Poinsettia
De rojo se pinta el 12 de diciembre en la Norteamérica profunda. Miles de flores de Nochebuena adornan porches de casas, jardines y plazas públicas. La flor que los aztecas llamaron Cuitlaxóchitl ha sido adoptada por los estadounidenses y asimilada al colorido de sus fiestas decembrinas. El 12 de diciembre es el Día Nacional de la Poinsettia en los Estados Unidos. La Cámara de Representantes lo hizo oficial en 2002, aunque floricultores, jardineros y aficionados lo celebran desde tiempo atrás. El argumento para incluir a una planta dentro del calendario oficial, es porque la poinsettia contribuye a la economía de los Estados Unidos con más de 250 mil millones de dólares al año (o al menos esa es la estratosférica cantidad que se reporta en la página www.poinsettiaday.com.) que la convierten en la flor en maceta mejor vendida del país y de Canadá. El epicentro de la celebración es el rancho de la familia Ecke en Encinitas, California, posiblemente el lugar de los Estados Unidos con más flores de Nochebuena por metro cuadrado. Paul Ecke fue el descubridor e introductor de nuevas formas de cultivo que le permitieron llevar la comercialización de la flor a niveles industriales a mediados del siglo pasado. El nieto de Paul Ecke es quien administra actualmente el rancho, que surte de flores rojas a millones de hogares estadounidenses cada Navidad.
El otro gran centro de la celebración del Día Nacional de la Poinsettia está en la Costa Este, en una tumba del cementerio de Greenville en Carolina del Sur. Sentado en el borde de la lápida, un caballero de bronce vestido de levita lee unos papeles. Sobre la tumba yacen su capa y sombrero. La estatua es cubierta de flores rojas en su aniversario luctuoso, cada 12 de diciembre. La expresión que el escultor ha dado al rostro es la de un estudioso, un hombre de ciencia, un señorito decimonónico más preocupado por la coloración de las hojas y la firmeza del tallo de su planta que por conspiraciones secesionistas y rituales de iniciación masónica. Para los aficionados a la floricultura, el caballero de bronce es un botánico cuyo mayor mérito en la vida fue introducir el cultivo de la roja flor en los Estados Unidos, aunque en su currículum puede apreciarse un respetable kilometraje como representante de los Estados Unidos en tres nacientes países de Hispanoamérica a lo largo de 20 años, además de un ministerio de estado y una contribución como fundador a un prestigiado instituto científico. Si la familia Ecke se encargó de transformar a la flor en una gallina de los huevos de oro, el señor de la tumba de Greenville se encargó de sembrarla por vez primera en tierra estadounidense y también de nombrarla. En el Sur profundo de los Estados Unidos prefieren recordarlo como un floricultor, pero en México se ha inmortalizado como uno de los grandes villanos de la historia, el sembrador de cizaña por excelencia.
Sobre la lápida cubierta de flores rojas se lee el nombre de Joel Roberts Poinsett, nacido el 2 de marzo de 1779 en Charleston, Carolina del Sur y muerto el 12 de diciembre de 1851 en Greenville. La gratitud de Estados Unidos hacia Poinsett es sui generis. No se le tributa en su calidad de embajador o político, sino de botánico. No hay un edificio del Foreign Affairs Minister que lleve su nombre ni una cátedra universitaria de relaciones internacionales o derecho internacional público que lo evoque y sin embargo, en la historia de la diplomacia estadounidense Poinsett se encargó de poner primeras piedras e inaugurar un estilo de política exterior basada en la mano izquierda y el as bajo la manga. En su momento es llamado por la Casa Blanca “el hombre que todo lo puede” y a los 30 años de edad el presidente Madison ya le considera “el americano mejor informado de política europea”. Su gran mérito, sin embargo, estaría en ser el primer extranjero en comprender a cabalidad y utilizar a su favor los vicios y debilidades de la política latinoamericana. Poinsett dimensiona vanidades, ambiciones, complejos e inseguridades de esos caudillos insurgentes transformados en remedos de estadista. Juega con ellos, los manipula y acaba por utilizarlos a favor de la doctrina de la supremacía estadounidense. Washington no lo incluye en su galería de políticos ilustres, pero a cambio inmortaliza su apellido en la flor traída como suvenir tras su estancia en México. El 12 de diciembre es indirectamente el día de Joel Roberts Poinsett, una celebración que en Estados Unidos alterna con el día de la Guadalupana que millones migrantes mexicanos y mexicoamericanos festejan, lo cual no deja de ser una paradoja, pues en el cuadro de honor de la villanía en la historia de México, el diplomático florista ocupa un sitio privilegiado. Vaya, ante la visión hispanista de la historia nacional, Poinsett es considerado uno de los más feroces antimexicanos, el sembrador de la semilla de donde la única flor germinada fue la fragmentación del país y más de medio siglo de guerras civiles.