato de su madre que le ha arrancado algunas de sus mejores páginas (Mis rincones oscuros, A la caza de la mujer); tiene rollos odiosos de cristiano renacido; es alcohólico rehabilitado y no permite que beban o fumen en su presencia y no tiene duda alguna de su talento. Supongo que no sería mi amigo, pero a la distancia me cae bien el muy cabrón. ¿Alguien ya leyó su nueva novela? Se me hace que será el primer libro post-cuarentena que compraré.