En alguna profundidad de mi subconsciente se ha quedado a vivir la silueta enorme de Don Carlos Miloc parado a milímetros de la línea de banda, su vozarrón retumbando hasta la tribuna, la eterna guayabera celeste y el pasto del Universitario reflejado en los cristales de sus anteojos. Mi primer concepto del entrenador como un hombre capaz de cambiarle el rumbo y el destino a un juego se lo debo a Don Carlos. Entonces me quedó claro que el futbol es un asunto de huevos revueltos con psicología y actitud. Con esa actitud se conquistó la gloria del 77-78 y 81-82, los grandes títulos de Liga que sólo un equipo del Norte ostenta. El primer Tigres que vi en mi vida fue el que él comandaba. Aquello era esencia de garra pura y coraje, las zarpas afiladas de quien se encargó de poner siempre en su lugar a la basura rayada. En Morelia rompió redes como jugador pero Tigres fue quien encarnó en su alma.
Vaya paradoja: Don Carlos dijo adiós en un sábado de futbol cuando Tigres y Morelia estén juntos en San Nicolás para darle el último adiós. A la aleatoriedad le encantan los símbolos. Grande Miloc. Tigre para la eternidad.
Saturday, February 25, 2017
Friday, February 24, 2017
Cuando Villoro relee a Gabo- Por Daniel Salinas Basave
La lectura es un acto de magia. A diferencia de la escritura, que suele terminar con el punto final, a la lectura, como a las deidades, le suele dar por la eternidad. También tiene el don de multiplicarse hasta el infinito en la imaginación de mil y un lectores. Aunque tengamos el mismo libro en las manos, ningún lector es idéntico a otro y cada uno reconstruye en su imaginación una obra diferente.
Borges se encargó de revelarlo a través de la figura Pierre Menard, reinventor del Don Quijote: la nueva lectura de cualquier texto es también la nueva escritura de ese mismo texto. Cada lector crea su libro, traduciendo el acto finito de escribir en el acto finito de leer, escribe Carlos Fuentes. Ese es el embrujo de algunos cuentos y novelas, en donde en cada relectura estamos reconstruyendo y redescubriendo una nueva historia que de pronto nos plantea acertijos y nos revela nuevas interrogante, un ignoto punto ciego.
Ciertas creaciones literarias geniales pueden consumar ese acto de hechicería y en ese sentido Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez es una novela cuyo engranaje narrativo raya en la perfección. Si la novela es una figura geométrica, la historia de Santiago Nasar es un compás trazando un círculo impecable e infinito. Tal vez por ello me resulta emocionante que un gran lector como es Juan Villoro, nos platique en el Centro Cultural Tijuana de los trucos y las costuras que conforman el tejido confeccionado por el Gabo. Villoro es un grandísimo narrador. Pocos como él han logrado mantener en perfecta sincronía ese a menudo conflictivo amasiato entre periodismo y literatura. Villoro tiene excepcionales novelas de largo aliento como El Testigo y Arrecife, pero también inolvidables sprints narrativos como los cuentos de Los culpables o La casa pierde, pero a la par tiene algunas de las mejores crónicas periodísticas que se han escrito en México. Uno ve el futbol con otros ojos y escucha el rock con otros oídos después de leer a Villoro.
Si ello no fuera suficiente, Juan tiene un par de ensayos literarios que son huéspedes permanentes de mi buró de la misma forma que algunos parroquianos se quedan a perpetuidad en la barra de una cantina: Me refiero a Efectos personales y De eso se trata.
