Eterno Retorno

Friday, August 13, 2004

Campaña Política en las Coronado

Nos contó un jefe de Redacción que teníamos, y digo teníamos porque el pobre se nos murió una noche de tan borracho, que no hace mucho hubo un candidato a la alcaldía de Tijuana al que alguien, quién sabe quién, le habló de las maravillas que había ocultas en esas islas. El Candidato, y me refiero a él con mayúsculas porque hace muy pocos años todavía no se preguntaba cuál candidato y cuál partido pues eso se daba por hecho, se debió enterar por ahí, en una de tantas charlas de café o cantina en medio de la campaña, que había frente a Tijuana unas islas muy interesantes que podrían significarle hartos votos.
Doy por hecho que se enteró así, de oídas y no leyendo a Galaor Zuazua, pues los candidatos, es bien sabido, casi nunca leen nada. Ellos alegan que no tienen tiempo, pero yo, que tan bien conozco a políticos de uno y otro partido, se muy bien que la gran mayoría adolecen esa insoportable pereza ante los libros que padecen tantos millones de mexicanos. Los políticos sí que representan bien el indigno promedio de medio libro al año que nos cargamos en este país y sin duda el medio libro les cuenta en la estadística nada más por el tiempo que destinan a leer los discursos de campaña que les escriben sus asesores y las apuradas papeletas con respuestas de último minuto que les pasan por debajo de la mesa cuando se quedan trabados en medio de un debate o una entrevista en televisión.
Pero bueno, no estamos aquí para hablar de los hábitos de lectura de los políticos, que ya sabemos son inexistentes. Lo que les quiero platicar tiene que ver con la única visita que hasta la fecha se tiene conocimiento haya realizado un candidato de elección popular a las Islas Coronado o Nueva Daxdalia, como las llama el profesor Zuazua.
Pues resulta que nuestro Candidato se enteró por ahí de la existencia de las Islas. Posiblemente haya pasado por la carretera a Rosarito muchas veces en su vida, pero deduzco que jamás las volteó a ver y no, no me voy a poner a disertar si los políticos tienen el hábito de ponerse a contemplar el mar. Yo doy por hecho que no, pues nuestro Candidato en cuestión (y digo nuestro por ser el tema central de nuestra conversación, no porque alguno de nosotros le haya ido a favorecer con el voto a las urnas), no tenía ni la más mínima idea de que frente a Tijuana existen unas islas. Bueno, ya sabemos que antes los candidatos y todos los políticos que quisieran aspirar a algo, pasaban mucho más tiempo en la capital del País que en Tijuana, pues es de todos conocido que era allá y no aquí donde se tomaban las decisiones sobre el futuro de nuestra ciudad. Vaya, es posible que nuestro Candidato conociera bien el color de la nieve del Popocatepetl por las poquísimas veces en que el smog de la capital le concedió la gracia de verlo, pero no tenía ni la más mínima idea de la existencia de unas islas frente a la ciudad que aspiraba a gobernar. Pero bueno, no estamos aquí para discutir sobre las costumbres centralistas de nuestra política que obedecen a una tradición casi milenaria en nuestra historia. Lo que les quiero platicar (y por favor dénme un sopapo si me vuelvo a desviar del tema) es que nuestro Candidato, apenas escuchó hablar de las Islas, pensó que era urgente ir a encabezar un mitin por esos rumbos.
Nos contaba nuestro jefe de Redacción, que tenía aquel Candidato un coordinador de campaña meticuloso y obsesivo llamado Rigoberto Montero, quien era el encargado de la organización y logística de todos los actos masivos. Como era de esperarse, nuestro Candidato ordenó a Rigoberto que organizara todo para llevar a cabo un mitin a lo grande en aquellas extrañas islas, donde sin duda podrían obtener varios cientos de votos pues seguro estaba de que su candidato rival (y ese se escribe con minúsculas y jamás por su nombre por ser de la oposición) nunca se le ocurriría ir en campaña para allá.
Según los reportes confidenciales que había obtenido, le dijo nuestro Candidato a su coordinador de campaña, había en esas Islas cientos de vecinos enfrentando extremas carencias de servicios de luz, pavimentación, teléfono y agua potable. Terreno ideal, pensó nuestro Candidato, para un derrame de promesas y palabras fáciles, por lo que encargó ir organizando cuanto antes comités vecinales de apoyo y brigadas de promoción del voto entre los isleños.
No es menester explicar que Don Rigoberto nada sabía tampoco de lo que había en aquellas Islas misteriosas, pero hombre precavido al fin, sospechó que las cifras optimistas de su Candidato podían no ser tan bellas en la realidad. Trepador por naturaleza, amigo de la intriga y la tenebra, Rigoberto Montero se había acostumbrado a medir con extrema cautela cada paso de la campaña. Pocas semanas antes, un grupo de vecinos de los barrios de la Zona Este de la ciudad, le aseguraron a Rigoberto que organizarían un tumultoso mitin con cohetes, música de banda y bailables para recibir al Candidato en aquel lugar. Sin preocuparse por mandar una avanzada a verificar si en verdad había masas aguardando la llegada, Rigoberto se llevó a su candidato a aquel barrio seguro de que una multitud eufórica los recibiría. Grande fue su decepción cuando descubrió que en la cancha del barrio había apenas 17 personas tomando cerveza, quienes al ver llegar al Candidato aprovecharon para pedirle aportara algunos recursos con el fin de comprar carne para asar. En aquella ocasión Rigoberto estuvo a punto de ser despedido por el Candidato, quien había sido muy claro cuando enfatizó, desde el principio de la campaña, que bajo ningún motivo se presentaría en acto masivo alguno donde no hubiera por lo menos 3 mil personas. A la prensa la impresionan las multitudes, no el contenido de los discursos, repetía una y otra vez el Candidato. Temeroso de que un fracaso en las Islas pudiera convertirse en la tumba de sus aspiraciones políticas, Rigoberto Montero puso manos a la obra y emprendió una tarea que le era harto conocida: el acarreo.
