Eterno Retorno

Wednesday, April 14, 2021

Halder

 


Era una presencia fantasmal, enigmática e inquietante. Halder hablaba poco y dibujaba muchísimo. En silencio irrumpía de repente en desayunos de grupos políticos, conferencias, lecturas e inauguraciones. Calladito y sin decir “agua va”, sacaba su plumón y su cartulina, miraba detenidamente al rostro del personaje elegido y pocos minutos después tenía ya lista la caricatura. Diestro en su oficio, imprimía un toque muy personal que hacía inconfundibles sus trabajos. También participó en no pocos murales urbanos. Tenía un talento natural y era un auténtico editorialista gráfico. Nacido en Agua Prieta, era ingeniero mecánico de formación, aunque yo toda la vida lo vi dibujando cartones. No creo que exista un personaje público de Baja California, sea político, empresario, líder de opinión, deportista o creador cultural, que no haya sido dibujado por este célebre y creativo caricaturista. A mí me dibujó un par de veces. Eso sí, tenía un carácter por momentos explosivo. Algunas veces hablamos de historia. Le apasionaba la cultura alemana, la mística del ejército prusiano y la memoria del estratega militar Franz Halder. Su salud física y mental se había derrumbado en los últimos años. Hace unos días lo reportaron desaparecido. Ayer lo encontraron muerto en el departamento donde vivía en la colonia Libertad. Entiendo que nadie ha reclamado el cuerpo. Halder era en sí mismo un personaje literario, prófugo de una novela tan picaresca como trágica. Confieso que hasta hoy supe que se llamaba Francisco Xavier Cruz (así como el Abuelo rayado). Al final todos en Tijuana lo conocimos como Halder. “Mis colegas quedan tiraos por el camino”, canta la Polla Récords. Una época y no pocos oficios yacen en el desbarrancadero. Cuánta razón tienes Borges: ya somos el olvido que seremos…el polvo elemental que nos ignora. Ya somos la tumba, las dos fechas...



Baudelaire, Dostoievski y Flaubert cumplen 200

 



Un  dandi errabundo, un psicoanalista confesor y un arquitecto obsesivo. Los tres cumplen un par de siglos en este 2021.

Este es un año de bicentenarios. En 1821, mientras Iturbide, Guerrero y compañía cimentaban el embrionario estado mexicano, en Europa nacían tres hombres de letras cuya obra definió (y  define aún en gran medida) el rumbo y la esencia de eso que llamamos literatura contemporánea. Un poeta y dos novelistas que han marcado un sinfín de veredas literarias.

El 9 de abril nació Charles Baudelaire;  el 11 de noviembre Fiódor Dostoievski y el 12 de diciembre Gustave Flaubert. Más allá de los paralelismos cronológicos y de lo estéril que podría resultar la comparación de estilos contrastantes, lo innegable es que los tres nos hicieron cruzar un umbral al mirar y plasmar la condición humana como nadie lo había hecho hasta entonces. Vaya, me atrevo a decir que todos los lectores de literatura en los siglos XX y XXI hemos abrevado de ellos directa o indirectamente.

Baudelaire nos enseñó a deleitarnos  con la belleza de lo mórbido, a embriagarnos con las gotas sublimes del elixir del mal y a beatificar  la decadencia.  Imposible explicar la poesía moderna sin tomar como parámetro una obra seminal como Las Flores del Mal. Baudelaire no solamente es el primer poeta maldito, sino  el primer artista contracultural  de la vida moderna, el que inauguró la figura del creador decadente, alucinado y errabundo capaz de encontrar la iluminación en la oscuridad y el bajo fondo. Además de fungir como innegable padre espiritual de Rimbaud, Mallarmé,  Verlaine y todo el pandemonio simbolista,  es también la fuente original de donde abreva el surrealismo. Baudelaire fue el primero de los tres en morir. La sífilis y las malquerencias de su estilo de vida lo consumieron a los 46 años.

