Ya fue todo lo que echó el borracho. El néctar de este vómito ya fue arrojado. Todo lo demás serán estertores, arcadas viles, la sensación de tener algo más por arrojar aunque el estómago esté fatalmente vacío. Sí, la el deseo reminiscente finge estar ahí: te doblas, abres la boca e intentas escupir, pero de tus entrañas ya nada brota, aunque tú sabes bien que ahí hay algo.
Las palabras me han dejado abajo. Se fingieron sordas cuando hice por invocarlas. Las putas y alcahuetas palabras me juraron redención y catarsis, pero me dejaron abandonado a la vera del camino, como novia de rancho. Las palabras no solamente no acuden al llamado sino que me abortan, me repelen, me arrojan lejos. La negación de la escritura raya en lo psicosomático. Mi silla reclinable y mi lap top sobre la mesa de vidrio se han transformado en un territorio hostil. Invoco palabras, pero quien puntual acude al llamado es la comezón en la espalda, el mazazo de sueño, la insoportable visión de un plato sucio o algún objeto fuera de lugar que solo es capaz de perturbarme cuando estoy a punto de escribir.
Thursday, February 28, 2019
Tuesday, February 26, 2019
Recibí como regalo un librote de Mark Twain. Qué digo librote: aquello era un ladrillo de dos toneladas, con forma de escalera piramidal y con papelitos bíblicos intercalados entre las páginas. En la portada (pero de eso no estoy seguro) el prototípico rubiecito de pecas y sombrero de paja. Era Tom Sawyer, of course y yo lo agradecía de mil amores, pero consciente de que no lo leería nunca. Acaso la libre asociación de Tom Sawyer me llevó al plano bifocal de Rush, donde cámara y bocina se dividían entre una tocada garagera de 1974 (con un par de headbangueros hipitorxos prófugos de Avándaro) y otra de la banda consolidada en sus épocas más progres. La secuencia de Finding my Way y alguna rola más de sinte atmosférico (Subdivisiones) sonando al mismo tiempo.
(dos veces escupí en la alfombra de una restaurante inmerso en una junta laboral a priori condenada a no llegar a nada. Escupí y acaso esa fue mi aportación más honesta… )
Monday, February 25, 2019
Aquello era una orgía del desmembramiento, la sublime herencia tras horas de tortura, un altar de pedacería humana sobre el pavimento de la libre a Rosarito (como aquella masacre de perros atropellados en la escénica, alumbrados por los faros entre la niebla en la noche de un 31 de diciembre). Sangre, carne, patrullas y una troca mastodonte donde el cómplice madrina judicialoso miraba tras sus lentes oscuros. No lo mires, le decía a Cone. Vámonos, avancemos sin mirar, pero aquella galería cannibalcorpseana impregnaba todo. Un cuadro completo para vomitar y horrorizarse, aunque el punto exacto del horror yacía en las lenguas cortadas, sólo en las lenguas. Pobres diablos que hablaron de más, lenguas trozadas a navajazo puro, lenguas reptando en la carretera como agonizantes peces sobre la arena. Lenguas sanguinolentas profiriendo lenguaraces estertores
Sunday, February 24, 2019
Busco en las profundidades del closet una máscara de hombre de las nieves, una descomunal y percudida cabeza de botarga cubierta por blanco peluche grasiento, una monserga pesada y sofocante con el hocico a medio abrir. Aparentemente (pero de eso no estoy tan seguro) debo dar al disfraz un sentido ceremonial, una suerte de ritual de transformación a ejecutarse por la tarde, en la soledad del estudio. Ser botarga es una sofisticada forma de otredad, el cruce de una puerta sacra hacia un desdoblamiento de bufón teporocho con complejo de nagual, decadente espécimen de la realidad aparte.