Eterno Retorno

Friday, October 03, 2003

Periodismo y literatura

A mucha gente le gusta defender la hermandad entre periodismo y literatura e incluso consideran que son lo mismo. Yo antes quería tener fe en esa afirmación. Hoy en día pienso que es un simple cliché bastante gastado.
Acaso mi criterio obedezca a los estados de ánimo tan distintos en los que me sumerge cada uno de estos universos. La literatura es vicio, placer, pasatiempo, un Carpe Diem en si mismo que no aspira a llegar a nada. No es un medio o un camino, es un fin en sí mismo, un no va más.
El periodismo en cambio es ante todo un sendero, una serie de pasos para llegar a algo, un arma o una herramienta que vale en la medida de su trascendencia en el plano real.
Mi condicionamiento y comportamiento neuronal es diferente cuando me sumerjo en la literatura. En cambio, al llevar a cabo una tarea periodística, se requiere una mentalidad racional, lógica, detectivesca, que analice ante todo efectos y reacciones. Pero la diferencia sustancial, el abismo insalvable que separa a la literatura del periodismo, es la búsqueda de la verdad. Podríamos entrar en relativismos y decir que la verdad absoluta no existe y que será siempre un concepto absolutamente subjetivo. Ello no modifica este abismo. La cuestión es de búsqueda y vocación. El periodista debe aspirar ante todo a la verdad, a buscarla, revelarla y defenderla. Si como periodista no tienes sed de verdad, pues entonces estás jodido. Con la literatura en cambio sucede lo contrario. Desconfío demasiado de aquellas creaciones literarias que aspiran a la verdad. Hay cierta gente que concede valor a las obras literarias que aseguran basarse en un hecho real y creen que una novela vale en la medida que se apega a los hechos. Eso escupirle a la literatura, en cuyo reino no existe ni debe pretender existir la verdad. Más bien admiro a aquellos escritores que tienen la endemoniada sagacidad de engañar bien y bonito a su lector, de ponerle trampas y decirle al oído las peores mentiras. ¿Qué sentido tendría tratar de comprobar la existencia del Aleph en una vieja casa de Buenos Aires o exigir la grabación de los monólogos de Ulises?
En los etéreos parajes de la literatura, la verdad es una triste limitante de la insuficiencia humana. En el periodismo lo es todo.
Por lo demás, debo señalar con brutal honestidad, el paso del tiempo en esta profesión me ha en-señado a respetar al periodista. En lo general, siento más respeto por un periodista (ojo, un verdade-ro periodista, no un lacayo de funcionarios y candidatos) que por un escritor. El periodismo es un oficio que requiere estómago, imaginación y huevos. Con todo hijos de puta que somos, con toda la mierdez que sudan nuestras venas.
Por los literatos, salvo muy raros casos, no puedo sentir respeto. En el fondo y perdón por lo marxista de mi teoría, pero el suyo es un oficio burgués, ocioso, intrascendente para la sociedad. Seamos re-alistas ¿Para que chingados sirven los encuentros culturales? ¿A quién carajos le cambia la vida una lectura? ¿Que diablos es toda esa escoria vomitiva que llamamos cultura? Los periodistas somos un mal necesario. Los literatos ni siquiera son necesarios- ¿Cuándo ha aprendido un literato a romperse la madre? ¿Cuándo han visto a los ojos de un rostro desfigurado por las balas? ¿Cuándo han sentido ese perverso placer de saber que lo que escribiste el día anterior le está causando una ulcera a un pinche político corrupto? Sí, los periodistas somos terriblemente efímeros, nuestra obra dura apenas unas horas alzada cual trofeo en las manos de los voceadores en un crucero, pero ese fugaz paso por la vida antes de transformarse en papel de desecho cambia vidas, rompe madres y le provoca muchos dolores de estómago. Lo que mis dedos tecleen en este momento, podrá ser leído mañana por más de 10 mil personas y en la mayoría de los casos, le romperá la madre a alguien (y es que yo pienso que sino le rompes el hocico a alguien cada cierto tiempo, mejor dedícate a Sociales) ¿Que pinche culto-rozo de premios Conaculta y similares podrá presumir más de 100 lectores efectivos? Seamos realis-tas, ninguno. Sus libros son regalados a sus amanerados amigos de la misma pandilla cultural el día que compartieron el vino barato de la presentación y después se fueron a empolvar a algún olvidado librero.
Lo confieso, amo demasiado a la literatura, es mi vicio y mi karma, pero siempre sentiré más respeto por quien practica un buen periodismo, libre de ataduras y compromisos y me siento muy orgulloso de desempeñar este oficio (que no profesión) En cambio, los culturozos y teorreícos cada vez me en-ferman con más facilidad y mis botas Doctor Martínez están sedientas de patear algunos culos.


