Eterno Retorno

Saturday, June 04, 2016

Bueno, parece ser que alguien en el mundo ha leído Vientos de Santa Ana. Encontrar un lector, sea quien sea, es lo que da sentido a este compulsivo ejercicio de arrojar botellas al Pacífico. Pero cuando la persona que tuvo el detalle de dedicarte su tiempo lectura es uno de los escritores que más admiras, cuyo trabajo ha sido un punto de referencia y un ejemplo a seguir en tu vida y cuando, por si fuera poco, esa persona tiene la amabilidad de dedicar unas palabras a tu libro y además se llama Sergio González Rodríguez, te das cuenta que este aferre de arar en el mar no ha sido en vano y ha valido la pena una y mil veces. Acaso muchos años después (si es que a la aleatoriedad le da la gana darme vida) recordaré la oscura mañana bajacaliforniana del 4 de junio en que un mensaje de mi colega Patricia Vega me llevó de la mano hasta la columna del gran Sergio en Reforma. Aquí comparto lo que en ella encontré. Hoy solo puedo decir que estoy borracho de gratitud. http://www.reforma.com/aplicacioneslibre/editoriales/editorial.aspx?id=89939&md5=5c88c1e421be868bb03a41456c2cebd6&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe

Friday, June 03, 2016

También pienso que en un mundo enteramente cartografiado por Google Maps, al que en apariencia no le resta un solo rincón sin descubrir, es una delicia que aún sobrevivan horizontes no explorados. La ignota cartografía del mundo nano es el equivalente a esos océanos abismales poblados de sirenas y monstruos; islas habitadas por cíclopes y tierras incógnitas que poblaban las alucinaciones de los marinos en las noches de tormenta. Si en el Planeta Tierra toda superficie ha sido ya fotografiada y está sometida al lente de una omnipresente cámara deidad, en esa realidad paralela del mundo nano hay aún demasiados reinos ocultos por explorar y acaso sus futuros exploradores sean algunos de esos niños a los que Ánimas se ha encargado de dejar sembrada una semillita de duda y curiosidad.

Thursday, June 02, 2016

El rompecabezas de Vicente Alfonso- Por Daniel Salinas Basave

¿Cómo trabaja exactamente el diseñador de un rompecabezas? ¿Cómo confeccionar y después fragmentar un gran cuadro para transformarlo en pequeños señuelos dispersos y aparentemente inconexos? ¿Cómo desafiar al lector a que vaya reuniendo mostrencos pedazos hasta conseguir el armado total de la obra? Pregúntenle a Vicente Alfonso. Huesos de San Lorenzo es la novela-rompecabezas por excelencia. Intuyo que el narrador lagunero trazó la trama, la ruta y la cartografía de su historia para acto seguido desmembrarla e ir ocultando piezas. Podríamos decir que Huesos de San Lorenzo es una novela sobre la dualidad de la identidad y el lastre de dudar sobre el propio origen. Una tumba sin cadáver y la hermandad gemelar de Rómulo y Remo Ayala transformada en un perpetuo conflicto a lo Jekyll y Hyde, un siniestro juego de sombras. Diversas mitologías, desde la griega hasta la náhuatl, narran leyendas sobre hermanos gemelos de temperamentos contrastantes. Castor y Pólux, Rómulo y Remo, Hera y Zeus son los ejemplos más célebres de una dualidad que ha obsesionado a la humanidad a lo largo de los siglos y en torno a la cual se han tejido los más oscuros mitos. El mismo Vicente Alfonso creció como hermano gemelo y algo sabe de dualidades. También sabe de expedientes judiciales y de los enigmas de un desierto coahuilense habitado por huesos y fantasmas que impregnan las páginas de su obra. Podría concluir que Huesos de San Lorenzo es un norteñísimo thriller, un laberinto sembrado de misterios construido con hábil mano de relojero, sin embargo, yo prefiero leer la obra de Vicente Alfonso como una novela sobre los mil y un rostros de la realidad. “La verdad perfecta es una duda”, escribió Vicente en Partitura para mujer muerta, su anterior novela. En Huesos de San Lorenzo la declaración de principios parte desde la primera página: “La realidad es una; sus lecturas infinitas”. Ese concepto es el centro neurálgico de la historia. La realidad, aún en el más ordinario entorno, es inasible. Los recuerdos son adictos a las fábulas y suelen jugar bromas pesadas. El hecho más simple puede ser contemplado por miradas contrastantes y narrado siempre desde muy distintos ángulos. La endiablada habilidad de Vicente Alfonso radica en la capacidad de sostener entre sus dedos los casi invisibles hilos que tejen la trama sin que la historia se le desbarate como castillo de arena. No es fácil abrir y sostener tantos frentes en una novela. Desde las primeras páginas sabemos que uno de los gemelos cometió un asesinato y después, en una sesión de psicoanálisis, brota el torturante recuerdo de un crimen a cuatro manos. Hay un misterioso incendio en un colegio Jesuita mientras se proyectaban furtivamente películas pornográficas y una niña milagrosa rondando por el camino de Parras a Viesca. Hay referencias históricas al origen de los hermanos siameses, a la vocación de comuna anarquista que en su fundación tuvo Topolobampo, a la matanza de San Ignacio Río Muerto y a la Liga 23 de septiembre. Una novela exigente, desafiante, que hace del lector un cómplice. Al final del camino, debo confesar que esta complicidad ha sido mi mayor aventura literaria en esta primavera.

