Eterno Retorno

Friday, February 28, 2003



Sourrandeando paraísos de literatura barata

Introducción

Después de una semana con dosis mortales de periodismo chupasangre, uno necesita desesperadamente sourrandear.
El sourrandeo es una especie de masivo asesinato de minutos (y en ocasiones de centavos) cuya traducción más cercana se-ría un divagar con permiso o un desvarío más o menos controlado y consumista.
El sourrandeo que más me gusta es el playero. Hace mucho que no incurro en él. En ocasiones es una simple incursión al fondo del terreno donde ahora se construye La Perla. En otras, el sourrandeo se transforma en una caminata por el litoral ti-juanense hasta la altura de donde se ubica el Colef y su inamovible y millonario presidente. Las más de las veces, el sourran-deo concluye en El Vigía, en ocasiones dentro de la lonchería del mismo nombre bebiendo cervezas. Si el sourrandeo es hacia el lado norte de la playa, suele concluir en Terrazas Vallarta.
El sourrandeo literario es el más común de todos. Se lleva a cabo en zonas específicas. Tiene que ver con incursionar en las librerías en busca de un ejemplar que nunca encuentro y que si encuentro nunca compro. La máxima expresión del más puro sourrandeo literario, es cuando acabo adquiriendo un libro del que jamás había escuchado hablar y del que una vez com-prado, no tengo plena certeza de desear leerlo algún día. Eso me ocurre muchísimo.
El sourrandeo de esta mañana arrojó los siguientes resultados:



El dinosaurio sigue ahí

- Me acabo de enterar que Carlos Fuentes ha escrito una nueva novela. Ni siquiera sabía que estaba en sus planes. Al ver su título, La silla del águila, brillando flamante en el escaparate de Sanborns Río, pensé que se trataba de un libro de Loret de Mola, Luis Pazos o un abortable autor político de oportunidad. Aunque soy periodista y pese a que me pagan por escribir sobre política, jamás de los jamases compro esos libros. Sobre mis desencuentros con Carlos Fuen-tes y la caída en desgracia de este autor en la esfera de mis preferencias ya hablaré en otra ocasión. Simplemente me limitaré a señalar que no pienso gastar los 189 pesos que debo poner en la mano del empelado todovestidoderojo de Sanborns para poder acceder a las domesticadas letras de ese dinosáurico narrador.

Mi desafortunada lealtad a una antipática publicación

- Por alguna razón, la única revista de la que puedo presumir poseer todos y cada uno de sus ejemplares es Letras Li-bres. Ninguna aberración mitológica del Pandemonio Paz ha llegado a ser santo de mi devoción, pero ocurre que es el único proyecto literario serio que empecé a comprar desde su primer número en enero de 1999. Como ya tenía el nú-mero uno ¿pues porque no el dos? y luego el tres y así sucesivamente. Algunos números han sido muy buenos y hay sin duda textos memorables, pero hay ejemplares que he archivado en el librero sin siquiera leer un párrafo. Sobre mi desencuentro, por no llamarle franca antipatía con Krauze, ya hablaré en otra ocasión. Después de todo lo que menos leo de Letras Libres son los artículos de su director y de su patiño Sheridan y su eternamente amargado Domínguez Michel. La única aberración del Pandemonio Vuelta que aporta textos dignos es Gabriel Zaid.
- (Publicidad aparte: Si deseais copia de un número de Letras Libres, el que sea, basta con llamarme. Con una botella de vino barato se paga el préstamo)

Mi retorno a La Tempestad

Hoy no compré Letras Libres (ya acabó febrero y no tengo el número de este mes que por lo demás ya leí en internet) Compré la Tempestad. De La Tempestad solo tengo algunos números y sin embargo me gusta un poquito o bastante más que Letras Libres. El ejemplar ya está sobre mi escritorio pero aún no leo un párrafo y de lo único que puedo hablar es de la foto de Juan José Saer luciendo una bufanda a cuadros.

La lagartija no deseada que rescate del caos

¿Quieren comprender el sentido más bíblico de la expresión caos? Bien, pues vayan al supermercado Ley y diríjanse a la sección de libros y discos. Sourrandear ahí es algo así como una exploración al Amazonas. Y es que si bien en todo super-mercado que se de a respetar jamás faltarán los manuales para convertirse en atleta sexual, la mágica dieta sánscrita que per-mite bajar 10 kilos al devorar algodones de azúcar y los infaltables abortos cornejianos cuauthemocsanchezcos, en el Ley se encuentran, con demasiada paciencia y dedicación, ejemplares bastante raros y atípicos que no se ven en las librerías conven-cionales.
Ediciones viejas de Joaquín Mórtiz y Planeta en precios menores a los 28 pesos, yacen desparramados entre la biblioteca de superación personal.
Ahí compré un libro que no estoy seguro de haber deseado. Se llama Cola de lagartija y es de la argentina Luisa Valenzue-la psicoanalista y escritora (lo que en Buenos Aires equivale a ser una ciudadana común y corriente) Es una novela negra po-lítico- policíaca de los años de la dictadura (o los años previos a la dictadura) que habla sobre López Rega, el secretario parti-cular de Perón. Batallé largos minutos para pagarla, pues nadie acertaba a definir su precio, empezando por el apocalíptico código de barras hasta llegar al criterio inexistente de las cajeras comemoscas. Al final un empleado que todo lo sabe, de esos que las cajeras invocan por el micrófono cuando la existencia se les depara un acertijo sin solución, acertó a fijar un costo. Y yo en el colmo del sin que hacer y los malsanos deseos de joder al prójimo, reclamé. Sostuve que el libro estaba en oferta pues lo había tomado de una mesa que tenía un mágico señuelo con la leyenda 30 por ciento de descuento. En realidad ahí los libros están desparramados por doquier y la mesa es lo menos definible, pero el empleado sabelotodo no fue capaz de poner en duda mi terminante afirmación y me hizo el descuento. La novela es como esas mujeres que uno no está seguro de desear. Por lo tanto no se si la leeré. Tengo mucha tarea pendiente.