Periodismo cibernético

Al oficio que desempeño y del que me alimento y sobrevivo desde hace más de siete años lo han que-rido matar en muchas ocasiones. Jodanse teorreícos, como bien dice mi colega Ángel Ruiz, somos un mal necesario. Hierba mala nunca muere, o como bien dice Eskorbuto, nos cerraron todas las puertas, nos amarraron con cadenas, queriendo somos la peste, del hijo puta sistema-
Al periodismo, al igual que a la literatura, me lo han condenado a muerte casi compulsivamente. Los terorreícos aseguran que la era digital lo condenará a la tumba. Que digan lo que quieran, el asunto no me ofende. Era más fácil que la radio o la televisión lo mataran y mira, aquí seguimos, vivitos y coleando. Además, el periodismo impreso en papel logra un matrimonio casi perfecto con el ciberné-tico. Coincido con Ángel en el sentido de que cualquiera puede transformarse en periodista. No se necesita estudiar para ello (yo jamás estudié comunicación ni nada parecido) ni se necesita tener un aura divina ni una iluminación poética. Más bien se requieren estómago, huevos y una dosis de ma-soquismo. Si el papel muere y se da paso a la pantalla, pues que bueno, ahí estaremos para alimen-tarla. De cualquier manera no creo que maten al papel así de fácil. En los países más digitalizados, como es el caso de Japón, es precisamente dónde los periódicos tiran más ejemplares, cientos de miles al día. En Estados Unidos sucede lo mismo.
El New York Times anunció hace unos años que su última edición en papel saldrá en el 2018. Peor para ellos. Con una palm o una lap top jamás podrás matar una mosca ni cubrir el piso de las cagadas del perro o la pintura fresca. Tampoco podrás hacer un gorrito ni se podrá tapar un pordiosero por la noche. El periódico, por donde le veas es más útil. La computadora es su complemento, no su sucesora y el Internet ha llegado a engrandecerlo, no a suplantarlo.


Ahí por febrero me permití anotar en este blog los mejores discos del 2002.Dado que el 2003 está por terminar y he adquirido tantos discos, me permito aquí anotar aquellos que más han deleitado mis oídos.- No necesariamente son discos editados este año, pero yo los adquirí en 2003 y eso es lo que cuenta.

Los grandes discos del año:


- Hamerfall: Crimson Thunder--- Heavy metal puro, ortodoxo, sin menjurjes ni betunes de colores estrafalarios. Estos caballeros templarios de Escandinavia no se anduvieron por las ramas y me regalaron la mejor obra de heavy clásico en lo que va del Siglo XXI-

- Sick of it All: Live on a Dive- Yo no se que tiene el buen Hard Core que me pone tan chin-gonamente positivo. Es algo así como una extrema agresividad feliz, dar patadas con buena vibra. Slam puro. Me refiero al Hard Core verdadero, heredero de Minor Threat y no de punkitos imbéciles pelos verdes. En ese sentido, estos neoyorquinos se pintan solos. Cuando mi ánimo está a abajo, al mejor aspirina se llama Sick of it All-


Blind Guardian A night at the Opera- Los bardos de la Selva Negra se aventaron un disco de esos que hacen época y que es tan bueno, que cada nueva escucha enseña algo nuevo. Un disco potente y majestuoso, operístico y heavy, con todo y su baladita en español al más puro estilo Scorpions y su opus de 14 minutos y medio, destinado a transformarse en en Inagadda da vida del power metal.


