De todas las Batallas en el Desierto celebradas hasta este momento, Francia vs Inglaterra ha sido la más espectacular o por lo menos la de un nivel futbolístico más sólido. La Guerra de los Cien Años se trasladó a Doha y Giraud irrumpió providencial como Juana de Arco mientras que Harry Kane fue el malogrado Eduardo II y mandó su penal asteroide al Golfo Pérsico.
Todo mundo da por hecho que la final será Francia vs Argentina, pero a mí lo que me habría en verdad emocionado habría sido una final entre Argentina e Inglaterra. En cualquier caso, mi corazonada me dice que la final será misma de hace cuatro años: viviremos otro Francia vs Croacia y creo que los galos volverán a ser campeones porque están un escalón encima del resto. No es mi deseo, es la realidad. La tropa berberisca blandió la cimitarra
Los ibéricos tuvieron sus batallas de Guadalete en Qatar. Ni España ni Portugal pudieron hacerle un solo gol al portero Bono, ni siquiera en serie de penales. Hay añejas contorversias entre Marruecos e Iberia. Un día del año 711, los bereberes al mando de Táriq ibn Ziyad salieron de Tánger, cruzaron el Estrecho de Gibraltar y acabaron con el mujeriego Rodrigo, el último rey visigodo de la península, quien no midió las consecuencias de violar a la princesa ceutí Florinda La Cava. De Marruecos les llegó la desgracia y más de siete siglos se quedaron los moros a morar por tierras ibéricas. Las batallas en el desierto qatarí siguen arrojando ases inesperados. Los berberiscos ya despacharon a los dos equipos ibéricos y ahora van contra otra nación llamada Francia con quienes tienen demasiadas cuentas colonialistas pendientes.
Marruecos encarna la esencia del mundo migrante y globalizado de hoy: catorce de sus jugadores no nacieron en territorio marroquí. Tres de ellos por cierto nacieron en Francia y otros dos en España
Marruecos es posiblemente la nación musulmana más futbolera. Es el país que más veces ha pedido la sede del Mundial y más veces se la han negado. La está pidiendo desde 1994. Yo le habría dado el Mundial mucho antes que a Qatar.
Pocos recuerdan que en 1986 Marruecos jugó tres de sus cuatro partidos en Monterrey y tuvo como cancha de entrenamiento El Cerrito, en Villa de Santiago. Pocos recuerdan que fue Marruecos la primera selección africana en llegar a una segunda ronda mundialista y que lo hizo venciendo precisamente a Portugal, a quien despacharon 3-1 en Zapopan.
Marruecos no será campeón. Perderá contra Francia en un partido cerradísimo, pero tiene todos los méritos para quedarse con un dignísimo tercer lugar y ser un futuro organizador del Mundial.
Te harán la vida de cuadritos
Su guerra de independencia empezó con un partido de futbol entre Dynamo Zagreb contra Estrella Roja. La patada voladora de Zvonimir Boban contra un policía serbio fue el primer acto de rebelión croata, la estampa libertaria que desembocaría en la guerra balcánica. Croacia debutó como nación independiente en la Eurocopa del 96. Han pasado 26 años y desde entonces se ha colado tres veces al pódium mundial. Un tercer lugar en Francia, un subcampeonato en Rusia y lo que suceda en Qatar. Tres semifinales en 25 años. México en 92 años no ha conseguido ni una. Un país con menos de 4 millones de habitantes (la población de Baja California), que hace dos décadas y media estaba inmerso en una sanguinaria guerra es hoy una potencia futbolística. Se habla de Messi, Cristiano, Neymar y Mbappe como el cuarteto de cracks superdotados, pero a mi jucio el quinteto se cierra con Luka Modrić.
Más discreto, más humilde pero igualmente súperdotado, con indiscutible liderazgo y visión de campo, es un DT con tachones al que le basta una genialidad para darle la vuelta a la tuerca de un juego.
Nada en contra de ese gran país y su gente. Brasil nos ha dado grandes escritores como Rubem Fonseca, Guimaraes Rosa y Clarice Lispector, descomunales bandas de Metal que van de la potencia de Ratos de Porao, el virtuosismo de Angra, la blasfemia de Sarcofago o la energía de Nervosa y Crypta. Cierto, también está infestado de sectas evangélicas incrustadas como bacterias en la política y de porquería bolsonarista (empezando por Neymar), pero aún así es un país admirable. Brasil es una nación que honra y engrandece al futbol, pero por alguna razón yo experimento una morbosa alegría cada que eliminan a la canarinha del mundial. Lo siento, pero para mí es uno de los momentos más felices de la competencia. No lo puedo evitar.
No es deseo, es corazonada: Argentina no será campeón. Algo me dice que el destino de Messi y Ronaldo es mirar de reojo la Copa pero nunca levantarla. Incluso tengo la sensación de que la albiceleste puede hacerse la vida de cuadritos contra los croatas. Pese a la cantidad de cracks que se cargan, siguen siendo unos incurables Messidependientes.
Francia tiene un 80% de probabilidades de ser campeón, pero si a mí se me aparece el genio de la lámpara, le pediría que la última batalla en el desierto sea entre Marruecos y Croacia, una final que pulverice todas las quinielas, le miente la madre a la lógica y ponga el mundo patas arriba como le gustaba a Galeano.