Me he resignado a lo infructuoso de intentar convencer a
un fanático de lo erróneo de sus filias y fobias. De nada valen razonamientos o
demostraciones, pues las mentes cerradas
suelen ser como piedras sordas.
En este mundo nuestro tan polarizado en donde cada quien
defiende con uñas y dientes su trinchera de creencias y prejuicios, es cosa
inútil tratar de hacer cambiar a alguien. Al final del camino optamos por
llevar la fiesta en paz y respetar las creencias de los demás pues nosotros queremos
que respeten las nuestras. El respeto y la tolerancia es lo deseable cuando hablamos
de convicciones políticas o religiosas pero topan con pared cuando la ciencia va a de por medio.
Si yo no creo en ningún dios y no voy a misa es algo que no afecta en absoluto
a mi vecino. Tampoco les perjudica que yo no piense votar en la ridícula consulta
popular del 1 de agosto, pues no me quiero prestar al juego circense de un
populista. Hasta ahí llevamos la fiesta en paz. Lo que sí hace una enorme
diferencia en la vida del prójimo, es si
yo creo o no en las vacunas o en las medidas preventivas y de sana distancia
para evitar que la variante Delta del Covid se siga propagando. Si la gente quiere creer que la ciencia es una
gran estafa o un maquiavélico plan del neoliberalismo universal para robarnos identidades,
allá ellos, pero entre que son peras o son manzanas, tu obligación es ponerte
la vacuna, creas o no creas en ella. ¿No te la quieres poner? Muy bien, entonces
atente a las consecuencias. Yo estoy totalmente de acuerdo con las medidas implementadas
en Francia por Emmanuel Macron. El país galo exigirá el certificado de vacunación
a quienes quieran usar el transporte público o ingresar a bares o centros
comerciales. Si no les gusta, siempre quedará la opción de quedarse en casa. En
las puertas de los supermercados he visto a mucha gente hacer corajes porque no
los dejan entrar sin cubrebocas. Podrán hacer el berrinche que quieran y
perorar misa pero la realidad es que la prohibición de entrar con el rostro descubierto
a comercios o lugares cerrados está marcando diferencias. Lo mismo debe aplicar
en México para la vacuna. Si tú crees que ser vacunado forma parte de una gran
estafa patrocinada por Bill Gates y bla, bla, bla, vale, cada quien puede hacer
de su cabeza un papalote, pero por favor no anden exigiendo trato igualitario.
La tan cacareada inmunidad de rebaño no la vamos a conseguir hasta que una
respetable cantidad de mexicanos estemos vacunados. La humanidad le debe
demasiado a la ciencia, mucho más que a los políticos, los caudillos militares
o los artistas. Los científicos han salvado millones de vidas con sus descubrimientos.
De no ser por la ciencia, hoy estaríamos viendo morir a la tercera parte de la población
de un hemisferio como ocurrió con la peste negra del Siglo XIV. Gracias a la
ciencia podemos hacer frente a esta pandemia sin estar viviendo un holocausto
de proporciones apocalípticas. Solo la gente mentecata e idiotizada puede
descreer de las vacunas. De acuerdo, uno en su fuero interno es libre de creer en duendes o alienígenas,
pero no puede andar por la vida contagiando gente o propagando un virus solo
porque se opone a la ciencia. En estos momentos no se puede ser tolerante con
el oscurantismo.