Arch Enemy, Anthems of Rebelion- La voz de la bella Angela le sigue rompiendo la madre a muchos cantantes masculinos disque death metal, mientras que la música de los hermanos Amott tiene esa capacidad de mantener la melodía en los momentos más crudos. Arch Enemy me sigue sonando a un Carcass graduado con honores en la Universidad de Gothenburgo-


Entombed- Inferno- Los padrinos del metal muerte en Estocolmo le han metido cierto toquecito roc-kandrollero a sus composiciones. Me gusta en esos radivales saltos de una lúgubre lentitud doom a un furioso speed- Y que me disculpe Cervantes por la odiosa comparación, pero este disco es herma-no del Hell,s Unleashed, nueva producción de la banda del mismo nombre, que al igual que Entombed, es originaria de la capital de Suecia-


Iron Maiden- Dance of Death- Todavía no escucho ni digiero del todo este disco como para afirmar que me es familiar, pero este Maiden en su nueva fase de sexteto y con su vocación de elaborar rolas largas empieza a conquistarme. No more lies, Wildest dreams y Dance of death empiezan a sonar cada vez más seguido en mis bocinas, aunque todavía no me enamoro de este disco.

Metallica: St Anger: Lo adquirí con muchas reservas, predispuesto a echar pestes y enviarlo sin esca-las a la basura, pero esta pandilla me dio una grata sorpresa. Luego de las horribles decepciones de Load y Reload, el buen Lars Ulrich recuperó el bataqueo seco y duro y por fortuna los toques speed y el bajeo corrosivo hacen olvidar esos imperdonables coqueteos nu metal y su pinche vocación de ahi-jados bastardos de MTV-


Wednesday, October 01, 2003

Bartleby y compañía
Enrique Vila- Matas
Quinteto- Anagrama
Por Daniel Salinas Basave