Hitler por 24 pesos

Pero la lagartija no fue mi único ejemplar rescatado del sinaloense caos de Ley. También compré una biografía de Hitler.
Desde que tengo uso de razón y me gusta la historia (aunque no lo crean, la historia me fascina desde niño y me gusta in-cluso más que la literatura) veo en todo supermercado que se da a respetar, colecciones, enciclopedias y series de las grandes biografías de los grandes personajes. Aunque de editoriales diversas, estas colecciones son permanentes, casi siempre muy baratas y sus personajes biografiados siempre son los mismos. Empiezan con Alejandro Magno, Julio César y Confucio. Pa-san por Galileo, Copérnico y Newton, Bolívar y Napoleón, Hitler, Churcill y Stalin y acaban en Luther King y Kennedy. La de Hitler siempre la compro. La otra vez compré de Kafka y Mao.
En realidad, les puedo recitar la biografía del Führer y no creo que esta diga algo que yo no sepa, pero un libro que cuesta 24 pesos y tiene una portada decente, no está para despreciarse.


En torno a dos alfaguarianas reinas baratas

Hoy, caminando por Paseo de los Héroes, encontré a Hamlet y a Chirinos, compañeros de profesión. Hamlet me preguntó si había leído La reina del Sur pero al responder me confundí de emperatriz y le hice la reseña literaria de El vuelo de la Re-ina de Tomás Eloy Martínez. Después de ponerla por los suelos y mostrarla como un ejemplo fehaciente de la corrupción del Premio Alfaguara, reparé en mi error. La reina en cuestión no era argentina sino sinaloense. Entonces mi crítica fue aún más despiadada y llamé a Teresa Mendoza versión kitch de una heroína de cómic o videojuego a ritmo de tambora culichí.
Dos reinas igualmente prostitutas, aunque la porteña es sin duda la menos mala.

El Sísifo deseado.

El objeto de mi deseo esta mañana era El mito de Sísifo de Camus. Lo tuve en mis manos, lo hojeé, lo palpé y contemplé y al final no lo compré. ¿Porque? Que me lo explique un psicoanalista. Me cuesta trabajo consumar la posesión de los objetos literarios deseados.

Un crimen premeditado


Entre los objetos de mi deseo, están dos textos de Borges. Otras inquisiciones y Literaturas germánicas medievales. Yacen o yacían en el Cecut, máximo santuario borgeano de Tijuana. Mientras que las librerías comunes se conforman con tener El Aleph y Ficciones, la librería del Cecut tiene especimenes bastante atípicos del buen José Luis Vogues (según palabras de nuestro presidente), así como la UABC tiene un respetable pandemonio bukowskiano y la Biblioteca Juárez una envidiable alineación gótica. La otra vez ya tenía en caja los libritos borgeanos, pero mi tarjeta no pasó, supongo yo que por pasguatez congénita del cajero. Como no traía efectivo, Borges se quedó esperándome hasta mejor ocasión y yo he pensado una vez más en cometer el robo del siglo, el primero de mi edad adulta, en el Cecut.. Aprovechando la ya mencionada congénita e in-curable pasguatería de los empleados, he pensado que sería empresa fácil consumar mi hurto. ¿Lo habeis oído? Habarse vis-to tal descaro y atrevimiento. El periodista de un respetable diario, que por si fuera poco es orgulloso integrante de la Comi-sión de Ética, confiesa públicamente en un espacio cibernético sus intenciones de cometer un innombrable delito contra la sa-crosanta institución cultural del supremo Gobierno de la Federación. Señor Alcalde, señor Gobernador: La desalmada perfidia de este bibliófilo incurable no tiene límites Cuando desea un libro es peor que un tecato torturado por una infernal malilla. Sobre aviso no hay engaño. Señores funcionarios culturales, ordenad que me carguen de cadenas antes de consumar mi bien planeada fechoría.

Thursday, February 27, 2003


Ayer, en medio del tedio de una junta, fingía tomar apuntes muy interesado pero en realidad garabateaba unos cuantos pen-samientos morbosos que acabaron por transformarse en este mini cuento. Ustedes disculpen, pero no haya nada mejor en las alforjas.