Llamó a las siempre activas lideresas de las brigadas populares del partido y previa entrega de sus respectivos cheques, les encargó que le tuvieran bien organizadas a las masas para un mitin que se llevaría a cabo el domingo. Lo más complicado para Rigoberto, fue organizar la transportación de las más de 10 mil personas que lograron reunir las lideresas. El coordinador de campaña estaba acostumbrado a contar en el momento en que lo deseara con un regimiento de calafias, taxis y camiones listos para transportar las plebes a los mítines. Pero no tenía suficientes contactos entre los gremios de lancheros y pescadores. Durante más de tres días recorrió Rigoberto las playas de Popotla y Puerto Nuevo con afán de reclutar lancheros dispuestos a transportar a las brigadas populares hasta las Islas. Por supuesto que fue menester meter mano a la alcancía de la campaña, (que según los periodistas más grillos era financiada con dineros del erario público) para entregar pagos por adelantado a los lancheros . También fue necesario hacer labor de convencimiento entre ellos con promesas seductoras de apoyos económicos para comprar modernas embarcaciones y crear una partida especial del Ayuntamiento para financiar a los lancheros, por contribuir al desarrollo sociocultural de la región (sin reparar siquiera en que todos los lancheros eran habitantes de Rosarito y no de Tijuana, municipio que el Candidato aspiraba a gobernar) Así las cosas, aquel domingo por la mañana se encargó Rigoberto Montero de llevar a más de 10 mil personas a bordo de calafias y camiones hasta las playas de Popotla, en donde 150 lanchas y pequeñas embarcaciones los esperaban para ser llevados a las Islas.
Cuando se aseguró que cada uno de los 10 mil acarreados estuviera a bordo de una embarcación con su respectiva torta de jamón y su refresco, Rigoberto regresó hasta la casa de campaña donde ya lo aguardaba el Candidato, que siguiendo las instrucciones de sus asesores de imagen, vestía guayabera y sombrero. Cuando Rigoberto garantizó a su jefe que según sus últimos informes, los miles de habitantes de las Islas estaban entusiasmados con la noticia de su visita y ya lo aguardaban impacientes, emprendieron el camino hasta Point Loma en San Diego donde abordaron un lujoso yate que había sido pintado con los colores del partido para la ocasión. En la embarcación iba el Candidato, la futura Primera Dama, los dirigentes del partido y por supuesto los reporteros de todos los medios de la región a los que Rigoberto se había cuidado de entregar previamente su respectivo sobre con un jugoso chayote para garantizar que la fotografía del Candidato hablando ante multitudes de isleños, aparecería bien destacada en la primera plana de todos los periódicos. Luego de hora y media de navegación y muchas cervezas destapadas, el yate del Candidato hizo su arribo a las Islas, en donde los más de 10 mil acarreados transportados por las lanchas aguardaban acalorados su llegada.
Siguiendo las instrucciones de las gordas lideresas, las masas rompieron en gritos, aplausos y chillidos apenas vieron asomarse al candidato por la proa del barco. El tronar de los cohetes de bienvenida asustó tanto a las bandadas de gaviotas y pelícanos y a los clanes de lobos marinos que retozaban sobre las piedras, que la sinfonía en caos mayor de estos animales opacó por un momento la de por sí ensordecedora gritería de la multitud. Tan fuerte era el ruido de las focas, que El Candidato debió esperar 20 largos minutos antes de iniciar su discurso.
Una vez que se logró más o menos silenciar a los lobos marinos, lo cual fue posible sólo cuando los lancheros tuvieron la idea de arrojar al agua los peces que tenían pensado asar, Rigoberto Montero tomó el micrófono y desde la proa del barco arengó a la multitud exigiendo el mejor de los aplausos para el Señor Candidato que venía a traer el progreso, el desarrollo, la democracia, la seguridad y la cultura a las Islas Coronado. Luego de dos minutos de aplausos y un fallido intento de tirar cohetes que Rigoberto alcanzó a impedir temeroso de que los lobos marinos se volvieran a alterar, el Candidato inició su discurso.
Aunque los colegas de la prensa chayoteada reprodujeron textualmente el discurso de 19 minutos de duración, siete veces interrumpido por aplausos previamente acordados y pagados por Rigoberto a las rechonchas lideresas, pocas cosas se pueden rescatar del mismo, pues básicamente el Candidato se dedicó a repetir lo mismo que había dicho en todos los mítines anteriores ante los mismos diez mil acarreados que lo habían seguido durante toda la campaña, si bien él no se había dado ni por enterado.
Habló, por supuesto, de llevar la seguridad a las Islas Coronado, de instalar una central de Policía y una más de bomberos. También se comprometió a establecer una moderna red de rutas troncales con autobuses nuevos para cada isla, subsidiar un servicio eficiente de recolección de basura, crear una guardería para los pequeños de las madres isleñas y una casa de la cultura en la que se mostrara lo mejor del talento de los artistas de las Coronado, que según sabía, eran de talla internacional.
El Candidato jamás reparó en el hecho de que los niños que llevaban en brazos las lideresas y que le dieron a cargar cuando las lentes de los fotógrafos estaban listas, eran los mismos que había cargado y besado en eventos anteriores. Y es que cada tercer día, por acuerdo específico de Rigoberto con los directores de los diarios aliados, se publicaba una foto del Candidato cargando un niño ante las multitudes.
La cuestión es que nadie, ni la prensa ni los políticos, pudieron precisar si había o no entre el público algún auténtico habitante de las Islas Coronado.
El mitin fue un éxito, la comilona de antología y la borrachera memorable. Al atardecer flotaban por las aguas del Pacífico cientos de latas de cerveza, bolsas de plástico y hojas de tamales. Al volver a tierra firme, el Candidato sonreía seguro de haber sumado por lo menos 10 mil votos en esas olvidadas islas. Así lo certificaron los diarios del día siguiente, que publicaron a ocho columnas: Miles de isleños lo aclaman. Llevará el progreso a las Coronado. Isleños cierran filas en torno al Candidato.

