Eterno Retorno

Friday, March 10, 2006

Ahí va la reseña de la tocada a la que me lancé anoche. No cabe duda que las mejores tocadas son aquellas que no estaban planeadas, aún contra todos los pronósticos, con el clima y el exceso de trabajo conspirando contra mi afición suicida headbanguera.

Por Daniel Salinas Basave

Desde hace más de 30 años el rock tiene bajo la manga un as de espadas, un puño de hierro que ha nacido para perder y vive para ganar, un motor de ruda energía que hace vibrar cualquier cabeza.
Un motor que fue encendido la noche del jueves en el House of Blues de San Diego cuando Motörhead descargó un bombardeo de adrenalina metálica.
Noche fría, de un cielo nublado que amenazaba tormenta y no asustó a varios cientos de metaleros que se congregaron en el centro sandieguino para escuchar a una leyenda viviente del rock and roll cuyos integrantes no le piden nada en experiencia, edad y energía a los mismísimos Rolling Stones.
Una reliquia ancestral del rock auténticamente pesado y corrosivo. Y es que cuando los integrantes de Metallica y Slayer eran todavía unos mocosos de secundaria que se exprimían los barros frente al espejo, existía ya un trío de ingleses capaces de devastar los tímpanos de la audiencia más feroz.
Minutos antes de las 21:30, correspondió a los angelinos My Ruin empezar a caldear el ambiente. Con la sorprendente habilidad vocal de su cantante Tairrie B. capaz de transformar repentinamente los gemidos en gritos escalofriantes y desgarradores, My Ruin descargó poco menos de 40 minutos de brutalidad desencadenada.
Basando su show en la extrema cercanía con el público, pasando el micrófono de boca a boca y jugando al stage daving con sus seguidores, Tairrie B. recetó una buena dosis de rolitas de su disco The Horror of Beauty.
Pero el bombardeo más devastador estaba apenas por comenzar y fue a las 22:30 cuando el telón finalmente se abrió y ahí sobre el escenario estaban el señor Lemmy cargando su bajo cual si fuera ametralladora, Phillip la Bestia Campbell armado de su guitarra y Mikkey Dee dispuesto a despedazar su batería.
Buenas noches, dijo Lemmy con su aguardientozo acento de británico. Nosotros somos Motörhead y tocamos rock and roll.
Pronunciadas las palabras mágicas, el House of Blues no conoció un momento de paz. Stay clean, Love me like a reptile, Sacrifice y No class fueron algunas de las rolitas clásicas descargadas de inicio alternando con temas del nuevo álbum Inferno, como In the name of tragedy y The Killers que sonaron precisas y matadoras. Honor a quien honor merece, Motörhead dedicó un pequeño homenaje a sus amigos Johny, Joe y Dee Dee Ramone a los que dedicaron su himno Ramones, antes de seguir con Going to Brazil.
Una descarga decibélica hizo temblar los cimientos del House of Blues cuando el trío contraatacó con artillería de la más pesada como Iron Fist y Kill by death, esta última cantada por Lemmy con acompañamiento femenino, antes del primer encore de la noche.
La pandilla de Lemmy reapareció en escena sólo para demostrar que así como son capaces de tocar el metal más atronador, también se la rifan con un buen blues. Con Campbell y Dee tocando guitarras acústicas y Lemmy mostrando sus habilidades con la armónica, Motörhead regaló a los nostálgicos una interpretación de Roadhouse Blues, un preludio de paz que anticipaba la tormenta que venía en el cierre, al que lo predecible no le restó espectacularidad.
En cualquier escenario del mundo que se encuentren, Motörhead cierra religiosamente sus conciertos con su himno Ace of spades antes de arrojar todo el acero de guerra con la matadora Overkill y poner de manifiesto que los viejos metaleros son como los mejores vinos.