La carroña celestial

El cadáver de Dios yace apestando en el techo de la Torre de Pisa. Es fácil deducirlo al ver la nube de cuervos revolotean-do sobre el edificio.
Cuenta uno de los albañiles de la restauración, que una noche sin luna Nietzsche escaló los peldaños de la torre cargando un costal a cuestas.
Al llegar a la azotea tanteó con los dedos el cuerpo y no sin esfuerzo (y sí con bastante asco) cargó en su espalda el bulto podrido y lo intentó meter en el costal, que para esos efectos, resultaba demasiado chico.
Nietzsche tenía prisa por largarse. El costal era insuficiente. Una pata del Creador quedó fuera de la bolsa. El filósofo em-prendió la travesía cuesta abajo, pero el asma y su paupérrima condición física, aunados a la pésima condición de la manta de la que estaba hecho el costal, le reservaban una mala jugarreta. El cadáver de Dios pesaba demasiado. Nietzsche había des-cendido más de la mitad de la torre y entonces sintió que el aire le faltaba.
Cuando hacía esfuerzos sobrehumanos por aprehender una bocanada de aire, el costal se rompió y el bulto celestial cayó al vacío.
El filósofo, colgado aún de un peldaño de la Torre, tardó todavía algunos minutos en recuperar el aire. Los pedazos del cadáver de Dios quedaron desparramados sobre las baldosas.
Engusanados como estaban los fragmentos podridos, las calles de Pisa se vieron pronto invadidas por las larvas que hasta hacía unos minutos saboreaban la carroña.
Cuando al fin recuperó el aliento, el filósofo había olvidado sus sanas intenciones de dar atea sepultura al muerto y corrió a deglutirse un curado de ajenjo.
Los pedazos de Dios fueron devorados por cuervos y ratas. Aunque el filósofo no lo percibió, afirman los jerarcas del Co-legio de Arquitectos, que la Torre ganó seis grados más de inclinación tan solo en esa noche. Las causas nunca se explicaron. Nietzsche nunca volvió a Pisa. Se piensa que el cadáver de Dios aparece de vez en cuando en el techo de la Torre. Nadie ha vuelto a verlo, aunque suponen que yace ahí, cuando el cielo se atiborra de cuervos.

DSB

Wednesday, February 26, 2003



No suelo escribir desde casa. Pero bueno, si escribo enmedio de la inhumana vorágine de esa redacción devoradora de almas y musas, que mejor que hacerlo aquí en el comedor, con el tercer vasito de Jack Daniels y escuchando a volumen razonable Black Mass de Danzig. “In the name of the damned”. Myerda, myerda, ya no quiero pensar en asuntos laborales ni en lo que los vocedaores estarán ofreciendo mañana en los cruceros de Tijuana.
Me siento en deuda. Myerda, le pude haber sacado mucho más jugo a mi maldita entrevista con el rebelde extravagante de la Cosa Nostra. He caminado sobre los escombros de las Torres Gemelas, recorrido el desierto de Arizona con la Patrulla, Fronteriza, desafiado un incendio en la Sierra Madre. He estado solo frente a más de 100 enfurecidos cetemistas dispuestos a partirme en diez mil pedazos el hocico, he puesto en ridículo a políticos con preguntas irreverentes, hablado con familias que acaban de perder un ser querido, he visto cadáveres al por mayor, he consumido en impertinencias los 10 minutos semanales que un general preso en Almoloya tiene para hablar con su familia, me han demandado penalmente en un par de ocasiones, me han amenazado, hablé más de una hora con el zar antidrogas de Colombia santo y seña del Cartel de Cali. Soy capaz de pararme frente a un auditorio de cientos de personas
y recetar un discurso que ni un campeón priista de oratoria soñaría, no importa si mis oyentes son el presidente saliente y entrante de la empresa que me da de comer. No importa si mi discurso es en inglés y entre mi público están tres colombianos que son personajes principales de Noticia de un secuestro. Todo eso y más, mil 500 cosas más que no me acuerdo he hecho como reportero armado siempre de huevos. ¿Y saben que? Un junior excéntrico con una loba gris y una serpiente pitón esmeralda es capaz de inhibir mi agresividad, mi instinto asesino que a diferencia de Calamaro jamás he guardado en un cajón. Que carajos me pasó. Que diablos, que myerdas Daniel. ¿Porque carajos no tuviste los huvos necesarios para pronunciar las palabras exactas? ¿Que tan difícile era decir, Hank, porque chingados mataste al Gato Félix? ¿Tu fuiste o no? Si no fuiste o si fuiste dime que no y se acabó el problema. Te soy honesto. Considero al Gato Félix unn periodista de cuarta. Cuando lo rajaron a plomazos yo tenía 13 años de edad y todavía no sabía que él iba a desempeñar mi mismo oficio cuando fuera grande. Me da lo mismo. He leído al Gato y me parcece un columnista corrinte y vulgar. En fin, usaré la técnica del mantra de Nanilka. Daniel está muy encabronado consigo mismo, Daniel quiere estar parado otra vez frente a Hank y no dejarlo que se salga por la tangente con respuestas evasivas. Daniel está enputadísimo. Ni el metal y el whyscocho lo pueden redirmir ahora mismo. En fin amigos bloguitas. Odio hablar del trabajo en este espacio. Juro que es la última vez. Pero hoy Daniel se siente profesionalmente insatisfecho. ¿Que myerda le vamos a hacer?

