Friday, March 19, 2004
Dicho y hecho, se me trepa el Mr Hyde a la cabeza, a veces de manera inconsciente. No lo puedo ocultar ni pretendo negarlo. Mis desencuentro hacia las causas indigenistas no es un secreto para nadie. También he explicado hasta la saciedad que indígena no es lo mismo que indigenista. La enorme mayoría de las veces, por no decir la totalidad, los indigenistas no son indígenas. Todos ellos, por cierto, se expresan en la invasora y pérfida lengua de Cervantes y son católicos bautizados, algunos con profunda devoción por la virgencita de Guadalupe, estafa que los españoles les vendieron tan barata como las cuentas de vidrio. Si tanto odian a España, por favor dejen de expresarse en español y aprendan sus dialectos y les pido que de una vez tiren sus virgencitas y santitos a la basura, para poner un altar de sacrificios. Odiar a España me hace pensar en el remordimiento de un hijo que odia a su padre, pues él mismo fue concebido en una violación. Sólo que sin esa violación, el hijo no hubiera existido. No se puede vivir odiando a España porque el hubiera no existe. Venimos de España y nos debemos a España, queramos o no. Lo demás es romanticismo, una ilusa estupidez patriotera que busca encontrar en el estoico martirio de Cuauhtémoc la gloria y el esplendor de unos pueblos condenados a tragar carne de derrota por los siglos de los siglos.
La tele despertador se enciende. Siempre lo pongo en el canal 716 de DirectTV y nos despertamos a ritmo de buen metal.
La regadera se abre. La cafetera se enciende. El café cae en nuestro organismo. Saco a pasear al Morris. Los cuervos vuelan, las Islas yacen tras la niebla. Enciendo el carro, acelero. Carretera, Playas, Centro, Vía Rápida, Rampa Cetys, Guaycura, otra vez Vía Rápida. Mi escritorio, los periódicos, los correos, los pendientes, los planes. Mito de Sísifo, Eterno Retorno. La vida es un ciclo de ojos abiertos y cerrados, de carros que se encienden y apagan, de café y vino, de besos de despedida y llegada. Bue-nas Noches, Buenos Días, lunas, soles, el Pacífico omnipresnete y la vida, viviendo, siendo vida, pura vida-
La regadera se abre. La cafetera se enciende. El café cae en nuestro organismo. Saco a pasear al Morris. Los cuervos vuelan, las Islas yacen tras la niebla. Enciendo el carro, acelero. Carretera, Playas, Centro, Vía Rápida, Rampa Cetys, Guaycura, otra vez Vía Rápida. Mi escritorio, los periódicos, los correos, los pendientes, los planes. Mito de Sísifo, Eterno Retorno. La vida es un ciclo de ojos abiertos y cerrados, de carros que se encienden y apagan, de café y vino, de besos de despedida y llegada. Bue-nas Noches, Buenos Días, lunas, soles, el Pacífico omnipresnete y la vida, viviendo, siendo vida, pura vida-
Vaya, no cabe duda que el señor Jesucristo sigue siendo un gran negocio. El chantaje favorito de occidente nos sigue haciendo derramar muchas lágrimas. ¿Cómo puede hacer llorar una fórmula tan gastada? Ya me se el cuento, me lo retacaron en la cabeza desde muy pequeño, pues aunque vivimos en un país laico, en todas las escuelas privadas te atiborran la cabeza de mierda católica. No me interesa ver La Pasión de Cristo, para empezar porque prácticamente no me interesa ir al cine y la historia ya me la se. Un hombre que perjuraba ser hijo de Dios fue crucificado por los judíos. ¿Hay algo nuevo bajo el Sol? Que sea más o menos cruel, da lo mismo. Creo que no se puede hablar de dulzura y pétalos de rosa cuando se muere crucificado. Obvio que hay crueldad. Me deprime que Mel Gibson intente evangelizar con su película. Para mi toda esta his-toria no es más que un vil chantaje emocional. Jesús murió por sus propios pecados, no por los míos y no me salvó de nada. Si quiso derramar su sangre e inmolarse, fue porque él así lo deseo. Si yo algún día me suicidio o me hago matar, no se lo restregaré a nadie en la cara. “Lo hice por ti, morí por ti, mi sangre te redimió”. Lo hice por mí y me hago cargo de mi deseo. El único res-ponsable de tus actos eres tu y no hay dios que te salve, te perdone o te condene ¿Cuándo entenderá eso la humanidad? Espero que el Vaticano tenga la amabilidad de agradecerle a Gibson si gracias a su película hay más corderillos descarriados que al sentirse conmovidos por el martirio deciden inscribirse al club de la Gran Ramera papal.
Para soundtrack de la película, me permito recomendar esta canción llamada simplemente Dei-cide, himno de batalla de la banda del mismo nombre-
No lord shall stand before myself
I can strike the light and see through the truth
For I'm the Deicide, Dominus, what could you do
Thou has falled you now, one again and always will
On the cross, forgotten son, a sacrifice it had to be done
Chorus:
Died for me, well that's too bad I don't believe
Killed my sins of the evil what I am
Your destruction, reasons of a world in pain
Blind desciple, you will never live again
Wage of death, course of life
Unsematic birth of the Deicide
Eyes of pain, pleads of death
As you're put to rest
Three days to rise
If he lives again he is sure to die
I killed jesus
Just to see him bleed on his pulpis throne
I am evil
I'm the Deicide and I killed the lord
No more reasons
I will kill the world in another form
I rule this w
NAIL HIM
Lead: Brian Hoffman
I can strike the light and see through the truth
For I'm the Deicide, Dominus, what could you do
Thou has falled you now, one again and always will
On the
Para soundtrack de la película, me permito recomendar esta canción llamada simplemente Dei-cide, himno de batalla de la banda del mismo nombre-
No lord shall stand before myself
I can strike the light and see through the truth
For I'm the Deicide, Dominus, what could you do
Thou has falled you now, one again and always will
On the cross, forgotten son, a sacrifice it had to be done
Chorus:
Died for me, well that's too bad I don't believe
Killed my sins of the evil what I am
Your destruction, reasons of a world in pain
Blind desciple, you will never live again
Wage of death, course of life
Unsematic birth of the Deicide
Eyes of pain, pleads of death
As you're put to rest
Three days to rise
If he lives again he is sure to die
I killed jesus
Just to see him bleed on his pulpis throne
I am evil
I'm the Deicide and I killed the lord
No more reasons
I will kill the world in another form
I rule this w
NAIL HIM
Lead: Brian Hoffman
I can strike the light and see through the truth
For I'm the Deicide, Dominus, what could you do
Thou has falled you now, one again and always will
On the
La Santa Muerte es una entidad espiritual que ha existido siempre, desde el principio de los tiempos hasta nuestros días. Podemos decir que la Santa Muerte no distingue edad, sexo, raza, religión, posición social o económica. lo mismo le pide un hombre humilde que un poderoso. Y es que la Señora tiene una característica inconfundible: Su justicia es igual para todos, ya que, sin excepción alguna, un día compareceremos ante ella.
Dunne asegura que en La Muerte aprenderemos el manejo feliz de la eternidad. Recobraremos todos los instantes de nuestra vida y los combinaremos como nos plazca. Dios y nuestros amigos y Shakespeare colaborarán con nosotros, dice Borges. Yo en lo personal prefiero invitar a Cervantes y si el mimo Jorge Luis se apunta, pues que mejor.
Penalti
El periodista y escritor brasileño Armando Nogueira, definió el penalti así: “Sentencia de Muerte en la que el verdugo puede ser la víctima”
El portero sólo tiene cosas que ganar. Se asume como normal su condena a tener que recoger el balón del fondo de las redes, pero si lo para es un héroe consumado. Luego entonces, tiene todo a su favor.
El tirador tiene todo en contra. Si lo mete habrá simplemente cumplido con su deber, pero si lo falla será eternamente culpable.
En mi subconsciente están tatuados algunos penaltis históricos y aquellos que se fallaron son como una tortura constante
El penal de Hugo contra el Gato Fernández de Paraguay, el de Servín contra Harald Schumaher en el estadio Universitario de San Nicolás de los Garza el día que me gradúe de la primaria.
El que falló Gasparini la Bomba Ruiz Díaz y aquel efímero jugador italiano (el único italiano que ha jugado en Tigres) cuya única anécdota digna de recordarse es el penal que le entregó en las manos mismo portero paraguayo en el estadio tecnológico.
