Eterno Retorno

Saturday, June 08, 2024

TANGUARNIAC/DC

 

Hay historias que desde su nacimiento van encarnadas a un soundtrack. Mi gran inspiración para escribir Días de whisky malo fue AC/DC. Conrad Barnett, el narrador del relato, se dedica a tocar covers de esta banda en la piojosa cantina del pueblo redneck donde vive y bautizó a sus hijos con los nombres de Angus y Bon. Por si fuera poco, cuando ahogado de borracho maneja horas por carretera hasta llegar a Denver para consumar el desenlace de la historia, va escuchando el Highway to Hell en la casetera de su destartalada troca. Así las cosas, si por ventura un día alguien pone a la venta un whisky malo inspirado en AC/DC, asumo como una suerte de designio o manda divina el pepenarlo y beberlo para honrar la inspiración. El detalle colegas es que este whiskocho se me pasa de malandrejo y rudo. Yo no me canso de escuchar todos los días las rolas de Angus Young y su pandilla, pero este tanguarniz está para lanzar llamas en un crucero. Baste señalar que tendrías que sumar el costo de seis botellas de estas para que te alcance una sola de Hibiki.

En fin colegas:


If you want Blood…You Got It!!!

Tuesday, June 04, 2024

La editorial colombiana Sképsi roba arte para sus portadas


 

¿Qué tanto valor le das al trabajo artístico? Parece que hay quienes siguen aferrados a creer que el arte es gratis y está a la libre disposición de quien le quiera dar alguna utilidad. Vagando por las redes sociales, me encontré con este libro cuya portada de inmediato llamó mi atención. Esa imagen yo la conozco, dije. Lo primero que pensé es que mi suegro tiene un muy buen imitador, pero al observar bien, reparé en que en la misma portada del libro aparece la firma: Cabello. Claro: es un cuadro creado por mi suegro, Francisco Cabello. Extraordinario. Me da muchísimo gusto que aprecien su trabajo y lo elijan como portada de un libro, pero el detallito aquí es que la editorial no tuvo siquiera la amabilidad de preguntarle a él y pepenó la imagen a lo chino, sin siquiera tener la caballerosidad de darle el crédito en la hoja legal y mencionar el título del cuadro. Se trata de una editorial colombiana llamada Sképsi donde al parecer no se han enterado que en este mundo nuestro existen derechos de autor. Francisco Cabello ha consagrado su vida al arte. No es un improvisado ni comenzó ayer a experimentar trazos en un taller de principiantes. Lleva décadas pintando profesionalmente y me consta, porque lo veo trabajar, que cada cuadro trae consigo un largo y laborioso proceso creativo. Vaya, cada obra es única, tiene un valor artístico (y monetario) y les juro que no se improvisa en cinco minutos. Por cierto, Cabello ha ilustrado las portadas de tres de mis libros y no me cobró un centavo por ello, pero al menos los editores tuvieron la amabilidad de darle el crédito correspondiente en la hoja legal. El autor del libro me dice que él no tuvo nada que ver en la selección de la portada y le creo. A menudo las editoriales se van por la libre. Estos chicos de Sképsi vieron el cuadro de mi suegro en Internet y simplemente lo agarraron como quien corta una mata baldía del monte. Después de todo la imagen es perfecta para el tema del libro, mismo que ofrecen en su catálogo y tiene un precio comercial. A ver, si yo llego a la librería, agarro el libro y me salgo sin pagar, asumo que no les va a gustar. ¿Entonces por qué ustedes agarran como si tal cosa un cuadro? A mis múltiples contactos colombianos les pregunto: ¿ustedes conocen a Sképsi? Vaya seriedad y profesionalismo de editorial. Ya en serio colegas, debería decir que me sorprende, pero esto es pan de cada día para quienes se dedican a la pintura, la fotografía y el diseño. Total, el arte es gratis.

Monday, June 03, 2024

Más kafkianos que nunca

 


 

Ocurrió hace exactamente un siglo, el 3 de junio del 24. La tuberculosis que lo carcomía desde hacía siete años acabó de consumir su maltrecho cuerpo. Para Franz no hubo sorpresas. Sabía que su condena era irreversible y por ello rompió su compromiso matrimonial con Felice Bauer. En cualquier caso, de haber sobrevivido 15 años más, su destino habría sido morir en los campos de concentración nazis como le ocurrió a sus hermanas. Se sabía condenado y condenó sus libros al fuego: quémalos a la chingada sin siquiera leerlos, le pidió a su amigo Max Brod antes de morir. Para nuestra fortuna, esa condena no fue ejecutada y Max cometió la más divina desobediencia en la historia de la literatura universal al traicionar el testamento de su amigo. Max salvó su obra del fuego y gracias a esa traición sabemos que lo kafkiano es la historia de nuestra vida cotidiana. Dicen que fue el profeta de los horrores del Siglo XX, pero a mí me da por creer que el néctar mismo de lo kafkiano habita en nuestros días, en este absurdo Siglo XXI donde nuestros juguetes juegan con nuestro destino. Lo kafkiano es la pantallita donde escribo este texto, el Castillo digital donde yacemos sin remedio, una inteligencia artificial que colapsa, un robot que tiene en sus manos tu destino y no te entiende. Lo kafkiano es saberte desechable e innecesario, abortado por un engranaje cuyo funcionamiento ignoras aunque estás inmerso en el. Lo kafkiano es aceptarte culpable sin saber de qué, procesado sin saber por qué en un mundo que se jura perfecto, exacto e infalible, porque aquí la falla eres tú. Hace cien años se nos murió Franz Kafka y nuestro mundo nunca había sido tan perra y canijamente kafkiano.

Sunday, June 02, 2024

PEPENA DESAFORADA E INMISERICORDE

 


Porque seguramente estaban con el pendiente, les platico que he consagrado el domingo electoral a una masiva, desaforada, compulsiva e inmisericorde pepena de nuevos libros. Amárrenme las manos, porque esto es una masacre. Tengo más libros que tiempo de vida. La existencia simplemente no va a alcanzarme.