Operación masacre
Rodolfo Walsh
Ediciones La Flor
Por Daniel Salinas Basave
Todo género busca un padre, aunque a menudo las paternidades suelen ser engañosas. Nos hemos acostumbrado a repetir que el origen del que amanta esa criatura llamada por algunos “no ficción” y por otros “nuevo periodismo” es A sangre fría, de Truman Capote, publicada en 1966. Pues bien, el Sur también existe y nueve años antes de que Capote nos narrara los horrores de Holcomb, hubo un reportero argentino que con técnica y maestría que nada le piden al gringo, narró un horror austral en donde los asesinos no eran convictos en libertad condicional en busca de una caja fuerte, sino los verdugos del gobierno militar. Operación masacre de Rodolfo Walsh es, ante todo, un valiente reportaje de denuncia contra el gobierno del general Aramburu, el militar que derrocó a Perón en 1955. Lo que sorprende en este combativo reportaje, es la pulcritud del estilo, la inmersión en formas literarias que en modo alguno traicionan la objetividad periodística. Sin tener grandes referentes ni padrinos de género, Walsh creó un trabajo que es néctar puro de periodismo narrativo. El reportaje de Walsh narra lo sucedido la noche del 9 de junio de 1956, cuando un grupo de militares argentinos se sublevaron contra el gobierno autodenominado de la “Revolución Libertadora”. El cuartelazo naufraga y en pocas horas se ha convertido en un fracaso total. Pero esa noche, so pretexto de aplicar a rajatabla la ley marcial, el gobierno comete aberrantes atropellos. El que Walsh nos narra, es la detención y fusilamiento de doce hombres acusados de estar involucrados en la rebelión, cuando en realidad sólo tres de ellos eran militantes peronistas activos mientras que el resto fueron detenidos por estar en el sitio equivocado. El fusilamiento, en teoría apegado a la ley marcial, es en realidad un burdo asesinato en medio de un baldío, tan torpemente ejecutado, que siete de los doce detenidos logran escapar con vida. Con la paciencia y la minuciosidad de periodista relojero, Walsh reconstruye esta historia pocos meses después, cuando en una charla de café da con el paradero de uno de los sobrevivientes de la masacre. Cada sobreviviente le descubre la existencia de otro y cada nuevo testimonio va elaborando una complicada red que permite ir descubriendo lo que el gobierno se empeñó en ocultar. El resultado es un reportaje casi perfecto en su elaboración y efectos sociales, todo un manual de trabajo ideal para estudiantes de periodismo. Pero a la par, Operación masacre es también una pieza de la mejor literatura, una historia tan bien narrada, que puede atrapar a los adictos a las ficciones. Walsh fue siempre un tipo combativo y Operación masacre fue tan sólo el primero de sus dardos envenenados contra el poder. El último, lo lanzó el 24 de marzo de 1977, al cumplirse un año del golpe que puso en marcha el proceso de exterminio en Argentina. Ese día, Walsh envía una carta abierta a la junta militar en donde sin temor les echa en cara sus crímenes. Para muchos fue una carta suicida. Un día después Walsh es secuestrado y pasa a integrar la interminable lista de desaparecidos durante la dictadura argentina. Casi 32 años han pasado y del valiente Walsh nunca volvió a tenerse noticia ni el más leve indicio que permita, al menos, localizar su cadáver.
Rodolfo Walsh
Ediciones La Flor
Por Daniel Salinas Basave
Todo género busca un padre, aunque a menudo las paternidades suelen ser engañosas. Nos hemos acostumbrado a repetir que el origen del que amanta esa criatura llamada por algunos “no ficción” y por otros “nuevo periodismo” es A sangre fría, de Truman Capote, publicada en 1966. Pues bien, el Sur también existe y nueve años antes de que Capote nos narrara los horrores de Holcomb, hubo un reportero argentino que con técnica y maestría que nada le piden al gringo, narró un horror austral en donde los asesinos no eran convictos en libertad condicional en busca de una caja fuerte, sino los verdugos del gobierno militar. Operación masacre de Rodolfo Walsh es, ante todo, un valiente reportaje de denuncia contra el gobierno del general Aramburu, el militar que derrocó a Perón en 1955. Lo que sorprende en este combativo reportaje, es la pulcritud del estilo, la inmersión en formas literarias que en modo alguno traicionan la objetividad periodística. Sin tener grandes referentes ni padrinos de género, Walsh creó un trabajo que es néctar puro de periodismo narrativo. El reportaje de Walsh narra lo sucedido la noche del 9 de junio de 1956, cuando un grupo de militares argentinos se sublevaron contra el gobierno autodenominado de la “Revolución Libertadora”. El cuartelazo naufraga y en pocas horas se ha convertido en un fracaso total. Pero esa noche, so pretexto de aplicar a rajatabla la ley marcial, el gobierno comete aberrantes atropellos. El que Walsh nos narra, es la detención y fusilamiento de doce hombres acusados de estar involucrados en la rebelión, cuando en realidad sólo tres de ellos eran militantes peronistas activos mientras que el resto fueron detenidos por estar en el sitio equivocado. El fusilamiento, en teoría apegado a la ley marcial, es en realidad un burdo asesinato en medio de un baldío, tan torpemente ejecutado, que siete de los doce detenidos logran escapar con vida. Con la paciencia y la minuciosidad de periodista relojero, Walsh reconstruye esta historia pocos meses después, cuando en una charla de café da con el paradero de uno de los sobrevivientes de la masacre. Cada sobreviviente le descubre la existencia de otro y cada nuevo testimonio va elaborando una complicada red que permite ir descubriendo lo que el gobierno se empeñó en ocultar. El resultado es un reportaje casi perfecto en su elaboración y efectos sociales, todo un manual de trabajo ideal para estudiantes de periodismo. Pero a la par, Operación masacre es también una pieza de la mejor literatura, una historia tan bien narrada, que puede atrapar a los adictos a las ficciones. Walsh fue siempre un tipo combativo y Operación masacre fue tan sólo el primero de sus dardos envenenados contra el poder. El último, lo lanzó el 24 de marzo de 1977, al cumplirse un año del golpe que puso en marcha el proceso de exterminio en Argentina. Ese día, Walsh envía una carta abierta a la junta militar en donde sin temor les echa en cara sus crímenes. Para muchos fue una carta suicida. Un día después Walsh es secuestrado y pasa a integrar la interminable lista de desaparecidos durante la dictadura argentina. Casi 32 años han pasado y del valiente Walsh nunca volvió a tenerse noticia ni el más leve indicio que permita, al menos, localizar su cadáver.