Eterno Retorno

Thursday, July 13, 2023

Mis años veinte habrían sido harto distintos sin la compañía de esos cuatro fantásticos.

 


Nevaba aquella mañana en la turbulenta Praga del 68  cuando  tres friolentos latinoamericanos – un colombiano, un argentino y un mexicano-  bajaron del tren. En la estación los aguardaba su colega checo, que estaba en proceso de convertirse en un apestado para el régimen comunista. Los tanques soviéticos tenían ocupada Checoslovaquia, pero la Unión de Escritores se mantenía rebelde e  indómita. Fue uno de sus integrantes más inquietos,  un tal Milan Kundera  de 39 años de edad, quien tuvo la idea de invitar al trío latinoamericano a su país. Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes pasaron una semana inolvidable en Praga en un momento único e irrepetible de la historia del mundo y de sus vidas. Gabo había publicado Cien años de soledad un año antes al mismo tiempo que Kundera daba a luz a La broma. Sus vidas no volverían a ser las mismas  después de esos libros. Carlos Fuentes acababa de publicar Cambio de piel mientras Cortázar cumplía cuatro años de poner al mundo a jugar Rayuela y acababa de publicar 62 Modelo para armar. Milan, Gabo y Carlos eran casi de la misma edad. Julio, el abuelo del cuarteto,  les llevaba década  y media. En cualquier caso, esos tardíos sesenta marcaron el punto de inflexión en sus vidas.

Kundera, siempre enamorado de Cervantes,  se volvió un gran lector del Boom latinoamericano al que nunca dejó de tributar en sus ensayos. Junto a sus tótems sagrados – Rabelais, Cervantes, Kafka-  Milan siempre le encendió una vela a la literatura latinoamericana. Cuando tuvo que salir corriendo de Checoslovaquia en 1975, una de las pocas pertenecías que se llevó consigo fue la edición de Cien años de soledad que Gabo le regaló en aquella ocasión. Poco después, Carlos Fuentes prologaría la primera edición en español de La vida está en otra parte editada por Seix Barral. La amistad se mantuvo. En una de las últimas fotos que le tomaron a Milan Kundera en vida, se le ve caminando por París del brazo de Silvia Lemus, la viuda de Fuentes.

De ese cuarteto que compartió más de un tarro de deliciosa cerveza checa e intercambió libros frente a la torre del viejo Reloj Astronómico,  el primero en morir fue Cortázar, en 1984,  y el último fue Kundera, que murió ayer. Ahora que lo pienso, a ese cuarteto lo leí obsesivamente a principios y mediados de los 90. En el umbral de mis primeros veinte, Gabo, Kundera, Cortázar y Fuentes eran mis compañeros de viaje casi omnipresentes y a los cuatro los leí casi al mismo tiempo  (José Agustín, Carlos Casteneda y Borges completaban la pandilla). De Milan seguí leyendo religiosamente cada libro que se editó en el Siglo XXI, aunque de las novelas tardías (La lentitud, La ignorancia y La fiesta de la insignificancia) ninguna me voló la cabeza, pero sí en cambio los ensayos como El telón, El arte de la novela, Los testamentos traicionados o Un encuentro. De hecho, lo que más releo de Kundera a la fecha es su obra ensayística y La insoportable levedad.  A Fuentes de plano lo dejé de leer y su etapa tardía me pareció francamente prescindible, mientras que de Cortázar releo los cuentos cada cierto tiempo,  pero hace años que no vuelvo a Rayuela.  De Gabo me ha dado por releer los cuentos y las crónicas. Creo que el cuarteto nunca volvió a reunirse, aunque no habrán faltado encuentros por separado. Debe haber sido divertido tomarse una cerveza  con ellos o caminar por el puente Karlova rumbo al castillo. En cualquier caso mi camino de vida como lector y mis años veinte habrían sido harto distintos sin la compañía de  esos cuatro fantásticos.