Pero también ha habido penales históricos que se han anotado. Un 27 de abril de 1991, Sergio Almi-rón metió en tiempo de compensación un penal que dejó parado a Moriconi y selló el triunfo de 2-1 de Tigres sobre la mierda rayada. Hace un año, un penal de último minuto de Alex Mineiro batió a Ricardo Martínez y selló el triunfo Felino por 2-1 contra la basura. Nada me pone más nervioso que un penal a favor de Tigres en un clásico. Sufro más que con un penal en contra. Me acuerdo de aquel que Kleber voló por los aires en la noche más infausta de la historia Tigre.
Imposible olvidar las manos a la cintura de Tomás Boy, el 8 en la espalda, la corta carrera y el balón a la red.
Cuando debo tomar una decisión trascendente en mi vida o resolver un asunto de importancia me imagino a mi mismo como un tirador de penal. De hecho he de confesar que toda la vida y en todas las circunstancias me estoy imaginando penales. En mi adolescencia, comparaba los ligues con pena-les. Si besaba a la morra la noche misma del ligue, significaba un penal anotado. Mis labios en los su-yos eran una pelota en las redes. Si me bateaba, era un Hugo Sánchez contra Paraguay.
El periodista y escritor brasileño Armando Nogueira, definió el penalti así: “Sentencia de Muerte en la que el verdugo puede ser la víctima”
El portero sólo tiene cosas que ganar. Se asume como normal su condena a tener que recoger el balón del fondo de las redes, pero si lo para es un héroe consumado. Luego entonces, tiene todo a su favor.
El tirador tiene todo en contra. Si lo mete habrá simplemente cumplido con su deber, pero si lo falla será eternamente culpable.
En mi subconsciente están tatuados algunos penaltis históricos y aquellos que se fallaron son como una tortura constante
El penal de Hugo contra el Gato Fernández de Paraguay, el de Servín contra Harald Schumaher en el estadio Universitario de San Nicolás de los Garza el día que me gradúe de la primaria.
El que falló Gasparini la Bomba Ruiz Díaz y aquel efímero jugador italiano (el único italiano que ha jugado en Tigres) cuya única anécdota digna de recordarse es el penal que le entregó en las manos mismo portero paraguayo en el estadio tecnológico.
Pero también ha habido penales históricos que se han anotado. Un 27 de abril de 1991, Sergio Almi-rón metió en tiempo de compensación un penal que dejó parado a Moriconi y selló el triunfo de 2-1 de Tigres sobre la mierda rayada. Hace un año, un penal de último minuto de Alex Mineiro batió a Ricardo Martínez y selló el triunfo Felino por 2-1 contra la basura. Nada me pone más nervioso que un penal a favor de Tigres en un clásico. Sufro más que con un penal en contra. Me acuerdo de aquel que Kleber voló por los aires en la noche más infausta de la historia Tigre.
Imposible olvidar las manos a la cintura de Tomás Boy, el 8 en la espalda, la corta carrera y el balón a la red.
Cuando debo tomar una decisión trascendente en mi vida o resolver un asunto de importancia me imagino a mi mismo como un tirador de penal. De hecho he de confesar que toda la vida y en todas las circunstancias me estoy imaginando penales. En mi adolescencia, comparaba los ligues con pena-les. Si besaba a la morra la noche misma del ligue, significaba un penal anotado. Mis labios en los su-yos eran una pelota en las redes. Si me bateaba, era un Hugo Sánchez contra Paraguay.
Taxi tijuanero
En Tijuana el taxi colectivo es un microcosmos que desafía las leyes del espacio, una sociedad aleato-ria de 10 individuos (contando el chofer) deambulando en el caos urbano. En todo taxi debe ir una doña gorda. Ello es una premisa existencial. Sin la mencionada doña de rechonchas carnes empeña-da en pagar sólo un pasaje, el taxi perdería su fundamento ontológico. En el 90% de los espejos de los taxis, cuelga una crucifijo que rebota furioso contra el parabrisas cada que el vehículo cae en uno de los miles de baches que las calles de Tijuana obsequian generosamente a sus felices automovilistas.
Las ventanas y el parabrisas mismo son espacios compartidos por una Virgen Guadalupana y siluetas de voluptuosas evas de formas imposibles. Las dos representaciones femeninas del trauma mexicano, la madre siempre virgen y abnegada y la puta, cachonda, potable e infiel, comparten el territorio en estos microcosmos motorizados. Junto a las femeninas imágenes, es posible ver sobre el tablero al-guna foto de la bebita del conductor, siempre vestida de rosa, una “oración del chofer” acompañada de una reliquia de la Virgen de Zapopan y algún artefacto lúdico ganado en alguna feria. He de acla-rar que cada vez son más los taxistas que se transforman en cristianos evangélicos y se sobreentiende que no usan imágenes de deidades. El problema es que los choferes evangélicos suelen traer en el ra-dio algún casete de cantores de su iglesia y se pasan el recorrido entero hablando de Cristo su salva-dor. Los choferes católicos, que aún siguen siendo mayoría, son más desparpajados. Los hay ruquísi-mos y otros casi niños. Casi siempre son foráneos, las más de las veces oriundos de la hermana repú-blica de Sinaloa y sin embargo conocen de memoria los más improbables recovecos proletarios de nuestra Tijuana. La música que escuchan los taxistas es, en el 70% de las ocasiones, cumbia tucane-ra, balada Buki, narcocorrido del As de la Sierra o romántico berreo del Coyote y su banda. Los de-más se contentan con los éxitos televisos de Paulina, Luis Miguel y basuras semejantes. Los más cho-los escuchan gangsta rap. Otros, generalmente los más ruquitos, son adictos a las tribunas radiales. Cuando el taxista va escuchando la tribuna, generalmente suele armarse un espontáneo panel de dis-cusión entre los pasajeros sobre lo mal que está el gobierno, lo corrupta que es la policía y lo cara que está la vida. Aunque siempre que viajo en taxi voy clavado en algún libro, no han sido pocas las veces que he tenido que interrumpir mi lectura para integrarme a un debate colectivo sobre alguna cues-tión. Nunca falta una doñita que te de la bendición (hoy justamente en un taxi rojo una doñita me dijo que Dios te bendiga) Por las noches son frecuentes los borrachos que se quedan dormidos en tu hombro y también los polizones que viajan en el asiento de hasta atrás y escapan sin pagar cuando han llegado a su destino. Inevitable el chofer que juega carreras, despreciable el cazador codicioso que quiere subir a cuanto peatón se cruce en su camino con tal de llenar su cuota de nueve pasajeros. Algunas veces, puedes tener la suerte de que una morrita bastante potable se siente a tu lado y en-tonces, sólo entonces, agradecerás la condición de sardina a la que condenan esta clase de vehículos.
Taxis que me he utilizado en mi vida
Taxi amarillo Centro- Playas
Taxi amarillo Tijuana- Rosarito
Taxi café Módulos Otay
En Tijuana el taxi colectivo es un microcosmos que desafía las leyes del espacio, una sociedad aleato-ria de 10 individuos (contando el chofer) deambulando en el caos urbano. En todo taxi debe ir una doña gorda. Ello es una premisa existencial. Sin la mencionada doña de rechonchas carnes empeña-da en pagar sólo un pasaje, el taxi perdería su fundamento ontológico. En el 90% de los espejos de los taxis, cuelga una crucifijo que rebota furioso contra el parabrisas cada que el vehículo cae en uno de los miles de baches que las calles de Tijuana obsequian generosamente a sus felices automovilistas.
