Eterno Retorno

Friday, July 06, 2018

Burbujas reventando en el aire

Acaso muchos años después, cuando seamos penumbrosos y nostálgicos ayeres, millones de mexicanos recordaremos lo que hacíamos entre la noche del 1 y la mañana del 2 de julio de 2018. Para muchos, estoy seguro, fue una noche en vela, de fiesta desbordada o de poquísimas horas de sueño. ¿Cuándo un momento puede aspirar a considerarse histórico? Cuando al pasar el tiempo, una multitud de seres podemos recordar lo que estábamos haciendo en ese preciso instante y las circunstancias que nos rodeaban. ¿Cómo recordaremos los mexicanos las primeras horas de este julio ardiente cuando el ciclón del tiempo haga de las suyas? Pienso, al azar, en esos simbólicos 20 años (que como bien dice Gardel no son nada), en un hipotético 2038, cuando Andrés Manuel yazca en su patriarcal invierno o sea solo el nombre de una escuela o colonia popular y cuando Chicharito Hernández y Chucky Lozano sean regañones comentaristas deportivos o itinerantes entrenadores y entonces alguien evoque la noche en que un naciente, variopinto y heterogéneo Movimiento de Regeneración Nacional barrió en las elecciones presidenciales ilusionando a millones de personas al tiempo que la Selección Nacional de Futbol inmolaba en el altar brasileño el séptimo sueño mundialista de la era moderna en la impasable aduana de los octavos de final. Periódicos y cíclicos, el futbol y la política cumplen con renovar esperanzas siempre ilusas en una suerte de absurdísimo mito del eterno retorno. Por increíble que resulte, hoy por vez primera las elecciones eclipsaron en algo a la fiesta futbolera. Para millones de seguidores de López Obrador, la derrota contra Brasil ni siquiera dolió, pues nada es capaz de opacar su festejo. Me sorprende en verdad la cantidad de amigos, conocidos y contactos de las redes sociales que sienten una genuina alegría por el triunfo del tabasqueño. En cierta forma los envidio. Me gustaría poder compartir su ilusión, pero me es imposible. Hoy pienso en esa canción cantada por los aficionados del club inglés West Ham United llamada Blowing Bubbles. La letra habla de burbujas en el aire que son como los sueños: ascienden hasta casi tocar el cielo, pero muy pronto revientan y se desvanecen. Les mexicanos queremos soñar, ansiamos creer, deseamos fundirnos en una idílica borrachera eterna en donde nuestro equipo de futbol truena sus chicharrones al otro lado del mundo y un líder casi mesiánico llega para barrer con la “mafia del poder”, pero al final las burbujas que hoy están en el aire reventarán mucho más temprano que tarde y tan solo nos quedará el recuerdo, el camino andado y algún nuevo peldaño edificado que acaso aproveche a generaciones futuras. Por circunstancias personales (que nada tienen que ver con el futbol y la política) para mí han sido horas tristes las de estos primeros días de julio y apenas de reojo miré el festejo lópezobradorista y la derrota de la equipo tricolor. Aun así, creo que si acaso hay futuro (cosa improbable) recordaré estas horas impregnadas por la saudade. Por ahora, no me resta más que desear a mis amigos unos dulces e intensos minutos de felicidad y que la luna de miel con su líder no se extinga demasiado pronto. Se va a extinguir, de eso no hay duda, pero algunas burbujas logran durar más de un minuto en al aire.

¿Qué es lo más franco-uruguayo que existe? Sin duda alguna Isidore Ducasse, el Conde de Lautréamont, pero en los campos rusos no irrumpió ningún Maldoror. Otro vínculo entre galos y charrúas sería Rocamadour, el infortunado bebé de la Maga, que en Montevideo “se llamaba modestamente” Carlos Francisco. Me duele la forma en que fue eliminada la Celeste. Qué triste que a la mejor defensa en táctica fija, con un capo como Godín, le hagan un gol de cabezazo en tiro de esquina como el de Varane. Una lástima que un mil batallas como Muslera se despida de la Copa del Mundo con un error tan grosero. Con la eliminación de Uruguay se va mi gallo sentimental. En verdad me habría encantado ver a los charrúas levantando la Copa y eliminando a Brasil en semifinales. Ahora bien ¿Quieren un consejo para sus apuestas? Ojo con Bélgica. Tiene carita de Campeón del Mundo. Tal vez Francia lo supere en individualidades, pero los belgas tienen un desdoblamiento que no le he visto a ningún equipo en este torneo. Bélgica ataca bonito y letal (nada más catorce golecitos se ha despachado en cinco partidos) pero defiende con inteligencia. Vean el tercer gol que le mete a Japón o el segundo contra Brasil. Goles Blitzkrieg, goles látigo, de tridente puro. De Bruyne es un Tín Tín con mil y un trucos bajo la manga, Hazard un todo terreno en ataque y defensa y Lukaku un Panzer prófugo del Congo belga. Inglaterra y Suecia me parecen muy tozudos, pero alguno puede dar la nota, mientras que Croacia va de mega gane con un tercer lugar. Por lo que a Rusia respecta, depende de alguna siniestra operación diplomática estilo KGB orquestada por Putin para pensar en semifinales. Creo que el campeón va a salir de Bélgica vs Francia y si quieren un pronóstico, me voy a permitir citar el libro de Cayo Julio César que tanto hirió a Abraracúrcix: De todos los pueblos de las Galias, los belgas son los más valientes. Tómala.

Monday, July 02, 2018

Demasiados libros, infinidad de libros, chingos de libros, infestación de libros. Están aquí, sepultándolo todo, hundiéndolo todo, jodiéndolo todo sin acertar a llevarme a alguna parte. Son gusanos sobre mi cadáver, oxidados esqueletos de bicéfalas aeronaves. Libros incapaces de zarandearme una neurona, de encender una hélice…

Sunday, July 01, 2018

Bueno, lo hice. Salí a votar a las 17:50 de Tijuana (19:50 del centro de la República) lo que significa que debo estar entre las últimas personas que sufragaron en el país. Desde que voté por vez primera en 1994, nunca he dejado de ejercer mi derecho y no voy a dejar de hacerlo, ni tampoco voy a votar en blanco o a anular. Hasta hace algunos años, cuando todavía era un reportero en activo, la política impregnaba e infestaba mi vida diaria. No es que me apasionara ni mucho menos, pero era mi chamba y le entendía muy bien al jueguito. Es por ello que el mayor lujo que he podido darme en estos tiempos, fue poder mantenerme radicalmente al margen del circo electoral que nos infestó e infesta en este 2018. No vi ni me interesó ver ni uno solo de los debates; no he publicado ni voy a publicar un solo párrafo alusivo a la contienda y en la medida de lo posible me las he arreglado para evadir el tema cuando surge en una sobremesa. En la era en donde estamos infestados de opinólogos, comentólogos, predicadores, merolicos, adivinos y de más fauna que quiere hacerse la interesante, yo me he dado el supremo gusto de no expresar una sola opinión. Lo siento, pero no tengo nada que decir. Desde hace muchísimo tiempo definí el sentido de mi voto y ni los debates, ni los escándalos, ni los memes, ni sus doctas opiniones facebookeras influyeron en mi decisión. A seguir con la vida se ha dicho y si me preguntan qué es lo que pienso en este momento o cuál es mi pronóstico, les diría que todo está resumido en la última frase de la novela Nocturno de Chile de Roberto Bolaño. Más no tengo para decir.