Wednesday, June 01, 2016

El año de la primavera que nunca llegó tiene prisa por correr hacia algún ignoto desbarrancadero. Así, como no queriendo la cosa y sin decir agua va, nos cayó del golpe y porrazo el sexto mes sin que el Sol se digne a salir. Así suelen ser las primaveras en la costa pacífica bajacaliforniana, aunque algunas - como la de 2007, la de 2010 y la de este 2016- se aferran a su traje de sombras y se posponen para la eternidad. Aquí el solecito suele llegar hasta mediados de agosto y jugar rudo en septiembre. El resto es una mañana arrastrando su sábana de negras nubes (Ortega dixit). Hace exactamente dos siglos, en el postnapoleónico 1816, la luz brilló por su ausencia en todo el verano y a orillas del lago Lemán, en Suiza, tomaron forma los monstruos que aun habitan nuestras pesadillas. Apoteosis y canto de cisne del romanticismo gótico, en Villa Diodati constelaron Byron, los esposos Shelley, el timorato Polidori y hasta el Monje Lewis para liberar a unas cuentas bestias de las que el cine y la cultura popular siguen amamantando. Son peligrosas estas pospuestas primaveras, pues como al sueño de la razón, les da por producir monstruos. Por lo pronto, a mí me ha dado por iniciar el día acompañando el negrísimo café con la lectura aleatoria de una página del Libro del desasosiego. A unos les da por leer el I Ching, otros consultan el horóscopo pero yo estoy descubriendo que no es mal negocio consultar a Pessoa en cada amanecer. Sepan ustedes que aparte de desdoblarse en mil y un heterónimos, Fernando coqueteó con el ocultismo y conoció al mismísimo Mister Crowley y alguna dosis de hechicería tiene su desasosegante libro. Y a todo esto ¿en qué estaba? Pues en eso, que la luz se ha exiliado alguna parte y la primavera que nunca llegó es el momento ideal para hablarnos de tú con nuestros demonios.

Tuesday, May 31, 2016

En el Siglo XXI el voceador se parece cada vez más al pordiosero, a los mil y un especímenes de crucero urbano que venden chicles, limpian parabrisas o piden cooperación para inciertas causas fantasiosas o simplemente extienden la mano sin ofrecer ni prometer nada cambio. Nunca fue el caso de Tello. Hasta hoy, último día en sus más de seis décadas y media como voceador, Tello jamás ha suplicado a nadie que le compre un periódico, ni siquiera cuando el papel sobrante hace montañita sobre el pavimento al caer la tarde. Claro, Tello ha sido la mayor parte de su vida un voceador con estrella, bendecido por la providencia o, mejor dicho, por su madre El lugar que ocupa ha sido hasta ahora el más codiciado de la cartografía urbana tijuanense, un punto al que solo pudo acceder en su calidad de príncipe heredero de la reina de los voceadores, la que a puño pelado se abrió paso para conquistar y defender su esquina.

Monday, May 30, 2016

Así que Londres era eso. ¿El laberinto rojo del Aleph? Dosis de luz y muralla romana en los minutos robados al amanecer. Un cielo despejado, sombrillas sobre prado verde, gente bebiendo cerveza aunque hubo por supuesto una postalita estereotípica de Támesis arrumbado y pantanoso; un Támesis verde y rebosante de lama drenando entre los edificios al final del cual yacía el salvaje norte y los campos de batalla hooligan. Londres de iPad y compulsiva selfie, el primer retrato europeo en la presumida era del libro- cara. Cuando de viajar se trata…siempre quedará Bretaña en algún rinconcito del subcionsciente