Pasos de Gutenberg
Por Daniel Salinas Basave


Tratemos de imaginar que pasaría si de pronto cayera en nuestras manos un documento en el que podemos leer la historia de un día cualquiera de nuestra vida, escrita por un desconocido que se da a la tarea de narrar, punto por punto y hora por hora, todo lo que hicimos una ordinaria tarde.
Instantes, anécdotas, citas y traslados que tal vez se han borrado de nuestra memoria, están ahí narrados puntualmente por esa suerte de biógrafo espectral que se encargo de registrar nuestra existencia.
Lo imposible sería no sentir un escalofrío al saber que esa historia de nuestra vida ha sido escrita por un espía de la Stasi, la temible policía secreta de la República Democrática Alemana.
Un testimonio así, absolutamente real por cierto, es lo que nos narra el historiador británico Timothy Garton Ash en ?El Expediente. Una historia personal?.
Un día de 1992, cuando los expedientes del extinto gobierno comunista de la RDA son abiertos, Garton Ash se da a la tarea de revisarlos y para su sorpresa, se encuentra un gordo fajo de hojas en los que el servicio secreto integró su propio archivo.
En él se narran hasta los más absurdos pormenores de lo que el historiador hizo durante los tres años que vivió en el fragmentado Berlín de la Guerra Fría, a donde llegó a vivir en 1978 para realizar una tesis sobre los movimientos de resistencia anti nazi.
Entre el laberinto de muebles de latón, Garton Ash va leyendo hoja por hoja los datos que la Stasi recopiló sobre su persona.
De entrada, el historiador se entera que durante esos tres años fue llamado Romeo por los espías de Berlín Oriental.
También con horror se da cuenta que muchos de los escenarios, situaciones y personas que lo rodean en aquella época, formaron parte de la investigación de la Stasi
Los que fingían ser sus amigos eran en realidad espías a las órdenes del gobierno comunista y lo que él creía era su vida en Berlín, fue en gran medida un montaje del servicio secreto.
En ese sentido, El expediente es un libro que nos deja por herencia una reflexión sobre los infinitos rostros ocultos que puede tener un instante o situación cualquiera.
Es también un documento serio más que apropiado para conocer los procedimientos de espionaje de las dictaduras de la Cortina de Hierro y la forma en que el concepto de privacidad e intimidad humana fue anulado por completo en dichos sistemas políticos.
Sin embargo, confieso que me quedo con las ganas de encontrar algo más y al concluir el libro, tengo la impresión de haberme enfrentado a un expediente tan frío y metódico como los elaborados por burócratas comunistas.
Tal vez exagero en esto último, pero la verdad me parece que el tema es riquísimo y la historia tenía infinitas posibilidades que se hubieran podido explotar mejor.
Entiendo que Garton Ash es un historiador serio y no podemos exigirle que inyecte una dosis de suspenso, aún en esta historia que ofrece tanta tela de donde cortar.
El problema es que se queda en un testimonio personal un tanto frío y limitado, que ni siquiera apuesta por un concepto ensayístico sobre el fenómeno del espionaje en la Guerra Fría.
Al final, el sabor de boca es bueno, pero creo que había material de sobra como para haber podido aspirar a un libro inolvidable y no únicamente a un simple testimonio interesante.


El expediente. Una historia personal
Timothy Garton Ash
TusQuets Editores

Wednesday, August 11, 2004

Faltaban pocos días para el mes de agosto. Lo recuerdo bien por el efervescente clima electoral que se vivía en Tijuana, que me mantuvo en la redacción hasta altas horas de la noche recibiendo llamadas de asesores de los candidatos que intentaban filtrarme información comprometedora de sus rivales.
Por aquellos días hablé muy poco a Amber Aravena. Yo salía del trabajo pasada la media noche y cuando llegaba a casa, apenas me quedaban fuerzas para sacar a pasear al Tlacuache.
Al llegar al parque, invariablemente encontraba a Amber Aravena fumando sus tabacos pendencieros o mirando con su telescopio hacia donde estaba la luz púrpura que emitía Milena Herzingova desde las Islas.
Una de esas noches, Amber Aravena me pidió que la acompañara al café internet de Hacienda del Mar, que se encuentra en el segundo piso del centro comercial del fraccionamiento. Para mi enorme sorpresa, Amber contaba con una llave del negocio.

- El muchachito que atiende se enamoró de mí y me dio la llave para que entrara aquí a la hora que yo quisiera-, se limitó a decirme Amber mientras abríamos la puerta del cyber café a la una de la madrugada.

Sin mayores preámbulos, Amber me mostró una página web blog de un tal De Bray Yez Santoscoy en la que se narraba la historia del posible naufragio de unos jóvenes que navegaron hasta las Islas Coronado para celebrar una fiesta rave. Según lo narrado en la página blog, el hecho habría ocurrido el 31 de diciembre de 1999.
Le expliqué a Amber que en aquel entonces yo ya trabajaba en el periódico y jamás había escuchado nada referente a un naufragio, pero de cualquier forma me comprometí a investigar.
Como era de esperarse, ni el Cuerpo de Bomberos, ni los salvavidas, ni la Policía Municipal me supieron dar razón del supuesto naufragio, aunque pocos días después, mi amigo PG Beas me confirmó que un día de enero del 2000, apareció un sofisticado sintetizador de fabricación alemana en el fondo del Océano Pacífico. Yo me limito a transcribir lo que Amber y yo leímos en la página de De Bray Yezz.



Coronado Rave

Por De Bray Yez Santoscoy

Si se tuviera que elaborar una enciclopedia del rumor rockandrollero, nuestra península bajacaliforniana debería ocupar un tomo especial.
Y es que en estos terruños he escuchado las más inverosímiles narraciones sobre tocadas imposibles, encuentros apoteósicos con poetas malditos de la guitarra, anécdotas de rockstareos petulantes, orgías litúrgicas sobre rojas alfombras de pecado y palomazos privados en habitaciones de improbables hoteles.
Cualquiera que se aventure a una caguamera velada en la Revolución o la Zona Norte, tiene cierta probabilidad de encontrar en la barra a algún veterano de Avándaro, un sacerdote emérito de los Dead Heads o un angelito infernal venido a menos que le contará santo y seña de algún pasaje bíblico rockero a la que nadie, excepto los celestiales elegidos de las iglesias debrayadas, tuvo acceso.

Hagamos un resumen de las mejores anécdotas que han emergido desde las oscuras profundidades de una caguama y los ardientes confines de una bacha de mota que se extingue entre las yemas amarillentas de los arrugados dedos de un viejo hippie:

- Ví a Jim Morrison bailando en pelotas alrededor de una fogata encendida en medio de la Calle Coahuila un día del verano de 1969.
- Robert Plant y Jimmy Page se aventaron un palomazo con guitarra acústica en una lunada en la playa Salsipuedes.
- Una vez en Cabo San Lucas me encontré a Mick Jagger bien pedo y me pidió que tocara la lira mientras el cantaba Simpathy For The Devil.
- Los Iron Butterfly improvisaron una versión de In a Gadda Da Vida de 53 minutos en una tocada privada en el Hotel Rosarito.
- Lou Reed habitó durante años en una vieja casa en una playa virgen de Baja California Sur.
- Los Eagles pasaron varios meses en Loreto Baja California Sur y ahí fue donde nació su clásico Hotel California.
- Jello Biafra y sus Dead Kennedys tocaron en un patio de la Colonia Alatamira y se quedaron varias semanas rolando por ahí.
- Kurt Cobain de Nirvana, ataviado con un zarape, fue de rol a la Zona Norte y lo sacaron cargando del As Negro un día de 1990.