Pasos de Gutenberg

Tokio blues (Norweigan Wood)
Haruki Murakami
TusQuets

Por Daniel Salinas

La literatura, como la vida misma, tendrá siempre una enorme cofradía de románticos incurables. El japonés Haruki Murakami es uno de ellos. Esa obsesiva vocación de enamorarse de mujeres extrañas, huidizas y siempre bellas, es la marca registrada de su pluma.
Religioso practicante de la primera persona, siempre masculina y casi por definición enamorada, Murakami ha conquistado millones de lectores en todo el mundo con historias en apariencia sencillas y carentes de recovecos.
Murakami, para no ir más lejos, es de esos autores que me permito recomendarle a todo mundo, principalmente a aquellos que apenas se inician en los placeres de la lectura. Cuesta trabajo creer que uno de sus libros aburra o desagrade a alguien, aunque también cuesta imaginar que pueda convertirse en algo así como un autor de culto.
Tokio Blues es su más reciente obra traducida al español, aunque, como sucede a menudo con muchos autores extranjeros, la que se vende como su última novela es en realidad de las más antiguas. Sputnik mi amor, Al Sur de la frontera al Oeste del Sol y el Pájaro que da cuerda al mundo son más recientes, pero fueron traducidas primero, mientras que Tokio blues permanecía inédita en el mundo de habla hispana. Ahora se promueve como si fuera pan recién horneado, cuando en realidad fue escrita a finales de los años ochenta. A esta primera edición en español que data de 2005 le cambiaron hasta el nombre, pues el título original es Norweigan wood. Ante lo complicado que resultaría un título traducido como Madera noruega, los editores prefirieron ahorrar complicaciones y le apostaron por el pegadizo Tokio blues.
La historia es narrada por Toru Watanabe, un hombre de 37 años al que escuchar la tonada de la canción Norweigan wood de los Beatles lo hace tener una regresión al pasado. La canción traslada a Watanabe a sus 18 años de edad, a su residencia universitaria en el Tokio de 1968. La tonada beatlesca que Watanabe escucha en un avión al aterrizar en el aeropuerto de Hamburgo, lo sitúa de pronto delante de Naoko, su enigmático amor de juventud a la que se ve unido por un trágico suceso. Naoko era la novia de Kizuki, el entrañable amigo de la infancia del narrador, pero un día, a sus 17 años de edad, Kizuki se suicida. Sin haber superado aún el trauma de esta muerte, Naoko y Watanabe se reencuentran en Tokio e inician una rara relación que se interrumpe de golpe y porrazo por un quiebre mental de la chica. Y ahí mejor la dejamos, que no se trata de contar la trama de una novela que vale la pena leerse.
Eso sí, que no se diga que el autor es fiel a si mismo. Todas las chicas Murakami parecen albergar una suerte de hoyo negro en la mente, una fuerza oscura que de pronto, de un día para otro, las hace hundirse y desaparecer. En ese sentido, Naoko no desentona con Sumire, la protagonista de ?Sputnik mi amor?. Otro elemento siempre presente en la obra del nipón, es la música. De hecho a Murakami le gusta apostar por nombres de canciones para titular sus libros Y es que antes de ser narrador, Murakami regenteaba un club de jazz y su incurable melomanía ya no es un secreto para nadie. Después de todo, la historia que nos ocupa se desencadena cuando el protagonista escucha la tonada de una vieja canción. De hecho, si quieren una receta, les diré que disfruto inmensamente leyendo a Murakami con música de fondo, aunque en vez de los Beatles me inclino por el clásico My women from Tokio de los legendarios Deep Purple. Por alguna razón, mentalmente he transformado a esa canción en el sound track de sus novelas.

Wednesday, March 08, 2006

La quiniela

Pues bien, de siete juegos de la Champions, mis pronósticos fueron acertados en cuatro y fallaron en tres. El pasado 27 de diciembre, acá en Eterno Retorno anoté mis pronósticos y bueno, pues aquí están los resultados. No me hubiera ganado una quiniela, pero al menos salí con saldo favorable.

Fallé en Real Madrid vs Arsenal, pero estoy muy contento de haber fallado. Toda eliminación merengue me produce un morboso placer. El Real Madrid cayó como les gusta a los falangistas, con la cara al sol. Los esbirros de Francisco Franco, los aristócratas del rancio abolengo, los niños pijos de la Castellana se partieron el alma en Londres, pero ni con Casillas subiendo a rematar tiros de esquina se les hizo el milagrito. Les faltan ideas, mística, creatividad y hasta fortuna. No dudo que ahora quieran contratar a Henry y a Reyes. Los Cañoneros fueron más equipo en los 180 minutos y ese poema de gol de Henry en el Bernabeu tendrá reservado un altarcito en el almanaque.

Fallé en Bayer Munich vs Milán y fallé miserablemente. Que patético el juego de los Bávaros. Un reflejo claro de la espantosa crisis que vive el futbol alemán en el año de su mundial. Como si no hubiera sido suficiente el 4-1 que la selección italiana le recetó a los germanos, ahora los rosoneros de Berlusconi le pasaron por encima a los pobres bávaros cerveceros. Ni modo.

Acerté en Lyon vs PSV y vaya que acerté. No tenía ninguna duda. Trapearon a los de Philips de principio a fin. Ni cosquillas hicieron los holandeses. Oigan bien lo que les digo: Ojo, pero mucho ojo con Lyon. Es un potencial campeón de Europa. Esta aplanadora francesa lleva cinco años de no creer en nadie y quiere beber champaña en una copa de orejas grandes.

