Eterno Retorno

Wednesday, January 17, 2024

Irrumpieron los rebeldes sin causa, los chavos de onda, los cazadores del alucine



 José Agustín publicó La tumba en 1964, cuando tenía 20 años de edad, pero empezó a escribirla desde los 16, cuando era alumno del mítico taller literario de Juan José Arreola. Siguió después con De perfil, publicada en 1966. Por primera vez un escritor mexicano escribía desde la mente, la mirada y el lenguaje de un adolescente urbano. Por primera vez la literatura mexicana rompía con el canon marcado por la novela de la Revolución y la prosa rulfiana. Por primera vez un narrador hacía pedazos la solemnidad de nuestra narrativa para dar paso a la irreverencia. Atrás quedaba el campo, los pueblitos serranos y el olor a pólvora, los campesinos y los hacendados. Por primera vez en las páginas de un libro escrito en México irrumpían los rebeldes sin causa, los chavos de onda, los cazadores del alucine.  José Agustín marcó un umbral del que no hubo retorno.  

Tuesday, January 16, 2024

El Rey yace en su templo

 


 

 

Estoy a punto de decir que si no lo leíste no tuviste adolescencia.

José Agustín irrumpió en el camino de mi vida en plena pubertad y me salió al paso en las páginas de El cuento hispanoamericano. Hoy a la distancia puedo decir que esa antología compilada por Seymour Menton fue mi portón de entrada a muchos universos.

Mi primera borrachera joséagustiniana ocurrió en los tiempos en que trabajé en Librería Castillo, donde en lugar de atender a los clientes me la pasaba entregado a leer la mercancía. En una sola tarde de “trabajo” me chuté La tumba e inmediatamente después Dos horas de sol, que venía recién desempacada como la nueva novela. Entre esos dos libros hay 30 años de distancia, pero haberlos leído en la misma semana me hizo dimensionar la derrochadora vitalidad de su autor. Este bato no envejece, pensé. Es piedra rodante que no hace moho. No era una tecla sesentera eternamente tocada, sino un personajazo que parecía seguir en la punta misma del grito. Particularmente intensa fue la comunión con Ciudades desiertas, que me acompañó a un largo autoexilio en Nueva Inglaterra. El recuerdo de la desolada inmensidad de freeways nevados y la perturbadora paz de los pueblitos de cuáquera estirpe siempre irá hermanado a Eligio y Susana.

También recuerdo que la noche antes de mi debut como reportero en El Norte de Monterrey, me leí de un jalón Luz Externa. El último libro suyo que leí fue Vida con mi viuda hace más de quince años.

En octubre del 97 me tocó ir saludar por vez primera a José Agustín cuando acudió a la feria de Monterrey a presentar La tragicomedia mexicana 3. Este bato encarna su narrativa, pensé. Por José Agustín aprendí a escuchar a los Rolling y les agarré el gusto y cada que escucho la guitarra de Keith y la voz de Mick, irremediablemente pienso en José Agustín y se me antoja releer sus libros.

Alguna vez dije que mi generación es huérfana de un padrino literario. Hoy pienso que cuando cientos de setenteros hacíamos nuestros pininos escriturales y descubrimos a José Agustín, todos dijimos: “yo quiero poder escribir como ese cabrón”. No lo conseguimos, pero les juró que valió la pena emprender el viaje. Hay obras que te definen como lector y te impulsan a transgredir fronteras narrativas. José Agustín es uno de los principales responsables de que mi camino de vida como lector haya sido tan chingón y emocionante, un viaje que a la fecha no termina ni terminará. El fuego no deja de arder y el Rey ya está en su templo, en la Casa del Sol Naciente.

Monday, January 15, 2024

No es el novelón de la década ni un libro irrepetible, pero Fortuna es una novela que se deja leer



Primera lectura del 2024: Fortuna, de Hernán Díaz. Aunque a priori el tema y la sinopsis de contraportada no habrían sido un gancho suficientemente fuerte para despertar mi curiosidad, confieso que el libro simplemente me atrapó. Hernán Díaz es argentino de nacimiento pero ha vivido buena parte de su vida en Suecia y Estados Unidos. La novela fue publicada originalmente en inglés con el título de Trust, una palabra con la que se puede jugar, pues por una parte significa confianza pero también una asociación de empresas fusionadas que comparten acciones. En cualquier caso, el origen medieval del Trust anglosajón emerge de la confianza que debían tenerse las partes asociadas. En mi clase de Derecho comparado me enseñaron que el trust es el equivalente al fideicomiso. En español Fortuna puede ser capital o suerte. Etimologías aparte, una lectura simple del libro de Hernán Díaz podría quedarse en la historia del capitalismo salvaje y el crack de 1929 narrada a través del camino de vida de un tiburón financiero de Wall Street. El desquiciado juego del dinero haciendo dinero. Yendo un poco más allá, es una novela rompecabezas sobre las múltiples miradas e interpretaciones que arrastra consigo la historia de una vida. Cuatro libros en uno:

1-Una novela sensacionalista sobre la vida y romance de un mago de las finanzas

2- Los apuntes inconclusos del tiburón financiero real que inspiró el personaje de la novela.

3- Las memorias de la ghost writer italo-americana que fue contratada para escribir o transcribir la biografía autorizada del capitalista en cuestión que tendría que desmentir a la novela.

4- El diario íntimo de la moribunda esposa del millonetas que pone de cabeza ambas versiones.

No es el novelón de la década ni un libro irrepetible, pero Fortuna es una novela que se deja leer.  Como soy un lector promiscuo, al mismo tiempo estoy con Maniac de Labatut, Las muertes de Genji de Vicente Herrasti (novelón de novelones), La figura del mundo de Juan Villoro (va por muy buen camino, aunque no soy muy afecto a la narrativa sobre progenitores) y Libre, El desafío de crecer en el fin de la historia de la albanesa Lea Ypi. Lo herético y sacrílego del asunto, debo confesarlo, es que ni una de estas lecturas la tengo impresa. Todas habitan en el mágico reino digital del Kindle. Cosas vieres.