Estas son las anécdotas que me vienen a la memoria en este momento. Si quieren que sea sincero, en realidad he escuchado muchísimas más. Sin embargo, ninguna como la de el rave de las Islas Coronado, que es por cierto la primera gran leyenda, por no llamarle primera gran patraña, en la era de la música electrónica.
Que existía un plan para armar un rave en las Coronado, es algo que sí me consta. Yo mismo tuve el flyer en mis manos y si hago un esfuerzo, sin duda lo podré rescatar de entre ese cerro de papeles y discos viejos que es mi recamara. Que el rave se haya hecho y que los participantes hayan escapado a la realidad aparte o perecido ahogados en las aguas del Pacífico, es algo que no me consta.
El flyer me lo entregó Zarra Pazz Trozzo Trimigesto algún día de noviembre o diciembre de 1999, cuando lo encontré en la Ciruela Eléctrica. El Zarra había acudido a la tienda de la Calle Sexta a dejar un bonche de flyeres promoviendo el que según él sería el rave del milenio.

-O.P. Groove. El alucinaje no podrá ir más lejos. Ven a recibir el Milenio en la inmensidad del Pacífico-

Dj Dostoievski desde San Petersburgo
Dj Amasiatto desde Livorno
Dj Phara Pher Nalya desde Ibiza

Se contará además con la participación de videoastas locales y podrás presenciar el último performance del Segundo Milenio.

31 de diciembre de 1999
Islas Coronado, Océano Pacífico, Baja California.

Si quieren que sea sincero, no le creí un carajo al Zarra Pazz. Aunque lo conocía poco, sabía de sus proyectos fallidos, si bien su currículum como organizador de tocadas en otras entidades era más que respetable. Según cuenta la leyenda, el Zarra Pazz organizó un rave en el desierto de Icamole entre Coahuila y Nuevo León y una tocada con los góticos ingleses de Fields of the Nephilm en un paraje de la Sierra de Chipinque en San Pedro Garza García. Pero hasta donde tenía conocimiento, en Baja California no había logrado concretar todavía algún evento exitoso.
Cuando llegué a la Ciruela, el Zarra Pazz estaba emocionado platicándole el proyecto al Chano. La idea era salir de Popotla o Puerto Nuevo en un barquito e irse a las Islas Coronado desde el medio día. Los djs empezarían a tocar con la caída del sol y la música no cesaría hasta el amanecer del 1 de
enero.
No volví a ver al Zarra Pazz Trozzo, pero los flyers estuvieron pegados en varios rincones de Tijuana. Días antes de Navidad, fui a comprar mi última dotación de vinilos a la Ciruela y el Chano me dijo que el rave del Zarra se había cancelado, pues no había podido obtener los permisos del Ayuntamiento.
Días después, me encontré al PG Beas de Colectivo Nortec, quien me comentó que el Zarra Pazz Trozzo le había llamado para pedirle de manera insistente que fuera a tocar a las Islas, pero para ese entonces la agenda de los nortecos estaba más que saturada. Supe que efectivamente, el Zarra fue al Ayuntamiento a buscar la firma del jefe de Reglamentos a quien incluso intentó sobornar para que diera el visto bueno.
Finalmente, llegó el 2000 y di por hecho que rave de Zarra Pazz Trozzo no se había llevado a cabo. Hasta que un 12 de enero, deambulando en la Plaza Santa Cecilia, Ángel Ruiz, un editor aficionado a la música electrónica, me dio la noticia: El Zarra Pazz Trozzo se embarcó a las Islas Coronado acompañado de unos djs, al parecer rusos e italianos. Abordaron una lanchita de pescador en Popotla en la que treparon un sintetizador y una consola. Hacía muy mal tiempo. Nunca se volvió a saber de ellos. Ni salvavidas ni guardacostas dieron con los cuerpos ni con la lancha. La noticia se supo cuando el pescador de Popotla al que le rentaron la lancha fue a denunciar el robo de su embarcación.
Nadie reclamó nunca los cuerpos. El caso no tuvo mayores repercusiones pues dado que la Policía jamás tuvo evidencias, no fue incluido en los partes, más que como posible robo de lancha Como el pescador era un borracho de tiempo completo y medio y nunca aportó otra prueba a parte de su testimonio, la Policía desechó el caso.
Lo que pasó desapercibido, fue que un mes después, el músico de Nortec PG Beas, narró la historia de un sofisticado sintetizador de fabricación alemana encontrado en el fondo del mar por unos buzos a la altura de Mar de Calafia en Rosarito.
Lo cierto es que desde entonces nunca nadie ha vuelto a ver a Zarra Pazz Trozzo, aunque la desaparición de los djs se ha transformado en una leyenda de los círculos electrónicos.
Hay quien afirma que el rave se celebró y que Zarra Paz y los djs fundaron una electro comuna en las Islas Coronado. Los más dicen que se ahogaron en el Pacífico y unos cuantos, los más alucinados, aseguran que las Islas son un centro de energía electromagnética cósmica desde donde el Zarra y sus djs, como Don Juan Matus y Don Genaro, saltaron a la realidad aparte.

Tuesday, August 10, 2004

Tráfico

Toda Tijuana está atiborrada de obras, desviaciones, calles cerradas. La primera batalla a brazo partido de mi día consiste en llegar al trabajo. Más de una hora de camino, arrojando el carro a la brava, dando volantazos, evadiendo baches, mirando el reloj que avanza. Le subo más al sonido esperando que las descargas decibélicas metaleras me liberen del infierno. Evito ver a los otros conductores para no contagiarme de su tedio.
Al llegar a la Redacción a las 8:30 de la mañana, siento que ya he sufrido mucha carrilla y que bien me merezco un descanso.

Proceso

El ejemplar de la revista Proceso de esta semana salió en rojo. En su portada Jorge Hank Rhon y Roberto Madrazo, vestidos de riguroso color escarlata con la leyenda: La mafia se fortalece. No pude evitar comprarlo.
Hace algunos años podía considerarme un lector asiduo de Proceso. Hoy, compruebo una vez más lo mucho que ha decaído esa revista. ¿Tanto influye la ausencia de la mano de Julio Scherer en la diaria labor? Proceso tiene unos cinco o seis años en que desciende peldaños. Sus últimos ejemplares históricos de la época moderna fueron aquellos de las fotos inéditas del 2 de octubre de 1968. El reportaje sobre Hank lo firma Ricardo Ravelo. Nada del otro mundo. Un simple refrito de temas ultramachacados. Nada de lo que yo no haya escrito, leído o escuchado antes. Para concluir, la hipótesis o certeza de que la familia Hank patrocinará la campaña de Madrazo en 2006. Honestamente, no se necesita ser politólogo ni pensar demasiado para llegar a semejante conclusión.