Fallé en Benfica vs Liverpool. Me la quise jugar con el campeón hasta la muerte, pero los rojos del puerto ahora sí caminaron solos. Los tres goles mágicos en diez minutos ahora no llegaron y las Águilas de Lisboa borraron a la armada roja en los dos partidos. Una triste y humillante despedida para un campeón que cae sin siquiera meter las manos ni acertar un gol en 180 minutos. Ojo con los portugueses, pues nadie cuenta con ellos y eso puede inclinar la balanza a su favor.

Acerté en Barcelona vs Chelsea. Que segundo tiempo de Barcelona en Stamford Bridge. Esos 45 minutos catalanes en Londres serán para recordarse eternamente. Vaya juegazo de Rafa Márquez. Si todos los mexicanos jugaran a ese nivel podríamos soñar con cosas grandes. El partido en Cataluña fue un tanto más frío. Barca jugó como grande y le bastó para callarle la boca al llorón Mourinho. Los catalanes marchan como aplanadora, pero no se por qué, tengo el cruel presentimiento de que no serán campeones de Europa. Alguien se atravesará en su camino en semifinales.


Acerté en Villarreal vs Rangers. El submarino amarillo ya se andaba ahogando en el juego canchero y colmilludo del equipo favorito de los protestantes escoceses, pero sacó el espíritu bajo la manga, fuerzas de flaqueza, siguió el camino amarillo rumbo al gol y le clavó el gol a los de Glasgow no sin trabajos. De cualquiera manera, creo que hasta aquí llegó el sueño amarillo.

Acerté en Werder Bremen vs Juventus y me da mucha tristeza haber acertado. Que injusto puede ser el futbol a veces y casi siempre la injusticia favorece a los italianos, que se salen con la suya aún jugando feo. Werder Bremen fue mejor, apostó al futbol ofensivo, su arquero vestido de rosa tuvo una gran noche, hasta que en el último minuto la pelota se le resbaló como un pez embadurnado de mantequilla y la Vieja Señora de Turín no desaprovechó el regalo.

Aún no se juega Inter vs Ajax pero no tengo duda de que acertaré, pues hace falta algo más que buenos deseos para que los de Amsterdam peguen en San Siro.

Tuesday, March 07, 2006

Marzo

La Primavera se hace del rogar. Marzo arrastra consigo lluvias, vientos gélidos y presagios, muchos presagios. Marzo es un mes de intuiciones. Tal vez por ello me seduce tanto el concepto Idus de Marzo. El oráculo se lo advirtió a Julio César y los sueños se lo advirtieron a su mujer. Julio César hizo caso omiso, fue al senado en las Idus de Marzo del 44 A.C. y se encontró con las navajas traidoras de Bruto y Cayo Casio.
A Marzo le gusta vestirse de enigma, de mudo heraldo, de profecía disfrazada

Horóscopos

Si creyera en los horóscopos, el mío diría más o menos así: Nuevas oportunidades se abrirán en tu vida. Llamadas del exterior te pondrán frente a difíciles decisiones. Conserva la cabeza fría y no cometas actos precipitados. Recibirás noticias de gente que está lejos y tendrás nostalgia del pasado. El problema, han de saber ustedes, es que yo no creo en lo horóscopos.

Blanco

El lunes por la mañana fui con mi colega Tizoc a platicar con Don Jesús Blancornelas. Una charla larga y relajada, sin la tensión de la entrevista que busca cucharear temas fuertes. Platiqué por primera vez con Blancornelas en diciembre de 1998 y desde entonces lo he entrevistado o he charlado con él por lo menos unas ocho veces ya sea en su casa, en la redacción de Zeta o incluso una vez en la redacción de Frontera. Blancornelas es ante todo una persona educada. Si uno lo conoce por su incendiaria pluma, podría pensar que es un tipo intratable y complicado. Yo siempre me he topado con un señor educado, fino en su trato y aunque usted no lo crea, muy sencillo. Es cierto, cuestiono y cuestionaré siempre muchas de sus actitudes de la misma forma que he señalado en repetidas veces que Zeta ha dejado de ser lo que era. Sin embargo, platicar con Don Jesús siempre será un placer. Por primera vez el tema dominante de la plática no fueron los Arellano, la DEA y los atentados contra periodistas, sino un poco de su historia y su quehacer como reportero.
Llegué al periodismo por accidente y nunca jamás soñé ser periodista me dijo Blanco. Pasó un buen rato hablando de temas boxísticos que le apasionan y de los que es un erudito y también dejó caer por ahí más de una anécdota. El pasado viernes Blancornelas se despidió de la dirección de Zeta. Conserva únicamente su columna. Cuesta trabajo creerle que de verdad se retira. Al menos yo, no me lo creo.


