Eterno Retorno

Saturday, April 09, 2022

Mexicali metamorfosea y cambia de piel

 

He estado decenas de veces en Mexicali y sin embargo nunca como ayer me había sumergido en sus entrañas ni había mirado el rostro oculto de su leyenda. Fascinante poder descubrir la ciudad secreta yaciente bajo la arena, los ecos de la ancestral semilla fundacional china  de donde todo brotó. Ayer, mientras exploraba los laberintos subterráneos de La Chinesca, me sentí inmerso en alguna de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino y por un momento puede palpar  que las urbes  son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje secreto y oculto. Mexicali no solo nos narra su pasado: lo contiene como las líneas de una mano en el trazado de sus calles  donde se lee su destino. Yace en sus cicatrices y las huellas ancestrales de una cultura milenaria. Al llegar a la ciudad, dice Calvino,  el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más, te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos. Mexicali metamorfosea y cambia de piel. Una puerta se abre y de pronto yaces en la bóveda oculta donde yacía un casino y un fumadero de opio  e imaginas las noches de euforia y alucinación en torno a la mesa de los tahúres donde  entre furtivos licores y conjuras jugaban Chaplin,  Al Capone y Valentino bajo una nube de humo. 

Su nombre mismo encarna la hermandad y la fusión de culturas: Mexi- Cali  México y California,  unidos  en  la ciudad que capturó  al sol, donde la calidez no solamente se expresa en la altura del termómetro;  el oasis donde la Cachanilla, el Mezquite y el Pino Salado supieron abrevar del Río Colorado y hacer brotar del desierto un cuerno de la abundancia.

Mexicali tiene una rica historia pero no todos la conocen. Nos hemos acostumbrado a que los centros históricos son exclusivos de ciudades virreinales del centro y sur del país, mientras que en el norte todo es modernidad. Cierto, las nuestras son ciudades muy jóvenes comparadas con Guanajuato o Oaxaca, pero  Mexicali tiene una historia única que contarte. Algo se está transformando en Ciudad Cachanilla. 



Friday, April 08, 2022

El tijuano Chernóbil yaciente

 


El Chernóbil yaciente entre el palacio municipal y lo que hasta hace poco era el centro de gobierno es la quintaescencia de lo tijuaneado. ¿Qué es lo tijuaneado? La expresión es aplicada principalmente a los carros curtidos en un millón de baches,  corridos en el lado salvaje y cuyo aspecto muestra las huellas de la batalla. Abolladuras, refacciones piratas, pintura de dos o más colores, composturas hechas a la brava y al buen entender. Lo tijuaneado  tiene diversas acepciones, pero puedes también interpretarlo como una híbrida morbidez,  un grotesco Frankenstein,  lo que quedó a medio camino, varado en vía muerta como el amorfo aborto de un castillo de aire que algún día quiso materializarse. Lo tijuaneado puede aplicarse a la arquitectura, a las construcciones improvisadas y siempre a medias, a la estructura caótica de calles y colonias.

En ese sitio debió estar el Zócalo 11 de Julio pero en su lugar yace un esperpento urbano, un espantajo arquitectónico. Es como si la Macroplaza regia hubiera sido abortada a medio camino por baratas grillas de politiquería parásita.  El resultado es una abominación.   Bajo una  escalera que más parece un andamio yace un vacío abismal al que cualquier niño o cualquier borracho podría precipitarse sin escalas. Al fondo aguarda  un foso de aguas oscuramente verdes donde contra todos pronósticos nadan patos entre la basura mientras furtivas gaviotas revolotean pepenando inmundicias. Los cientos de ucranianos que hoy en día están  llegando a nuestra ciudad no extrañarán demasiado las ruinas a Mariúpol.  Escaleras arriba, en lo que supongo quiso ser una explanada, el escenario es como de una aldea de postguerra. Entre mierda humana y basura se leen grafitis donde Elisa 666 te da la bienvenida al “fuking” Hell (sin C)  o al pinche puto Infierno en donde hay focos quemados, jeringas  y pachas de tonayita. Bajo el puente yace una avenida a la que irónicamente llaman vía rápida pero que no es más que un peregrinaje de atascados caracoles que juran estar cruzando una frontera, una arteria urbana cancelada a perpetuidad. A un lado, entre las dos vías “rápidas”, corre  el Río Purgatorio con su esencia de catacumba leprosa del Antiguo Testamento,  poblada por un nido almas moribundas. En el horizonte destellan las obras grises de mil y un nuevos edificios que se elevan petulantes queriendo sodomizar el cielo mientras yo camino por esta canija ciudad que tantísimas historias me ha inspirado. Desde aquella primavera del 99 no he dejado de reinventar esta ciudad en mi cabeza para narrarla en todas las formas posibles. Ningún otro sitio en el mundo me ha hecho imaginar tantos universos alternos.  La narrativa de ficción que hasta el momento he publicado brotó de estas calles como una mata baldía. La he narrado desde una supuesta objetividad periodística como un reportero pateador de pavimento y la he narrado como fabulador de mundos posibles.  Es como si las calles me susurraran al oído mil historias. De no ser por Tijuana acaso no habría escrito nunca o habría escrito algo harto distinto en donde no me reconocería. La vida está en otra parte y Tijuana,  por si no te has dado cuenta, siempre es otra parte. Y ahora estoy aquí (donde es otra parte) tan tijuaneado o peor que antes, aferrado en un enfermizo romance con esta ciudad suicida. Tijuaneado anónimo sin remedio.