Decía el escritor casi ágrafo Robert Walser que escribir que no se puede escribir, también es escribir. Luego entonces, es perfectamente posible que un narrador con tanta imaginación como el catalán Enrique Vila – Matas pueda escribir una interesantísima obra sobre los escritores que no escriben.
“Bartleby y compañía” es un libro realmente sui generis y aunque en el caso de un autor tan atípico como Vila- Matas el calificativo suena casi a pleonasmo, lo cierto es que esta nueva obra no parece tener un punto de comparación o un padrino literario a la vista.
Habrá que empezar por aclarar que no se trata de una antología ni de un diccionario biográfico de autores poco conocidos o subterráneos. Tampoco se podría afirmar que es un ensayo, aunque por momentos lo parece y si bien es cierto que arrastra elementos de ficción y cierta trama, sería inexacto llamarlo novela.
Digamos que es un texto híbrido con todo el sello de un Vila – Matas que sin pretender erigirse en teórico de historia de la literatura, diserta, recrea e imagina anécdotas, palabras e ideas de aquellos escritores cuya obra completa está contenida en unas cuantas hojas o de plano en ninguna.
La historia del síndrome de la agrafía la escribe Vila –Matas a través de un personaje sin nombre, de quién sólo sabemos que trabaja en una sombría covacha burocrática y tiene una enorme joroba en su espalda.
Un día, el jorobado decide romper su ágrafa maldición que arrastra desde hace 25 años y se da a la tarea de rescatar a todos aquellos personajes que pese a ser geniales, se pelearon con la escritura, o por lo menos con la publicación.
El personaje, según sus propias palabras, pretende escribir un libro de hojas en blanco repleto de notas de píes de página que disertan o explican una obra inexistente.
Para ello invoca la figura de Bartleby, el escribiente que jamás escribió, aquel personaje de Herman Melville que laboraba dentro de una oficina de Wall Street y que a cualquier encargo respondía siempre que prefería no hacerlo.
Bartleby era un escribiente que siempre estaba inmóvil frente a la hoja de papel, pero que se negaba a dejar ahí una sola letra suya.
De acuerdo con la teoría del personaje de Vila –Matas, hay seres que pasan su vida como Bartleby, con una pluma en la mano de la que salen muy pocas o ninguna letra.
Entonces empiezan a desfilar por sus páginas una serie de personajes de distintas épocas y lugares a los que hermana su vocación de decir no a la palabra escrita y publicada.
De entrada encontramos a las “R” las más célebres de la agrafía: Rimbaud y Rulfo. El primero puso el punto final de sus obras completas a los 19 años y el resto de su vida lo dedicó a traficar marfil y esclavos en África y Arabia sin volver a escribir una letra más. El segundo se transformó en la piedra angular que definiría el rumbo de la literatura mexicana con Pedro Páramo y El llano en llamas, para después sumergirse en 30 años de absoluto silencio.
Pero a la par de estos célebres ejemplos, Bartleby y compañía incluye una serie de escritores que lue-go de haber escrito unas cuantas páginas geniales, decidieron voluntariamente tirar la pluma a la basura. El austriaco Bobi Bazlen, el francés Clément Cadou, el suizo Robert Walser, el español Pepín Bello, quien jamás publicó una página en su vida y sin embargo figura como uno de los exponentes de la generación del 27 o el francés Joseph Joubert que se pasó la vida entera preparando un libro que jamás escribió, son solo algunos de los bartlebys que Vila- Matas, o su extraño personaje, rescatan en su obra.
Un sencillo y singular homenaje a la palabra no escrita y la eterna promesa literaria. Una breve historia de la literatura que pudo ser, de la idea que jamás se transformó en letra, de esos miles y miles de libros que se han escrito en las cabezas de incontables bartlebys y que no fueron capaces de sobrevivir a la enorme travesía que recorre una idea desde su gestación en una mente humana, hasta el a menudo hostil paraje de una hoja en blanco.
Después de todo, la no expresión también expresa y el silencio es una efectiva forma de lenguaje. Bien merecen entonces un homenaje-

Hoy comienza la recta final del año, los últimos tres meses de un 2003 sedentario sufrido y rutinario. Hoy me dedico a desangrar el precioso tiempo a cuchilladas y a buscar dulces soluciones en jaulas rotas. Suelo preferir la mañana al medio día, pero hoy el día no es, tampoco yo soy yo. Hoy no somos, no pintamos ni distinguimos algo más allá de un falso hedor a divinidad-

-Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quise ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he con-seguido; como cualquier poema medianamente bien hecho, ahora carezco de libertad interior, soy todo necesidad y sumisión interna a ese atormentado tirano-


Hay nuevos títulos discográficos en la colección y otros tantos han sido dados de baja. Aunque no ocurre muy a menudo, en ocasiones incurro en el error a la hora de adquirir música. Algunos discos yacen ahí arrumbados sin que llegue nunca a escucharlos, hasta que un día digo, basta ya. Entonces acudo a la Ciruela Eléctrica a realizar operaciones de trueque. Hoy di de baja tres discos: Una recopilación de Cradle of Filth cuyas rolas en su mayoría ya tengo en los anteriores discos, uno de los Beastie Boys, que honestamente no se que diablos hacía contaminando mi selecto rack (era el único disco de rap en mi Pandemonium y por ende lo discriminaba) También di de baja un disco de Biohazard que navegaba con bandera de hard core pero cometía el horrible pecado de sonar demasiado hip hop, algo inadmisible para mis oídos. Cual si fuera una fruta podrida en mi racK, el disco fue echado a patadas.
En contra parte, he dado de alta un par de disquitos que suenan mucho mejor. El nuevo de los canadienses Voivod, que no tiene nombre, se llama simplemente así, Voivod. Esta legendaria banda ha incorporado a sus filas un bajista de lujo; se trata de Jason Newsted, quien estuviera con Metallica desde la muerte de Cliff Burton en 1987, hasta el año pasado cuando abandonó la banda y fue sustituido por el chicano Rob Trujillo. En este preciso momento Voivod está en mis audífonos y el disco me agrada mucho de primera escuchada, aunque ya no suena tan ruidoso y thrashero como en sus épocas de killing technology.
El otro disco que adquirí en trueque es el nuevo material de los suecos Entombed, llamado Inferno. Estos chavos de Estocolmo se autodenominan los padres de la enorme y diversa escena del death metal sueco. El próximo día 19 estarán cerrando junto con King Diamond el Bang your head festival en San Diego. Entombed saltó a la fama con un disco que sería piedra angular del death metal, el Left hand path- Hoy en día suenan muy death and roll. Altamente recomendable- Hay que renovar de vez en cuando los discos. Es bueno para la salud.