Adiós Milan

 


El universo Kundera fue mi templo y mi altar literario a mediados de los 90. Si conviviste conmigo cuando yo tenía entre 18 y 22 años, lo más posible es que me hayas encontrado con un libro del checo en la mano. Entre sus páginas encuentro boletitos de camiones urbanos regios y apuntes universitarios. Empecé con El libro de los amores ridículos por recomendación de un maestro que teníamos en el Albatros a quien llamábamos El Tex, pero la verdadera sacudida ocurrió cuando leí La insoportable levedad del ser a los 17 años. Yo iba abandonando la adolescencia y francamente me voló la cabeza. Fue la primera novela filosófica, psicoanalítica, ensayística, onírica y elegantemente erótica que leí en mi vida. La primera gran explosión del arte mayor de la novela moderna en mi entonces joven cabeza. La novela se la  tomé prestada a mi tía Patricia Basave, (un préstamo de más de treinta años) en colección Andanzas de TusQuets, 1989, segunda reimpresión mexicana. Desde entonces me leí absolutamente todo Kundera.

Particularmente fascinante me pareció La vida está en otra parte y El libro de la risa y el olvido. Sí, el recuerdo de aquellos años tiene para mí un inocultable tufo kunderiano. Hay narradores capaces marcar un momento de la vida y Kundera fue uno de ellos.

¿La vida está en otra parte? Mientras los demonios sueltos de aquellos años hacían brotar las aguas negras del sistema político mexicano, mi mente deambulaba por la Praga de los sesenta diseccionando la filosofía de la historia en el doblez de un gesto erótico. Yo trabajaba entonces en librería Castillo y tuve oportunidad de entrarle de lleno a su obra completa. Podría hablar de lo que cada libro de Milan significó en mi vida, de que el primer texto literario que publiqué en Baja California hace casi años, fue un ensayo sobre su obra La ignorancia en la revista Arquetipos del Cetys a invitación de Patricio Bayarado. Podría hablar  de la helada mañana de noviembre de 2004 en que Carol y yo fuimos a parar a la nevada estación de su natal Brno cuando íbamos en ruta hacia Austria, pero inevitablemente me puse a pensar en cómo narraría el checo los absurdos y las terribles contradicciones de esta época de vocación totalitaria en donde parece haberse perdido el sentido del humor y en donde los tribunales inquisitoriales y los talibanes de las redes emprenden juicios sumarios y dictan sentencias de muerte. Kundera supo anteponer la ironía y los múltiples dobleces del erotismo frente al espectáculo de la política y sus equívocos; la complejidad e ingobernabilidad del amor frente a la máquina totalitaria y la muerte de la broma, petrificada en la falsa sonrisa del realismo socialista.

“El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados, sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo; y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido”.  Se fue uno de mis narradores tótem, de los que marcó la temprana juventud. Mi camino de vida como lector no habría sido el mismo sin Kundera. Salucita Milan. Karenin ya está listo para ayudarte a cruzar al Río.

 

Tuesday, July 11, 2023

La continuidad de una larga charla postergada

 


La Feria del Libro de Tijuana es, esencialmente, un ritual de reencuentros, la continuidad de una larga charla postergada. Al final del camino, eso es lo lindo de celebrar la fiesta en casa: que a  todas las personas con las que compartes libros e historias las conoces, que con todas tienes al menos una anécdota o recuerdo en común en algún tramo de esta larguísima vereda de calle pateada en menesteres periodísticos o literarios. Últimamente me he vuelto un poco más ermitaño, pero un soplo de entrañable vagancia libresca como el de ayer,  me hacer recordar lo mucho que he disfrutado andando en este sendero de salmón. De verdad colegas: me puso muy contento poderles saludar después de tanto tiempo. Gracias  por compartir conmigo este arado marino.

Sunday, July 09, 2023

¿Conocen ustedes al Juglar mexicanizado de Nitro Press?

 


Arrancó a tambor batiente la Feria del Libro de Tijuana y este lunes nos toca partir plaza. ¿Conocen ustedes al Juglar mexicanizado de Nitro Press? Pues mañana lunes se los vamos a presentar a las 5:30 de la tarde en la sala Federico Campbell junto con otras novedades que trae bajo la manga el Nitro capo Mauricio Bares. ¿Supieron de un libro llamado Furtividad bajo palabra? Bueno, pues esas furtivas palabras brotaron en plena pandemia y nunca salieron a la calle. Tal vez mañana sea un buen día para presentárselas. La vagancia libresca ataca de nuevo.  Muchos años sin vernos colegas. Si andan por el Cecut, en verdad me emocionará reencontrarme con ustedes.