Saturday, January 03, 2015
Friday, January 02, 2015
http://www.expresszacatecas.com/cultura/20017-escribir-no-es-un-pasatiempo-es-mi-vida-daniel-salinas
Cuando la neblina es ama y señora de los atardeceres, los doce pisos de ladrillo desnudo son un espectro diluido en el gris de noviembre, una sombra difusa, apenas una intuición. Hay tardes en que la niebla lo devora todo. Ante los ojos no hay mar ni horizonte, mucho menos islas. De las olas más furiosas solo queda el retumbar perdido entre el color de los fantasmas. El resto es brisa helada, el abrazo de un Pacífico inodoro, el vacío. Solo el vacío.
Ante la niebla el edificio es sustancia de sueños, una visión que de un momento a otro puede vaporizarse como los miles de dólares de los ilusos que depositaron sus pretensiones de grandeza en esos ladrillos. La tarde oscura al menos concede un espacio a la fabulación, pero el mediodía soleado espeta la ruina con desparpajo. Frente al mar solo hay doce pisos de block y varilla pelada, un esqueleto de piedra carcomida, puro herrumbre salitroso para atrapar los mejores atardeceres de toda la Baja, los crepúsculos del millón de dólares prometidos por Neptuno.
Redactamos una serie de iniciativas para presentar ante el congreso local bajacaliforniano en afán de que el gobierno estatal ofreciera estímulos y compensaciones a los ciudadanos responsables que optaran por retirarse a tiempo. La sociedad condena al suicida; le llama cobarde, pecador, enemigo de la vida, promotor de la puerta falsa, sin darse cuenta que es uno de los mayores ejemplos de responsabilidad y solidaridad que existen en nuestro mundo. El gobierno debería premiar a esos héroes ciudadanos. Nuestra primera propuesta, fue que el gobierno ofreciera plena cobertura de gastos funerarios a los suicidas y un seguro temporal para sus deudos. Mientras las compañías aseguradoras niegan los beneficios del seguro de vida a quienes se suicidan, Retírate a Tiempo impulsa prestaciones y apoyos extraordinarios para aquellos seres tan conscientes y responsables que deciden a tiempo su propio fin.
Cada que en la sección policiaca de los periódicos se publicaba la nota roja de algún suicidio con la típica expresión rimbombante de la “puerta falsa” nosotros la incluíamos en un marco especial de nuestra página destacando al suicida en cuestión como un ejemplo de empatía ciudadana, un nuevo ángel en el cielo de los que supieron retirarse a tiempo, sin omitir un llamado a los medios de comunicación para que dejaran de juzgar y adjetivar como cobardes, confundidos o deprimidos a los ciudadanos conscientes.
En nuestra galería de ejemplos incluimos por supuesto a los esquimales de El país de las sombras largas, aunque haciendo énfasis en que lo deseable es no esperar a ser tan viejos. El símbolo, mascota y logotipo de nuestra organización pro suicida de dos integrantes, fue el lemming, un roedor ártico que se arroja a los mares helados para evitar la sobrepoblación de su especie. Pablo dibujó un simpático ratoncito arrojándose por un acantilado, mismo que se convirtió en nuestra imagen promocional. No me pasó desapercibido el parecido del lemming con el hámster, el animalito que con su repentina muerte sembró la semilla de mi impulso suicida en la infancia.
Thursday, January 01, 2015
Segundo café del año humea en su taza de Mozart. Mostrenca lectura de los consistentes sueños de Saramago y una típica historia de golpe bajo en un diario, cuchilladas bajo la mesa y salto sin paracaídas al gran vacío de la escritura.
Colocar el centro rojo de mi hedonismo en las palabras. Cuando la compulsión de comer jale las patas, ponte a leer o a escribir. Cuando el vaso de Jack Daniels te llame a gritos tírate a matar sobre ese párrafo inacabado. Tan contenido, tan sobrio, tan sosegado, como una línea de cinco del Tuca con un 0-0 en la buchaca. Lástima que sea apenas el minuto dos del partido o, dicho de otra forma, las 9:23 a.m. del primer Día del Año.
Flashazo inspiracional (esa puta palabra no existe) de mis cuatro minutos con Saramago. La historia de un derrumbe periodístico anticipado en la era del holocausto Gutenberg. Se llamará número cero. Una catarata de sueños que se irán rápidamente por el resumidero. ¿Será posible hacerlo en menos de 2 mil palabras?
