Eterno Retorno

Friday, November 12, 2010




Mitos del Bicentenario no se duerme en los laureles de la Suave Patria. Nada de eso. Mitos del Bicentenario se pone el overol de laburante y vuelve a la carretera. Tras haber agotado el tiraje inicial para la fecha de presentación en Tijuana, que fue de 200 ejemplares, ahora sí viene el tiraje grande para colocarlo en toda la región, sobre las piedras de La Rumorosa y más allá. Tras la presentación en el ICBC Tijuana, una presentación en la Casa de la Cultura Jurídica, otra ante Líderes Juaristas y una mesa redonda en Sociedad de Historia, además de las presentaciones en mi casa adoptiva Síntesis TV en Hola Californias, tres presentaciones de una hora cada una en el programa de mi colega y amigo Jorge Esparza Carlo en Radio Enciso y una más con mi colega y amiga Dora Elena Cortés en Uniradio, ahora es tiempo de una serie de actos en otros rincones bajacalifornianos.
Esos primeros 200 ejemplares ya quedaron para la historia y para la colección de rarezas. Yo me quedé únicamente con dos. El segundo tiraje tiene una impresión distinta, pues los colores del cuadro de la portada, Jolgorio Fúnebre de Francisco Cabello, no son tan brillantes como en el primero, lo cual, a mi juicio, lo hizo mejorar. También se corrigió un error de contraportada que me hacía diez años más viejo. No tengo problema alguno con la edad y la fecha errónea de esta primera edición ya quedará como una rareza.
Con esta nueva edición en la mano, Mitos del Bicentenario calienta el motor y se prepara para salir a tomar la calle. Aquí vienen las fechas de la siguiente semana:

Jueves 18 de noviembre Rosarito, en el ICBC a las 19:00

Viernes 19 de noviembre en Ensenada, en el Cearte, a las 18:00

Jueves 25 de noviembre en Mexicali en el Ceart a las 19:00.

De igual forma me indica el ICBC que el libro ya va a ser colocado en las librerías El Día, Educal del Cecut y librería Sor Juana.

Si alguien anda por esos rumbos y quiere brindar a la salud de los héroes rotos caídos de sus pedestales, bienvenido. Aquí no se lee, ni se diserta ni se cae en el vicio de las verdades absolutas.

PD- Gracias al colega Víctor Islas por incluir una invitación a Mitos del Bicentenario en Mexicali en su popular y leidísima columna La Estampida de los Búfalos. Se agradece colega. Amigos cachanillas, rosaritenses y cenicientos del Pacífico, ahí nos vemos.

