Escuchen a la Doncella, canten The Trooper a todo pulmón, rasguen la noche con ese galopante riff virtuoso
¿Les gusta esta elegante y lucidora camiseta maideniana? ¿Han
probado esta deliciosa cerveza? Pues bien colegas, déjenme decirles que la canción
evocada por esta prenda y esta chelita tiene mucho que ver con el momento
geopolítico actual, pues habla de un poderoso ejército ruso combatido por una
fuerza aliada en territorio ucraniano. The Trooper es una rola icónica. Las
seis veces que he visto a la Doncella de Hierro en mi vida la han tocado, con
el gran Dickinson vestido como soldado de la Reina agitando la Union Jack. Su
riff de apertura es patrimonio cultural de la humanidad. “You’ll take my life but I,ll take yours too” (gracias Juan Massey
por recordarme ayer esta hermosa pieza). La canción, compuesta por el talentoso Steve Harris, habla de la batalla de Balaclava, en la
península de Crimea, que enfrentó a los
británicos contra la Rusia zarista en 1854. Harris se inspiró en el poema La carga
de caballería ligera de Lord Alfred Tennyson. El narrador en The Trooper es un
soldado de caballería arrojado a una misión suicida. Más allá de una muestra de
temerario arrojo, la batalla de Balaclava fue en realidad producto de una
negligente y atrabancada estrategia orquestada por Lord Cardigan que costó el
inútil sacrificio de miles de soldados británicos. La Guerra de Crimea, peleada
de 1854 a 1856, enfrentó al Imperio Ruso contra Inglaterra, Francia y Cerdeña que se
aliaron con el ya decadente Imperio Otomano. La insaciable Rusia expansionista
del zar Nicolás I, al igual que la de
Putin, quería tener el control del Mar Negro apoderándose de la Península de
Crimea y llegar hasta Constantinopla. El zar, al igual que hace ahora Putin, se
sacó de la manga un pretexto: la
obligación moral rusa de proteger a los cristianos ortodoxos que vivían en el
Imperio Otomano y eran hostilizados.
La de Crimea fue
la última guerra antigua o la primera guerra moderna según se le quiera ver.
Fue el primer gran conflicto bélico internacional en suelo europeo desde la caída
de Napoleón en Waterloo en 1815 y tuvo todavía muchos elementos y códigos de
honor de las antiguas guerras napoleónicas, pero al mismo tiempo estrenó una
maquinaria de artillería de gran calibre nunca antes vista así como los fusiles rayados.
Por lo que a mi oficio reporteril respecta, la Guerra de Crimea fue importante,
pues fue el primer conflicto bélico que tuvo corresponsales en el frente de
batalla cubriendo las incidencias. Los colegas del Times de Londres fueron los
primeros en reportear, fotografiar y
escribir desde la línea del frente. Fue también la primera guerra con cuerpos
de enfermería profesionales (Florence Nightingale anduvo por esos rumbos). Al
final (como probablemente volverá a suceder ahora) Rusia tuvo que morder polvo,
tragar agua y ajo y doblar las manos
cuando el zar Alejandro II fue obligado a firmar la paz en París en 1856. Una guerra
absurdísima que costó más de medio millón de vidas y anticipó el horror que
vendría más de medio siglo después en la Gran Guerra del 14. En fin colegas,
escuchen a la Doncella, canten The Trooper a todo pulmón, rasguen la noche con
ese galopante riff virtuoso y recuerden
hoy y siempre este mantra: You'd better stand, there's no turning back!!!