Preguntas

Una estudiante alemana de la Universidad de... (¿Berlín me dijo?) vino a visitar el periódico, pues está haciendo una tesis sobre medios de comunicación en la frontera mexicana. Ya es costumbre o ley no escrita que siempre que vienen estudiantes a la redacción a mí es al que me toca recibirlos y contestar sus preguntas. La doñita me preguntó de todo, fue incisiva y tenaz, aunque al final lo que más le interesaba es lo que interesa a todo estudiante extranjero que viene a conocer un periódico tijuanense. Todos, irremediablemente hacen estas preguntas: ¿Corres mucho riesgo en tu trabajo? ¿No tienes miedo de que te maten? ¿Te han tratado de comprar? ¿Te han tratado de censurar? ¿Te has callado alguna información por temor? ¿Publicas todo lo que sabes? Todos preguntan más o menos lo mismo. Lo que ya no me acuerdo es qué les contesto.

Cuestión de música

Muchas veces he hablado en este blog de mis aficiones musicales. Si bien cuando compro un disco, lo cual ocurre cada semana, el 96% de las veces es de Metal y Derivados (Black, Death, Power, Progre, Sinfónico, Hard Rock, Doom, Stonner Etc.) profeso cariño por muchos géneros musicales. Desde muy chico le profeso un amor especial al verdadero rock argentino. También, desde un tiempo para acá, gracias a Carolina, le he agarrado amor al tango y desde niño me gustan los corridos de la Revolución y la música ranchera (la de verdad, no la de los maricones que cantan hoy en día como el hijo de Vicente) Piporro siempre ha tenido y tendrá un altar en mi vida, pero ese señor se cuece aparte.
Voy a confesar una cosa: A veces me gusta jugar al radical y al estilo de un stalinista ortodoxo me doy a la tarea de despotricar contra todo aquello que no se ajuste a mis parámetros. Me sucede mucho con la música. A menudo me gusta condenar al basurero a demasiados grupos por el puro placer de ver el efecto que provoca. Me sucede mucho con la llamada música alternativa con la que a lo largo de los años he tenido una relación de indiferencia-odio-aceptación y hasta un poquito de cariño. Me sucedía en la prepa cuando estaba muy de moda Depeche Mode (moda rápida en francés) Ibas a cualquier fiesta o te subías a cualquier carro y estaban tocando el Violator. Entonces yo me dediqué a proclamar a los cuatro vientos que Depeche Mode era pestilente, odioso y propio de los tipos más fresas y pretenciosos de la escuela. Embriagado como estaba por la fiebre del primer gran auge del Thrash-Death Metal, sentía repugnancia por toda esa ola de música alternativa de guey new wave. Sin embargo, cuando Depeche Mode tocó en Monterrey en 1994 los fui a ver y debo admitir que la pasé muy bien. Claro, yo en ese entonces trabajaba en el radio y tenía boletos gratis para todos los conciertos (tampoco hubiera llegado al extremo de pagar por verlos) Desde entonces empecé a tolerar a la bandita y hasta compré discos de ellos. Es más, les voy a decir una cosa, pero por favor no le digan a nadie: En casa tengo el Ok Computer de Radiohead y hasta soy capaz de reconocer que es muy buen disco. Sin embargo, como me cae mal el perfil del escucha de Radiohead, despotrico contra ellos. Mucha razón tiene un lector que me señaló, sabiamente, que hago mal en mezclar a Radiohead con un pedazo de caca como es Coldplay. Eso sí, no retiro lo dicho sobre U2, pues sigo y seguiré sosteniendo que es una banda hipócrita, banal, sobrevalorada y aburrida hasta el extremo. Algo similar me sucede con la trova y el canto nuevo. No es que resulte tan nocivo para mis oídos. Digamos que me parece aburrido, cursi y soporífero, pero como esa música es el soundtrack de todo poetastro izquierdoso estándar, le agarré tremenda tirria a todo lo que huela a Silvio, Milanés y ya no digamos a la los nuevos trovadores tipo Arjona. Más que su aburrida música, lo que me genera más asco es lo que representan.
Eso sí, hay música que ni haciendo alarde de toda mi tolerancia y empatía soy capaz de soportar por más de tres minutos. El primerísimo lugar de mi tabla de la repugnancia la ocupa el rap, el hip hop, el reggaeton y toda esa basura. Las nauseas que me genera esa música y esa subcultura atraviesa todo límite.
En segundo lugar está el pop de televisa, principalmente las rolitas románticas y chillonas de baladistas, es decir, las típicas que tocan en todo Sanborns. Fuera de esas dos cosas, todo lo demás es más o menos soportable.