Eterno Retorno

Wednesday, July 01, 2009

Así, sin decir agua va, se fue al carajo la primera mitad del año. Decir que el tiempo corre como un corcel desbocado sería ya un lugar común, una obviedad insoportable. Cuando niño, el tiempo era una carreta tirada por tortugas a las que a toda costa querías apurar. Ahora, en plena edad adulta, el tiempo es un tren bala que corre descontrolado frente a nosotros y al que no podemos detener por más esfuerzos que hagamos.
Aunque estamos en pleno verano y por primera vez en lo que va del año hace un poco de calor en Tijuana, yo siento ya la cuenta regresiva hacia el invierno. En Tijuana siempre he preferido los veranos, mientras que en Monterrey siempre deseaba la llegada del invierno. Por supuesto, hoy la cuenta regresiva significa mucho más que una simple estación del año. El arribo del invierno significará la llegada del Conejito. Tendremos un Conejito navideño, un bebé de frío y sólo por eso el invierno será bello. Muchos años después, la Navidad volverá a tener sentido.

Después de diez años de reportar “sin novedad en el frente”, todo tuvo a bien suceder en el 2009...y lo que falta todavía. Recuerdo la madrugada del 1 de enero, hace seis meses, cuando aguardaba en el aeropuerto de Monterrey la salida del avión que me llevaría a Tijuana. Hoy ya nada es igual. La vida gira hacia una sonrisa y a veces me jura que tiene sentido.

Dime lo que compras y te diré quien eres. Carolina y yo cumplimos diez años de casados el pasado viernes. A lo largo de esta década ha habido actividades y escenas de vida cotidiana que se han repetido cientos de veces. Vaya, si quisiéramos mostrar estos diez años en instantes o diapositivas, nos encontraríamos, por ejemplo, que varios cientos de veces hemos estado cenando en un restaurante. Otras tantas escenas nos muestran en carnes asadas dominicales o veladas sabatinas. En muchísimas de estas imaginarias diapositivas aparecemos comprando algún antojo en el supermercado (léase vinos, quesos o locherías diversas) pero en la historia de esta pareja, nunca en diez años habían aparecido comprando una carreola, un portabebé y un corralito. El primer regalo que compré para el Conejito, fue un trajecito de seda chino que le escogí en Shanghai el mismo día en que me enteré que vendría. Hasta ahora las compras habían sido conservadoras, pero el pasado domingo comenzamos la adquisición de mobiliario bebé. Por el tipo de objetos que se encuentran hoy en día en nuestra casa, puede intuirse que un nuevo habitante viene en camino.


No todos los fines de semana se cumplen diez años de casado y no todos los fines de semana recibes la visita de un amigo al que no veías hace años. Luego entonces fue un fin de semana movido, si bien el viernes algún marlin desalmado le jugó una broma pesada a mi estómago (como el jueves comí tacos de marlin en tres lugares diferentes, sólo puedo saber que uno de estos pescados tuvo a bien romperme la panza con su espada, pero aún no logro adivinar cuál de los tres animalejos fue el criminal) El sábado, ya casi recuperado, emprendimos una nueva expedición a la Cenicienta del Pacífico. La vida suele jurarte que es bella cuando disfrutas una rica comida en Bodegas de Santo Tomás y contemplas un atardecer en el malecón ensenadense. Santificamos el domingo con el tijuanense ritual de cruzar la línea (mi amigo Salvador Adame ha vivido ya la más tijuanera de las ceremonias) Compras para el Conejito y paseo turístico por la sandieguez. Botanita en el Rock Bottom para ver a Brasil voltearle la tortilla a los gringos en la Confederaciones (por primera vez en mi vida, vi varios bares atestados de gabachos que seguían entretenidos y hasta apasionados un juego de futbol soccer)
La vida suele jurarte que no es bella, sino bellísima cuando contemplas la tarde y la Isla Coronado con los píes metidos en el Pacífico sentado en el embarcadero de Sea Port Village. Muchas veces he dicho que San Diego es como una novia frígida, una chica bellísima que coge con frialdad, pero el domingo casi juro que sí estoy enamorado de ella, que esta ciudad que tenemos por vecinita no sólo es bella, sino que a veces tiene un poco de alma.

Monday, June 29, 2009

Mi amigo Salvador Adame ha venido a visitarme. Él es uno de los cuatro grandes amigos que hice en mi defeña adolescencia y hasta el momento el primero y único que se anima a venir hasta la lejanísima Tijuana.


El 5 de julio no voy a votar. No seré un abstencionista desidioso ni me sumaré a la campaña de voto blanco. Sucede que no tengo credencial del IFE. Mi credencial desapareció un día de enero del 2008 junto con mi visa laser, mi licencia, mis tarjetas de crédito y débito y de más chucherías que portaba en una cartera reportada como baja de guerra tras un concierto de Exodus en el House of Blues de San Diego. A la fecha he recuperado todos mis documentos menos la credencial del IFE.



