Eterno Retorno

Friday, October 13, 2006

Supersticioso

Las altas dosis de atea racionalidad no son capaces de exorcizar al terrible supersticioso que vive en mí. Desperté esta mañana al ver a través de la cortina una sombra en el balcón. Era un enorme cuervo negro parado sobre el barandal frente a nuestra ventana. Vaya comienzo para un viernes 13.

Los cuervos son huéspedes habituales de la colonia, aunque suelen reforzar su presencia en otoño. Me gustan los cuervos, me caen bien, los considero de buen agüero, aunque sí he sido testigo de auténticas tragedias en viernes 13.

Nevermore visitó a Poe en una noche de opio y soledad. Honestamente, no creo que el buen Edgar hubiera parido semejante poema si su majestuoso cuervo lo hubiera visitado a las 7:00 de la mañana.


Clásico

Sí, ya se, no estoy ciego ni tienen que repetírmelo: Se que Tigres no es favorito para ganar el Clásico. ¿Qué carajos quieren que haga? La gente me pregunta que cómo llevo esa camiseta, esa pulsera y ese reloj presumiendo mi cariño por un equipo que arrastra la cobija. ¿Qué clase de hincha creen que soy? Me vale una mierda la posición en la tabla y los pronósticos en contra. Yo esta noche dormiré con mi camiseta puesta y mañana, gane o pierda, la traeré conmigo. ¿Creen que por perder un Clásico me meteré en un hoyo?
Ojalá se confíen rayas de mierda, ojalá nos den por muertos. En el Clásico se respira otro aire, impera otra lógica y hasta es diferente la ley de la gravedad. He visto levantarse muertos de sus tumbas en el Clásico, he visto rayas azules borradas a Zarpazos. Pase lo que pase: ARRIBA LOS TIGRES


Porque usted NO lo pidió, vuelve Pasos de Gutenberg

Dios es redondo
Juan Villoro
Planeta

Por Daniel Salinas

En la tabla confesa de mis vicios y pasiones, el futbol, la literatura y el buen heavy metal pelean a brazo partido por el primerísimo lugar.
Estando tan peleado el marcador, es de esperarse que una alianza entre los dos primeros elementos arriba mencionados genere consecuencias matadoras.
Hay quien considera que el matrimonio entre futbol y literatura está irremediablemente condenado al fracaso.
Se cree, erróneamente, que el fanático futbolero sólo agarra un libro para matar una mosca y que su única lectura son las secciones deportivas de los periódicos y las revistas plagadas de estadísticas. También existe la equívoca idea de que el literato considera al futbol una pasión pueril, propia de ignorantes. Con este panorama, el matrimonio entre literatura y futbol parece condenado al acta inmediata de divorcio. Cierto, no se puede afirmar que hay ejemplares de literatura futbolera para llenar la Biblioteca de Alejandría, pero los que existen son para tener atesorados en el buró como libro de cabecera. Y precisamente, la última adquisición para el buró es ?Dios es redondo?, de Juan Villoro, gran conocedor de la literatura germánica e hincha incondicional del Necaxa. Como dato adicional y publicitario, tal vez sea pertinente agregar que en la librería del Cecut, donde compré el libro, me regalaron un baloncito de goma, excelente compañero para gambetear los ratos de ocio.
Mentiría a medias si dijera que ?Dios es redondo? es una grata sorpresa. Es verdad que es grata, pero es mentira que sea sorpresa. Y es que en honor a la verdad, muchos de los textos que aparecen en este libro ya los había leído, pues aparecieron publicados como columnas en algunos diarios. Sin embargo, una de las virtudes de la pluma de Villoro es que hace de la relectura un placer, máxime tratándose de textos de futbol.
Con una visión del deporte de las patadas que va de lo poético a lo metafísico, capaz de metaforizar cada pase, remate o lance de arquero, Villoro hace un aún más disfrutable un placer de por sí excelso como es el futbol. Aunque usted no lo crea, hay poesía en las triangulaciones de Beckham y Zidane, tragedia griega en el destino de Moacyr, el triste portero de Brasil en el ?Marcanazo? y tango gardeliano en la vida de Maradona, personaje al que por fortuna Villoro dedica un capítulo especial.
De agasajo sus crónicas sobre el Mundial de Francia 98, aunque me quedo con ganas de más en sus escuetos artículos sobre Corea-Japón 2002 y aunque el libro es editado en 2006, ahí para la otra nos deben el mundial de Alemania en donde Villoro, germanoparlante, estuvo primerísima fila.
Sucede con el futbol literario que sus pocos exponentes escriben muy parecido, por no decir idéntico. Vaya, a menudo confundo los textos de Eduardo Galeano con los de Villoro y éstos con los de Jorge Valdano. No se si Villoro influya e inspire a Valdano, ex futbolista argentino transformado en literato, o si la cosa sea al revés, pero lo cierto es que sus estilos se parecen demasiado. Perdón por la odiosa comparación, pero Valdano y Villoro son plumas gemelas. De hecho ?Dios es redondo? concluye con una entrevista que Villoro le hace a Valdano, gran encuentro de dos literatos de la pelota que bien podrían ser el Cervantes y el Quevedo de la prosa futbolera.

Leviatán

Durante años consideré al Contrato Social de Rousseau y el Espíritu de las Leyes de Montesquieu mis textos políticos de cabecera, pero desde un tiempo para acá, cosas de la edad adulta, su lugar en el buró fue ocupado por el Leviatán de Thomas Hobbes. El homini lupus homini empieza a poblar mis pesadillas últimamente. Cada vez me alejo más de la idea del ser humano que nace bueno por naturaleza y me cuesta admitir la existencia de ese comunismo primario, fundacional de la especie, corrompido acaso por la insaciable sed de poder. Cada vez me aferro más a la idea del lobo humano, bestial, bélico por naturaleza, adicto al caos y a la confrontación eterna.

Thursday, October 12, 2006

Volver al Sur, como se vuelve siempre al...

Hacen falta Otros Aires ¿malos o Buenos?

Cambiar el Otoño por Primavera

Caminar contra Corrientes

Estar Piantao y ver la Luna bajando por Callao

Buscar la paz en la Ciudad de la Furia

Consumar el Mito del Eterno Retorno Austral

Hay adicciones imposibles de combatir, hay retornos que no se pueden postergar y cuentas regresivas que corren a paso de tortuga.




Sólo nieva una vez en nuestros sueños, dice el poeta turco que viaja en un autobús de Estambul a Erzurum. Creo que se equivoca. De niño soñé mil noches con la nieve, aún cuando jamás la había visto ni tocado en mi vida. Pude cumplir mi ilusión revolcarme en nieve hasta los doce años. Tal vez la nieve fuera uno de los sueños más recurrentes de mi infancia, aunque ahora que lo pienso, hace mucho que no nieva en los reinos de Morfeo.