Eterno Retorno

Saturday, August 14, 2021

Y volver, volver, volver...

 


Y volver, volver, volver, a la canija vagancia libresca otra vez. La última vez que saqué a pasear un libro ocurrió en febrero de 2020 en la librería del FCE en Guadalajara donde presentamos el Samurái. 18 meses después y al cabo de decenas de encuentros digitales, me iré parar en un sitio para platicar sobre un nuevo libraco que no conocen. El lugar del retorno será la Casa de la Cultura de la Altamira. Acepté la invitación que me hace el Ayuntamiento de Tijuana para participar en la clausura de la Feria Libros y Artes en Movimiento donde presentaré por primera vez a un cachorro llamado Furtividad Bajo Palabra. Resulta que en las semanas previas al arranque de la pandemia, el ICBC me entregó recién salido de imprenta este libro, que fue a pepenar un premio estatal en 2018 en la categoría de periodismo cultural. Es un libro de perfiles y crónicas sobre creadores y caudillos culturales norteños (no solamente escritores). Algunos o muchos de ustedes están reflejados ahí. Nunca lo he presentado, ni siquiera virtualmente. La verdad he salido poquísimo de casa en este año y medio y en mi familia nos hemos tomado de lo más en serio las medidas sanitarias y de sana distancia. Tengo mi doble vacuna Pfizer y mañana estaré, con mi respectivo cubrebocas en un lugar abierto, concretamente en la escalinata, compartiendo por vez primera a este nuevo cachorro. Por ahí andará también el Johnny Tecate (alias Robert de Playas) con Pancho Morales y Los Coyotes. Si alguien quiere acompañarnos están cordialmente invitados hoy por la tarde a pepenar estas furtivas palabras.

¿Pudo salvarse Tenochtitlan?


 

Se cumple esta semana medio milenio de la caída de la Gran Tenochtitlan. Fue el 13 de agosto de 1521 cuando la armada comandada por Hernán Cortés logró penetrar al centro de la gran capital del Imperio Mexica y el emperador Cuauhtémoc fue interceptado en el lago de Texcoco por el capitán García Holguín al intentar salir furtivamente de la ciudad sitiada.  Hay batallas que cambian de golpe y para siempre el sentido de la geopolítica mundial. La caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos en 1453 y la caída de Tenochtitlan a manos de los españoles en 1521 representaron el cruce de un umbral hacia una nueva era histórica.  La Gran Tenochtitlan y sus alrededores sumaban en 1521 poco más de medio millón de habitantes. Era posiblemente el conjunto urbano más poblado del mundo en el Siglo XVI. Por pura lógica elemental, podemos concluir que era materialmente imposible que un grupo de menos de 500 europeos pudiera someter a un imperio defendido por decenas de miles de feroces guerreros. No hay manera de explicar la caída de Tenochtitlan sin el gran apoyo que los aliados tlaxcaltecas, totonacas y texcocanos prestaron a Cortés. Por cada soldado europeo habría unos diez aliados combatiendo contra los mexicas. Fue también clave la estrategia militar implementada, sitiando la ciudad por agua con bergantines recién construidos y cortando sus suministros al bloquear entradas y salidas. También la enfermedad hizo de las suyas. La viruela mató muchos más mexicas que las espadas españolas.  ¿Pudo salvarse Tenochtitlan? ¿Pudieron los aztecas ganar esa guerra? La realidad es que Cortés tenía todas las de perder. Las claves de la derrota mexica fueron diversas. Si retrocedemos dos años antes de la gran batalla final, podemos concluir que la actitud pusilánime de Moctezuma y el pánico inicial frente a un invasor al que se creía divino fueron determinantes para que Cortés y los suyos lograran avanzar hasta Tenochtitlan y entrar por primera vez  en la ciudad sin enfrentar resistencia el 8 de noviembre de 1519. Por ejemplo, si a mediados de 1519, antes de que Cortés entrara en contacto los tlaxcaltecas, se hubiera ejecutado un ataque masivo y sorpresivo de miles de guerreros aztecas, no sería descabellado  pensar en el exterminio total de los 500 expedicionarios europeos. Si tal vez Moctezuma hubiera tenido un poco de mano izquierda como político y ante la inminencia del peligro hubiera pactado con los pueblos enemigos como Tlaxcala, Cempoala o Cholula ofreciendo exentarlos de tributos a cambio de una alianza militar, se habría evitado el reforzamiento del ejército invasor. ¿Qué habría pasado si en lugar de  enfrascarse en sus disputas internas  los pueblos de Mesoamérica optaban por unirse? ¿Qué hubiera sucedido si el emperador Cuitláhuac sobrevivía a la viruela y quedaba al frente de una gran armada mexica reforzada por pueblos vecinos?  Cortés, Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval pudieron morir y aquella temeraria expedición podría haber sido borrada de la faz de la tierra. Sin embargo, si Cortés hubiera muerto habría llegado tarde o temprano otra expedición más grande y mejor armada. Los pueblos precolombinos desconocían el bronce y el hierro, carecían de caballos y no practicaban la navegación a gran escala,  lo cual fue clave en su derrota militar. Tal vez Tenochtitlan habría podido resistir unos cuantos años más, tal vez lustros o décadas, pero al final habría caído. 