Las cinco preguntas


Impertinente cual soy, me apunto a las preguntas del lunes. Alguien me dirá: nadie te preguntó. Bueno, pero a mi me valió madre y respondí-

¿Cuál es tu libro favorito?

Todos los libros de mi biblioteca son mis libros favoritos pues el libro suele ser mi objeto favorito del Universo. En este momento estoy leyendo Bartleby y compañía de Vila –Matas y los Siete cuentos góticos de Isak Dinesen, ambos bastante potables-

¿Cuál es tu película favorita?

No soy precisamente cinéfilo, pero me gustó mucho una película argentina llamada Sur, Amadeus, y Corre Lola es excelente.

¿Cuál es tu sabor de helado favorito?

Nuez o cajeta- De limón siempre y cuando esté bañado en Absolut Vodka-

¿Cuál es tu canción favorita? Un auténtico himno que nunca muere es Number of the Beast de Iron Maiden, aunque Anarquía en el Reino Unido de las Pistolas Sexuales cae bien en toda ocasión y el Corrido de Monterrey me pone nostálgico.

¿Cuál es tu ciudad favorita?

Playas de Tijuana y la Carretera Escénica son mi sitio en el Universo, en el cual me siento a gusto. Hamburgo, Reykjavik, Edimburgo, Toronto y San Sebastián me gustaron demasiado, pues tienen mi vibra. Las más divertidas del mundo, Amsterdam y Madrid.



Entre filósofos te veas

Diferencias filosóficas, argumenta Jorge Vergara para cesar al Yayo de la Torre como técnico de las Chivas. Supongo que Yayo era un devoto de San Agustín y Santo Tomás, mientras que Vergara, luego de profundas reflexiones y disertaciones, derrumbó las teorías de la insuficiencia ontológica que sostenía su técnico, apoyándose en el materialismo hegeliano y marxista. Hay que señalar que previo a cada partido, Yayo y Vergara debatían en torno al Discurso del Método de Descartes y al medio tiempo se enfrascaban en profunda discusión sobre la dialéctica de Kant y la concepción aristotélica del Cosmos. Sus diferencias filo-sóficas, al final, fueron insalvables
Ya en serio ¿Habrá leído ese pinche lavadólares de mierda algún libro de filosofía en toda su corrupta vida? Si algo odio es que los putos empresarios llamen filosofía a sus cerdas letanías baratas de calidad total, reingeniería y otros mantras capitalistas útiles para martirizar esclavos. Por lo demás, incluyo el comentario tan solo por que es la primera vez que veo caer un técnico por diferencias filosóficas, pero el destino de ese equipo de jalisquillos patrioteros comedores de glorias pasadas no me importa en lo absoluto. El único superlíder y futuro campeón del futbol mexicano se llama TIGRES-
Ya quisieran hijos de puta que Walter Gaytán se nacionalice mexicano. En este momento es simple y sencillamente el mejor jugador que hay sobre las canchas de nuestro país-

