Cuando Castellanos Moya escriba sobre Bukele
Soy y he sido un terquísimo lector del
salvadoreño Horacio Castellanos Moya. Es de los pocos escritores
latinoamericanos contemporáneos de los que puedo decir que he leído la obra casi
completa. El territorio narrativo de Castellanos es El Salvador de la guerra y
la postguerra civil y la descomunal diáspora que acarreó consigo. A través de
la saga de la familia Aragón y de algunos personajes recurrentes como Erasmo, Alberto,
Rita Mena o Robocop, el Bernhard cuscatleco ha narrado como nadie la herida
abierta del Siglo XX salvadoreño y los traumas que ha dejado por herencia. Hoy
me pregunto si Castellanos Moya escribirá o acaso esté escribiendo alguna
novela que tenga como escenario el país de Bukele. Por supuesto, se ha
expresado sobre el actual presidente en entrevistas respondiendo a pregunta
expresa y tal como suponía, no le tiene mucha fe que digamos a este
dictadorzuelo. Lo que me pregunto es si será capaz de transformar en literatura
esta nueva era de la historia salvadoreña que sin duda dejará una huella muy
profunda, tal vez mucho más lacerante y duradera que la dejada por el Frente
Farabundo Martí, pues El Salvador puede perfectamente estar a las puertas de
una larguísima dictadura, pero este ya no es el país de Castellanos Moya. Desde
hace ya bastantes años, Horacio integra la aburrida fauna académica de campus
gringo y yo tengo la teoría de que cuando los escritores latinoamericanos caen
en la zona de confort de las universidades gabachas, irremediablemente pachorrean
y empiezan a producir bodrios narrativos descafeinados. Ejemplos sobran y Moronga
(su novela de campus universitario) es el primer libro aburrido de Castellanos
que leo en mi vida, a mi juicio el peorcito de todos y el único que no me
atrapó. Pero más allá de filias y fobias políticas, creo que uno escribe sobre
lo que le horada el alma. Horacio (nacido en Tegucigalpa pero criado en El Salvador),
es una víctima de esa diáspora que heredó la guerra civil de los 80. Ese es y será
su tema. El Salvador de Bukele, me parece, le es ajeno, aunque el fenómeno de
Nayib es el resultado directo de las décadas de horror que el narrador vivió en
su juventud. Las maras salvatruchas son el monstruo creado por la postguerra y
la diáspora y Nayib Bukele es la bestia creada como reacción al infierno de las
maras. Sin el baño de sangre producido por los pandilleros no habría germinado
un caudillo autoritario y omnipotente. Por otra parte, Bukele es la clarísima muestra
de que un pueblo prefiere sacrificar democracia, libertades políticas y
derechos humanos a cambio de seguridad. Qué importa vivir en un estado de excepción
y en una incipiente dictadura, si al final del día puedes regresar tranquilo a
tu casa. No me cae bien Bukele, pero creo que en El Salvador (y en muchos
países similares) es la única salida posible. Bukele entendió algo clave: las
guerras no se pelean a medias, las guerras se pelean a muerte, a matar o morir,
sin consideraciones ni piedad. Creo que
millones de latinoamericanos coincidirían con la decisión de los salvadoreños.
El que quiera entender que entienda. Si ves las barbas de tu vecino cortar…
En fin, lo único que me pregunto es si Horacio
Castellanos Moya escribirá la gran novela el país de Bukele, o si se quedará a
perpetuidad a narrar el país de Roque Dalton y el Frente Farabundo. En
cualquier caso, si no es Horacio, alguien escribirá o está escribiendo ya la
novela de Bukele y en la más pura tradición de los caudillos patriarcales
latinoamericanos, será desgarradora y jarcorera. Corren apuestas.