Zeta

Algo similar a lo que me ocurre con Proceso, es lo que me sucede con Zeta. Respeto mucho a Don Jesús Blancornelas. Sería un ciego y un insensato si no reconociera lo mucho que Zeta significa en la historia del periodismo mexicano y si no me quitara el sombrero ante las batallas que en su momento tuvo que librar Blancornelas contra la censura y la mordaza. Uno de mis pasatiempos favoritos es ir a la hemeroteca de la Biblioteca Benito Juárez y entretenerme leyendo ejemplares de Zeta de los ochenta y primera mitad de los noventa. Alguna vez hice un seguimiento de la campaña de 1989 de Ruffo contra Ortega. En ese entonces, Zeta era el único medio que levantaba la voz en una entidad cuya prensa estaba descarada y repugnantemente vendida y alineada con el PRI. Cuando yo vivía en Monterrey, escuchaba hablar de las hazañas de Zeta como una suerte de leyenda viviente del periodismo combativo. Fue hasta diciembre de 1998 conocí personalmente a Don Jesús Blancornelas. Siempre sentí hacia él un enorme respeto. Todavía hace unos años, yo esperaba la llegada del viernes con ansias para comprar el semanario. Mi desencuentro con Zeta fue paulatino y ahora por desgracia creo que es total. Algo que influyó decisivamente en la caída de su estrella ante mi muy particular percepción, fue la actitud que asumió de inocultable envidia y rencor ante el Premio Nacional de Periodismo que ganó mi colega Jorge Morales. Hace mucho, muchísimo que Zeta no me sorprende gratamente. Si me permiten la comparación, me parece como esos artistas que tuvieron grandes hits en el pasado y que hoy en día en sus conciertos viven de tocar una y otra vez esas mismas canciones sin variación, aunque hayan pasado años sin que ofrezcan un solo disco o tema nuevo. Polvo de lodos, gotas exprimidas de la ubre vacía de una leyenda que se empeña en vivir aferrada al mismo cliché, repitiendo una fórmula que cada vez me parece más agotada.
Tal vez la llegada de Hank Rhon a la alcaldía sea como el piquete en la piel de un caballo y los motive a relinchar de nuevo en pos de recuperar el gran periodismo que alguna vez practicaron.

Gracias

Husmeando en el blog de Morcillo, he dado con Parásitos del Paraíso (parasitosdelparaiso.blogspot.com) y lo primero que encuentro es un alentador comentario: Continuando con las recomendaciones 5 stars, sigue el Eterno retorno, estupendo blog llegado desde Tijuana (qué raro, ¿no?) y a cuyo autor, Daniel Salinas, hay que tener en la mira como un excelente periodista.
Hombre, pues gracias de verdad.


Arcos

Ayer comí en Los Arcos con un viejo conocido de Monterrey que fue mi compañero de trabajo en El Norte. Sospecho que la comida me cayó mal. Pinches Arcos de mierda, para eso me gustaban. En mi Terrazas Vallarta o en El Vigía jamás me han quedado mal. Mucho menos en el Mercado Negro de Ensenada. Y ahora resulta que la comida de un restaurante mamonsete frecuentado por políticos pretenciosos y empresarillos petulantes le va a hacer maldades a mi estómago. Digo, no estoy intoxicado, pero en definitiva mi aparato digestivo no se encuentra del todo bien. Arcos de mierda, no volveré a honrarlos con mi presencia.

Monday, August 09, 2004

Esta mañana olvidé el celular en casa. Por si fuera poco, el sistema en mi trabajo está invadido de virus y gusanos desde hace una semana y mi correo no funciona, lo que significa que no estoy recibiendo mails y los que mando se pierden en el abismo.
Y entonces canto como Led Zeppelin: Comunication Break Down y me siento perdido, mutilado, como una voz que grita en el desierto esperando ser escuchada.
Surge entonces mi yo proletario y me dice: A ver cabrón, espérate tantito; hace unos pocos años, al final del Siglo XX, tú no tenías celular ni internet y vivías feliz de la vida. No te faltaba nada y jamás te sentiste incomunicado. Es más, durante años viviste en un casa ubicada en la calle Vasconcelos 252 en la que no había ni teléfono. Y jamás sufriste. Hoy por un pinche día que te quedas sin celular y sin correo ya estás chillando.
¿Te das cuenta? Pura pinche necesidad creada

Entre que son peras o son manzanas: Si usted me ha mandado un correo y no lo he contestado no es por desidioso o desinteresado. Lo que pasa es que no tengo corro. Y si llamas al celular y te contesta mi voz pedante en la grabadora, no es que lo traiga apagado, es que lo dejé refundido en casa. Por lo pronto, no traer celular ya me causó problemas.

Tijuanenses e Insensata geometría

Amanda y J se refieren en el tag a dos libros. En verdad me da mucho gusto que pongan sobre la mesa dos libros que he leído y sobre los que puedo expresar mi humilde opinión. Bueno, en realidad me gusta mucho que en el tag y en el blog se hable de lecturas, pues en realidad es lo que me produce más placer. Dado que disfruto mucho más hablando de libros que de políticos, aquí expresaré lo que pienso de cada uno de esos textos, contabilizados en el selectivo censo de mi librero.