Visto el resultado y escuchándola una y otra vez, debo concluir y acpetar humildemente que no estoy a gusto con la maldita entrevista. Mierda-


ARRIBA LOS TIGUERES

Estoy demasiado ocupado vaciando una entrevista y de cuando en cuando abro un blog para distraerme. Pero hay una causa de fuerza mayor que me obliga a escribir en este momento y sin demora. Abro el blog de Mister Phuy y me doy cuenta que en 1979, este señor cometió el error más grave de su vida: No hacerse Tigre. Si se hubiera decidido a vestir la piel del majestuoso felino mayor y no del gatito de las montañas del Pedregal, su vida hubiera cambiado. Porque se es Tigre por la eternidad, en cualquier circunstancia y en todo estado de la mente. Mis convicciones políticas han cambiado, mis objetivos y metas en la vida se modifican constantemente, pero mi amor a los Tigres de la UANL es infinito e inmutable.
Finalmente, puedo asegurar que Phuy y yo estuvimos haciendo lo exactamente lo mismo hace casi 21 años una tarde de domingo de mayo en 1982 (que no 1979 conste) semanas antes del mundial de España. Por primera vez en la historia de nuestro futbol, el título de definía desde el punto maldito. El flamante tercer portero de la Selección de Argentina, miraba con desprecio a San Mateo Bravo, portero suplente de Pilar Reyes, mientras Cabinho se preparaba para romper la red. Pero no contaban con San Mateo. Recuerdo a Sergio Orduña parado frente a la pelota, batiendo a Lavolpe y gritando CAMPEONES, por segunda vez. Nuestro primer título fue en 1978, semanas antes del desafortunado mundial de la dictadura, contra el equi-po de los amores de Mr Phuy. Los Pumas de la UNAM. 2-0 en San Nicolás y 1-1 en el Pedregal. Primer título de Liga para la Ciudad de Monterrey.
Tigres y yo hemos crecido paralelos. Yo nací el 21 de abril de 1974. Un mes después, Tigres ascendía a Primera División venciendo a los Leones Negros por global de 3-2. El día 13 de julio, cuando yo tenía dos meses y 22 días de nacido, Tigres jugó su primer partido en la Primera División y fue nada menos y nada más que contra la mierda rayada. Juanito Ugalde ano-tó el primer gol Tigre en Primera División y el primero en la historia de los clásicos. 3-3 marcador final.
Desde entonces a la fecha he tolerado de todo, incluido un injusto descenso a la Primera A en 1996, el año que fuimos campeones de Copa contra Atlas. Un retorno meteórico y sigue la mata dando.
Mr Phuy, debiste entrar a la camada Tigre en aquel mítico año. Hubieras tenido tu bautizo de fuego una tarde de sábado en el Estadio Universitario de San Nicolás de los Garza gritando T-I-G-U-E-R-E-S. (Porque el buen aficionado felino no pro-nuncia tigre sino tiGUEre) Sabrías lo que es la plenitud existencial, el absoluto Carpe Diem de cada gol (Yo estuve presente en el México 68 cuando Tuca batió al América en 1991 y no se siente lo mismo, jamás) Tendrías como yo más 15 diferentes camisas amarillas con azul de distintas épocas. Entenderías lo que es festejar cada gol en contra de la mierda rayada como si fuera tuyo. En fin ¿como explicar la eternidad? Podría cambiar de nacionalidad, podría empezar a creer en algún dios, dejar el periodismo, pero jamás, jamás dejaré de ser Tigre.




Tuesday, February 25, 2003


Sorpresa

Jamás imaginé que alguien como PG Beas pudiera leer Eterno Retorno y me sorprendió gratamente saber que se ha intere-sado por lo que aquí se publica. No deja de ser paradójico que uno de los máximos representantes de la escena electrónica ti-juanense se tome el tiempo de leer un blog que ha despotricado tantas veces contra ese género musical.
Ello me ha hecho reflexionar ciertas cosas. Por fortuna existen la música, la literatura, los deportes y los vinos, pues son de esas creaciones que hacen bella la vida, pero casualmente ninguno de esos accesorios que dan sabor la existencia los utilizo como criterio para definir o apreciar a una persona.
Por ejemplo, aunque ustedes no lo crean, no tengo ningún amigo, lo que se dice amigo, que le guste el metal. Tengo dos grandes amigos que aborrecen el futbol y lo consideran la más baja manifestación de machismo tercermundista (uno de ellos, para acabarla de cagar, es abstemio). Tengo otro amigo que al igual que yo ama el futbol, pero el equipo de sus amores es Rayados de Monterrey, que alguna vez lo he dicho, es mi camiseta más odiada sobre la Tierra, por ser el rival acérrimo de mis queridos Tigres de la UANL.
La persona que más quiero en el mundo es una psicóloga a la que le gusta el tango, el jazz y The Smiths y que sufre cada vez que torturo sus oídos con himnos metaleros y que luego de cuatro años de matrimonio se ha acostumbrado al futbol (Ca-ray, me ha acompañado a ver partidos en estadios de cinco diferentes países del Mundo)
Sobre la literatura, pues ¿que puedo decir? Aunque es una de mis pasiones yo rehuyo los círculos literarios y los ambientes culturales. Si algo me cuesta trabajo, es sostener una conversación honesta y libre de prejuicios sobre literatura.
Con ello quiero decir que los “muros distantes que separan los gustos de uno y de otro” han sido a lo largo de mi vida mu-ros de vapor, pues mis seres queridos, que son pocos, casi no comparten mis aficiones. Alguien puede detestar el futbol, el metal y el Nebbiolo o ser adicto a ellos y ninguno de estos argumentos influirían demasiado en el concepto que pueda yo te-ner de esa persona ni determinarán mi conversación.