Monday, September 29, 2003

Ni una sola gota de cerveza en todo el fin de semana. Eso sí es para destacar- Espero mantener esta conducta durante el Otoño y el Invierno. Al menos ya no está el calor como pretexto o justificación inmejorable para destapar una botella tras otra. Además, la cerveza ya me empieza a ahuevar y cada vez me vuelvo más exigente. Si no es Tijuana, Heineken, Guiness o Negra Modelo, prefiero abstener-me de beber. La Tecate y derivados, son con todo respeto, una mentada de madre al buen gusto.
Limitaré mi consumo a vino tinto y blanco, sin excluir el Jack Daniels, el Chivas y los buenos tequilas, mezcales y derivados de agave. Así sucedió este fin de semana y así deseo que suceda en los siguientes.
El sábado, una botella de Santa Helena tinto para acompañar una deliciosa pizza de camarón y anchoa que preparó Carolina en el horno y el domingo, tres vasitos de tequila Oro Azul para bajar un caldito de res y un suculento pescado frito. A veces, soy feliz bebiendo con moderación.


Durante este año he trabajado muy duro investigando un tema referente a la adulteración de gasolina. Lo que publico hoy en la portada del periódico es tan solo la punta del iceberg de algo mucho más profundo. De cualquier manera, no hablaré de ello, pues desde hace un tiempo me hice la firme promesa de no escribir nada referente a mis asuntos profesionales en este espacio. Es lo más sano.
Sin embargo, tanto he trabajando en este tema que el pasado jueves estaba decidido a escribir un cuento y cuando se me mete una idea literaria a la cabeza, es peor que ser poseído por un demonio. Primero imaginé un relato corto, pero después de darle insistentes vueltas al asunto, me di cuenta que mi mente tenía dibujada una novela. Una creación estructurada bajo las formas más convencionales de la narrativa, en rigurosa tercera persona, al más puro estilo Balzac, con un narrador todo poderoso que sabe vida, obra y pensamientos de sus personajes, así como para que me odie Fernando Vallejo, con nombres, apellidos y referencias geográficas, para darle una buena patada en el culo a la postnarrativa. Alguien podrá pensar que mi personaje existe, pero es una novela y lo narrado es absolutamente ficticio, aunque el fenómeno que alimentó mi inspiración es real. Mi personaje es un empresario gasolinero, codicioso, edípico y perversamente puto. He pensado que la noveluka se llame Hedor a naftaleno. El jueves pasado, mientras participaba en una mesa redonda con el alcalde de Palermo, empecé a garabatear su posible comienzo, que es este:


- Fue por culpa del olor a gasolina; ¿sabes? he escuchado que es afrodisíaco-
Las palabras de Ferdinand provocaron la carcajada de su madre que hacía varios minutos había extraviado la mirada en el Pacífico, tiempo suficiente para que su nieve de limón con vodka acabara de derretirse.
Ferdinand no podía recordar exactamente en donde había escuchado o leído sobre las propiedades afrodisíacas del combustible. Acaso habría sido en algún píe de página de su adorado libro de litografías de Tom of Finland, aunque no podía estar seguro. De cualquier manera, poco le importaba recordar el origen de la afirmación. Desde hacía algún tiempo, a Ferdinand solo le preocupaba divertir a su madre y la forma más efectiva para hacerla reír, eran sus confesiones impúdicas- ...continuará-