Thursday, August 12, 2021

yacer a un lado del camino y a devorar las sobras del banquete al que no fueron invitados.

 


 

 

Hace no mucho les dijiste a tus alumnos que los mendigos son los seres más universales y atemporales de la humanidad. Les explicaste que sin  importar la época, la cultura o la geografía,  ellos siempre han estado y estarán ahí. Lean los libros más antiguos o asómense a la ventana y verán que la historia no ha cambiado. A los pordioseros los encontramos en  el Antiguo Testamento o en los santuarios digitales del Siglo XXI;  en el Egipto de los faraones o en el San Francisco de las startups y los encontrarán sus hijos o sus nietos en las nonatas ciudades del mañana porque siempre habrá en el mundo alguien condenado a quedar afuera del juego, a yacer a un lado del camino y a devorar las sobras del banquete al que no fueron invitados. 

Por respuesta obtenías una retahíla de bostezos y alguna distraída pregunta

¿Qué es yacer profe? ¿Qué es nonata?  ¿Cuál banquete?

Pero  eso no va a venir en el examen ¿verdad profe?

No, pero se los explico para que entiendan el contexto. Grandes doctrinas filosóficas nacieron en las calles. Sócrates, Diógenes y no pocos profetas cristianos vivían en una suerte de indigencia. Ellos, a diferencia de ustedes, no fueron a una escuela.

Esa fue una de las últimas charlas que tuviste con tus alumnos y ahora que lo piensas, cada vez con mayor frecuencia hablabas de la mendicidad, acaso porque ya intuías lo cerca que podías estar de ella.

La vida había dejado de sonreírte en ese entonces y tus ingresos, de por sí magros, empezaron a enflacar. Primero te redujeron las horas de clase. De cinco horas que dabas a la semana ahora solo darías dos. Los grupos se fueron compactando y tu clase de Introducción a las doctrinas filosóficas se impartiría como materia de tronco común a las carreras de Comunicación y Derecho. Con lo ganado apenas alcanzaría para pagar la renta de tu cuchitril y no para mucho más. Después llegó la pandemia y con ella los desafíos tecnológicos que jamás pudiste encarar…

Wednesday, August 11, 2021

¿Desbarrancadero ontológico? ¿Las voces de 666 mil esquizofrénicos chenqueques hablándole al oído?

 


¿Cómo se escuchan las voces de los demonios que hablan en la cabeza de Matt Taylor? ¿Qué carajos le susurran? ¿A qué nivel de oscura podredumbre puede llegar un alma humana para hacer esto? ¿Ustedes lo entienden? Yo no. A veces parece que en Baja California estamos curados de espanto, que frente a nosotros han desfilado ya todos los horrores posibles, pero el infierno siempre tiene una mórbida carta guardada bajo la manga. Vaya que la tiene. El racimo de diarios cadáveres arrojados por la narcoviolencia hace tiempo que ha dejado de ser noticia, pero aún nos queda una dosis de sorpresa e indignación si una mañana cualquiera, a la orilla de la carretera, aparecen dos pequeños niños masacrados con saña extrema. Dos angelitos descuartizados frente al Pacífico, en la carretera que corre entre Rosarito y Ensenada, donde transcurre nuestra vida diaria. Un niño de tres años y una niña de uno. La niña tenía doce heridas en rostro tórax y brazo; el niño diecisiete La última noche de sus vidas transcurrió en el hotel City Express en el Pabellón Rosarito, muy cerquita de nuestra casa, a donde los llevó su papá.

¿Cómo fue esa última noche? ¿Concilió el sueño el asesino o se limitó a ver dormir a sus hijitos mientras esperaba el momento de llevarlos al altar de sacrificios?