Del espíritu del vino

En lo que respecta a vinos, me confieso un total ignorante, pero por fortuna yo no soy un catador. Los catadores saborean y escupen, pero yo sería incapaz de escupir un vino, pues los trago y con devoción. Que los catadores clasifiquen vinos, que yo estoy para disfrutarlos. Debo confesar con toda honestidad que el Nebbiolo, cosecha 1996, es un delicioso vino. Yo creo que no le pide nada a ninguna gran botella, pero mis conocimientos en la materia, como he dicho, son muy limitados. El cosecha 1997 decayó terriblemente. De Chile me gusta el Santa Rita, que casi nunca consigo y el Casillero del Diablo. Concha y Toro es la opción que nunca falta y el Gato Negro lo acabo de probar y no me defraudó. El Duetto de Santo Tomás también es muy bueno. Blanco me gusta el Santa Helena.
Ocurre que los domingos mi horizonte más lejano suele ser el Calimax de Playas de Tijuana, un sitio que no se distingue universalmente por ser un paraíso de la diversidad vinícola. Si consigo un Nebbiolo puedo darme por bien servido.
Cuando he visitado terruños célebres por sus vinos, me refiero concretamente al caso de Francia y España, he bebido sus productos con devoción, pero como en mis mochileros paseos suelo andar tan corto de feria, mi criterio de selección en la vinatería no es muy complicado que digamos: Siempre selecciono la opción más barata. De cualquier manera, nunca me he sentido defraudado.
Pero dado que a la hora del vino soy peor que un Baudelaire vagando por el Barrio Latino, agradezco con sinceridad cual-quier recomendación en la materia. Si se consigue con relativa facilidad y su precio no es exorbitante, tengan por seguro que el próximo fin de semana estaré descorchando el producto que me aconsejen.



El ex procurador José Luis Anaya Bautista acaba de cancelar por tercera vez la entrevista, cosa que le agradezco mucho, pues me hubiera partido la madre salir con esta lluvia. De cualquier manera, cualquier cosa que me pudiera decir se eclipsa con la entrevista de Hank. Lo más chistoso de todo fueron sus sinceros argumentos para cancelar. El señor ex procurador se negó a ser entrevistado por Frontera argumentando que se había echado unos tequilas (tuvo el cuidado de aclarar que fueron Herradura Reposado) y dado su estado etílico, temió decir algo de lo que pudiera arrepentirse después. En fin, apreció mucho la honestidad.

Bien. Se armó la entrevista que tanto deseaba. Ya puedo respirar tranquilo, aunque siempre me sucede lo mismo cuando termino de entrevistar a alguien y es que irremediablemente me reprocho no haberle hecho tal o cual pregunta. Siempre pienso que pude plantearla de otra manera, para lograr la respuesta deseada, pero en fin. El hecho es que se logró. No se pierda el jueves la entrevista exclusiva con Jorge Hank que se confiesa sobre todo lo que usted siempre quiso saber. Por lo demás es un día bastante activo y por si fuera poco debo andar bien al tiro de baches y derrapones. El día empezó temprano desafiando al diluvio universal y haciendo esfuerzos sobrehumanos por traspasar la barreara que separa al Planeta Playas del resto del Universo. Y aún no termino todavía. Debo ver al ex procurador José Luis Anaya Bautista dentro de un rato y todavía no hago la columna. En fin, ya lo he dicho antes: Los días activos laboralmente, son muy improductivos en términos blo-gueros.

Monday, February 24, 2003



Reflexiones finales tras concluir con la Columna Agua Caliente, y por ende la jornada laboral:

Sobre mis lecturas desordenadas y avatares del hoy por hoy

García Márquez me cae muy mal, pero sabe escribir muy bien. Carolina me regaló Vivir para contarla y el maldito colombiano, debo reconocerlo, ha logrado atraparme en sus páginas.
.
Carolina también me regaló Luces artificiales de Sada, pero aún no comienzo a leerlo. Alguien me dijo que Albedrío es una obra superior frente a la que Luces no tiene nada que hacer. De entrada, el rostro de Luces me sonríe y tiene cara de que me gustará.

Nótese que soy un desordenado lector. También tengo a medias una antología de cuentos de Gogol, que está poca madre. Cuentos como Avenida Nevsky y El retrato han logrado seducirme. Es ahora cuando me pregunto como es posible que gus-tándome las letras rusas, no me haya adentrado antes en ese autor.

El libro con los mejores 25 reportajes de El País tiene toloache en sus páginas. Es una lectura que me causa placer. Sus repor-tajes son capaces de devolverle el encanto a mi matado oficio. El Cuaderno de Buenos Aires de Manuel Vicent es recomendable.

Librería con más títulos Anagrama y con el mejor menú bukowskiano de Tijuana: El Día de la UABC.

