Baja California nunca ha dejado de emocionarme e inspirarme.
Ayer fui invitado por la Secretaría de Turismo a
participar en un interesante y enriquecedor ejercicio. La intención es desatar
una auténtica tormenta de ideas con personalidades creativas de diversos
ámbitos para promover a Baja California como destino saliéndonos de lo típico,
apostándole a enfoques e ideas innovadoras que rompan con el cliché o con la
obviedad (se los juro, hay otros atractivos aparte del Valle de Guadalupe).
Esta es la primera vez que la Secretaría de Turismo me invita a una dinámica
como ésta, cosa que les agradezco (hasta ahora solo con la Secretaría de
Cultura había participado en un ejercicio semejante en 2019). Yo con mucho
gusto participo y aporto mi punto de vista. Creo que solo se puede promover lo
que nos emociona y lo que amamos y bueno, para nadie es un secreto que yo adoro
a Baja California y nunca ha dejado de emocionarme e inspirarme. Pese a sus
múltiples problemas y horrores cotidianos, sigo creyendo que es el mejor lugar
de México para vivir, o al menos yo no lo cambiaría por ninguna otra entidad,
pero claro, estoy consciente de que hemos desperdiciado un enorme potencial.
Baja California es un caleidoscopio de ecosistemas en donde la montaña nevada
no está muy lejos del arenoso desierto y donde el silencio bajo la noche
estrellada en una playa solitaria antecede al neón de la iluminada noche
urbana. Abrazada entre las aguas de dos mares, uno frío e impetuoso, otro
cálido y sereno, somos una tierra donde la emoción, los nuevos retos y los
desafíos son esencia cotidiana. Somos casi cuatro millones de habitantes
procedentes de muy diversos rincones del país y del planeta creando un mosaico
multicultural siempre abierto al mundo. Siete municipios, cada uno con su
esencia y vocación, con uno de los índices de desarrollo humano más elevados de
México. Desgraciadamente somos también un lugar donde la ultraviolencia no cede
tregua, donde las autoridades de los tres órdenes de gobierno han sido, salvo
contadas excepciones, históricamente mediocres o descaradamente corruptas y
donde hemos perdido poder competitivo.
El nuevo secretario de Turismo, Miguel Aguíñiga, trae un
enfoque fresco, innovador y echado para adelante, o al menos esa impresión me
da. Me encontré con una persona que habla de frente y muy al chile, no con el
típico lenguaje acartonado de funcionario. Claro, es preciso entender que todo
esto tiene que ir acompañado de una estrategia integral en donde se sumen otros
órdenes y áreas de gobierno, pues un hecho delictivo o un policía corrupto
extorsionando a un turista acaban echando por tierra por tierra la campaña más
creativa. Con la conducción del mercadólogo José Luis Villa, anduvimos por el
Baja Center el promotor turístico Pepe Avelar, el chef Rufo Ibarra, el
restaurantero Antonio Gamboa, el músico Tonalli Magaña y el cineasta Alejandro
Montalvo, entre otros muchos. En cualquier caso, parece ser un buen y
prometedor arranque. Estaremos al pendiente. También traigo algunas ideas. Ya
les platicaré.