Tijuanenses de Federico Campbell: Para andar sin rodeos y empezar por el principio, diré que Tijuanenses me quedó a deber. ¿A deber? Ya Daniel, dilo con palabras contundentes, aunque duela. Bueno, la verdad es que Tijuanenses me decepcionó. Tal vez tenía una alta expectativa y el libro simplemente no la satisfizo. Eso es lo que sucede cuando te haces demasiadas ilusiones. Tal vez porque fue la primera novela que leí de Federico Campbell y hoy en día me he dado cuenta que no puede uno esperar demasiado de él en su fase de novelista. Yo leí Tijuanenses en 1998. En aquel entonces yo solía leer con regularidad la columna de Campbell en Milenio, La Hora del Lobo y me parecía buena. Si bien Campbell me resultaba un tanto redundante en ciertos temas (Sicilia, el telégrafo, Sciascia) encontraba en él cierta afinidad por aquel machacado cliché de periodismo y literatura y algunas coincidencias en gustos narrativos como Conrad. La novela de un escritor nacido en Tijuana con el que compartía afinidades literarias se antojaba un platillo más que suculento para empezar a empaparme del espíritu de la ciudad a donde recién había llegado a vivir. Tal vez hice una involuntaria y muy desafortunada comparación con Dublineses de Joyce e inconscientemente esperaba encontrar lo mismo.
Tijuanenses se compone de una novela corta llamada Todo sobre las focas y una serie de relatos autobiográficos de la Tijuana de los años cuarenta que se parecen mucho a la estructura planteada por el narrador en su libro La clave morse. Todo lo de las focas simplemente falla. Me deja el sabor de boca de una novela que quiso y no pudo, un trabajo con el que acaso ni su propio autor se siente satisfecho.
Uno puede en un principio conceder el beneficio de la duda. Bueno, después de todo los grandes narradores no son digeribles a la primera. Ahí está el ejemplo de un Francisco Tario o un Salvador Elizondo. Pero no. Tijuanenses o Todo lo de las focas, mejor dicho, es una novela que fracasa en su intento narrativo. Lo que es difuso, oculto, acaba por dar la impresión de ser más una falla o una carencia de malicia literaria que comprensible y justificable trampa narrativa del autor. Un personaje central difuso, como es la gringa que aborta y una voz narradora que naufraga desde las primeras páginas, no son la mejor combinación. Años después, en 2002, conocí a Federico Campbell. Tomé con él un curso de periodismo narrativo. Es un buen conversador aunque como tallerista es difuso. Pierde el hilo con facilidad. El ser difuso y brincar de un tema a otro se me haría una virtud para efectos de una conversación informal, pero en cuestión de literatura hasta en el más surrealista de los experimentos requiere una dosis de de construcción coherente.
En fin. Respeto a Federico Campbell, creo que es un buen lector y un columnista interesante, pero que como novelista aún no me ha convencido. Transpeninsular, su novela sobre el periodista Fernando Jordán, es un trabajo con mucha más solidez narrativa que Tijuanenses, pero que sigue careciendo de ese punch, de esa gracia o de ese elixir que distingue a los libros inolvidables.


La insensata geometría del amor de Susana Guzner

Voy a confesar sin tapujos las razones que me llevaron a adquirir un libro de entrada tan improbable en mi biblioteca. Para andar sin rodeos, diré que todos los hombres somos débiles ante las imágenes o conceptos lésbicos. No me vengan con puritanismos; lo lésbico (o al menos el concepto ideal artístico que tenemos de lo lésbico) es el non plus ultra del erotismo. El no va más. En la librería El Día de la Calle Sexta, ese mítico changarro donde he comprado (que no robado, pues ahí sí que no robo) grandes obras, encontré el libro de Susana y digamos que creí estar ante una de esas obras eróticas inolvidables. Hacía mucho tiempo (y hace mucho tiempo, pues los días siguen pasando) que no leía una gran novela erótica. Hoy he llegado a la conclusión que las grandes novelas eróticas las disfrutaba más en la adolescencia, cuando mi vibra literaria era tan cachonda como mi piel.
Creí que en Insensata geometría del amor encontraría la orquídea perdida. Y bueno, encontré una flor muy rara, ciertamente un libro extraño aunque he de confesar que no es lo que esperaba. No se si les ha pasado que se sienten intrusos en un libro, como cuando están en una fiesta donde no tienen vela en el entierro y no los invitaron. Bueno, pues así me sentí en Insensata geometría del amor. Un libro sobre mujeres, para mujeres escrito por una mujer en el que no fui bienvenido como lector. Hay un concepto de lo lésbico hecho para excitar la mente de los hombres. Bueno, ese no es el caso de Geometría. Ese es un libro para mujeres y se acabó. Ni los desafortunados libros de las estrellas de la literatura doñil, llámese Isabel Allende y Ángeles Mastretta, tienen una vibra tan de fémina. Y ojo, no estoy diciendo que Susana Guzner sea peor que Allende, Mastretta, Serrano, Esquivel y compañía, lo cual sí que sería un insulto. No. De hecho me parece un a narradora muy cuidadosa, muy introspectiva, tan en extremo detallista, que a veces me siento culpable de horadar con mis ojos morbosos en sus páginas. Tiene esa vibra tan de decoradora de interiores, tan de florista, que a veces hasta termina por asemejarse a los relatos que aparecen en la Cosmopolitan. Tal vez estas comparaciones no son afortunadas y hacen que me explique mal. Insensata geometría del amor es un buen libro, vale la pena leerlo y sin duda muchas mujeres lo disfrutarán. Su autora es una psicóloga argentina (y perdón porque psicóloga y argentina a veces pienso que es pleonasmo) que no sólo desterró lo masculino de su texto, sino que puso un antídoto contra hombres en sus páginas. Tiene la rara habilidad de navegar con pasaporte de extremadamente frívola y ornamental, aunque no hace falta ser muy analítico para descubrir una autora obsesiva y meticulosa. Y sí, también muy erótica. Dos chicas guapas, muy elegantes, muy femeninas, enigmáticas, cultas e inteligentes se conocen en el aeropuerto de Roma como consecuencia de la demora de un vuelo. Se conocen y claro, se enamoran. Pero uno debe sortear páginas saturadas de detalles, detalles y más detalles como sólo los encuentra una mujer a la hora de decorar con flores una estancia y el lector debe sortear miles de plantas de ornato antes de tener a Eva por fin desnuda y hasta su desnudez acaba por ser etérea, de porcelana. Sin embargo, nomás de acordarme de él, ya me dieron ganas de releerlo, prueba de que es un buen libro aunque al leerlo me sienta tan inn, tan adaptado y en mi ambiente como se sentiría el Piporro si bailara taconazo con Safo en las playas de la isla de Lesbos.





Entrevistas

Mi colega el Burgués tiene muchísima razón cuando habla de los trucos y mañas inherentes a toda entrevista. Tentado estoy a hacer un top ten de mis entrevistados favoritos y otro top ten de los que más detesto, pero se van a enterar y descubrirán mis trucos, así que luego los comentaré en privado.

