Quesque Blog is Dead. Era tan predecible escuchar expresiones como ésta, tan de lugar común, que no puedo evitar sentir un ahuevante fastidio cuando las escucho. Hay movimientos a los que les cuelgan el certificado de defunción antes de recibir el acta de nacimiento. Y sin embargo… hoy existen más blogs que nunca. Los blogs están vivísimos, pero ya no viven inmersos en las calenturas del puberto. Sí, es cierto, el entorno de la blogósfera no es el mismo que se respiraba en 2002, 2003 o 2004 y nunca volverá a serlo. Lo comparo con el fervor de un adolescente que aprende a masturbarse a los doce años y empieza a repetirlo compulsivamente. Nunca más en la vida volverás a experimentar la sorpresa del primer orgasmo.
En nuestro microcosmos tijuanero se vivió un boom bloguero hormonal. Los blogs estaban vivos, sudaban, mordían, inspiraban, provocaban úlceras y furias. Este blog tiene siete años y todo lo extra pantalla que trajo la blosgósfera a mi vida ocurrió en los primeros dos años de Eterno Retorno. Un muy buen amigo de esos que tienes muy pocos en la vida amante del vino, la música y la poesía, cuatro o cinco personas muy interesentes y dos o tres freaks enfermos con vidas infelices a cuestas que se dedicaron a hostigarme y odiarme con fervor por lo aquí escrito, es lo que me dejó por herencia la blogósfera y casi todo sucedió cuando este espacio apenas nacía. Ahora el blog se estacionó en su justa dimensión. No creo que nadie pudiera hoy en día volverse loco por lo escrito en estos espacios.
Todo fenómeno naciente está destinado a vivir unos segundos de fervor antes de estabilizarse. En 2003 nadie en el mundo de lo políticamente correcto sabía qué carajos era un blog. Hoy todos los medios de comunicación serios tienen enlaces a blogs igualmente serios en donde podemos leer los comentarios editoriales bajos en calorías de los intelectuales que opinan al final del noticiero de López Dóriga. Sí, hoy hay más blogs que nunca y sin embargo yo leo muchos menos blogs que antes. La razón podría ser que mis blogs favoritos, esos que leía casi a diario, simplemente murieron o yacen en estado vegetativo víctimas de la crisis de la edad adulta.
Por cierto, otro blog emblemático se suma a la lista de obituarios. Mi amigo Gerardo Ortega, así como así y sin decir agua va, clausuró Yadivia. Una verdadera lástima. Respeto la decisión de Gerardo pero la verdad no concibo cómo alguien pueda de un día para otro matar un blog como si tal cosa. Caray, yo jamás he borrado una coma de lo aquí publicado. Todo, absolutamente todo, hasta lo que me ha traído problemas, está en los archivos y se puede leer. No es que no me arrepienta de algunas cosas, pero lo publicado, publicado está y así es la vida. Muchas veces cometí cagazones en el periódico y no podía salir con cada voceador a pedirle que la tachara. Lo que se cae se queda como en Chabelo.
Cierto: los blogs mexicanos han desperdiciado una oportunidad histórica de trascender más allá de una egocéntrica pasarela digital. Podríamos haber puesto más clavos en los ataúdes de los medios de comunicación, haber molestado un poco más al sistema, pero esos ejercicios no se nos dan por naturaleza. Somos individualistas, exhibicionistas, pero no solidarios ni activistas.
Ahora que lo de ser un blog socialmente irresponsable es perfectamente aplicable a este espacio. Algunas personas esperaban que por ser yo un reportero de formación, este espacio sería una suerte de gacetilla atiborrada de artículos, columnas y críticas políticas. Nada más falso. Este espacio es un desahogo, una cuna de porquería donde se arrojan desvaríos y se narra el happening de mi existencia. Aquí no se persigue fin alguno ni abandero causas. Este blog es un fin en sí mismo y de lo que aquí platico, es de lo mismo que platicaría si me tomara unas cervezas contigo. Libros, viajes, rock, futbol, vida cotidiana. Mi existencia y mis intereses no son muy variados que digamos. Este blog es como un disco de Motörhead o AC DC. 20 años antes o 20 años después siempre sonará igual. Así es mi vida. Lo confieso: soy un tipo bastante rutinario, poco amigo de las innovaciones. A mi favor puedo decir que soy constante como la ola del mar en la roca. No me rindo fácil ni dejo proyectos a medias, aunque conmigo raramente hay novedades en la vida. Me molesta la inconstancia, los cambios repentinos. Este blog ha sido igual a lo largo de siete años. Jamás he subido una foto en mi vida básicamente porque no se cómo hacerlo ni me interesa. Vivo en un mundo de letras, no de imágenes. Ignoro eso de los contadores y no me interesa tener uno. Tampoco me preocupo gran cosa abrir comentarios, aunque en una de esas dejo de monologar ensimismado y abro la posibilidad de que alguien me miente la madre algún día. El blog es mi desahogo, mi terapia y no busca ser otra cosa. A mi me pagan para escribir y lo que hago cuando quiero relajarme y descansar, es escribir más. No se me de otra.
