¿Lluvia en agosto? Tijuana enloquece. Las neuronas de este planeta yacen intoxicadas. Este cielo no es real.
Atardecer de agosto sobre el puente. Frente a mí, la colonia Libertad. A mis espalda, la bola del Cecut. La noche cada vez tiene más prisa por llegar. El verano se despinta, agosto nos engaña. Bajo el puente la mierda, la podredumbre eternamente reciclada de un falso río-cicatriz. Río-purgatorio, río-límbico, estepa encementada, ruta al Apocalipsis. Cuántas almas muertas, cuántas existencias consumidas al lado del camino. Cien mil conductores, muertos por la prisa de llegar a ninguna parte, corren despavoridos por la Vía Rápida, (hoy llamada José Fimbres Moreno) A su lado, el tiempo estático, el presente perfecto, la eternidad-instante del río-infierno. La vía rápida y sus sirenas, luces y aullidos de mil policías corriendo hasta el sitio donde cayó el último cadáver. La vía rápida y sus cafres, su rayar de llantas, sus perros convertidos en alfombra, sus tecatos despedazados en el pavimento. Las noches caen y el tiempo corre, como humilde peregrino a su eterno marchitar. Las noches caen…y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Cuando camino por las calles de Tijuana yo también siento que vivo en un mundo anterior a Dios, o un mundo en el que Dios es indiferente o acaso innecesario. No hay pecado, no hay culpa, no hay sino un incesante Mal inocente.
Camina por las calles de Tijuana. Mira a los ojos de la gente ¿Cuántas miradas perdidas? ¿Cuántas cabezas en otro lugar? ¿Cuántos pensamientos perversos? Ojos que se cruzan, destellos del abismo, de todos los abismos que nos habitan. Hay un infierno individual en cada uno de nosotros. Patinamos sobre una capa de hielo. Abajo aguarda el abismal vacío. Hay capas de hielo fuerte, grueso, tan firme que los patinadores apenas intuirán el abismo. Pero hay otras capas, la mayoría, de un hielo delgado, frágil como un cristal fino, un hielo a punto de quebrarse y derretirse. Es entonces cuando sientes la atracción del vacío, el poder magnético del gran hoyo negro, los demonios gritando tu nombre a coro. Ven, ven, ven...
Sentir en una calle a todas las calles del mundo. Una mente creativa puede encontrar fascinante el viaje de la recámara a la cocina. Uno puede vivir el joyceano bloomsday en su propia ciudad. ¿Quién conoce realmente su propia ciudad? Yo no.
El viaje es metamorfosis y tatuaje, promesa de transformación, sospecha de que acaso no habrá regreso. El secreto deseo de todo viaje: no volver nunca.
Cada una de sus palabras es como una nota musical desgajada de la sinfonía del Mal.
Me da por viajar porque la vida está en otra parte y como descendiente de cavernícolas nómadas busco una luz a la que jamás podré dar alcance. ¿Que si busco inspiración poética en la contemplación del océano? El mar me gusta de la misma forma que en la prepa te gusta una morra y no puedes dejar de mirarla.
Un día, cualquier día, tu estructura se derrumba, tu castillito se hace añicos y se va a va a la mierda tu torre de ciertos y falsos, de buenos y malos, del cuatro como resultado del dos más dos. La llave que gira y enciende el motor, el botón de play y el retumbar de la música, el timbre del celular, las letras en el teclado de tu computadora, las noticias en la pantalla. ¿Cuándo te darás cuenta que tu vida es un sentido figurado? Somos ratitas en caja de Skinner, animales condicionados, domesticados a punta de placeres y choques eléctricos.
A veces soy néctar de puro Thanatos y por mis venas corre el averno. Carne y sangre de oscuridad e Infierno.
Atardecer de agosto sobre el puente. Frente a mí, la colonia Libertad. A mis espalda, la bola del Cecut. La noche cada vez tiene más prisa por llegar. El verano se despinta, agosto nos engaña. Bajo el puente la mierda, la podredumbre eternamente reciclada de un falso río-cicatriz. Río-purgatorio, río-límbico, estepa encementada, ruta al Apocalipsis. Cuántas almas muertas, cuántas existencias consumidas al lado del camino. Cien mil conductores, muertos por la prisa de llegar a ninguna parte, corren despavoridos por la Vía Rápida, (hoy llamada José Fimbres Moreno) A su lado, el tiempo estático, el presente perfecto, la eternidad-instante del río-infierno. La vía rápida y sus sirenas, luces y aullidos de mil policías corriendo hasta el sitio donde cayó el último cadáver. La vía rápida y sus cafres, su rayar de llantas, sus perros convertidos en alfombra, sus tecatos despedazados en el pavimento. Las noches caen y el tiempo corre, como humilde peregrino a su eterno marchitar. Las noches caen…y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Cuando camino por las calles de Tijuana yo también siento que vivo en un mundo anterior a Dios, o un mundo en el que Dios es indiferente o acaso innecesario. No hay pecado, no hay culpa, no hay sino un incesante Mal inocente.
Camina por las calles de Tijuana. Mira a los ojos de la gente ¿Cuántas miradas perdidas? ¿Cuántas cabezas en otro lugar? ¿Cuántos pensamientos perversos? Ojos que se cruzan, destellos del abismo, de todos los abismos que nos habitan. Hay un infierno individual en cada uno de nosotros. Patinamos sobre una capa de hielo. Abajo aguarda el abismal vacío. Hay capas de hielo fuerte, grueso, tan firme que los patinadores apenas intuirán el abismo. Pero hay otras capas, la mayoría, de un hielo delgado, frágil como un cristal fino, un hielo a punto de quebrarse y derretirse. Es entonces cuando sientes la atracción del vacío, el poder magnético del gran hoyo negro, los demonios gritando tu nombre a coro. Ven, ven, ven...
Sentir en una calle a todas las calles del mundo. Una mente creativa puede encontrar fascinante el viaje de la recámara a la cocina. Uno puede vivir el joyceano bloomsday en su propia ciudad. ¿Quién conoce realmente su propia ciudad? Yo no.
El viaje es metamorfosis y tatuaje, promesa de transformación, sospecha de que acaso no habrá regreso. El secreto deseo de todo viaje: no volver nunca.
Cada una de sus palabras es como una nota musical desgajada de la sinfonía del Mal.
Me da por viajar porque la vida está en otra parte y como descendiente de cavernícolas nómadas busco una luz a la que jamás podré dar alcance. ¿Que si busco inspiración poética en la contemplación del océano? El mar me gusta de la misma forma que en la prepa te gusta una morra y no puedes dejar de mirarla.
Un día, cualquier día, tu estructura se derrumba, tu castillito se hace añicos y se va a va a la mierda tu torre de ciertos y falsos, de buenos y malos, del cuatro como resultado del dos más dos. La llave que gira y enciende el motor, el botón de play y el retumbar de la música, el timbre del celular, las letras en el teclado de tu computadora, las noticias en la pantalla. ¿Cuándo te darás cuenta que tu vida es un sentido figurado? Somos ratitas en caja de Skinner, animales condicionados, domesticados a punta de placeres y choques eléctricos.
A veces soy néctar de puro Thanatos y por mis venas corre el averno. Carne y sangre de oscuridad e Infierno.