Cuanto plomo mal gastado, en cuerpos innecesarios- Eskorbuto-

Muy pronto el mito del 68 dejó de ser tabú para transformarse en tedio. Demasiada tinta desperdiciada y un exceso de verborrea son el entorno propio de cada 2 de octubre-
Más de un nostálgico me dirá que si hoy gozo de un México democrático y puedo ejercer efectivamente mis libertades civiles se lo debo en gran medida a los mártires del 68. Honestamente, no lo creo.
Es un cliché muy común, propio de una visión rimbombante de la historia, pensar que los martirios sirven de algo y que los seres humanos se sacrifican en pos de legarnos una herencia a las generaciones futuras. Después de todo, nada hay más cristiano que el conceder a los martirios la divina capacidad de expiar pecados.
Yo creo que la única sangre que sirve es la que drena por las venas de un cuerpo vivo o en su defecto aquella que es donada a un herido o recién operado. Los únicos cuerpos útiles son los que donan sus órganos, aunque los gusanos, según sé, suelen ser agradecidos con quien les sirve un buen manjar.
Seamos realistas; el 68 como movimiento carecía de sustancia ideológica, ya no digamos de proyecto político. Sí, tenía el ímpetu, la inocencia y la espontaneidad que caracteriza a aquellas reacciones humanas que se generan más como consecuencia de un estado de ánimo social que con un auténtico propósito revolucionario. Ello es una virtud, pero esos movimientos las más de las veces se extinguen o prostituyen. Creo que el movimiento del 68 no alcanzó a prostituirse en vida pero sus herederos se encargaron de prostituir cada año su cadáver.
Por crudo que se escuche, el movimiento del 68 le debe mucho a Díaz Ordaz. Mal que bien, le debe agradecer su tan cacaraqueada inmortalidad. Solo los bautizos de sangre garantizan vida eterna, o por lo menos de 35 años de edad, que en este mundo tan cambiante y desmemoriado ya es mucha vida. Hay que dejarse de mamadas: De no ser por Tlatelolco nadie recordaría hoy en día el 68. ¿Qué se recuerda de ese movimiento? ¿Alguien conoce el limitadísimo pliego petitorio de los estudiantes? ¿Qué tanta gente se acuerda la fecha de la multitudinaria manifestación del Zócalo, apoteosis del movimiento? El día que se recuerda, tradición cristiana al fin, es y será siempre el del martirio, no el de la apoteosis. Sin martirio no hay recuerdo ni memoria. De no haberse derramado sangre en la Plaza de las Tres Culturas casi nadie recordaría hoy el 68. Díaz Ordaz cometió una pifia histórica para su causa, pues le otorgó al movimiento su certificado de inmortalidad y se condenó a si mismo a los infiernos, aunque hoy en día sigue teniendo avenidas y bulevares que llevan su nombre. Díaz Ordaz no salvó al País ni se salvó a si mismo de nada. El movimiento no hubiera podido derrocarlo y ni siquiera tenía la capacidad de suspender o alterar las Olimpiadas. Tarde o temprano el ímpetu se hubiera extinguido, los jóvenes hubieran regresado a su casa y los muertos de la Plaza de las Tres Culturas serían hoy en día burócratas panzones o somnolientos diputados perredistas a punto de jubilarse sin pena ni gloria.
¿Qué quedaría del 68 sin Tlatelolco? Lo mismo que queda del movimiento ferrocarrilero del 58 o la huelga de los doctores del 66 ¿Alguien se acuerda de ellos? No, porque no hubo sangre. Sin duda el Mosh y los chicos CGH rogaban porque Zedillo les regalara un mártir durante la toma de la Universidad, pero aquel 5 de febrero del 2000 Arellano Noblecía y la PFP se aventaron un jale limpiecito, sin una sola gota de sangre y resulta que hoy en día nadie se acuerda que hace muy poco la UNAM estuvo tomada por más de 8 meses. En cambio, si hubiera habido un muerto, el Mosh y los suyos hubieran asegurado la inmortalidad. No me queda la menor duda.
El próximo jueves escucharemos otra vez todo tipo de consignas: Que se haga justicia, que el crimen no quede en la impunidad, que la sangre de los jóvenes no se haya derramado en vano, que se diga la verdad, que se abran expedientes, bla, bla, bla. Grandes fotos en La Jornada de las manifestaciones del CGH y las ofrendas florales, unas cuantas editoriales incendiarias y ya. El 3 de octubre al mediodía, el 2 de octubre se habrá olvidado una vez más hasta el año que entrante.
Ni siquiera veo que se pueda organizar con éxito una meada colectiva en la tumba de Díaz Ordaz o que se logre, cuando menos, quitarle su nombre a ese enorme bulevar tijuanense y cambiarlo por el de Mártires del 68. Digo, mínimo para que logren algo a parte de llorar y razgarse las vestiduras ¿Será mucho pedir?