Rinconcito
No exagero si les digo que
más del 96% de los párrafos que he publicado o compartido en los últimos once
años de mi vida han sido escritos en este rinconcito del mundo, sentado sobre
esa silla y mirando siempre en la misma dirección, con el Pappo haciéndome
guardia a menos de un metro. De aquí han brotado catorce libros, chingos de
artículos, columnas, posts, encargos diversos y también toneladas de garabatos
sin publicar. Conste que si dejo un 4% restante en mi hipotética estadística escritural, es por las veces en que
escribo en hoteles o aeropuertos cuando estoy de viaje. La última vez que tuve
un lugar de trabajo fuera del hogar se remonta al 2012. Por más de década y
media escribí desde redacciones de periódicos, pero ahora mi oficina es este
lugar, que es también el comedor de la casa. Sí, en el piso de arriba hay un
escritorio que en teoría fue diseñado especialmente para trabajar, pero los
hábitos se transforman en leyes y yo, animal de costumbres, estoy acostumbrado
a trabajar siempre aquí, sentado de espaldas al patio por donde se pone el sol
en la tarde y mirando hacia la sala, por cuya ventana entra la primera luz de
la mañana que muy a menudo recibo escribiendo a mano. Hagan sus apuestas:
¿Podría cambiar mi rincón creativo? ¿Se destaparía una válvula desconocida si
intentara trabajar desde otro lugar o me enfrentaría a un bloqueo neuronal
feroz? Como dirían los Héroes del Silencio: este es mi sitio.