Lugar donde se encuentran las mejores piezas de literatura gótica en Tijuana: La Biblioteca Benito Juárez. Tiene ejemplares de la colección Infernaliana de Letra Celeste. Ediciones españoles que nunca he visto a la venta. Si fuera un hombre cruel, me robaría El sudario de hierro.

Por primera vez he salido en la portada de Frontemas (nuestra revista interna) y eso me hace sentirme realizado como persona. Uno de los objetivos de mi vida se ha cumplido. (Jijiji Of course, i,m joking)

Tras un autoexilio en Houston, mi compañera Karina Paredes se ha reincorporado a Frontera. Ha sido una inesperada sorpresa y en verdad me da mucho gusto.

En contra parte, el compañero bloguita Juan Carlos Reyna dejó Frontera. Es triste, pues es alguien con talento y con quien se podía hablar honestamente de libros, pero esta redacción tiende a martirizar ciertas almas y es una asesina profesional de musas literarias.

De verdad me pone contento que un buen lector como Rafa, padrino del Bloguita Front, incluya a Eterno Retorno entre sus lecturas. Es algo que me anima a continuar haciendo un blog lo más dinámico posible.

Al leer a Bruno Ruiz, me entero que por alguna extraña razón mi posting sobre la escritora más vendida de Tijuana desapareció y reapareció en la red. Yo no sabía que eso podía suceder. Pensaba que lo caido, pos caido, como dicen en el pueblo. El fin de semana me desentendí de la actividad bloguera y no se como explicar ese fenómeno cibernético ajeno a mi voluntad.

WASP es una banda que musicalmente me agrada, pero luego de leer una entrevista con su cantante, tengo deseos de matarlo, por la misma razón que quiero matar al autor del blog Prensa Amarilla. Es un vil gusano patriotero que está convencido que Bush debe arrasar el Medio Oriente. Fuck him. No volveré a comprar un disco suyo.

Amo vivir en Playas de Tijuana. Sin exagerar, es uno de los lugares que más me gustan de la Tierra. El Pacífico y yo tenemos una relación muy fuerte. De hecho, si algún día opto por morir, ya tengo elegida la forma en que me quitaría la vida: me ahogaría en El Pacífico. Pero por ahora el suicidio no está en la agenda-


Las dos únicas ocasiones que he estado a punto de morir en mi vida fue en el Pacífico. Una en Mazatlán y otra en Puerto Es-condido. Ambas fui salvado.

Mañana tengo una entrevista que puede ser una bomba- Cruzo dedos y elevo plegarias para que no me cancelen. Si se hace, ya chingamos. Si no...snif

- Asia Argento está bellísima- ¿Me recuerda a alguien?


Conductismo y discos tributo

Yo me opero a mi mismo con un efectivo y oneroso sistema de premios. Mi sistema de fiscalización y control interno opera en base a estímulos. Soy mi propio psicólogo conductista. Cuando las cosas me salen bien, me otorgo premios. Después de tocar mucho la puerta y dar bastante lata, logré que el secretario general de la UABC Gabriel Estrella me diera una hora de su tiempo el pasado miércoles por la noche. Para premiar mi logro, fruto de mi insistencia, me fui a la Librería El Día de la Uni-versidad y me concedí un par de premios: El país de las últimas cosas de Paul Auster y El vendedor de viajes de Jaime More-no. Pregúntenme si ya los leí y responderé que no. Tengo más libros que tiempo. Pero ahí están, engordando mi acervo. Además el premio me lo merecía. Ya los comentaré en Pasos de Gutenberg.
Pero dado que como psicólogo conductista soy muy condescendiente conmigo mismo, el viernes, al terminar mi reportaje, me concedí otro premio. Fui a la Ciruela Eléctrica en busca de una antología de Obituary y un disco de Amon Amarath. Pero ¡que horror¡ otro espíritu metalero (veo que no soy el único en la ciudad) tuvo a bien comprarlos antes que yo y ya no esta-ban. Pero como me tenía que conceder mi premio a como diera lugar, decidí comprar un disco tributo a Ramones, llamado We are happy family. Normalmente no soy muy afecto a la fiebre de los tributos, pues raramente superan a las versiones ori-ginales de la banda, pero este de Ramones no me defraudó. Trae interesantes versiones. U2 con Beat on the brat, Red Hot Chili Peppers con Havana affair, Metallica con 53rd and 3rd, Kiss con do you remember rock n roll radio, Pretenders con Something to belive in y Rob Zombie con Blitzkrieg Bop. Prescindible solo Marilyn Manson con su KKK took my baby away. La verdad es que está simpático el disquito. A mi no me defraudó Ahora mismo escucho Sheena is a punk rocker con Rancid. Pero Carolina tiene razón al señalar que prefiere las versiones originales de Ramones. De hecho el viernes teníamos una reunión en casa y puse el disco y luego de unas cuantas rolas, se nos antojó más escuchar Ramones original. Más tarde, el tango tomó el control total de las bocinas.
Los discos tributo son un recurso fácil a menudo muy desafortunado, pero con imaginación se logran grandes cosas. Al me-nos tengo en la cabecera por lo menos cuatro tributos más que rescatables. Ahí va el top four-

Burning London ------El tributo a The Clash trae interesantes versiones de Rudy cant fall, London burning, White Riot a car-go de gente como los Bostoones, Silverchair, Moby, 311 y salvo una asquerosa versión rapera de Should i stay, vale mucho la pena.

