Nabokov mismo traza el límite de edad de las ninfetas, espetó Ortegón mientras tomaba en sus manos mi recién comprado ejemplar de Lolita para demostrarme que él sí lo ha leído.
“Entre los límites de los nueve y los catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a esa criaturas escogidas”, dice Nabokov en boca del malogrado Humbert Humbert. Cierto, al momento de estar escribiendo estas palabras Lila Azam debe tener 37 o 38 años. Es una mujer hecha y derecha, pero su enamoramiento de la vida reflejado en su eterna sonrisa la coloca más allá de cualquier limitante de edad. No soy muy afecto a esos términos, pero puedo decir que Lila irradia puro néctar de luz a su alrededor, una luz capaz de dispersarse por el mundo y embrujar a un viejo burócrata cultural de un pueblito fronterizo mexicano del que Lila nunca tendrá noticia.
Saturday, March 14, 2015
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