Las ventanas y el parabrisas mismo son espacios compartidos por una Virgen Guadalupana y siluetas de voluptuosas evas de formas imposibles. Las dos representaciones femeninas del trauma mexicano, la madre siempre virgen y abnegada y la puta, cachonda, potable e infiel, comparten el territorio en estos microcosmos motorizados. Junto a las femeninas imágenes, es posible ver sobre el tablero al-guna foto de la bebita del conductor, siempre vestida de rosa, una “oración del chofer” acompañada de una reliquia de la Virgen de Zapopan y algún artefacto lúdico ganado en alguna feria. He de acla-rar que cada vez son más los taxistas que se transforman en cristianos evangélicos y se sobreentiende que no usan imágenes de deidades. El problema es que los choferes evangélicos suelen traer en el ra-dio algún casete de cantores de su iglesia y se pasan el recorrido entero hablando de Cristo su salva-dor. Los choferes católicos, que aún siguen siendo mayoría, son más desparpajados. Los hay ruquísi-mos y otros casi niños. Casi siempre son foráneos, las más de las veces oriundos de la hermana repú-blica de Sinaloa y sin embargo conocen de memoria los más improbables recovecos proletarios de nuestra Tijuana. La música que escuchan los taxistas es, en el 70% de las ocasiones, cumbia tucane-ra, balada Buki, narcocorrido del As de la Sierra o romántico berreo del Coyote y su banda. Los de-más se contentan con los éxitos televisos de Paulina, Luis Miguel y basuras semejantes. Los más cho-los escuchan gangsta rap. Otros, generalmente los más ruquitos, son adictos a las tribunas radiales. Cuando el taxista va escuchando la tribuna, generalmente suele armarse un espontáneo panel de dis-cusión entre los pasajeros sobre lo mal que está el gobierno, lo corrupta que es la policía y lo cara que está la vida. Aunque siempre que viajo en taxi voy clavado en algún libro, no han sido pocas las veces que he tenido que interrumpir mi lectura para integrarme a un debate colectivo sobre alguna cues-tión. Nunca falta una doñita que te de la bendición (hoy justamente en un taxi rojo una doñita me dijo que Dios te bendiga) Por las noches son frecuentes los borrachos que se quedan dormidos en tu hombro y también los polizones que viajan en el asiento de hasta atrás y escapan sin pagar cuando han llegado a su destino. Inevitable el chofer que juega carreras, despreciable el cazador codicioso que quiere subir a cuanto peatón se cruce en su camino con tal de llenar su cuota de nueve pasajeros. Algunas veces, puedes tener la suerte de que una morrita bastante potable se siente a tu lado y en-tonces, sólo entonces, agradecerás la condición de sardina a la que condenan esta clase de vehículos.
Taxis que me he utilizado en mi vida
Taxi amarillo Centro- Playas
Taxi amarillo Tijuana- Rosarito
Taxi café Módulos Otay
Esta es mi cr?nica del concierto de Yngwie Malmsteen. En ella no narro que una ultradensa neblina en la madrugada agreg? toques m?sticos y tenebrosos a mi retorno. Tampoco escrib? que aunque usted no lo crea, s?lo beb? una cerveza Samuel Adams en todo el concierto. ?Por qu?? Porque el sistema gabacho de represi?n es una alima?a superyo?ca que se te mete al subconsciente y te recuerda a cada momento que si te paran con aliento alcoh?lico, ser?s enchorizado de la forma m?s vil y pagar?s un mult?n que exceder? mi salario y mi premio donado. Luego entonces, ni iba a disfrutar las birrias. Eso s?, extra?? horrores un copiloto. Y es que cuando manejas en el otro lado tienes que andar bien al tiro de las se?ales y los letreros de salida y luego si a eso le agregas ese nivel tan denso de neblina, la cosa se torna grave. De cualquier manera, con todo y la desvelada y la perdida, vali? la pena escuchar a Yngwie.
Por Daniel Salinas
Luego de escuchar m?s de dos horas de derroche l?rico a cargo de Yngwie Malmsteen, lo ?nico que se puede pensar es que la guitarra en sus manos en el equivalente a un Aleph s?nico en donde todos los tonos son posibles.
Desde las sinfon?as de Bach y Mozart, hasta la m?s furiosa distorsi?n rockera pasando por la inter-pretaci?n del Himno de Estados Unidos, se pueden escuchar en las lecciones impartidas por este guitarrista sueco, que se present? la noche del martes en el 4&B de San Diego.
Idolatrado por miles, que lo consideran un guitarrista que mueve las cuerdas con los dedos de los dioses y detestado por algunos, que lo juzgan un egocentrista obsesionado en mostrar los extremos de su virtuosismo con las m?s diversas piruetas, Malmsteen demostr? que es due?o de una t?cnica ?nica e inimitable.
Ya pasaba de las 22:00 y las m?s de 250 personas congregadas en el lugar comenzaban a impacien-tarse por la tardanza, cuando se apagaron las luces y en la oscuridad se escuch? un inconfundible so-lo de guitarra.
Las cortinas del escenario se abrieron y la banda de Yngwie Malmsteen apareci? ante los asistentes interpretando su himno de batalla ?Risig Force?.
De inmediato Mamsteen puso en evidencia que no escatimar?a en probar toda clase de suertes y desaf?os con la lira en la mano.
Con su renovada alineaci?n integrada por los suecos Patrik Johanson en la bater?a y Derek Sherinian en los teclados, el chicano Rudy Sarzo en el bajo y Dougie White en la voz, Malmsteen parece ir en busca de los sonidos m?s heavys de sus primeros a?os.
Eso s?, nadie ha dicho que mover los dedos de manera tan genial para hacer sonar una guitarra en formas imposibles, sea un buen ejercicio para bajar de peso, pues si bien es cierto que con los a?os Malmsteen parece tocar cada vez mejor, es un hecho que tambi?n pesa muchos m?s kilos y su imagen ya no es la de aquel esbelto joven que aparec?a en la contraportada de su primer disco.
Una vez caldeados los ?nimos con la c?lebre pieza de apertura, Malmsteen se dio a la tarea de atacar duro y macizo con su nuevo ?lbum, titulado ?Attack?, mismo que recupera el sonido cl?sico de sus primeros trabajos como ?Trilogy? y ?Marching Out?.
?Ship of Fools? y la emblem?tica ?Rise Up? continuaron el recorrido, antes de proceder al primer solo de guitarra de la noche con ?Trilogy Suite Opus?.
Menci?n aparte merece el asistente del sueco, que no descansa en todo el concierto, teniendo siem-pre listas al menos cinco diferentes guitarras, todas de color crema como es ya la costumbre de la casa, mismas que Yngwie alterna a cada momento, llegando a portar dos al mismo tiempo
Tambi?n merece un reconocimiento el cantante Dougie White que deb?a improvisar toda clase de discursos y chistes para entretener a la concurrencia en lo que su jefe, mani?tico perfeccionista del sonido y la afinaci?n, probaba las nuevas guitarras que usar?a.
Con la guitarra colocada en todas las posiciones posibles, de espaladas, bajo las piernas, con una sola mano, con un dedo, con la boca y pareciera que hasta con telepat?a pura, Malmsteen se regode? des-parramando sus virtudes.
El concierto se altern? entre los solos de Malmsteen y las melod?as interpretadas por la banda com-pleta, muchas de ellas de su nueva producci?n.
Un momento emotivo fue la interpretaci?n del cl?sico ?Dreaming?, ?Baroque&Roll? y ?Air? a la que sigui? In the ?Name of God? y ?Razor Eater?.
Punto culminante fue la largu?sima ejecuci?n del cl?sico de ?Trilogy? ?You Don?t Remember, I Ne-ver Forget?, misma que fue ligada de manera magistral con ?Demons Eye? de Deep Purple, evidente tributo a Ritchie Blackmoore, uno de los reconocidos gu?as espirituales de Malmsteen, al que tam-bi?n evocar?a con la ejecuci?n del inconfundible riff purpuliano de ?Smoke on The Water?.
Pero si de tributos se trataba, Yngwie tambi?n invoc? al esp?ritu de Jimi Hendrix cuando ejecut? el himno de los Estados Unidos tal como lo hiciera el autor de ?Purple Haze? en Woodstock.
Un primer cierre emblem?tico fue dado con ?Valhalla? ejecutada casi a la media noche, pero los asis-tentes a?n quer?an m?s y Malmsteen todav?a les dio gusto con largos minutos de guitarreo.
La madrugada sandieguina estaba cubierta de niebla, las calles estaban desiertas y afuera del local, un pordiosero pegaba los o?dos a las paredes para alcanzar a percibir el sonar de una m?gica guitarra que romp?a la oscuridad.
Por Daniel Salinas
Luego de escuchar m?s de dos horas de derroche l?rico a cargo de Yngwie Malmsteen, lo ?nico que se puede pensar es que la guitarra en sus manos en el equivalente a un Aleph s?nico en donde todos los tonos son posibles.
Desde las sinfon?as de Bach y Mozart, hasta la m?s furiosa distorsi?n rockera pasando por la inter-pretaci?n del Himno de Estados Unidos, se pueden escuchar en las lecciones impartidas por este guitarrista sueco, que se present? la noche del martes en el 4&B de San Diego.
Idolatrado por miles, que lo consideran un guitarrista que mueve las cuerdas con los dedos de los dioses y detestado por algunos, que lo juzgan un egocentrista obsesionado en mostrar los extremos de su virtuosismo con las m?s diversas piruetas, Malmsteen demostr? que es due?o de una t?cnica ?nica e inimitable.