DSB

Thursday, November 11, 2010


Papeles con alas

Por Daniel Salinas Basave

Se dice que el primer periódico de la historia fue Acta Diurna, nacido 50 años antes de Cristo y creado por el mismísimo Julio César. Acta Diurna era colocado en las paredes del Foro Romano y ahí se informaba sobre las victorias militares del Imperio y las decisiones del Senado. En la baja Edad Media, en las primeras ciudades burguesas, se distribuían papeles con noticias de la comarca. En la Venecia del Siglo XV se distribuían hojas informativas que costaban una gaceta, moneda veneciana de aquel entonces que inmortalizó su nombre en un formato de prensa. Si bien en el Siglo XVII ya había periódicos en las grandes ciudades europeas, fue hasta el Siglo de las Luces cuando empezaron a proliferar. En la Revolución Francesa o en la independencia de las colonias británicas en Norteamérica, los panfletos jugaron un rol clave en la difusión de ideas libertarias. Cuestión de recordar célebres gacetillas libertarias como Sentido Común de Thomas Paine en Nueva Inglaterra, o el controvertido Amigo del Pueblo, creado por la pluma incendiaria de Jean Paul Marat, donde pedía guillotina para aristócratas y eclesiásticos. En 1884, Otto Mergenthaler inventó la máquina del linotipo, que moldea líneas enteras de letras con plomo caliente, lo que aceleró aún más la producción de periódicos. A finales del Siglo XIX, la encarnizada batalla entre los magnates estadounidenses de la prensa, Pullitzer y Hearst, puso en evidencia que la impresión de noticias se había convertido en un negocio millonario capaz de fabricar guerras en beneficio propio. En nuestro país, la historia de la prensa ya anda cerca del medio milenio. La primera imprenta de América empezó a funcionar en la Ciudad de México en 1539 y no se limitó a trabajar con sacros libritos de oraciones, pues apenas dos años después ya estaba circulando por las calles la primera noticia bomba materializada en papel y tinta: el gran terremoto de Guatemala de septiembre de 1541. Este devastador sismo se transformó en la primera noticia impresa en la historia del México colonial. Aunque los papeles con noticias circularon a lo largo de todo el Siglo XVI, el primer periódico más o menos formal fue La Gaceta de México, fundada en 1722 por el zacatecano Juan Ignacio Castorena y Ursúa, considerado el primer periodista mexicano o al menos el primero que lo fue de tiempo completo. Este ancestral colega de oficio nacido en 1668, fue amigo y defensor de Sor Juana Inés de la Cruz y además de haber puesto a circular el primer periódico mexicano, fundó en Zacatecas el primer colegio femenino del país, Los Mil Ángeles Marianos. Eso sí, la tradición del periodismo combativo y desafiante la inauguró en Guadalajara el mismísimo Miguel Hidalgo con El Despertador Americano, primer periódico insurgente. El cura rebelde se dio cuenta que para hacer crecer el movimiento surgido en Dolores, no bastaba el boca a boca o las fervorosas arengas en atrios de iglesias con el estandarte guadalupano en alto. Lo que hacía falta era tener papeles con alas que desparramaran por todo el virreinato los ideales libertarios y fue así como el 20 de diciembre de 1810, vio la luz en Guadalajara el primer número de El Despertador Americano, cuyo director era Francisco Severo Maldonado. La vida del periódico insurgente fue tan fugaz como el movimiento de Hidalgo y apenas logró llegar a los siete números. De hecho, hasta hace poco la existencia de la cabalística séptima edición de El Despertador Americano era una leyenda, pero un ejemplar apareció milagrosamente en un archivo de Chile. El periódico de Hidalgo circulaba 2 mil ejemplares y era carísimo. El ejemplar costaba dos reales, el equivalente a un valor de 15 dólares actuales. La venta de este periódico era una forma de allegarle recursos a la causa insurgente y por increíble que resulte, agotaba su tiraje. El séptimo y último ejemplar de El Despertador Americano se imprimió justamente el 17 de enero de 1811, fecha de la catastrófica derrota de los insurgentes frente a las tropas de Calleja en Puente de Calderón, revés del que jamás se levantarían. Calleja entró a Guadalajara y mandó incendiar la edición completa de ese séptimo número del que hasta ahora sabemos que se logró salvar algún ejemplar, que de manera increíble llegó hasta el lejano Chile. El Ilustrador Americano y el Ilustrador Nacional que Ignacio López Rayón puso a circular en Zitácuaro Michoacán, continuaron la labor de El Despertador y cuando en 1812 las Cortes de Cádiz decretaron la primera ley de libertad de expresión en todo el imperio español, empezaron a surgir periódicos como hongos en toda la Nueva España, entre los que destacó El Pensador Mexicano del célebre Joaquín Fernández de Lizardi. Ya en el México independiente destacarían tradicionales periódicos como El Monitor Republicano, El Federalista o El Siglo XIX, antes de que llegara el satírico Ahuizote o el anarquista Regeneración, pero esa historia, amigos lectores, la platicaremos después. Por ahora, no queda más que enviar un honesto y fortísimo abrazo rompehuesos a ese gran equipo de colegas y amigos que construyen semana a semana El Informador de Baja California, quienes han puesto su primera velita en el pastel. Con Luis Fernando Vásquez como capitán de la nave, mis colegas Rubén Velarde, Moisés Márquez, Cristina González, José Madrigal, Alberto Montes, Manuel Montoya y compañía, están escribiendo su propia historia, una historia escrita con honestidad y pasión periodística. Felicidades colegas.

Wednesday, November 10, 2010


Perros de Puerto Madero, buscadores del calamariano Comedero Piquetero. Perros progre, perros superados, perros Actitud BsAs, callejeros en calles con nombres de mujer.

Llámalo, si quieres, anárquica asociación de ideas pero este lobby me coloca dentro de un libro gordo, en una historia francesa del Siglo XIX. Balzac o Dumas para ser más preciso. No tiene nada que ver, pero en mi mente ha sido bautizada como la sala Balzac. Aquí se tejen historias grandes, narradas casi siempre en tercera persona, con un todopoderoso narrador omnisciente que es amo y señor de sus personajes, de esos que odia Fernando Vallejo. Aquí adentro se escribe la historia Balzac-Dumas- Flaubert. Eso es aquí, desde donde escribo ahora. Afuera es Kafka, puro Kafka vil, el Mito de Sísifo encarnado en la frontera más transitada del mundo. Quisiera ver a Kafka todas los amaneceres, metido dentro de un viejo carro que se calienta, aguardando con ansias el momento en que un migra filipino te busque la mirada rastreando indicios de miedo, sospechosismo o afanes de terrorismo musulmán. Masacre de minutos, desparramar gasolina, la vida entera dentro de una fila a ninguna parte.