En nuestro microcosmos tijuanero se vivió un boom bloguero hormonal. Los blogs estaban vivos, sudaban, mordían, inspiraban, provocaban úlceras y furias. Este blog tiene siete años y todo lo extra pantalla que trajo la blosgósfera a mi vida ocurrió en los primeros dos años de Eterno Retorno. Un muy buen amigo de esos que tienes muy pocos en la vida amante del vino, la música y la poesía, cuatro o cinco personas muy interesentes y dos o tres freaks enfermos con vidas infelices a cuestas que se dedicaron a hostigarme y odiarme con fervor por lo aquí escrito, es lo que me dejó por herencia la blogósfera y casi todo sucedió cuando este espacio apenas nacía. Ahora el blog se estacionó en su justa dimensión. No creo que nadie pudiera hoy en día volverse loco por lo escrito en estos espacios.
Todo fenómeno naciente está destinado a vivir unos segundos de fervor antes de estabilizarse. En 2003 nadie en el mundo de lo políticamente correcto sabía qué carajos era un blog. Hoy todos los medios de comunicación serios tienen enlaces a blogs igualmente serios en donde podemos leer los comentarios editoriales bajos en calorías de los intelectuales que opinan al final del noticiero de López Dóriga. Sí, hoy hay más blogs que nunca y sin embargo yo leo muchos menos blogs que antes. La razón podría ser que mis blogs favoritos, esos que leía casi a diario, simplemente murieron o yacen en estado vegetativo víctimas de la crisis de la edad adulta.
Por cierto, otro blog emblemático se suma a la lista de obituarios. Mi amigo Gerardo Ortega, así como así y sin decir agua va, clausuró Yadivia. Una verdadera lástima. Respeto la decisión de Gerardo pero la verdad no concibo cómo alguien pueda de un día para otro matar un blog como si tal cosa. Caray, yo jamás he borrado una coma de lo aquí publicado. Todo, absolutamente todo, hasta lo que me ha traído problemas, está en los archivos y se puede leer. No es que no me arrepienta de algunas cosas, pero lo publicado, publicado está y así es la vida. Muchas veces cometí cagazones en el periódico y no podía salir con cada voceador a pedirle que la tachara. Lo que se cae se queda como en Chabelo.
Cierto: los blogs mexicanos han desperdiciado una oportunidad histórica de trascender más allá de una egocéntrica pasarela digital. Podríamos haber puesto más clavos en los ataúdes de los medios de comunicación, haber molestado un poco más al sistema, pero esos ejercicios no se nos dan por naturaleza. Somos individualistas, exhibicionistas, pero no solidarios ni activistas.
Ahora que lo de ser un blog socialmente irresponsable es perfectamente aplicable a este espacio. Algunas personas esperaban que por ser yo un reportero de formación, este espacio sería una suerte de gacetilla atiborrada de artículos, columnas y críticas políticas. Nada más falso. Este espacio es un desahogo, una cuna de porquería donde se arrojan desvaríos y se narra el happening de mi existencia. Aquí no se persigue fin alguno ni abandero causas. Este blog es un fin en sí mismo y de lo que aquí platico, es de lo mismo que platicaría si me tomara unas cervezas contigo. Libros, viajes, rock, futbol, vida cotidiana. Mi existencia y mis intereses no son muy variados que digamos. Este blog es como un disco de Motörhead o AC DC. 20 años antes o 20 años después siempre sonará igual. Así es mi vida. Lo confieso: soy un tipo bastante rutinario, poco amigo de las innovaciones. A mi favor puedo decir que soy constante como la ola del mar en la roca. No me rindo fácil ni dejo proyectos a medias, aunque conmigo raramente hay novedades en la vida. Me molesta la inconstancia, los cambios repentinos. Este blog ha sido igual a lo largo de siete años. Jamás he subido una foto en mi vida básicamente porque no se cómo hacerlo ni me interesa. Vivo en un mundo de letras, no de imágenes. Ignoro eso de los contadores y no me interesa tener uno. Tampoco me preocupo gran cosa abrir comentarios, aunque en una de esas dejo de monologar ensimismado y abro la posibilidad de que alguien me miente la madre algún día. El blog es mi desahogo, mi terapia y no busca ser otra cosa. A mi me pagan para escribir y lo que hago cuando quiero relajarme y descansar, es escribir más. No se me de otra.