Ya pasaba de las 22:00 y las m?s de 250 personas congregadas en el lugar comenzaban a impacien-tarse por la tardanza, cuando se apagaron las luces y en la oscuridad se escuch? un inconfundible so-lo de guitarra.
Las cortinas del escenario se abrieron y la banda de Yngwie Malmsteen apareci? ante los asistentes interpretando su himno de batalla ?Risig Force?.
De inmediato Mamsteen puso en evidencia que no escatimar?a en probar toda clase de suertes y desaf?os con la lira en la mano.
Con su renovada alineaci?n integrada por los suecos Patrik Johanson en la bater?a y Derek Sherinian en los teclados, el chicano Rudy Sarzo en el bajo y Dougie White en la voz, Malmsteen parece ir en busca de los sonidos m?s heavys de sus primeros a?os.
Eso s?, nadie ha dicho que mover los dedos de manera tan genial para hacer sonar una guitarra en formas imposibles, sea un buen ejercicio para bajar de peso, pues si bien es cierto que con los a?os Malmsteen parece tocar cada vez mejor, es un hecho que tambi?n pesa muchos m?s kilos y su imagen ya no es la de aquel esbelto joven que aparec?a en la contraportada de su primer disco.
Una vez caldeados los ?nimos con la c?lebre pieza de apertura, Malmsteen se dio a la tarea de atacar duro y macizo con su nuevo ?lbum, titulado ?Attack?, mismo que recupera el sonido cl?sico de sus primeros trabajos como ?Trilogy? y ?Marching Out?.
?Ship of Fools? y la emblem?tica ?Rise Up? continuaron el recorrido, antes de proceder al primer solo de guitarra de la noche con ?Trilogy Suite Opus?.
Menci?n aparte merece el asistente del sueco, que no descansa en todo el concierto, teniendo siem-pre listas al menos cinco diferentes guitarras, todas de color crema como es ya la costumbre de la casa, mismas que Yngwie alterna a cada momento, llegando a portar dos al mismo tiempo
Tambi?n merece un reconocimiento el cantante Dougie White que deb?a improvisar toda clase de discursos y chistes para entretener a la concurrencia en lo que su jefe, mani?tico perfeccionista del sonido y la afinaci?n, probaba las nuevas guitarras que usar?a.
Con la guitarra colocada en todas las posiciones posibles, de espaladas, bajo las piernas, con una sola mano, con un dedo, con la boca y pareciera que hasta con telepat?a pura, Malmsteen se regode? des-parramando sus virtudes.
El concierto se altern? entre los solos de Malmsteen y las melod?as interpretadas por la banda com-pleta, muchas de ellas de su nueva producci?n.
Un momento emotivo fue la interpretaci?n del cl?sico ?Dreaming?, ?Baroque&Roll? y ?Air? a la que sigui? In the ?Name of God? y ?Razor Eater?.
Punto culminante fue la largu?sima ejecuci?n del cl?sico de ?Trilogy? ?You Don?t Remember, I Ne-ver Forget?, misma que fue ligada de manera magistral con ?Demons Eye? de Deep Purple, evidente tributo a Ritchie Blackmoore, uno de los reconocidos gu?as espirituales de Malmsteen, al que tam-bi?n evocar?a con la ejecuci?n del inconfundible riff purpuliano de ?Smoke on The Water?.
Pero si de tributos se trataba, Yngwie tambi?n invoc? al esp?ritu de Jimi Hendrix cuando ejecut? el himno de los Estados Unidos tal como lo hiciera el autor de ?Purple Haze? en Woodstock.
Un primer cierre emblem?tico fue dado con ?Valhalla? ejecutada casi a la media noche, pero los asis-tentes a?n quer?an m?s y Malmsteen todav?a les dio gusto con largos minutos de guitarreo.
La madrugada sandieguina estaba cubierta de niebla, las calles estaban desiertas y afuera del local, un pordiosero pegaba los o?dos a las paredes para alcanzar a percibir el sonar de una m?gica guitarra que romp?a la oscuridad.
Wednesday, March 17, 2004
En El sueño de Coleridge, Borges habla de Caedmon, un rudo pastor que vivió en la caótica Inglaterra del Siglo VII. Una noche, mientras dormía en el establo con los caballos Caedmon soñó que alguien lo llamaba por su nombre y le ordenaba que cantara y el pastor pronució versos que nunca antes había escuchado y al despertar pudo repetirlos ante los monjes de un monasterio. A decir de Borges, fue el primer poeta sagrado de Inglaterra (tan llena de poetas la pérfida isla) y se dice que los versos le fueron dictados por Dios.
Me gusta la idea tan recurrente del instante de inspiración absoluta como una suerte de iluminación divina. El creador busca un momento de naturaleza celestial que lo eleve del caos mundanal y le trasmita, como en dictado divino, la creación artística perfecta. Miles de poetas pasan la vida esperando el instante de inspiración que nunca llega.
Cesar Aira se ríe de ello en Váramo, una deliciosa sátira al concepto de inspiración poética en el que el argentino nos cuenta la historia de un apocado y oscuro burócrata panameño que una noche, así como así, escribe un poema perfecto de un jalón. Váramo nunca había escrito una estrofa de poesía y nunca la volvería a escribir después de su noche iluminada. Si Rimbaud se retiró a los 19 años, Vá-ramo dijo adiós tras su única noche lírica. Hay quien cambiaría la vida por un instante de inspiración. Otros esperan la llegada de ese instante como una vieja Penélope que aguarda a su amante en la estación de trenes. Pero la inspiración los deja plantados, vestidos y alborotados, con la pluma en la mano.
Me gusta la idea tan recurrente del instante de inspiración absoluta como una suerte de iluminación divina. El creador busca un momento de naturaleza celestial que lo eleve del caos mundanal y le trasmita, como en dictado divino, la creación artística perfecta. Miles de poetas pasan la vida esperando el instante de inspiración que nunca llega.
Cesar Aira se ríe de ello en Váramo, una deliciosa sátira al concepto de inspiración poética en el que el argentino nos cuenta la historia de un apocado y oscuro burócrata panameño que una noche, así como así, escribe un poema perfecto de un jalón. Váramo nunca había escrito una estrofa de poesía y nunca la volvería a escribir después de su noche iluminada. Si Rimbaud se retiró a los 19 años, Vá-ramo dijo adiós tras su única noche lírica. Hay quien cambiaría la vida por un instante de inspiración. Otros esperan la llegada de ese instante como una vieja Penélope que aguarda a su amante en la estación de trenes. Pero la inspiración los deja plantados, vestidos y alborotados, con la pluma en la mano.
-Según Paul Valery, la historia de la literatura no debería ser la historia de los autores y de los accidentes de su carrera o de la carrera de sus obras, sino la Historia del Espíritu como productor o consumidor de literatura-
Alguna vez he soñado con un universo literario despojado de la tiranía autoral. Borges habla de ello en Tlön, Uqbar... Obras sin firma, obras que corren libres, con vida propia.
Los autores son señores feudales, amantes celosos, esclavistas por vocación. Sus firmas intentan ser los eternos padrotes de una puta vieja y desdentada a la que regentean en alguna hedionda calle.
Alguna vez he soñado con un universo literario despojado de la tiranía autoral. Borges habla de ello en Tlön, Uqbar... Obras sin firma, obras que corren libres, con vida propia.
Los autores son señores feudales, amantes celosos, esclavistas por vocación. Sus firmas intentan ser los eternos padrotes de una puta vieja y desdentada a la que regentean en alguna hedionda calle.