Respuesta a un lector que ne ha contado una interesante historia sobre la fuente que pudo inspirar La Cucaracha

Amigo lector: La Cucaracha es todo un misterio y al igual que la inmensa mayoría de las canciones populares mexicanas, tiene más de un origen. La tonada de la canción es antiquísima, de hecho todo indica que es anterior a la Revolución. Era una canción o un tarareo popular cuya letra se fue adaptando. La historia del tren es buenísima, realmente surrealista, como para escribir un cuento. La nave de los locos y el tren de los pachecos. Es cierto la mota fue compañera inseparable de las tropas revolucionarias. En aquel entonces no tenía el estereotipo contracultural y juvenil surgido en los 60 y era más bien un vicio común de teporochos y gente de muy baja ralea. Los soldados revolucionarios eran muy afectos a ella. Hay quien dice que el término Cucaracha puede referirse a un carrujo de mota. Después de todo, en la jerga barrial estadounidense, “roach” es un carrujo. Hay quien dice que La Cucaracha era una vieja soldadera de la tropa villista. Otros aseguran que la Cucaracha era el carro de Pancho Villa, a bordo del cual fue muerto en Parral, que se movía tan lenta y torpemente, siempre atiborrado por los escoltas del Centauro, que parecía una cucaracha. Lo fascinante de esto, es que la canción popular recupera la tradición literaria oral de rapsodas y trovadores. Sin el ego del autor y su exclusividad de por medio, la canción pertenece al pueblo que la adapta y la moldea. Yo la conocí como una copla infantil y no como un corrido revolucionario. La letra que yo me sabía de pequeño decía porque le falta, porque no tiene, las dos patitas de atrás. Después me enteré que el corrido se refería a la marihuana. En cualquier caso, la historia del tren es la más alucinada y fascinante que he escuchado. Prometo escribir al respecto. Le mando un abrazo muy grande.




MI EDITORIAL EN NOTICIERO SINTESIS, EN APOYO A LAS FUERZAS ARMADAS Y AL TENIENTE CORONEL

Desde un tiempo para acá, escuchamos voces alzadas y leemos plumas furiosas que cuestionan la estrategia del Gobierno contra el crimen organizado. Es, nos dicen los críticos, una estrategia errónea, fallida, que está bañando de sangre al país. Ciertamente hay muchos aspectos criticables del gobierno de Calderón. Sus políticas centralistas hacia la frontera han sido, sin duda alguna, lo más desafortunado y perjudicial para quienes vivimos en esta región. La política fiscal, por desgracia, siguió naufragando en el vicio de exprimir sólo a unos cuantos contribuyentes, mientras que la generación de empleo, su gran promesa de campaña, fue el gran revés del sexenio. Pero si hay un tema en el que hay que reconocer la entrega, el sacrificio y la valentía, es en la estrategia contra el crimen organizado. Aquí sí el Gobierno le está entrando al bravísimo toro por los cuernos, asumiendo los terribles costos políticos de la medida. Quienes exigen a gritos que el Ejército deje las calles y regrese a los cuarteles, no han podido responder la pregunta fundamental: ¿Cuál sería la otra alternativa? ¿Cuál es el Plan B para enfrentar el problema? ¿Pactar con la mafia y entregarles el país a cambio de una simulada tranquilidad? Eso sí que sería un suicidio, la derrota absoluta. Señalan que se requiere prevención y no combate y estamos totalmente de acuerdo: urgen políticas preventivas agresivas e inteligentes para tener resultados a mediano y largo plazo, pero el problema lo tenemos ahora, en este preciso momento, un problema de seguridad nacional, un escenario de guerra auténtico el que se vive en muchas entidades y para eso, y no para otra cosa, está el Ejército Mexicano. Es ahora, justo ahora, cuando los necesitamos en las calles. Señalan los críticos que se requiere estrategia e inteligencia y no combate. ¿Creen acaso que los históricos decomisos y las detenciones de capos se han logrado por casualidades? No es el momento de dar golpes de timón o de perder el rumbo, sino de mantener una unión a prueba de fuego contra la adversidad en el entendido de que no es un camino fácil y toda guerra, por desgracia, exige sacrificios.


El diario El Universal coloca en su primera plana un reportaje dedicado al secretario de Seguridad de Tijuana. Leyzaola ¿héroe o villano? Cuestionan. A algunos les gustan los términos absolutos y tremendistas a la hora de juzgar a un ser humano, pero si Tijuana debe responder a la pregunta, la respuesta de la mayoría sin duda es héroe, porque lo del teniente coronel es, ante todo, una cuestión de actitud, de fe, de entrega, de rechazo total al crimen y su cultura. El tipo de actitud que la ciudadanía y el país demandan en estos momentos.