Salieron de madrugada rumbo al sur. El ojo eléctrico que todo lo ve y la alerta ámbar en California arrojan que el asesino fue Matt, el padre. Aparentemente confesó cuando fue detenido mientras intentaba cruzar a Estados Unidos por la garita de San Ysidro luego de inmolar a sus hijos con una estaca. ¿Quieres estereotipos tranquilizadores? Pues no los hay. El padre homicida no es un ex presidiario, un sicario o un pandillero repleto de antecedentes penales o un traumado veterano de una guerra cruel. Nada de eso. Matt es el máster fundador de una escuela de surf en la idílica Santa Bárbara, el sueño húmedo para los amantes del estereotípico idilio californiano. Una prototípica vida de Instagram la suya. Surf, eternal sunset, cachondo amorcito, mantras de comunión con el mar y la vibra noble y bonachona de quien tiene la vida resuelta, no la sangre fría y culerísima de un hijo de puta que tiene la mala entraña para enterrar estacas en las cuerpos de sus bebés. ¿Demencia o quiebre repentino? ¿Desbarrancadero ontológico? ¿Las voces de 666 mil esquizofrénicos chenqueques hablándole al oído? ¿Qué putas madres te pasó Matt? ¿Con qué malditas criaturas te encontraste en la profundidad de las relajantes olas californianas para matar así a tus hijos? ¿Estacas? ¿Así, como vampiros mataste a tus bebés? ¿Asesinato ritual? ¿Esquizofrénico exorcismo? ¿Qué pestilentes cañerías drenaban por tu alma Matt? No tengo a la mano un dios, pero les juro que siento necesidad de improvisar una oración por estos cachorritos.



Tuesday, August 10, 2021

El negocio de Livio no es la eternidad de las montañas sino la vocación siempre mutante de la urbe.




En realidad los cerros siempre parecían rodear una ciudad distinta. Monterrey está metamorfoseando todo el tiempo,  se devora a sí misma y barre sin piedad con ruinas y vestigios de cualquier cosa que huela a vida silvestre o a tiempo pasado. Sobrevive el Obispado, el Palacio de Cantera pero no mucho más.  Avenidas, puentes, pasos a desnivel, rascacielos van brotando  de repente como brotó la Macroplaza luego de reducir a polvo el antiguo primer cuadro. Bastaba alejarse unos cuantos años de la ciudad para ya no reconocerla, sin embargo las montañas habían estado siempre ahí. Para imaginar a un 
Monterrey sin ellas era necesario remontarse a la era Paleozoica.   A Livio siempre le ha gustado pensar que el cerro  frente a sus ojos es el mismo que bautizó Alberto del Canto en 1577 cuando vio en su cumbre la forma de una  silla de montar y el mismo que miró Diego de Montemayor cuando enterró cruz y espada frente a los ojos de agua de Santa Lucía y redactó el acta fundacional de la ciudad en 1596. Los mismos cerros que estarán ahí muchísimos  años después de su muerte y  fascinarán a quienes aún no han nacido,  pero por ahora el negocio de Livio no es la eternidad de las montañas sino la vocación siempre mutante de la urbe.


Sunday, August 08, 2021

Trenes en extinción y carcharadones carcharias

 


I Trenes del extrarradio, trenes antiguos versus trenes modernos. Trenes en extinción. Locomotoras de vapor recorriendo la periferia de Londres con su perfecta fila de asientos y su nube de humo atravesando traspatios y carcasas industriales. Trenes modernos y aerodinámicos avanzando al vuelo casi sin tocar las vías, atravesando vecindarios pijos y barrios gentrificados. Trenes más parecidos a esos vehículos de transportación aeroportuaria con dos o tres asientos y un montón de tubos cromados para el agarre. Trenes pimpollos de costa  californiana desde donde avisto – cómo carajos no- colas y dorsos de cetáceos entre los surfos. En la última página de esta red duermevelera los cetáceos han tenido a bien volver.

II

Entreveros de Arcadia, de aldeana Arcadia, entreveros de estirpe de Lizard Kings y Bancalaris, guerras de coplas populares con sopladores de mil y una trompetas. Con la tuba cargando vienen desde Chihuahua y yo con mis cuentos vengo de Tijuana. Hay dos bufets, cada uno preparado por un bando distinto. Lo correcto es no mezclarlos. Hay idas y venidas,  hay poetas esquizoides y solteronas de rancho. ¿Lo de los tiburones blancos y sus jaulas formaba parte de este entrevero? La jaula que debíamos abrir para salir como si tal cosa cuando estuviéramos rodeados de jaquetones, protocolos del carcharadón carcharias. La mañana arrastra…

y el cacofónico murmullo de las 666 mil voces que nos habitan.

 


Chaising the dream. La red atrapasueños casi perdía esta asociación, pero una lectura de Pamuk la trajo de regreso. Al momento de despertar alguien me decía (con ese tonito de cronista mamón tan a lo Caparrós) que él se levanta (así, en tercera persona) más temprano porque así de fuerte hablan (o gritan) las voces que lo habitan. Habitado por demonios internos,  por tenaces recuerdos o por las ideas y los duelos internos de irreductibles egos rejegos. Dice Pamuk que el olor del Bósforo cuando hay viento del sur y las ruedas de los barcos es fácilmente distinguible. Para Orhan hay una paleta de múltiples olores posibles bajo el puente de Galata. Hay tantos sonidos distintos. El metro en Londres tiene su propio estertor. El rumor de las ciudades, sus furtivos hedores, su canción oculta y el cacofónico murmullo de las 666 mil voces que nos habitan.