El funeral es el rostro hipócrita de La Muerte. No, creo que debo retirar lo dicho, estoy blasfemando, pues La Santísima nada tiene que ver con la farsa social que representa un velorio. La Muerte, La Santa Muerte es sólo el pretexto de una congregación de pavos. Por razones eminentemente laborales, he tenido que estar presente en dos de las escenas del final de Angélica Aguirre Navarro. La no-che del lunes acudimos a su casa apenas unos minutos después del asesinato. Ahí estaba su cuerpo, dentro del blanco Sentra ensangrentado. El entorno era bañado por las luces de las torretas, el sonar incesante de las radiofrecuencias mientras los gordos ministeriales hacían esfuerzos infructuosas por controlar la escena del crimen. Ahora vengo retornando de su funeral, acto que logró congregar a cientos de personas. La calle F. Martínez estaba totalmente copada por cuatro filas de automóviles. Adentro no cabía un alfiler. No me gustan los funerales. Me deprime el hecho de que el acto de despedida de un cuerpo sea un evento social, tan falso y aburrido como una boda o un bautizo. Detesto acudir a los funerales. No porque me contagien melancolía y me arranquen lágrimas, sino porque me resultan farsas sociales de pésimo gusto. ¿Cuánta de la gente que acude está en verdad consternada y dolida por la pérdida? ¿Cuánta va por simple mitote? En fin, no me concierne disertar sobre los sentimientos de la gente. Lo único que puedo decir es que en lo personal no me gustaría que me organizaran un funeral el día que muera. Toda la vida rehuí los eventos sociales y sería un escupitajo a mi existencia despedirme con semejante farsa. Así que a manera de testamento pido que por favor no me hagan un hipócrita velorio el día que me vaya de aquí. Y por favor, de la manera más atenta les pido que no contaminen mi cuerpo con símbolos cristianos. Vaya broma de mal gusto sería que mis restos terminaran bajo el símbolo de la cruz que siempre rechacé y combatí. Si algún católico quiere rezar por mi alma, que lo haga en su fuero interno. Si he de tener una última voluntad, será que por favor alejen a Cristo de mi cadáver como quien corre del velorio a un visitante indeseable. Mucho menos se les ocurra meter mi cuerpo a una cochina iglesia a que un puerco sacerdote pederasta ore por él. Llévenlo al bosque, arrójenlo al Mar, quémenlo en una pira y no prostituyan nunca algo tan sagrado como La Muerte.
Tuesday, March 16, 2004
En Tijuana el Mar se esconde. A esta inmensidad llamada Pacífico le gusta pasar desapercibido. Se vuelve inoloro, se oculta tras un manto de niebla y se mantiene en prudente silencio. Hay mucha gente de otros sitios de la República quienes ignoran que nuestra Tijuana tiene un litoral. Pero a veces el Pacífico nos entrega señales de vida en el sitio más improbable. Ayer, mientras cruzaba por el puente que une la Plaza Río con el Centro de Gobierno, una mancha de gaviotas se elevó desde el canal asfaltado hasta el Río. Eran cientos de aves marinas volando entre el mierdero circundante que caracteriza al Río, atiborrado siempre de heroinómanos y despojos humanos de diversa calaña. Y ahí, entre el agua puerca estancada, las gaviotas nos recuerdan que a unos metros de ahí, un Océano po-blado por cetáceos, atardeceres y leyendas, nos vigila cual prudente guardián.
¿Quieren escuchar a Mister Malmsteen?
Esta noche tengo la firme intención de lanzarme a escuchar la mágica guitarra de Yngwie Malmsteen al 4&B. Ya tengo el boletuko en mis manos. Pero tendré que ir con mi comadre la soledad, que siempre se apunta a todos los conciertos, pues resulta que mi colega Tizoc, que ya estaba más que apuntado, se tuvo que ir a trabajar a Los Cabos y su boleto está aquí, sin que nadie lo utilice. ¿Alguien se apunta a pasar la noche de un martes escuchando a un virtuoso de la eléctrica lira con una Samuel Adams en la mano? Les juro que se divertirán. Además, por si no lo saben, Yngwie Malmsteen es mucho más cabrón que Luis Miguel y no cobra 300 dólares por verle el culo mientras canta en playback, ni es un Dj beyondeado que hace mezclas psycas , ni defiende causas zapatistas a ritmo de ska. Ni madre, es un Músico con mayúsculas. Luego de esta breve estrategia de mercadotecnia ¿Alguien se apunta?
Desvelado
Advierto que estoy bien desvelado, pues los sicarios de quien sabe que Cartel, siempre tan inoportunos, tuvieron a mal agendar una ejecución justo en mi noche de guardia. Yo les he dicho que se esperen a hacer sus jales en los días en que salgo temprano y que por favor se abstengan de hacerme trabajar horas extras, pero parece que lo hacen adrede. ¿Está de guardia el Daniel? Pues vamos a matar alguien para que se ponga a jalar de una vez y deje de estar escribiendo tantas chingaderas en este blog. Ahora por su culpa ando con menos de 4 horas de sueño encima. Sólo espero que el Yngwie no toque una canción de cuna, pues me quedaré jetón con mi tarro en la mano.
Esta noche tengo la firme intención de lanzarme a escuchar la mágica guitarra de Yngwie Malmsteen al 4&B. Ya tengo el boletuko en mis manos. Pero tendré que ir con mi comadre la soledad, que siempre se apunta a todos los conciertos, pues resulta que mi colega Tizoc, que ya estaba más que apuntado, se tuvo que ir a trabajar a Los Cabos y su boleto está aquí, sin que nadie lo utilice. ¿Alguien se apunta a pasar la noche de un martes escuchando a un virtuoso de la eléctrica lira con una Samuel Adams en la mano? Les juro que se divertirán. Además, por si no lo saben, Yngwie Malmsteen es mucho más cabrón que Luis Miguel y no cobra 300 dólares por verle el culo mientras canta en playback, ni es un Dj beyondeado que hace mezclas psycas , ni defiende causas zapatistas a ritmo de ska. Ni madre, es un Músico con mayúsculas. Luego de esta breve estrategia de mercadotecnia ¿Alguien se apunta?
Desvelado
Advierto que estoy bien desvelado, pues los sicarios de quien sabe que Cartel, siempre tan inoportunos, tuvieron a mal agendar una ejecución justo en mi noche de guardia. Yo les he dicho que se esperen a hacer sus jales en los días en que salgo temprano y que por favor se abstengan de hacerme trabajar horas extras, pero parece que lo hacen adrede. ¿Está de guardia el Daniel? Pues vamos a matar alguien para que se ponga a jalar de una vez y deje de estar escribiendo tantas chingaderas en este blog. Ahora por su culpa ando con menos de 4 horas de sueño encima. Sólo espero que el Yngwie no toque una canción de cuna, pues me quedaré jetón con mi tarro en la mano.
- Cuídate de las Idus de Marzo- Ella no prestó atención al oráculo- Y las Idus de Marzo volvieron a cubrirse de sangre- Tal vez leer a Shakespeare pueda salvar de vez en cuando una vida- Pero las Idus de Marzo se alimentan de sangre y conspiración-
Monday, March 15, 2004
Asesinato
El pasamontañas está ahí, tirado en medio de la calle. De no ser porque a su lado está un plástico marcado con el número 36, colocado por el personal de Homicidios, se podría pensar que es un vil trapo para lavar carros que alguien dejó abandonado. Pero basta con ver la reverencia con la que agentes ministeriales, fotógrafos y curiosos lo contemplan, para darse cuenta que ese pedazo de tela negra, que al menos por unos minutos se transforma en objeto sacramental, es parte fundamental de la escena del crimen. Si hubiera podido tocarlo, sin duda hubiera percibido el calor y acaso el sudor emanado del rostro del sicario que hace unos cuantos minutos lo llevaba puesto. Los ojos del sicario se asomaron a través de la apertura de ese mismo pasamontañas que yace ahí tirado y miraron el Sentra blanco introducirse a la cochera de la casa marcada con el número 118 de la calle Zitácuaro en la Colonia Hipódromo. Desde la apertura del pasamontañas, el sicario contempló la figura de Angélica Aguilar Navarro, 28 años, gerente de Mercadotecnia Tv Azteca Tijuana en el momento en que descendió del automóvil, abrió la puerta del garage y volvió a subir al vehículo. No importa que fuera un profesional. Estoy seguro que el rostro del sicario sudaba. Angélica ni siquiera intuía que era acechada. Ni siquiera las malas vibras que habría del aún reciente asesinato de su hermano, del que ella fue testigo, parecían mantenerla intranquila. Su hermano fue acribillado ahí mismo, un sábado de julio. Angélica regresa a casa luego de una jornada de trabajo como cualquier otra. ¿Qué puede haber de emocionante en la noche de un lunes? Para el sicario sí hay una buena dosis de adrenalina bien contenida. El carro ya estaba estacionado cuando el sicario oprime el gatillo, una vez, otra vez y otra. Tres balas. El cristal trasero del carro queda destrozado. Las tres balas impactan la cabeza de Angélica. El sicario sube a su auto y se retira. Ni siquiera acelera o quema llanta. El mundo y el tiempo son suyos. Por la ventana arroja el pasamontañas que queda tirado en el lugar donde yo lo veo, unos minutos después. Para entonces la calle ya está atiborrada de curiosos, que se estremecen al escuchar el escalofriante alarido de horror de la madre. Es fácil permanecer frío ante la visión de un cadáver, pero es complicado mantener la profesional indiferencia cuando se escucha el llanto de la madre post-rada en torno al cuerpo de su hija acribillada. Los curiosos son casi todos gente de Hipódromo. Bien vestidos, con rostros de suficiencia económica y alimentación cuidada, mujeres en atuendo de gimnasio, caras habituales de la página de Sociales, que poco a poco se acostumbran a vivir en un escenario de nota roja. Hace tiempo que la sangre es común en la Colonia Hipódromo. Territorio nacrcoju-nior, escenario natural de ajustes de cuentas. A unos metros de ahí, las luces del galgódromo permanecen encendidas mientras galgos corren y los apostadores sacan los dólares de sus carteras y beben sus whiskys. Todos los curiosos fuman y aunque me duele la garganta y siento los inconfundibles síntomas de un resfriado, tengo ganas de fumar. Por alguna razón, mi cuerpo pide tabaco cuando me toca cubrir notas de asesinatos. Camino entre los curiosos y me detengo de vez en vez a escuchar lamentos y murmullos. Una frase aislada puede revelar una verdad. La noche está fresca. La camioneta del Semefo recoge el cuerpo. Minutos más tarde la grúa se lleva el Sentra. Unos manchones de sangre brotan por abajo de la blanca puerta del vehículo. La gente se retira poco a poco. En el lugar sólo queda el llanto sordo de los familiares. Es tiempo de regresar a escribir la nota que el cierre apura. Y en el camino de regreso al periódico sólo imagino que volver al casa de madrugada, cuando maneje entre la neblina de la carretera libre a Rosarito, pensaré en la imagen omnipresente de la Santísima Muerte, fiel copiloto, compañera eterna de mi hombro derecho y pediré su consejo, luego de resignarme humilde a sus designios. Y es que cada día me queda más claro que para ser asesinado en esta ciudad, sólo basta que alguien, quien sea, quiera matarte y se tome la molestia de hacerlo. Lo demás es mero trámite. Otra vez La Muerte anda suelta y con permiso, agarrando la parranda en las calles de Tijuana. ¿Me invitará un mezcalito?
