Eterno Retorno

Friday, February 12, 2021

Trancapalanca cortazariana (queremos tanto a Julio)

 


“…y no vi salir al toro ni al torero recibirlo, pero sí vi el titular del periódico: MURIÓ JULIO CORTÁZAR, y ay, cabrón, y quiero que me disculpes el exabrupto, ahí sentí que me faltaban el piso el aire el amor la humanidad, que me faltaban memoria futuro mis amigos. Me sentí vuelto mierda. Y jalé a Raúl. Raúl, ve lo que dice ahí. ¿Por qué lloras? Murió Julio Cortázar, cabrón. ¿Te imaginas lo que eso significa? Murió Cortázar, bato. Cortázar, loco, el autor del cuento que te acabo de platicar en la cantina”. ¿Saben quién escribió lo anterior? El mismísimo Élmer Mendoza, en el que acaso sea el más sentido homenaje póstumo que la narrativa mexicana dedicó a Julio Cortázar. El 12 de febrero, un hombre se entera de la muerte de Cortázar en plena corrida de toros y ahí mismo se suelta chillando a moco tendido. Este es un Élmer anterior a Élmer, es decir, antes del Asesino solitario, el amante de la Janis, el Zurdo Mendieta y el Capi Garay. Un Élmer que escribía cuentos cortísimos que se beben de hidalgo como cerveza fría.
Cuando murió Cortázar yo tenía nueve años de edad y aún faltaban algunos años para el día en que me topé con Casa tomada en El cuento hispanoamericano. Como muchos de ustedes, recuerdo el entorno y las circunstancias en que leí Rayuela. Fue en las sierras del Sur de Nuevo León, cubriendo para El Norte unos devastadores incendios. Me quedé una semana rolando entre Aramberri y Zaragoza y Julio era mi compañero de viaje. Por eso Rayuela no me sabe a café de Montmartre sino a huizache chamuscado. En cualquier caso, si tuviera que salvar un solo libro de Cortázar para llevarme a un exilio a las Islas Coronados (mis islas al mediodía), me quedo con los cuentos de Todos los fuegos el fuego. Dijeron después que fue el Vih lo que se anticipó a la Leucemia y acabó por matar a Julio, poco después de su vivencial y tardía road novel por carreteras francesas en compañía de Carol, quien se le adelantó en el camino. Tal vez nunca lo sabremos. A veces creo que Cortázar no ha envejecido de la mejor manera, que la posteridad le saca la lengua, que los nuevos narradores le dan la espalda. En cualquier caso, este 12 de febrero me dió por evocarlo desde el otro cielo.

Thursday, February 11, 2021

VARyern Múnich

Pues sí, ganó VARyern Múnich, con un fraudulento gol precedido de una mano muy obvia y una posición adelantada apretadísima. Me dirán que de todas formas hubieran ganado los bávaros. Bueno, tal vez se pudo cerrar un 0-0, llevarlo a tiempo extra y penales donde Nahuel habría hecho de las suyas. Dirán lo que quieran, pero al final, el gol fraudulento fue determinante y acabó por decidir el resultado. Me dicen que Tigres jugó con excesivas precauciones. ¿Y cómo carajos le juegas a ese Panzer? Te le abres, te desbocas al ataque y te ensarta ocho goles como al Barcelona. Solo revisen cuántas veces en los últimos meses los bávaros han metido cinco goles o más. Lo cierto es que la lógica, la elemental cordura y el sentido común me hacen afirmar  que no hay en este momento en todo América, incluidos Brasil y Argentina, un solo equipo que pueda ganarle a este Bayern. Ni uno. Este equipo es por mucho el mejor del mundo y es un cuadro de época. Ocho Bundesligas seguidas han ganado. Ocho. En total, han sido campeones ligueros de Alemania 29 veces. Para que se den una idea, el que le sigue en la tabla histórica es Borussia con apenas cinco ligas. Eso es un equipo Grande en serio, con mayúsculas y no chingaderas. Tigres encaró el partido con sus herramientas, haciendo lo que sabe hacer y lo hizo dignamente. Estoy orgulloso de estar envuelto en esta bandera felina, hoy y siempre.

