Mexicali metamorfosea y cambia de piel
He estado decenas de veces en Mexicali y sin embargo
nunca como ayer me había sumergido en sus entrañas ni había mirado el rostro
oculto de su leyenda. Fascinante poder descubrir la ciudad secreta yaciente
bajo la arena, los ecos de la ancestral semilla fundacional china de donde todo brotó. Ayer, mientras exploraba
los laberintos subterráneos de La Chinesca, me sentí inmerso en alguna de las
Ciudades Invisibles de Italo Calvino y por un momento puede palpar que las urbes son un conjunto de
muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje secreto y oculto.
Mexicali no solo nos narra su pasado: lo contiene como las líneas de una mano
en el trazado de sus calles donde se lee
su destino. Yace en sus cicatrices y las huellas ancestrales de una cultura
milenaria. Al llegar a la
ciudad, dice Calvino, el viajero
encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no
eres o no posees más, te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos. Mexicali metamorfosea y cambia de piel.
Una puerta se abre y de pronto yaces en la bóveda oculta donde yacía un casino
y un fumadero de opio e imaginas las
noches de euforia y alucinación en torno a la mesa de los tahúres donde entre furtivos licores y conjuras jugaban
Chaplin, Al Capone y Valentino bajo una
nube de humo.
Su nombre mismo encarna la hermandad y la fusión de culturas: Mexi- Cali México y California, unidos en la ciudad que capturó al sol, donde la calidez no solamente se expresa en la altura del termómetro; el oasis donde la Cachanilla, el Mezquite y el Pino Salado supieron abrevar del Río Colorado y hacer brotar del desierto un cuerno de la abundancia.
Mexicali tiene una rica historia pero no todos la conocen. Nos hemos acostumbrado a que los centros históricos son exclusivos de ciudades virreinales del centro y sur del país, mientras que en el norte todo es modernidad. Cierto, las nuestras son ciudades muy jóvenes comparadas con Guanajuato o Oaxaca, pero Mexicali tiene una historia única que contarte. Algo se está transformando en Ciudad Cachanilla.