Pero antes que cronista, ensayista y narrador, Juan Villoro es un lector que tiene el don de inducir a la lectura de los narradores que le han marcado el camino. Gracias a Juan descubrí a Lichtenberg y sus aforismos, pero también a Thomas Bernhard, al mapa de la lluvia de Italo Calvino y las mil fugas de Casanova. Pues bien, Villoro vino a Tijuana a reinventar Crónica de una muerte anunciada, esa magistral pieza de literatura que coquetea con el mejor periodismo y en donde desde la primera página sabemos que a Santiago Nasar lo van a matar. También sabemos que la noche anterior durmió mal, que a menudo sueña con árboles y que una semana antes de morir se soñó en un avión de papel de estaño que volaba entre los almendros. También sabemos, o intuimos, que no vamos a olvidarnos de esta velada con Villoro.
La novela Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, fue analizada por Juan Villoro en el CECUT
TIJUANA, B.C.- Crónica de una muerte anunciada, obra de Gabriel García Márquez, fue materia de análisis para el escritor Juan Villoro dentro del Ciclo de Conferencias México a través de la Cultura en el Centro Cultural Tijuana.
Aunque la charla tuvo como sede la Sala la Carlos Monsiváis, ante la excelente respuesta del público se debió acondicionar su Vestíbulo y la Sala de Juntas del Centro de Documentación de las Artes para proyectarla en pantallas.
“Estamos muy satisfechos por la respuesta del público que ha llenado esta sala, el vestíbulo y el Centro de Documentación de las Artes, cuando invité a Juan Villoro a hablar de García Márquez, me dijo, ‘debo empezar por la novela Crónica de una muerte anunciada’ y de eso vamos a escuchar”, dijo al inicio de la conferencia el director general del CECUT, Pedro Ochoa Palacio.
Daniel Salinas Basave presentó al invitado describiéndolo como “un grandísimo narrador que ha escrito novelas de largo aliento como Testigo y Arrecife, y las mejores crónicas del México contemporáneo, no sé si les pasé lo mismo, pero después de leerlo veo el futbol con otros ojos y escucho el rock con otros oídos, y tiene un par de ensayos como Efectos personales en el que descubrimos que no sólo es un narrador excepcional, sino un gran lector”.
Villoro diseccionó varios aspectos relevantes de esta obra literaria en la que dijo que se “combina dos grandes vertientes literarias de Gabriel García Márquez, el periodismo y la literatura de ficción, Crónica de una muerte anunciada es un relato testimonial, que al mismo tiempo es una novela de invención, siempre reivindicó el periodismo que él consideraba literatura bajo presión”.
“En Crónica de una muerte anunciada sabemos el final desde el principio y, sin embargo, nos lleva a distintas fases del tiempo, está escrita en saltos temporales, es una mezcla de lo real y lo ficticio, no sabemos qué nos dirá el narrador, combina datos, nos pide que desconfiemos de su investigación, cosa fascinante como recurso literario”.
“La novela trata un hecho verídico ocurrido en 1951, una boda a la que asistió Gabriel García Márquez en la que ocurre el asesinato de Santiago Nassar, Ángela Vicario realmente la prima de García Márquez, aunque él cambió los nombres de los personajes reales, hay que reparar en esos nombres, Poncio, Cristo, Pedro, Pablo, Santiago es una especie de nuevo evangelio”, explicó.
“Hay un elemento crítico, por parte de García Márquez, a la impunidad y a la pasividad de todo un pueblo que sabe lo que va a ocurrir y no hace nada, y a las costumbres morales que hacen que, por un asunto privado, se cometa un asesinato, la vida erótica de una mujer es sancionada a machetazos, es un reverso de Fuenteovejuna el pueblo no se une para la resistencia, sino para indiferencia”
“Hay una extraordinaria clave en la novela para averiguar la realidad y es la lluvia, unos dicen que no llovió ese día, el hermano de García Márquez dice que llovió, esa es la incertidumbre en la novela, los terribles hechos de 1951 llevaron a Gabriel García Márquez a escribir una novela que permitiría discernir lo que pesa un muerto”, concluyó Villoro.
Al final de la conferencia Juan Villoro atendió una sesión de preguntas y respuestas e hizo firma de libros a un público que esperó pacientemente.