Legends of metal----El tributo a Judas Priest tiene piezas memorables como Ripper a cargo de Mecyful Fate, Tyrant con Over Kill y Love bites con Nevermore.


Tribute to the beast---El homenaje a Maiden trae cosas más que rescatables. Tierra Santa toca una versión acústica Fly of Ica-rus Sinergy toca Number of the beast, Dark Tranqulity Acacia avenue, y Sonata Artica Die with your boots on (la mejor rola del disco)

Tribute to the gods- Aquí las bandas homenajeadas son varias y quien rinde el tributo una sola: Iced Earth. Con el God of thunder the Kiss y el Screaming for vengance de los Priest ya salimos más que ganando.


Quiero comprar el tributo a Dio llamado Holy voice of metal y el tributo a Metallica que acaba de sacar Nuclear Blast llama-do Four horseman. Si alguien los ve por ahí, favor de llamar a mi psicólogo conductista, que buscará con que premiar mi próximo reportaje.


Sobre mi vocación bookless

Aquí va otra confesión: Nunca en mi existencia me he inscrito a un concurso literario. Podría ser insoportablemente m-món y afirmar que lo he hecho porque estoy en totalmente contra de que sea el Gobierno quien premie una obra y de lugar por consiguiente a las “cosas nostras” del mundo cooltural, pero no me voy a arropar en el manto de una falsa dignidad. En realidad la principal razón por la que nunca en mi vida he participado es porque siempre que leo una convocatoria resulta que no tengo algo a la mano que se ajuste a sus lineamientos y generalmente padezco de una mexicanísma hueva desidiosa a la hora de ponerme a escribir para un certamen. Siempre he expresado mi odio absoluto hacia la cultura oficial y mi repulsión hacia las instituciones gubernamentales. Pero aquí tal vez aplique la frase de Groucho Marx “Estas son mis convicciones ¿No le gustan? No se preocupe, tengo otras”. Si algún día me decido a participar en un concurso y se da la casualidad del siglo de que a falta de alguien con la bendición oficial, mi trabajo resulte elegido en el tin marín de dopingüe que sin duda es el método científico que utilizan (doy por sentado que jamás leen los trabajos), es un hecho que me callaré el hocico y dejaré de vociferar contra las instituciones. Lo acepto. Así es uno de hipócrita cuando le conviene. Mal que bien, el premiecito no ha de caer nada mal. Traducido en botellas de Nebbiolo, libros nuevos de editoriales caras y unos cuantos discos, no debe ser tan despreciable ser laureado por papá gobierno. Claro, si el premio está chafón, chance y hasta sea mejor ponerse en plan de Sartre y rechazar la dádiva, pero no hay premio tan marro y escuálido que no alcance para unas bien amadas caguamas.
Este año pensé en participar en el de escritores fronterizos, pero faltan tres días y no tengo nada en las alforjas, así que se-guiré sin saber lo que se siente enviar mis alucines para que un tribunal los arroje a la basura sin siquiera leerlos. Tampoco he ido nunca a una editorial a ver como se le hace para que me puedan publicar algo. Así pues, creo que hasta la fecha el único y absoluto responsable de mi vocación de ágrafo bookless soy yo mismo.

Se solicita pollero literario

Acaso deba pagarle a Yepez para que funja como mi pollero literario y me ayude a cruzar esa infranqueable y misteriosa frontera que me separa del mundo de la literatura. No sería mala idea. Tal vez sea un buen negocio. Tengo un dimerito aho-rrado que puedo destinar a eso. He pasado demasiadas horas de mi vida mirando partidos de futbol, bebiendo cerveza, escu-chando metal y leyendo compulsivamente lo que otros escriben por mí. Tal vez si empleara la mitad de esas horas en realizar un trabajo serio, la historia podría ser muy diferente, pero a decir verdad no me interesa demasiado. No me he esforzado mu-cho en eso. La principal razón por la que aspiraría a poder vivir de la literatura y dejar el periodismo es muy banal. Creo que la mayor ventaja que tiene uno al poder vivir de sus creaciones es que puede vestir como sea. Lo que más odio de mi trabajo es el ambiente “formal” en que me desenvuelvo, con mi pelo recogido y una odiosa corbata estrangulándome. Si ser escritor me permitiera alejarme para siempre de los ambientes formales, sin acercarme demasiado a los círculos literarios, adelante, me late la idea.
Escribo mucho, eso sí que ni que, pero muy desordenadamente. Tal vez debería ponerme a hacer narrativa con la misma testarudez y falta de pasión con la que escribo un reportaje, trabajando en base a dead lines y amarrando mi mano al teclado. Pero no. Mantengo la escritura en el terreno de lo puramente hedonista. Ya bastante me jodo el lomo con los reportajes. El 90 por ciento de mis trabajos periodísticos los publico porque me pagan por ello y hasta ahora no tengo otra actividad que me de de comer. Lo de la pasión del reportero, la vena creadora y vocación de luchador social son patrañas que reservo para las convocatorias de Nuevo Periodismo. Yo soy un simple mercenario del reportaje. La última crónica que escribí con plena pa-sión fue la reseña del concierto de Rush en Chula Vista. Fuera de eso me he vuelto un profesional de la tecla que es bastante insensible a la hora de escribir. Tan solo conservo cierta vena lúdica a la hora de escribir la columna Agua Caliente que a ve-ces me hace reír un poco. También elaboro con honesta felicidad, aunque sin tiempo, las columnas Pasos de Gutenberg en Minarete y Lucretia mi reflexión en la revista regiomontana Común, ambas por simple amor al arte ¿Porque no hacerme un mercenario de la literatura? ¿Será muy difícil? Si lo soy del periodismo ¿que tan difícil serlo de las letras?
Pero no hay problema. Pueden estar seguros de que pasará un buen rato antes de que mis letras lleguen a la mesa de un ju-rado como antesala de la basura. Cada ciertos minutos el director editorial me pregunta como voy con mis reportajes y gene-ralmente voy muy atrasado, así que no veo cuando pueda robarme el tiempo para cumplir con el dead line de un certamen li-terario. Quien me manda ser periodista. Y lo peor de todo es que la infernal maldición de clase media que llevo a cuestas, tie-ne preparada su sentencia: Si algún día de mi vida estoy desempleado y tengo delante de mi todo el tiempo del mundo para escribir, tampoco lo haré pues lo coherente en esos casos es que mis minutos sean destinados a buscar desesperadamente un nuevo empleo que se encargue de esclavizarme y apuñalar mi inspiración. Así de cruel es esta vida. Chingados...