Flashazo en la fila, dormitante (esa puta palabra tampoco existe) y aguardando a ser atendido. Con ustedes El Jardín de las Delicias del Outlet las Américas. Guillermo Demián Lozano acude a gastarse 140 dólares en unas botas Martens con la imagen de una pintura de El Bosco. Lo atiende la diecisieteañera Alanah quien lo mirará con lástima indisimulable mientras Guillermo contempla sus pies y se imagina pateando culos y escandalizando buenas conciencias con sus botitas pintarrajeadas.
¿Me puedes decir qué hay de la revistería Volkich? La palabra revistería tampoco existe, por un carajo y sin embargo mi abuela la pronunciaba. El cuento se llamará así: Revistería Volkich (¿o es Volkish?) Cómo sea. Chingue a su madre. Vamos a escribirlo y que salga de menos de 3 mil palabras.
En bombardeo rápido comencé y en bombardeo rápido concluí. Última lectura del año, absolutamente Blitzkrieg como marca el manual: El Sunset Limited (¿así o más pocho el título?) de mister Cormac McCarthy, un libro que aguardaba en mi biblioteca dese hace más de un año y al que un flashazo repentino me llevó a echar guante en plena tarde del 31. A ver criatura, véngase pa acá le dije al librito y en menos de hora y media y dos vasos de Jack Daniels recorrí su diálogo de 96 páginas entre Negro y Blanco. Un profesor universitario se arroja a las vías del metro pero es atajado en su salto por un ex presidiario con vocación de predicador cristiano. El libro de Cormac es el posterior diálogo entre el blanco suicida y el negro salvador en la desvencijada casa de este último. La estructura es de libreto, con muy sobrias descripciones y sin intervención de terceros. El tema del diálogo es el sentido de la vida. En un lado tenemos letrado deprimido y en el otro al ignorante henchido de fe. No pocas veces he enfrentado dilemas así. Vaya, más de una vez me he sentido colocado en la posición del Blanco. El reproche del Negro es simple, me lo sé de memoria y me lo han hecho muchas veces: ¿De qué carajos te han servido tantos años de exploración en mil y un párrafos de arquitectura perfecta si al final, como José Alfredo, toda tu conclusión es que la vida no vale nada?...
Wednesday, December 31, 2014
Encarnada en algún abismo bien profundo del subconsciente yace una canchita chutagolera de jugadores azules y amarillos que patean una bola de migajón cuando aplastas su cabeza. Porterías de redes agujeradas, goleadores de pata rota. Anoche había zonas baldías de pasto quemado y una superficie panda sobre la que jugaron Chivas y Necaxa. Después tocó el turno a Tigres contra Cruz Azul y aquello sí fue un juego en regla con contragolpes y pases triangulados. 0-2 se puso arriba el celeste en una típica tarde de hecatombe volcanera. El descuento lo anotó rematando un tiro de esquina un defensa de pata quebrada de apellido Gordillo y no hubo tiempo para mucho más. Treinta años después, hay un partidito de Chutagol disputándose en la canchita de mis sueños.
Presagios y cuentas regresivas. Los inocentes pasos fatales rumbo al cadalso. La más ordinaria despedida, la tarde de modorra que antecede al Infierno; la sombra siempre oculta, en omnipresente acecho. Aún en tu cuadro de cariñitos y sonrisas ella está ahí, reloj en mano, con la cuenta regresiva de los minutos, deshojados como una flor moribunda en otoño.
Otro escenario novelesco: la vieja revistería chatarra (¿se utiliza aún el término revistería?)Un tendajo donde hay libros de magia volkish, hechicería negra y blanca de mercadito pobre; libros de ovnis, nazis, templarios y conspiradores; un manual de urbanidad y buenas maneras de Carreño, un recetario sexual de los setenta y un kamasutra de bajo presupuesto. Una cofradía de parias y teporochos con complejo de contadores de historias estilo Decamerón se reúnen en la vieja revistería. El último librero murió mucho después de la muerte del último lector. Los últimos escribidores –en cambio- siguen viviendo y aspiran a reproducirse publicando sus desvaríos en tapas de cartón. En la calle no queda mucho más. Moscas, ratas, urracas carroñeras y cosas así.