Les juro que no es una regresión adolescente ni una borrachera con viejas cintas punketo- hardcoreras, pero hormonalmente me considero un anarquista. Vaya, en el terreno de lo ideal, considero que la anarquía es el estado más perfecto al que la humanidad puede aspirar. Mi consideración parte de una premisa simple: el gobierno, como aparato, es, en términos estrictamente prácticos, innecesario. Ojo, no voy a rasgarme las vestiduras con gritos “de no más policía no más represión” mientras me rompo los huesos en brutal slam hardcorero, ni voy a pedir el fin de la autoridad como ente represivo-coercitivo. Voy a referirme al asunto en términos más simples: el gobierno, como ente administrativo, es casi siempre estorboso e innecesario. Puedes perfectamente suplantarlo. El gobierno, todo gobierno (al menos en este país) es inmensamente gordo, obeso y la gente obesa difícilmente puede moverse con eficiencia y agilidad por la vida. El gobierno podría funcionar con la cuarta parte de gente y fungir únicamente como gestor o facilitador. Pero la democracia mexicana es alta en calorías.
Es precisamente nuestro quehacer democrático lo que engorda las nóminas oficiales. En una democracia como la mexicana, sólo es posible acceder al poder luego de incontables compromisos. Más allá del carisma, el ángel individual y su credibilidad, un gobernante accede al poder gracias a un sistema de complicidades y alianzas, que irremediablemente engorda el sistema hasta límites de patológica obesidad.


Cada vez me lo pregunto más menudo: ¿para qué queremos democracia? Ojo, la pregunta no es por qué queremos democracia sino para qué la queremos. Del por al para hay un abismo que sólo los hispano parlantes entendemos. Si mi pregunta fuera por qué, puedo ir escribiendo la patética perorata que recibiría por respuesta. Pero cuando pregunto para qué, la cosa cambia. El por remite a causas y el para a efectos, bastante prácticos por cierto y es precisamente en aguas de lo efectivo y lo práctico donde nuestra democracia irremediablemente naufraga. Al Juanito Pueblo que representa a esa inmensa mayoría de mexicanos pobres, la democracia, en términos prácticos, les sirve de muy poco. Vaya, digamos que tantas elecciones les benefician por la derrama en programas emergentes de desarrollo social y santacloses electoreros compulsivos, pero fuera de eso, el quehacer legislativo les viene guango. Después de todo, aunque la mayoría no lo sabe, creo que todos más o menos intuimos que nuestro parlamentarismo es una falacia.

La era del pájaro en mano

Desde un tiempo para acá, he entrado en la era del pájaro en mano. No me vengan con su albureada, cerebros cochambres. La era del pájaro en mano en la que ustedes están pensando la viví en la tempranísima adolescencia. Ahora, con la mente debidamente trapeada, me ajusto única y explícitamente al significado del refrán: Más vale pájaro en mano que ciento volando. Sí, lo confieso, soy un tipo de pájaro en mano, que piensa demasiado antes de dar un paso y tomar un riesgo. Si la vida fuera un partido de futbol (en muchos sentidos lo es) yo soy un técnico con tendencia defensiva que va ganándole 1-0 a la adversidad de la existencia y administra su humilde ventajita con un sistema ultra ordenado en donde ningún defensa se sale de su puesto y donde jamás se gasta un centavo irresponsablemente (regio había de ser) Hubo una época en la que veía volar cientos de pájaros y más de una vez me dio por cazarlos, aunque sin soltar el que tenía en la mano. Pero en el cielo del 2009 ya no vuelan muchas aves y el mundo se aferra desesperado a los desplumados pajarracos que yacen moribundos en sus puños.

He llegado también a la era de dejar correr el agua que no he de beber. La historia de lo que pudo haber sido es un caudaloso río donde corre toda el agua que no he bebido, las bocas no besadas, las palabras no escritas, las ciudades no recorridas. Pero en el agua no bebida también hay litros de veneno y sueños rotos. Ya que andamos chapoteando en aguas profundas, les narraré que este 2009 me azotó un tremendo zape y me echó en cara las mil y un veces que dije de esta agua no beberé. Sí, lo admito, peroré hasta la saciedad que jamás trabajaría en el gobierno y mira…por la boca murió este pez. Pero fue una muerte dulce. Pude haberme convertido en el perro flaco al que no le faltan pulgas, pero donde menos pensé, saltó la liebre y como hombre prevenido vale por dos y no hay mal que por bien no venga, puse diente agudo al pan duro y aquí me tienes.

Puse buena cara al mal tiempo y si bien no podría afirmar que nací con estrella, claro me queda que no nací estrellado.
Lo confieso, algunas veces me dio por sembrar vientos, pero hasta ahora no he recogido tempestades. Madrugo y Dios (en quien aún me niego a creer) me ayuda y si bien soy un puerco al que no le ha llegado su San Martín, he dejado de mirar el diente de mi gubernamental caballo regalado.2009: En año tuerto labrar un huerto.