El pasamontañas está ahí, tirado en medio de la calle. De no ser porque a su lado está un plástico marcado con el número 36, colocado por el personal de Homicidios, se podría pensar que es un vil trapo para lavar carros que alguien dejó abandonado. Pero basta con ver la reverencia con la que agentes ministeriales, fotógrafos y curiosos lo contemplan, para darse cuenta que ese pedazo de tela negra, que al menos por unos minutos se transforma en objeto sacramental, es parte fundamental de la escena del crimen. Si hubiera podido tocarlo, sin duda hubiera percibido el calor y acaso el sudor emanado del rostro del sicario que hace unos cuantos minutos lo llevaba puesto. Los ojos del sicario se asomaron a través de la apertura de ese mismo pasamontañas que yace ahí tirado y miraron el Sentra blanco introducirse a la cochera de la casa marcada con el número 118 de la calle Zitácuaro en la Colonia Hipódromo. Desde la apertura del pasamontañas, el sicario contempló la figura de Angélica Aguilar Navarro, 28 años, gerente de Mercadotecnia Tv Azteca Tijuana en el momento en que descendió del automóvil, abrió la puerta del garage y volvió a subir al vehículo. No importa que fuera un profesional. Estoy seguro que el rostro del sicario sudaba. Angélica ni siquiera intuía que era acechada. Ni siquiera las malas vibras que habría del aún reciente asesinato de su hermano, del que ella fue testigo, parecían mantenerla intranquila. Su hermano fue acribillado ahí mismo, un sábado de julio. Angélica regresa a casa luego de una jornada de trabajo como cualquier otra. ¿Qué puede haber de emocionante en la noche de un lunes? Para el sicario sí hay una buena dosis de adrenalina bien contenida. El carro ya estaba estacionado cuando el sicario oprime el gatillo, una vez, otra vez y otra. Tres balas. El cristal trasero del carro queda destrozado. Las tres balas impactan la cabeza de Angélica. El sicario sube a su auto y se retira. Ni siquiera acelera o quema llanta. El mundo y el tiempo son suyos. Por la ventana arroja el pasamontañas que queda tirado en el lugar donde yo lo veo, unos minutos después. Para entonces la calle ya está atiborrada de curiosos, que se estremecen al escuchar el escalofriante alarido de horror de la madre. Es fácil permanecer frío ante la visión de un cadáver, pero es complicado mantener la profesional indiferencia cuando se escucha el llanto de la madre post-rada en torno al cuerpo de su hija acribillada. Los curiosos son casi todos gente de Hipódromo. Bien vestidos, con rostros de suficiencia económica y alimentación cuidada, mujeres en atuendo de gimnasio, caras habituales de la página de Sociales, que poco a poco se acostumbran a vivir en un escenario de nota roja. Hace tiempo que la sangre es común en la Colonia Hipódromo. Territorio nacrcoju-nior, escenario natural de ajustes de cuentas. A unos metros de ahí, las luces del galgódromo permanecen encendidas mientras galgos corren y los apostadores sacan los dólares de sus carteras y beben sus whiskys. Todos los curiosos fuman y aunque me duele la garganta y siento los inconfundibles síntomas de un resfriado, tengo ganas de fumar. Por alguna razón, mi cuerpo pide tabaco cuando me toca cubrir notas de asesinatos. Camino entre los curiosos y me detengo de vez en vez a escuchar lamentos y murmullos. Una frase aislada puede revelar una verdad. La noche está fresca. La camioneta del Semefo recoge el cuerpo. Minutos más tarde la grúa se lleva el Sentra. Unos manchones de sangre brotan por abajo de la blanca puerta del vehículo. La gente se retira poco a poco. En el lugar sólo queda el llanto sordo de los familiares. Es tiempo de regresar a escribir la nota que el cierre apura. Y en el camino de regreso al periódico sólo imagino que volver al casa de madrugada, cuando maneje entre la neblina de la carretera libre a Rosarito, pensaré en la imagen omnipresente de la Santísima Muerte, fiel copiloto, compañera eterna de mi hombro derecho y pediré su consejo, luego de resignarme humilde a sus designios. Y es que cada día me queda más claro que para ser asesinado en esta ciudad, sólo basta que alguien, quien sea, quiera matarte y se tome la molestia de hacerlo. Lo demás es mero trámite. Otra vez La Muerte anda suelta y con permiso, agarrando la parranda en las calles de Tijuana. ¿Me invitará un mezcalito?
Sentido común
Los españoles, a diferencia de los gringos, no son retrasados mentales. Por más que sus gobernantes se unten los dedos de suculento atole, no tragarán sus patrañas. Lo único que lamento es que el asno Aznar y su Partido Impopular le gritarán a los cuatro vientos de la historia que su derrota electoral se debe al atentado. Mariano Rajoy buscará que lo recuerden como el candidato que tuvo que pagar con la derrota electoral. De cualquier manera, con o sin atentados, la imagen de Aznar y su servilismo hipócrita es algo que no limpiará nadie-
Los españoles, a diferencia de los gringos, no son retrasados mentales. Por más que sus gobernantes se unten los dedos de suculento atole, no tragarán sus patrañas. Lo único que lamento es que el asno Aznar y su Partido Impopular le gritarán a los cuatro vientos de la historia que su derrota electoral se debe al atentado. Mariano Rajoy buscará que lo recuerden como el candidato que tuvo que pagar con la derrota electoral. De cualquier manera, con o sin atentados, la imagen de Aznar y su servilismo hipócrita es algo que no limpiará nadie-
Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla
Desquitar con el pueblo vasco el odio y la impotencia que nos deja esta tragedia es una salida que demuestra cuan podridas y envenenadas están algunas cabezas contagiadas por el discurso unitario del Partido Popular. En su afán de buscar culpables y ocultar que ellos son los causantes de toda esta sangre, buscan ogros y demonios y nuevamente el pueblo vasco llena el papel de malo de la película.
Sin embargo, olvidar los cientos de muertos que ETA y su intolerancia totalitaria le ha regalado a España es otro error.
A lo largo de mi vida siempre he sentido una enorme identificación con el pueblo vasco. Mi apellido, Basave, y los orígenes de mis antepasados por la línea de mi abuelo materno, se remontan a Vizcaya. Además, la parte de España que más me gusta es sin duda el País Vasco. San Sebastián es uno de los lugares más hermosos que he visitado en toda mi existencia y el que elegiría para vivir el resto de mi vida si me fuera posible. Recuerdo mi adolescencia, cuando motivado por la música de Kortatu y Negu Gorriak coreaba himnos nacionalistas, llenaba la pared de mi cuarto con la Ikurriña y hacía esfuerzos por aprender el euzquerra. Sin embargo, siempre me ha quedado muy claro que apoyar a los vascos no significa apoyar a ETA. He conocido vascos orgullosos de su idioma, de su origen, vascos nacionalistas que al igual que yo desprecian al terrorismo etarra y se sienten avergonzados de él.
