Y a ustedes colegas ¿qué portada les gusta más?
¿Qué tanto influye la
portada en la personalidad de un libro? En mi caso influye muchísimo. Puedo
decirles que no han sido pocas las veces que he comprado un libro solamente
porque su portada me sedujo, aún sin saber nada de la obra o el autor. Claro, a
diferencia de lo que sucede con los discos, la portada de los libros va
cambiando según las ediciones. Por ejemplo, la portada del Abbey Road, del Dark Side of the
Moon, del Led Zeppelin IV o del Heaven and Hell será la misma aunque transcurra
un siglo, sin embargo, hay no sé cuántos cientos o miles de ediciones del Quijote, Hamlet, Fausto o Moby Dick y cada una tiene una portada distinta, algunas
creativas y otras francamente horribles. Tal vez uno de los pocos casos de
obras literarias que edición tras edición y traducción tras traducción
conservan la misma portada, es El Principito.
Yo mismo he tratado,
en la medida de lo posible, de influir en las portadas de mis libros. Las que
más aprecio, son las tres que me hizo mi suegro Francisco Cabello y las dos que
me hizo Lilia Barajas de Nitro Press. La única francamente chafa es la de
Furtividad bajo palabra que hizo el ICBC en tiempos de Kiko. La portada del
libro inicia el juego de seducción, pero me queda claro que no todo mundo le da
importancia.
Uno de los libros que
edición tras edición mantenía la mismita portada, era La Insoportable Levedad
del Ser de Milan Kundera. Desde 1984 a la fecha, su imagen había sido la
pintura La pubertad cercana a las
Pléyades pintada por el surrealista alemán Max Ernst en 1921. Ediciones iban y venían y aún en TusQuets de
bolsillo se mantenía la obra de Ernst. A mí siempre me ha encantado. Mi edición
que le tomé prestada a mi tía Patricia Basave, (un préstamo de más de treinta
años) en colección Andanzas de TusQuets es de 1989, segunda reimpresión
mexicana y siempre imaginé que la mujer sin cabeza flotando en el fondo azul
era Teresa (o al menos así me imaginaba las piernas de Teresa). Leí La
insoportable levedad del ser a los 17 años cuando iba a abandonando la
adolescencia y francamente me voló la cabeza. Fue la primera novela filosófica,
psicoanalítica, ensayística, onírica y elegantemente erótica que leí en mi
vida. La primera gran explosión del arte mayor de la novela moderna en mi joven
cabeza. Desde entonces me leí absolutamente todo Kundera. Si tuviera que
nombrar las novelas que me marcaron el rumbo, La insoportable levedad del ser
es y será una de ellas y de una u otra forma siempre la asocié a La pubertad
cercana a las Pléyades.
Bueno, así había sido
hasta ayer que fui a Librería El Día y por primera vez en más de tres décadas,
me encontré con una edición de La insoportable levedad del ser con otra
portada. En lugar de la sexi mujer sin
cabeza de Ernst, había un simpático perrito muy millenial pintado en tres
trazos con plumón. El perrito en cuestión (asumo) es Karenin, uno de los
personajes principales de la historia. Vaya, el momento más triste de la novela
es cuando se muere el ya viejito Karenin (perdón por el spoiler), pero aun así
veo esa portada y digo, no mames, esto no es La insoportable levedad del ser y
mira que me cae bien el pinche perro. Mi colega de Librería El Día dice que hay
que renovarse, cambiar y conquistar otro tipo de lectores, pero a mí me parece
como portada de Jojo Moyes , Federico Moccia o
Alice Keller.
En fin, si la imagen
del perrito en fondo azul sirve para que los morritos de hoy se acerquen a
Kundera, pues bienvenida. Ojalá se vuelvan tan locos y alucinen tanto como yo
aluciné como esa novela, aunque su nueva portada solo me hace ver lo lejos que
estoy de la estética de las nuevas generaciones.
Y a ustedes colegas ¿qué
portada les gusta más?