 

Tuesday, February 09, 2021

Cuando volvamos a ser lo que éramos

 


Lo decimos y escuchamos todo el tiempo, tanto, que se ha vuelto un lugar común: “ya cuando todo esto pase nos volveremos a juntar  y entonces…” A punto de cumplir un año en pandemia aquello empieza a sonar como utopía. Cuando todo esto pase, cuando la mentada vacuna empiece a hacer efecto en serio, cuando estos meses sean solo un recuerdo.  ¿Llegará el momento en que estos tiempos sean ayeres? Sí, sin duda llegará y también esto pasará, pues esta pandemia no puede ser eterna. ¿Y volveremos a ser lo que éramos? Eso sí lo dudo, pues a lo mejor hay cosas que cambiaron para siempre y nunca volverán ser iguales. Vaya, ni siquiera nosotros somos los mismos. Al tiempo le gusta disfrazarse de contradictoria dualidad y aún no sé si febrero de 2020 fue ayer o transcurrió hace un siglo. El calendario me dice que han pasado doce  meses y que ya entonces se empezaba hablar con cierta insistencia del virus chino que irremediablemente irrumpiría, aunque nuestro mundo aún giraba. En aquel febrero tan lleno de presagios, emprendí una pequeña gira de promoción de mi libro en Ciudad de México y Guadalajara. A nadie se le ocurría pedir un cubre- bocas para subir al avión y no dudábamos en estrechar manos, dar abrazos, saludar de beso a las mujeres. Hoy todo ello me padece tan lejano, tan de otra época. Pronto el cerebro aprendió a activar una alerta de terror ante lo que hace muy poco era ordinario. Hoy me parece inconcebible y me genera una terrible inquietud el hablar con un extraño que no lleve la boca cubierta y siento ñáñaras cuando abro una puerta o toco una superficie en un lugar público. Alguien podría llamarle obsesión, hipocondría, pero hay tantísima muerte a nuestro alrededor, que ninguna precaución me parece exagerada. La semana pasada, nada menos, murió Arturo Escamilla Hurtado, un colega comunicador con quien en alguna etapa de la vida me tocó coincidir casi a diario, cuando yo cubría como reportero el XVIII Ayuntamiento de Tijuana. La semana antepasada murió el poeta Iván Trejo, con quien coincidí en la época en que acudía al taller de Rafael Ramírez Heredia en la Casa de la Cultura de Nuevo León. No exagero si digo que cada semana muere alguna persona conocida y nunca he perdido de vista que yo puedo ser el siguiente. Por ello me cuesta tanto trabajo creer que volverán los días en que podía estrechar más de cien manos durante un peregrinar de feria de libro o beber en un bar atestado como el Husongs de Ensenada hombro con hombro con extraños o cantar a grito pelado en un concierto de rock entre una lluvia de saliva y sudor  o gritar gol en un estadio abarrotado sin sentir ningún tipo inquietud. En los últimos once meses mi tacto hacia otro ser humano se limita a mi esposa y mi hijo. Dicen que la cultural calidez del mexicano se refleja en que somos muy dados al abrazo por cualquier pretexto, al apretón fuerte de manos y a la palmada en el hombro, pero a lo mejor eso tendrá que ir quedando atrás. Claro, puede ser que cuando esta pesadilla vaya quedando en el olvido sintamos unas ganas enormes de reunirnos y abrazarnos y de pronto irrumpa una repentina fiebre por lo gregario, pero al menos hasta este día, un chip neuronal se ha movido y a veces pienso que será para siempre.

Monday, February 08, 2021

Un poco de historia de eso que llaman eternidad

 

Se llama Historia de la Eternidad porque este equipo ya es eterno. Pase lo que pase en la final, lo hecho por el Tigre ya ha quedado marcado para siempre en la Historia, así con mayúsculas. No fue un partido circunstancial sino una cátedra futbolística en donde el Tigre superó y dominó los 98 minutos al orgulloso campeón de la Libertadores. Si la horda hater quiere hacer suyo este triunfo y celebrar a nombre México, son bienvenidos y sino, que con sus amargas rayas se lo traguen. Hoy el Felino de San Nicolás puso en alto el futbol profesional que se juega en este país como ningún equipo lo había hecho en la historia. No sé qué vaya a pasar en la Gran Final pero de una sola cosa estoy seguro: los bávaros (o en una de esas los egipcios) van a sufrir mucho. ¡Arribaaa Los Tigueeereess!!! Tigres de la U, Tigres del México.

PD- Lo siento por los hermanos Max e Igor Cavalera, hinchas radicales de Palmeiras, pero hoy el verdao yace en lo más hondo de su Sepultura. ¡Es tooodooo amigooos!!!