Sunday, April 03, 2022

Cuando el diario íntimo acaba por ser la obra mayor de un escritor opacando por completo a sus novelas


 

Acaso el gran padrino moderno de los diarios de literatos o del diario como género literario mayor sea El oficio de vivir de Cesare Pavese. Intenso, profundo, tristísimo. Un diálogo interno pleno en dudas y cavilaciones, la mente como un laberinto oscilante. Aquí están quince años de vida del escritor piamontés que acaban de manera abrupta con la más melancólica y trágica de las despedidas: “Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más”. Y no, Cesare Pavese  no escribió más. Diez días después del punto final de su diario se suicidó en un hotel de Turín. Creo que el heredero mayor de El oficio de vivir es sin duda Emilio Renzi y sus diarios. No es casualidad que la primera vez que Renzi aparece como personaje en un cuento de Piglia sea en Un pez en el hielo donde el alter ego pigliano yace justamente en Turín tras el rastro de Pavese buscando pistas en su diario mientras deambula por la estación Santo Stefano Belbo donde vive una decepción amorosa similar a la del piamontés. Renzi medita sobre el destino de Pavese (¿se habría salvado de sí mismo de haber tenido la humildad y la modestia de Kafka?).

“El diario íntimo es una ocupación peligrosa que puede cerrar la comunicación con los otros y confinarnos a un soliloquio estéril y secreto”, escribe Julio Ramón Ribeyro, creador de La tentación del fracaso, uno de los diarios más extremos y entrañables. “Puede también servirnos para, en caso de los escritores, no escribir lo que debiéramos escribir y escribir solamente acerca de los problemas y perplejidades que nos plantea nuestra vocación, de modo que el diario termina por suplantar a la obra potencial que conteníamos.” Mucha razón tiene Ribeyro. Olvida que a menudo el diario íntimo acaba por ser la obra mayor de un escritor opacando por completo a sus novelas.

Por lo que mí a mí respecta, comencé a escribir un diario desde el orwelliano y heavymetalero año de 1984. Se mantuvo ininterrumpido en papel hasta 2002, cuando en cierta forma se mudó al blog Eterno Retorno, que veinte años después sigue vivito y coleando. De cualquier manera, siempre he mantenido cuadernos alternos de escritura diaria a mano, aunque cada vez más enfocados a lo onírico y no al mundo real. Redes duermeveleras les llamo yo.

Uno de los diarios que ha dado de qué hablar recientemente por lo confesional y explícito es Lo que fue presente  del colombiano Héctor Abad Faciolince, que bien podría dar tela de dónde cortar a quienes profundizan en los conflictos en torno a las nuevas masculinidades por la manera en que aborda ciertos temas de los que los hombres no solemos hablar.

El último gran diario literario en ingresar a mi biblioteca (cortesía de Anagrama) es el  de Rafael Chirbes que estoy por comenzar a leer. Publicados de manera póstuma, los diarios de Chirbes están siendo un fenómeno  en España, aunque aquí todavía se le lee poco.  Por lo que a mí respecta, todo lo que hasta ahora he leído este narrador valenciano me ha dejado huella profunda. Ya les platicaré de sus diarios.

PD-Palabras mayores si de diarios hablamos es el pessoal Libro del Desasosiego, la autobiografía del semi-heterónimo Bernardo Soares de quien el propio Pessoa dijo “no siendo su personalidad la mía, es no diferente de la mía, sino una mutilación de ella”. Por cierto, el traductor de El oficio de vivir de Pavese y El libro del desasosiego de Pessoa es el poeta Ángel Crespo (que también tradujo a Dante y a Guimaraes Rosa entre otros muchos) que a su vez escribió sus propios diarios publicados en Seix Barral bajo el título de Los trabajos del espíritu. El diario de un traductor que traduce diarios.