Dostoievski es acaso el primer narrador capaz de plasmar en palabra escrita las profundidades del alma humana, el primer novelista psicólogo cuyos personajes encarnaron las contradicciones inherentes a la insuficiencia ontológica. Nunca un narrador había plasmado con tal claridad conceptos como la culpa, la tentación, la dualidad y la redención a través del sufrimiento plasmados en Crimen y castigo; la pobreza y la injusticia social reflejada en Humillados y ofendidos o Pobres gentes; el enfrentamiento entre la modernidad, la tradición y la filia al árbol genealógico encarnados en  Los hermanos Karamázov; la locura, el amor no correspondido y las tinieblas interiores en Apuntes del subsuelo o Noches blancas  y  los extremos de devoción cristiana y el nihilismo anarquista en Los endemoniados y El idiota. La lista de autores marcados por Dostoievski es inmensa. Baste mencionar dos premios Nobel del Siglo XXI, como son Coetzee y Pamuk, que se proclaman sus fieles admiradores.

Por lo que a Flaubert respecta, baste señalar que es el padre de la novela moderna y realista, el primer buscador de la arquitectura prosística perfecta, el gran maniaco del párrafo pulcro y la frase insustituible. Emergió (y rompió) con la tradición romántica de Stendhal y Balzac y se anticipó por varias décadas a naturalistas como Zola y Maupassant, de los que fue innegable influencia. No le importa juzgar o valorar a sus personajes, sino narrarlos de la mejor manera posible, con un terco detallismo, plasmando el flujo de conciencia y el diálogo interno que marcarían la narrativa del Siglo XX.  La Educación sentimental, Salammbo y sobre todo Madame Bovary aún siguen seduciendo y desbarrancando lectores (para Mario Vargas Llosa, un flaubertiano confeso,  en Madame se puede leer el mejor pasaje erótico de la literatura universal). 

¿Se conocieron personalmente Flaubert y Baudelaire? ¿Charlaron y bebieron juntos alguna vez? No consta. Caminaron las mismas calles y la mojigata censura los hermanó en 1857, el año en que Las flores del mal y Madame Bovary llegaron a los tribunales por ofender a la moral pública y a las buenas costumbres. Flaubert fue absuelto pero Baudelaire no (lo multaron con 300 francos y le borraron seis poemas). 

Dostoievski y Flaubert no se conocieron, pero vivieron casi el mismo tiempo en este mundo (Fiódor nació 31 días antes que Gustave y Gustave  murió nueve meses y un día antes de Fiódor). A Baudelaire la sífilis se lo cargó catorce años antes.

 ¿Cuál de los tres está más vivo? ¿Cuál ha envejecido mejor?  ¿Con quién ha sido más injusta la posteridad? No lo sé, pero su bicentenario es un excelente pretexto para releerlos.

Monday, April 12, 2021

¿el Santa Catacha-Pacífico está el norte o al oeste?

 

Clubes de la pelea. Carneros salvajes, ciervos en brama, toros de lida o acaso mozalbetes con exceso de testosterona. Pelea jerárquica en una ascendente colina de pedruscos. Solo  el camino del puño puede alterar la jerarquía. Un canal skater con aspecto de falso velódromo en donde tres adultos celebraríamos su fiestecita a un centenial. Debes intentar caminar con las piernas abiertas. Al parecer estamos representando los mundos de cierto videojuego estilo Minecraft, lo que nos acaba por llevar a descubrir locaciones para filmar las nuevas temporadas de Vikingos, casi todas censuradas o bloqueadas por familias suecas biempensantes pasadas de pikys. No tenemos dónde filmar Vikingos, pero sí dónde enterarnos de chismes de actores y actrices.  Lo mejor fue subir al techo de mis respectivas casas en Monterrey y Tijuana. Subía al techo no sin cierto vértigo y despertando sospechas de halconeo. En teoría era la casa de colinas de San Jerónimo, pero la realidad es que estaba en Loma Larga, aunque yo trataba de forzar un plano tijuanense al estilo Rosa de los Vientos. En afán de ofrecer una didáctica sesión fotográfica en redes sociales, empiezo a disertar si al oeste de casa está el Océano Pacífico aunque desde la perspectiva de Loma Larga tiene más aspecto de Río Santa Catarina. Entonces empezaban los dilemas: ¿el Santa Catacha-Pacífico está el norte o al oeste? Lo único seguro es que el mar es el oeste, pero en Tj el norte será siempre Estados Unidos. De repente empezaba a llover y de los maixtros albañiles que había en el techo ni sus luces. No sabía exactamente cómo carajos bajaría de ahí, pero yo estaba aferrado a tomar mis fotos con el celular. De pronto, el Océano Santa Catarina se desbordaba y brotaba en furioso torrente estilo huracán Gilberto y ya para entonces  nada sabía yo de este u oeste, de norte y de sur, de sueños y vigilias, de mazazos e insomnios.