Eterno Retorno

Friday, August 06, 2021

Pachecas ucronías borgeanas

 



Tiempo de recrear una o varias  ucronías planteadas por José Emilio Pacheco en torno al argentino universal. Sólo Borges pudo haber sido Borges, nos dice José Emilio. Sus otras posibilidades hoy nos parecen irrisorias. Pero imagínense por un momento  un Borges militar que siguiera el camino de su abuelo al que tanto admiraba y que durante la presidencia de Yrigoyen coleccionara grados y medallas  mediante la represión de los obreros en la Semana Trágica de 1919, o un capitán Borges que participara en el golpe militar de Uriburu en 1930 y que ya convertido en todo un generalote, derrocara a Perón en 1955. O qué tal  un Borges de izquierda que de pronto, ante el gradual empobrecimiento de su familia, tomara conciencia de la injusticia social y empezara a escribir novelas proletarias en los años 30 luego de afiliarse al Partido Comunista;  un Borges popular y arrabalero al estilo de Roberto Arlt que defendiera la República Española y acabara rompiendo con la Unión Soviética tras la invasión a Hungría del 56. O imaginen a un Borges enamorado que en 1945 se casa con su amada Estela Canto y se convierte en un abnegado padre de familia que para mantener a sus hijos debe multiplicar sus oficios como periodista cultural y asistente editorial. U otro Borges (según yo esta ucronía también la escribió Pacheco, pero no encuentro la cita) que muere en 1939 luego de golpearse  la cabeza al caer de una escalera. Pasados los años sólo algunos eruditos o especialistas en la poesía  porteña subterránea  recordarían a ese joven poeta de estirpe ultraísta muerto prematuramente que escribió Fervor de Buenos Aires, Historia universal de la infamia y algunos interesantes ensayitos nunca reeditados y escasamente conocidos fuera de la Argentina,  como sucedió con la obra de su amigo Manuel Mujica Láinez  ¿Se imaginan ustedes a esos posibles Borges? Yo tampoco.

Tuesday, August 03, 2021

un frágil nido en medio del gran caos

 


Ánimas vivía con su familia en una pequeña casa de dos recámaras en donde trataban de aislarse y mantenerse a salvo de la enfermedad, aunque la sensación, en cualquier caso, era siempre opresiva. El hogar como un frágil nido en medio del gran caos. Paredes afuera estaba el Apocalipsis y sus jinetes. La peste covideña,  la narcoguerra,  la hambruna de los millones de nuevos pobres vomitados por los negocios en quiebra. Muerte reptante, muerte sin fin. Nada nuevo  bajo el sol en cualquier caso. Si omitiéramos los juguetitos digitales y otras comodidades burguesas, en el fondo los horrores vividos en la Tijuana del 2021  no resultan ser tan diferentes de los padecidos por un campesino toscano de 1349. Al final del día tenemos a unos frágiles  homo sapiens temiendo siempre por su vida y su seguridad. El hombre medieval vivía aterrado por las invasiones de tártaros,  vikingos o mongoles, por las absurdas guerras de su señor feudal o las rocambolescas políticas fiscales que cada día parecían tornarse más voraces y persecutorias, tal como ocurre en el México del 21. 

Puertas adentro, prendido a su aleph digital, Ánimas era bombardeado por las noticias de un mundo que parecía despeñarse  al fondo de un precipicio. El contador de homicidios, el contador de defunciones por Covid, los negrísimos augurios, los profetas del desastre y la intuición con cara de certeza de no haber llegado aún al fondo del pozo. En su micro edén libresco,  tras las paredes de su casita, a Ánimas no le ocurría otra cosa que invocar la escritura, pues mucho más no podría hacer, pero hasta la escritura se tornaba huidiza y rejega en ese tiempo distópico. Las palabras debían fungir como sus aliadas, su tabla de salvación para no ahogarse en esa altamar de demencia e incertidumbre, su nave espacial para viajar a otros mundos, pero las traidoras palabras le daban la espalda cuando más las necesitaba. Putas palabras alcahuetas que hace no mucho le hicieron creer que en ellas poseía una llave para abrir puertas para salir de sí mismo.