El efecto tango

Carolina ama el tango tanto como yo el metal. A nuestros vecinos les debe sacar de quicio el que en nuestro aparato se al-ternen a todo volumen Gardel y Piazzola, con Black Sabbath y Slayer. Así suelen ser nuestros fines de semana. Como géneros alternos, a Carolina le gusta el Jazz y el bossa nova. A mi el hard core y el gótico. Nuestro terreno neutral es el rock ar-gentino, pues ambos nos sabemos cada estrofa de las rolas de Charly, Calamaro y Fito. A mi me gusta el tango, pero no me sé ninguno completo. Carolina los canta todos.
El fin de semana que pasó fue total y absolutamente tanguero. El sábado por la noche acudimos a ver Tango forever al Ce-cut. Para ser sincero, no tengo muchos puntos de referencia para hacer comparativos, pero dentro de mi confesa ignorancia en terrenos tangófilos, solo me resta decir que están cabronsísimos ¿Como carajos el hacen para bailar así? La verdad es que yo sí estaba hipnotizado. El efecto tango nos duró un buen rato. Tan es así, que la noche del domingo, una botella de Nebbiolo y otra de Concha y Toro murieron por la patria mientras nos refinábamos toda la discografía de Piazzola a todo volumen. También nos aventamos uno que otro de Santos Diccépolo (¿se escribe así?) que es algo así como el Paquito el del Barrio del bandoneón. Que frases tan ingeniosamente despiadadas les dedica a las pérfidas damas que tan cruelmente jugaron con su corazoncito (“No merecés ni el balazo, que un hombre decente te acaba de dar”). Una gran velada. Además dormí delicioso y hoy a las 8:00 de la mañana ya estaba en la redacción listo para atacar. Definitivo: No todos los lunes son infernales ni aspiran a la santidad.


Productividad bloguera = improductividad periodística

Sí, la hipótesis se ha convertido en teoría, sujeta a comprobación siguiendo el método científico. La teoría es la siguiente: “Mi productividad en el terreno del blog, es inversamente proporcional a mi productividad laboral”. En la medida que Eterno Retorno esté más atiborrado de postings, mi carpeta periodística, para furia del director editorial, está más vacía de reportajes de interés. Como era de esperarse, la semana pasada tenía el agua hasta el cuello y el jueves y viernes tuve que poner el acele-rador para terminar de una vez por todas mi reportaje sobre la UABC.
Me metí tan a fondo a bucear en los infernales abismos de la burocracia universitaria, que literalmente tuve que abstenerme la actividad blogueadora. Esta es la primera vez en mi vida que una adicción empieza a inferir en mi actividad profesional. Con ningún otro vicio me ha sucedido esto. Por ejemplo, hay gente que opina que para efectos de los criterios de la AA, yo soy un alcohólico. El argumento que yo utilizo en mi defensa es que hasta ahora el alcohol jamás ha dañado mi vida laboral o sentimental ni ha afectado severamente mi economía. Jamás he dejado un pendiente laboral para irme a una cantina, nunca he laborado borracho y jamás he dicho algo de lo que pudiera arrepentirme. Así pues, mi convivencia con el psito es perfectamente compatible y puedo prescindir de toda idea de rehabilitación.
El blog en cambio (ya sea como lector o creador) ha logrado abstraerme de tal modo, que en más de una ocasión aplique el mexicanísimo principio del eterno mañana, a más de un reportaje pendiente.
Finalmente, mi reportaje tantas veces pospuesto se ha publicado esta mañana. Pero mi blog tiene tres días sin una sola no-vedad, lo cual me es vergonzoso. Estos días que vienen hay cosas interesantísimas en lo que respecta a mi trabajo periodístico. Trataré de hacerlo compatible con el Blog. Tal vez pueda ser un matrimonio interesante, aunque hasta ahora el periodis-mo se suele llevar de la greña con el resto de los terrenos que conforman mi existencia.