Me gusta comparar las entrevistas con los partidos de futbol. Hay ciertos funcionarios que a la hora de una entrevista son como un equipo defensivo, cerrado como ostra, que se refunden en su caparazón y se dedican a reventar cada una de tus preguntas como la haría un defensa central leñero y correoso.
Te dicen no a todo, no sé, no es información que me competa, no tengo los datos a la mano, todo con monosílabos y con ganas de que te marches al carajo cuanto antes. Son funcionarios ariscos, parcos y miedosos, inseguros de si mismos, las más de las veces segundones de abordo que temen ser regañados por superior si eructan una estupidez. Ejemplos: Por desgracia hay miles en todas las oficinas gubernamentales.

Hay otros que juegan como la selección de Grecia, el FC Porto, el Once Caldas o como el Necaxa en sus buenos tiempos. Te contestan amablemente, te marean con una labia parlanchina, dan la impresión de estarte respondiendo muy bien a todo pero en realidad no te están diciendo un carajo. Justo como hacía Grecia con sus rivales; te hacen creer que dominas el partido, que tienes el control de la pelota, pero en realidad te están mareando y te están haciendo sudar y pasear por toda la cancha. Estás en su juego y en su ritmo. Este tipo de funcionario es especialmente complicado y se suelen comer vivos a los reporteros novatos, que creen que por haber hablado una hora con el entrevistado, traen mucha información en las alforjas. Ejemplo: Roberto Madrazo, líder nacional del PRI.

Otros en cambio te quieren jugar ofensivo. Como esos equipos que contragolpean apenas los empiezan a atacar, este tipo de funcionario adopta una actitud de choque inmediato con el reportero. Busca demostrarle que no sólo no le tiene miedo, sino que puede confrontarlo y desbaratarlo, a menudo tratando de poner en ridículo sus preguntas o tratando de hacer evidente la tendencia o la parcialidad del reportero en cuestión. Ejemplo: Jeffrey Davidow, ex embajador de USA en México y uno que otro funcionario del Gobierno del Estado que conozco muy bien. Estos funcionarios son mis preferidos. Si eres hábil, es muy fácil que le saques un insulto o una frase bravucona y retadora de la que después se arrepentirá mucho.


Entrevistados existen que son como la defensa de un equipo caribeño. Son inevitablemente chismosos y no pueden evitar soltar toda la sopa a la más mínima provocación. Si te aplicas, les andas metiendo seis u ocho goles. Claro, corres el riesgo de que a menudo hablan de más y digan cosas que luego jamás pueden comprobar.

Hay gente que anda por la vida con un letrero que dice: Entrevístame. Generalmente lidersuchos chafos de movimientos balines o candidatos, diputados o regidores de partidos jodidos y doñas mitoteras de ong que buscan a como de lugar que alguien les pida su opinión. Desgraciadamente, casi nunca se les acerca nadie, pues en términos periodísticos o noticiosos, nunca tienen nada que decir.


A lo largo de mi vida he hecho todo tipo de entrevistas. Algunas, lo confieso, me han dejado muy insatisfecho, pero hay otras en donde me he aventado buenas jugadas. Esto significa que he logrado que el entrevistado diga frente a la grabadora algo que no hubiera querido decir nunca. Algunas veces me ha pasado que después de una entrevista, el funcionario, o su respectivo jefe de prensa, me llaman insistentemente para pedir que si por favor puedo suprimir tal o cual parte de la entrevista. En el mejor de los casos, el funcionario se confiesa y acepta que se le salió y que como dicen en mi pueblo, la cagó bien y bonito. En otros casos, los menos humildes, dicen que no se supieron explicar bien. La cuestión es que presionan y presionan para que saques de la entrevista esas palabrillas traicioneras que su lengua le regaló a la grabadora. La angustia del entrevistado ante la palabra pronunciada es mi mayor tributo, la mejor señal de que hice una buena entrevista. Por supuesto, jamás en mi vida he accedido a cambiar un punto o una coma o una letra. Al contrario: Por regla general mi nota suele empezar precisamente por esas palabras incómodas que el funcionario nunca hubiera querido decir. Dime qué te molesta más y me darás el ángulo de mi nota


Jorge Hank ha aprendido mucho de su compadre Roberto Madrazo y de su coach Carlos Alazraki, pero aún así le mete un toquecito personal a las entrevistas. Madrazo es uno de los políticos más zorros, cancheros y astutos que conozco. Es casi imposible agarrarlo desubicado o pescarlo en curva. Cuando te ve, te saluda por tu nombre, te da un abrazo y te da por tu lado, pero a la hora de los madrazos, está muy difícil que logres conectarle uno (por algo es un Madrazo) Curtido en miles de entrevistas con pesos completos del periodismo, a Madrazo no le asusta nada y se ha dedicado a asesorar a Hank, que hasta hace unos meses podía contar con los dedos las entrevistas que había concedido (una de ellas a mí) y tenía nula experiencia en esas canchas. Hank le ha aprendido muy bien a Madrazo el estilo de hablar pausado, conciliador, arrullador, voz de un dueño de la situación muy seguro de si mismo. Aún así, nunca puede dejar pasar su toque personal de cinismo y humor negro, esa ironía y ese sarcasmo que cada vez se acentúan más.



Hay quienes creen que el sinónimo de buen periodista es alguien agresivo, grosero y peleonero. Hay que imponer respeto y hablar fuerte cuando el entrevistado se pasa de la raya, pero las más de las veces, es mejor llevar siempre la amabilidad por delante. Siempre funciona más. Miren nada más el mierdero que hizo Carlos Albert cuando entrevistó a LaVolpe, o mejor dicho, se peleó con él. Eso, señores, no se hace. Albert no es ni ha sido nunca un buen periodista.


¿Algunas entrevistas que yo haya disfrutado? Bueno, platicar de futbol y metal con Steve Harris, fundador y líder de Iron Maiden fue toda una experiencia. También platicar con Dave Mustaine de Megadeth, Max Cavalera de Sepultura o con Ripper Owens de Judas Priest (Confieso que me gusta más entrevistar heavymetaleros que políticos) Me gustó la entrevista que le hice al General Rosso José Serrano, el zar antidrogas de Colombia en la época del Cartel de Calí, o con el jesuita Joel Magallán, líder espiritual de los mexicanos en Nueva York.
Una vez pasé varias semanas destinando todos los viernes a hacer entrevistas vía telefónica con un reo en el penal de Almoloya de Juárez.
Por cierto, nunca en mi vida he entrevistado a un escritor o algún practicante de alguna actividad culturosa.


¿Quieren un tip?