Es una lástima que uno de los pueblos más admirables del Mundo deba cargar con ese lastre y cubrir de sangre la región que sin duda yo elegiría para vivir y morir.
Desquitar con el pueblo vasco el odio y la impotencia que nos deja esta tragedia es una salida que demuestra cuan podridas y envenenadas están algunas cabezas contagiadas por el discurso unitario del Partido Popular. En su afán de buscar culpables y ocultar que ellos son los causantes de toda esta sangre, buscan ogros y demonios y nuevamente el pueblo vasco llena el papel de malo de la película.
Sin embargo, olvidar los cientos de muertos que ETA y su intolerancia totalitaria le ha regalado a España es otro error.
A lo largo de mi vida siempre he sentido una enorme identificación con el pueblo vasco. Mi apellido, Basave, y los orígenes de mis antepasados por la línea de mi abuelo materno, se remontan a Vizcaya. Además, la parte de España que más me gusta es sin duda el País Vasco. San Sebastián es uno de los lugares más hermosos que he visitado en toda mi existencia y el que elegiría para vivir el resto de mi vida si me fuera posible. Recuerdo mi adolescencia, cuando motivado por la música de Kortatu y Negu Gorriak coreaba himnos nacionalistas, llenaba la pared de mi cuarto con la Ikurriña y hacía esfuerzos por aprender el euzquerra. Sin embargo, siempre me ha quedado muy claro que apoyar a los vascos no significa apoyar a ETA. He conocido vascos orgullosos de su idioma, de su origen, vascos nacionalistas que al igual que yo desprecian al terrorismo etarra y se sienten avergonzados de él.
Es una lástima que uno de los pueblos más admirables del Mundo deba cargar con ese lastre y cubrir de sangre la región que sin duda yo elegiría para vivir y morir.
Traumas mexicanos
Hay países cuya sola mención trae consigo un trauma histórico que brota en el momento menos esperado de los rincones más ocultos del subconsciente mexicano. El mayor ejemplo, ni duda cabe, es nuestro vecino Estados Unidos. Las barras y las estrellas son símbolo de filias y fobias siempre radicales. Tal vez sea el trauma de la invasión de 1847, el que en la primaria nos hayan machacado hasta la saciedad el sacrificio de los Niños Héroes, ver la frontera marcada por el tratado de Guadalupe- Hidalgo como una rajada sangrante en la vagina de nuestra patria, violada por un Tío Sam codicioso e inclemente. El mirar cada día el éxodo de cientos de migrantes, la discriminación a la que son sometidos, la infinita petulancia de los republicanos, el indigno servilismo con que nuestro gobierno tolera humillaciones y la forma en la que miles de clasemedieros vamos despilfarrar nuestros pocos dólares a sus comercios luego de tolerar ser tratados como criminales en la línea, son motivos más que suficientes para tener, por lo menos, cierto resentimiento ante nuestros vecinos. Casi ningún mexicano es indiferente ante Estados Unidos; los odias, los amas y las más de las veces experimentas ambos sentimientos a la vez. De una u otra forma, es imposible sustraerse, máxime si vives en la frontera.
Después de Estados Unidos y en un lejano segundo lugar, el país que más complejos le causa a México, es España. Resulta que en esta tierra existen unos tipos acomplejados, llenos de resentimientos y sentimientos de inferioridad que se hacen llamar indigenistas, que insisten en seguir insultando a España pues no le perdonan que se haya tomado la molestia de colonizar estas tierras a partir de 1517. Esos seres (cuyo complejo de inferioridad es más que comprensible, pues basta que se miren al espejo para descubrirse, en efecto, inferiores) insisten en decir: -Los perros españoles “nos” invadieron, destruyeron “nuestra” cultura, acabaron con “nuestras”, creencias- y así se la pasan vociferando estos pobres tipos, y hablan de nuestra patria y nuestra cultura como si los pobres mentecatos parlaran siquiera una palabrita de nahuatl y como si el mundo prehispánico fuera México. Estos mismos pendejetes de la peor ralea, son los que parecen estar contentos de la desgracia del pueblo español y desde sus cubiles pronuncian: “Se lo merecen”.
Y al escucharlos y leerlos en este momento, no puedo más que sentir una infinita lástima por su eterna condición de sojuzgados, por su crónica derrota insalvable.
Hay países cuya sola mención trae consigo un trauma histórico que brota en el momento menos esperado de los rincones más ocultos del subconsciente mexicano. El mayor ejemplo, ni duda cabe, es nuestro vecino Estados Unidos. Las barras y las estrellas son símbolo de filias y fobias siempre radicales. Tal vez sea el trauma de la invasión de 1847, el que en la primaria nos hayan machacado hasta la saciedad el sacrificio de los Niños Héroes, ver la frontera marcada por el tratado de Guadalupe- Hidalgo como una rajada sangrante en la vagina de nuestra patria, violada por un Tío Sam codicioso e inclemente. El mirar cada día el éxodo de cientos de migrantes, la discriminación a la que son sometidos, la infinita petulancia de los republicanos, el indigno servilismo con que nuestro gobierno tolera humillaciones y la forma en la que miles de clasemedieros vamos despilfarrar nuestros pocos dólares a sus comercios luego de tolerar ser tratados como criminales en la línea, son motivos más que suficientes para tener, por lo menos, cierto resentimiento ante nuestros vecinos. Casi ningún mexicano es indiferente ante Estados Unidos; los odias, los amas y las más de las veces experimentas ambos sentimientos a la vez. De una u otra forma, es imposible sustraerse, máxime si vives en la frontera.
Después de Estados Unidos y en un lejano segundo lugar, el país que más complejos le causa a México, es España. Resulta que en esta tierra existen unos tipos acomplejados, llenos de resentimientos y sentimientos de inferioridad que se hacen llamar indigenistas, que insisten en seguir insultando a España pues no le perdonan que se haya tomado la molestia de colonizar estas tierras a partir de 1517. Esos seres (cuyo complejo de inferioridad es más que comprensible, pues basta que se miren al espejo para descubrirse, en efecto, inferiores) insisten en decir: -Los perros españoles “nos” invadieron, destruyeron “nuestra” cultura, acabaron con “nuestras”, creencias- y así se la pasan vociferando estos pobres tipos, y hablan de nuestra patria y nuestra cultura como si los pobres mentecatos parlaran siquiera una palabrita de nahuatl y como si el mundo prehispánico fuera México. Estos mismos pendejetes de la peor ralea, son los que parecen estar contentos de la desgracia del pueblo español y desde sus cubiles pronuncian: “Se lo merecen”.
Y al escucharlos y leerlos en este momento, no puedo más que sentir una infinita lástima por su eterna condición de sojuzgados, por su crónica derrota insalvable.
Un hombre rico jamás sabrá lo que es escuchar a un cantante de camión de ruta ni podrá recitar la perorata de un adicto en recuperación que vende chocolates dentro de una calafia. El hombre rico jamás sube a los camiones ni a las calafias. Su único contacto con la pobreza lo tiene en los cruceros donde se agolpan los limpiavidrios y pordioseros cuya cara mira a través del cristal, cobijado por su atmósfera de aire acondicionado y el sonar de sus bocinas y con un rostro que oscila entre el tedio, la molestia y el miedo, gesticulará un “No, no gracias”, cuando el limpia vidrios, con sus ojos de malilla, acerque su trapo puerco al cristal del automóvil. La mano de la pordiosera mixteca que pide limosna en el centro con el tepescuincle eternamente atado a la espalda, jamás se alzará para pedir dinero a un hombre rico, pues da la casualidad que el hombre rico jamás camina por las calles del centro y la pordiosera sería echada a patadas si se atreve a pedir limosna en la amurallada colonia donde el hombre rico tiene su casa y en donde tal vez algún día la mixteca aspire a trabajar como sirvienta. Los pordioseros piden y reciben limosna de hombres un poco menos pobres que ellos. Jamás de un hombre rico. Los asaltantes del metro y la calle roban a humildes clasemedieros asalariados, nunca a hombres ricos.