Tuesday, November 09, 2010


Esta es una gaviota de Valparaíso y es (o al menos lo supongo) una gaviota realizada. Acá por estos rumbos tijuaneros hay gaviotas y pelícanos binacionales. Se paran sobre los podridos postes que marcan la cicatriz que divide a Latinoamérica del Imperio y contemplan la tarde. Desde tu mesa en el Terraza Vallarta puedes verlos volar a uno y otro lado de la frontera, exportando e importando pescados sin que les cobren aranceles y sin molestosos migras filipinos encima de ellas. Hasta ahora el Tea Party no ha logrado penalizar el libre tránsito de aves marinas a través de la frontera. Pero la gaviota de la imagen nada sabe de garitas. Ella es una gaviota de Valpo, que acaso haya volado a Viña o la Reñaca. Una gaviota que dice cachai pho, que come congrio y chupe de mariscos y que acaso en una buena tarde le haya dado un llegue al pisco sour.


5 y 10

La Historia comienza, digamos, en un Oxxo, sobre una mesita roja. Ahí bebes un café andatti que podría saber peor. Sí, estamos de acuerdo en que un Oxxo no es lo más bucólico del paisaje urbano, pero en un afán de costumbrismo, o atendiendo a las leyes de la probabilidad, podemos concluir que toda historia que pretenda desarrollarse en una urbe mexicana, deberá incluir en algún momento a un Oxxo, pues estas tiendas de “conveniencia” (¿habías escuchado un término más ridículo y rimbombante para referirte a un changarro?) salpican cada esquina, por lo que algún día, tarde o temprano, irás a parar a alguno.

Bien. Nuestra historia comienza en un Oxxo y si quieres que sea más específico, empieza en el del crucero de la 5 y 10, el que está justo antes de bajar por el puente Alba Roja. Este crucero es, después de las garitas de San Ysidro y Otay, el mayor atiborre humano de Tijuana y una barroca representación de su perpetuo caos. Otro punto urbano ineludible este crucero que más de un despistado imagina como la unión entre las avenidas 5 y 10. Pero la 5 y 10 es un mito, una criatura de leyenda. Existen, sí, las avenidas Lázaro Cárdenas y Gustavo Díaz Ordaz, el expropiador del petróleo y el carnicero de Tlatelolco unidos en fraternal y eterno abrazo urbano. Existió en la antigüedad (cuenta la leyenda, pero a mí no me consta) una tienda llamada 5 y 10 dólares que se ubicaba en este preciso lugar y debe haber sido tan famosa, que logró inmortalizar su nombre en el crucero más concurrido de Tijuana y si bien no hay nomenclatura ni mapa catastral que lo reconozca, tampoco hay tijuanense que ignore la ubicación del crucero, donde hasta hace unos ocho años había un horrible puente peatonal cuadrado que era el símbolo y el rostro del lugar, pero de eso hablaremos luego. Acaso podamos escribir un Ulises tijuano que transcurra de manera íntegra sobre los extintos cuatro puentes peatonales de la 5 y 10, pero eso será escrito en otra ocasión.

La historia que nos ocupa (o nos ocupaba) esta mañana, comienza (¿o termina?) aquí, en un ritual de improbabilidad. Olvídense del Oxxo y de la 5 y 10. Lo que me obsesiona últimamente son los rituales de improbabilidad. Supersticioso como soy, atribuyo a estas situaciones cierta carga fatalista. Las sentencias del destino suelen cumplirse en sitios y momentos como éste. Nada tendrías que estar haciendo esta mañana justo aquí, escribiendo sobre la mesita roja de un Oxxo en la 5 y 10 y sin embargo es aquí donde te encuentras. Nadie, excepto la aleatoriedad, viene a buscarte aquí. Esos sitios que rompen tu cartografía cotidiana, son los que acaban marcando o definiendo el camino de tu vida. La Muerte suele danzar a dos metros y treinta segundos de la vereda por donde arrastras tu existencia, esa que tú ha creído eterna. Digamos que un comando asalta el Oxxo y una bala va dar justo a tu cabeza o un camión sin frenos se sale del puente y viene a dar justo sobre la mesa donde tú escribes estos ociosos desvaríos. Entre las víctimas está el pordiosero de barba tiesa que se asoma por la ventana y me mira mientras escribo.

Epílogo: El ritual de improbabilidad fue al final un ritual de intrascendencia y se amontonó en los millones de minutos que construyen esta enorme sala de espera que es nuestra vida, esa que algunos locos enfrentamos escribiendo e imaginando.