Cuando los estudiantes o los novatos en los terruños del periodismo me preguntan tips para hacer una buena entrevista, les digo que no hay una regla general, pero a mí hay una que nunca me falla.
Si traes un tema polémico entre manos y tienes tiempo, debes llegar con el entrevistado con cara de chico bueno, con actitud de mosco muerto bien intencionado. Siempre muy amable, empiezas con preguntas cómodas, de esas que sabes que le gustan al entrevistado, temas en los que se puede parar el cuello y presumir números. Así te la llevas, unas cuatro o cinco preguntas con amabilidad, con tono amistoso en el que te permites incluso preguntarle por la familia, y cuando lo veas relajado, bonachón y de tu lado, sueltas repentinamente el mejor latigazo que tengas en tu arsenal: Sin introducción, sin metáforas, sin mencionar un cambiando de tema. Nada. Directo y de pocas palabras. Nunca falla.

El Sueco

A Julio Sueco le molesta mi individualismo. Dice que mi blog es puro yo, yo, yo. Y Yo pregunto ¿Hay algún blog que no sea una descarada manifestación de individualidad y egocentrismo?
Si en el producto para masas que vendo encuentra un artículo, nota, reportaje o columna que diga Yo, Yo, Yo, aceptaré la primera piedra con humildad.
La cuestión es que este espacio es precisamente el lado B, lo que Yo pienso y siento. Aquí no soy un espectador distante ni un narrador objetivo e imparcial de la realidad como en mi ejercicio profesional. Aquí soy Yo, como en tu blog eres Tú.


También veo que encuentra extrañas interpretaciones cuando digo que mis únicos colores son los de los Tigres. Como si no hubiera pasado mi vida afirmando que mi afición por ese equipo de la Universidad Autónoma de Nuevo León es el único credo del que nunca jamás he dudado ni dudaré y al que he mantenido una fidelidad a prueba de fuego.


Por lo demás, felicito a Julio Sueco por la frase de despedida de su antiguo blog: Aztlán is Dead. Muy cierto, Aztlán siempre ha estado muerto. O no. Corrijo: lo que nunca ha existido ni siquiera puede morir. Es la nada pura. Un concepto rimbombante y ridículo de un grupo social que no se encuentra a si mismo. Lo felicito por el cambio de nombre.
También celebro la aparición de su nuevo blog y espero le de una nueva orientación más apegada a Suecia y alejada de esos delirios chicanoides que nada bueno van a traerle.
Yo soy un lector constante de Julio Sueco. Su blog está entre los que no me pierdo. Me gusta mucho cuando habla de Suecia, una nación que admiro en verdad, o cuando plantea reflexiones sobre libros o temas diversos, pero cuando empieza a hablar de conceptos pochos has de cuenta que me están echando repelente.

Alguien sugiere en el tag que si acaso quiero hueso con Hank Rhon o que si soy su amigo. ¿Por hacerle una entrevista? Por favor, carajo. Es la tercera entrevista exclusiva que le hago en mi vida, y en cada una de ellas me he enfocado a los temas fuertes del momento. En este instante el tema es la alcaldía y sobre eso tengo que preguntarle y debo entrevistarlo bajo la óptica de que hasta que el PAN demuestre lo contrario, es el ganador de unas elecciones y será el alcalde de nuestra ciudad. Definitivamente, te equivocaste de persona huesudo.

¿Tienes dudas? Te exhorto a que me sigas leyendo y verás que cuando Hank sea alcalde lo cuestionaré y criticaré con fundamentos, de la misma forma que cuestioné duramente cuando me tocó cubrir a Francisco Vega de Lamadrid y a Jesús González y de la misma forma que hubiera sido crítico con Ramos si hubiera llegado. A las hemerotecas se remito. Ahí te darás cuenta si de verdad quiero un hueso.

¿Miedo? Miedo no le tengo a nadie. Una de las mayores bendiciones que puede tener el hombre es morir antes de llegar a viejo. La Muerte es mi consejera y mi aliada.

¿Miedo de escribir lo que todo México y USA sabe de Hank? Bueno, pues si tan bien lo saben en México y USA y si tan bien lo sabes tú, pues grítenlo a los cuatro vientos y que lo metan a la cárcel. ¿Por qué nadie puede presentar pruebas en su contra? Si en Estados Unidos tuviera cuentas pendientes, hace mucho que hubiera sido detenido, pero resulta que el señor tiene una casa muy bonita en San Diego y va para allá muy seguido, así que no creo que en el vecino país le sepan muchas cosas como tú dices, ni que tenga algún miedo o cuenta pendiente.
La hipótesis que lo relaciona con la muerte de Ortiz Franco me parece absolutamente absurda y descabellada. No creo en ella. A mí como reportero mi código de ética me exige pruebas, documentos, testimonios verídicos, constancia de todo aquello que escribo, máxime cuando es una acusación. De otra manera, simplemente no se publica. Yo lo que publico es con papelito o testimonio detrás. Es muy fácil alucinar, pero para eso está la literatura. Si Hank se tomara la molestia de demandar por difamación a todos sus detractores que se han dedicado a vociferar en su contra sin mínimos fundamentos, ya hubiera doblado su fortuna.

¿Trabajar para el Gobierno? De esta agua sí que no beberé. Lo puedo afirmar sin tapujos. Jamás he trabajado en ninguna institución pública y jamás lo haría. Jamás trabajaría, ni formal ni informalmente para un gobierno o partido. Siento respeto por algunas personas que realizan un digno y profesional trabajo desde las oficinas de comunicación social de las instituciones públicas. Es un trabajo como cualquier otro y lo deben desempeñar lo mejor posible. Hay gente en diversas direcciones de comunicación que hace un trabajo serio, responsable y ajeno a las grillas. Ellos merecen todo mi respeto, aunque en lo personal no trabajaría nunca para una oficina de comunicación oficial. Sin embargo, siento una repugnancia y un asco indescriptible hacia aquellas sangujuelas que siendo periodistas en activo o laborando para algún medio, descaradamente se ponen al servicio de algún candidato, de algún partido o de algún gobierno y que incluso se inscriben como militantes de partidos políticos. Bajo mi criterio, el mayor escupitajo para la carrera de un periodista, es terminar trabajando para los políticos. Eso señores, es el fracaso absoluto del periodismo. Cuando yo deje esta noble y quijotesca actividad, me iré a una empresa privada y me alejaré para siempre del ambiente de los políticos.
Nunca trabajaré para alguno. Tienen derecho a escupirme en la cara si incumplo esta promesa.