Un hombre rico jamás será víctima de un atentado a bordo de un tren de cercanías, por la sencilla razón de que se traslada a su trabajo en un carro blindado conducido por su chofer y vigilado por sus guardaespaldas. No había ni un 1% de probabilidades de que Maraino Rajoy viajara en el tren de cecanías de Alcalá de Henares de la misma forma que Bush no viajaba en ni viajará nunca en un jet comercial susceptible de ser secuestrado. En España como en el resto del Mundo, las víctimas del terrorismo serán siempre los pobres, los que al igual que nosotros deben dejar su lecho antes de las 6:00 a.m. para continuar su esclavitud. Ellos, los otros, Rajoy, Aznar, Bush y compañía, se sentirán horriblemente afectados y desde sus amurallados palacios convocarán a nuevas guerras contra el terrorismo. Guerras que se pagarán con nuestra sangre. Y seguirá la mata dando.
Con las tramposas garras del felino menor
“Con las Garras”, cabecea el Esto su portada... ¿Con las garras?... Con el Juez de Línea, pinches pumitas tramposos. Sí, ya se que es un viejo tema, que todos los lunes por la mañana hay un mexicano encabronado con un árbitro que le amargó el fin de semana, pero ahora sí se pasaron de lanza.
Le anularon un gol legítimo a los Tigres por supuesto fuera de lugar. ¿Fuera de lugar? Con un defensa metido dentro de la portería? ¿Para eso se coloca el abanderado en la línea? Robo vil. Debimos ganar ese partido- En fin, me da demasiado coraje, pero aún así, me niego a computarizar las decisiones arbitrales como en la NFL. Parte del sabor y la salsa picante del futbol son estas cosas, que en el caso de este gol anulado van más allá del error humano y me hace pensar en la nefasta influencia del CGH en el arbitraje. Pero con todo y la capa caída producto de tres derrotas consecutivas: ARRIBA LOS TIGRES- Vamos por la revancha Fuerza Felina-
La razón por la que no acudí a ver a Vince Neil
En 1988 y 89, hasta mis amigos mas fresoídes del Liceo Anglo Francés de Monterrey y el Mater tenían sus discos de rock. Era típico ver a las chicas más antojables de la secundaria con su disco de Poison “Open un and say ...Ahh”, cantando Fallen Angel y Every Rose, o emocionadas con Sweet Child of Mine y Paradise City de GNR o Home Sweet Home de Motley Crue. Todo adolescente fresita de aquella época debió vibrar con esas bandas a las que se debe agregar Cinderella, Warrant, Salughter etc. Para algunas personas ese fue el punto de partida para empezar a escuchar verdadero metal. Otros, abandonaron rápidamente la moda y pronto la sustituyeron por Peral Jam y Nirvana y hoy en día son yuppies treintones que escuchan Cold Play, Radiohead y pagan 100 dólares por ver a Luis Miguel.
Aunque para entonces ya tenía ciertas millas recorridas en Maiden, Judas y AC/DC, no puedo negar que a mis 14 años me gustaba el Appetite For Destruction de GNR y el Girls, Girls de Motley Crue, aunque jamás lo elevé a la categoría de rolas de culto, como era el caso de mi amigo chilango David Obregón, que amaba hasta el homosexualismo a las bandas de glam. A mis 15 años, influido por la ola de thrash- core- grind, me avergoncé de esos gustos, tiré mis discos de Guns y Motley, los consideré el colmo de lo poser, lo fantoche y el falso metal. Me gustaba corear el siguiente acróstico A.I.D.S. Axel, Infected, Dick, Sucker. Odiaba al glam metal casi tanto como al rap y los negros (bueno, no tanto pero casi, casi) A mis 19-20, ya de regreso en Monterrey, acudí a los conciertos de Motley y Guns en la Sultana, pero básicamente porque trabajaba en el radio y mis boletos eran gratis, pero jamás me volví a aficionar a esa bandas. Hoy en día escucho algunas por nostalgia de un tiempo en que encendías la radio comercial y podías escuchar rock. Rock falso y poser si ustedes quieren, pero era rock y no pop o electrónico, lo cual, en estos tiempos, ya es ganancia. Eran músicos que tocaban guitarra, no viles djs que simplemente prenden aparatos. Es más, en la nave traigo un casete de Tesla, sin duda la agrupación más respetable y de mejores músicos que produjo la época. De cualquier manera Motley jamás me gustó gran cosa y me cuesta trabajo aceptar que se nombre al Vicente Neil como un personaje del metal. Semejante poser, representante de una de las corrientes más supérfulas que ha generado el maravilloso mundo del rock duro. Tal vez si me hubieran invitado el boleto hubiera acudido al Jai Alai y tal vez hasta hubiera coreado Looks that Kill. Y párenle de contar.
Pero claro, como soy un ser que aprecia la buena música, nada podrá impedirme ir mañana hasta el centro de San Diego a escuchar la mágica guitarra de Yngwie Malmsteen. ¿Por qué no nos traen músicos de semejante calidad al Jai Alai?
Y el próximo 25, acudiremos a escuchar el Réquiem de Mozart al Cecut.
La razón por la que no acudí al homenaje a Güereña
No me pasa la música de Tijuana No. La verdad no me prende, no es mi estilo. Por ahí me puedo poner alegre con Pobre de ti y párale de contar. Por ello y no por otra razón, no acudí a la tocada homenaje. De todos los que estaban en lista, el único cuya música en verdad me agrada es Solución Mortal.
Alguna vez, allá por el lejano año de 1992, los No fueron a tocar al Squizzo de Monterrey. Influido por mi amigo tijuanero César Romero (tijuanense proud cuando vivía en Monterrey, regio de corazón cuando está en Tijuana) acudí a dicha tocada, básicamente para echar desmadre y slamear de manera violenta. Pero para ser honesto, su música no es de mi agrado. Ya que le meten Ska al punk vamos mal. Nomás no me pasa. La Maldita y toda esa corriente despreciable no va conmigo. Digo, todavía le metieran al punk al estilo GBH, Exploited, o puro Hard Core acá feroz, bien Extreme Noise Terror, onda acá dura, atascada, Agnostic Front, Sick Off It All, DRI, o Crass si te da por el anarcopacifismo, pero ese engendro entre ska y rock en tu idioma me aburre de sobremanera. Básicamente por ello no acudí. (Por cierto en la nave traigo el casete de covers clásicos de Hard Core ejecutados con maestría por Slayer. Puro poder, pura agresividad)
“Con las Garras”, cabecea el Esto su portada... ¿Con las garras?... Con el Juez de Línea, pinches pumitas tramposos. Sí, ya se que es un viejo tema, que todos los lunes por la mañana hay un mexicano encabronado con un árbitro que le amargó el fin de semana, pero ahora sí se pasaron de lanza.
Le anularon un gol legítimo a los Tigres por supuesto fuera de lugar. ¿Fuera de lugar? Con un defensa metido dentro de la portería? ¿Para eso se coloca el abanderado en la línea? Robo vil. Debimos ganar ese partido- En fin, me da demasiado coraje, pero aún así, me niego a computarizar las decisiones arbitrales como en la NFL. Parte del sabor y la salsa picante del futbol son estas cosas, que en el caso de este gol anulado van más allá del error humano y me hace pensar en la nefasta influencia del CGH en el arbitraje. Pero con todo y la capa caída producto de tres derrotas consecutivas: ARRIBA LOS TIGRES- Vamos por la revancha Fuerza Felina-
La razón por la que no acudí a ver a Vince Neil
En 1988 y 89, hasta mis amigos mas fresoídes del Liceo Anglo Francés de Monterrey y el Mater tenían sus discos de rock. Era típico ver a las chicas más antojables de la secundaria con su disco de Poison “Open un and say ...Ahh”, cantando Fallen Angel y Every Rose, o emocionadas con Sweet Child of Mine y Paradise City de GNR o Home Sweet Home de Motley Crue. Todo adolescente fresita de aquella época debió vibrar con esas bandas a las que se debe agregar Cinderella, Warrant, Salughter etc. Para algunas personas ese fue el punto de partida para empezar a escuchar verdadero metal. Otros, abandonaron rápidamente la moda y pronto la sustituyeron por Peral Jam y Nirvana y hoy en día son yuppies treintones que escuchan Cold Play, Radiohead y pagan 100 dólares por ver a Luis Miguel.
Aunque para entonces ya tenía ciertas millas recorridas en Maiden, Judas y AC/DC, no puedo negar que a mis 14 años me gustaba el Appetite For Destruction de GNR y el Girls, Girls de Motley Crue, aunque jamás lo elevé a la categoría de rolas de culto, como era el caso de mi amigo chilango David Obregón, que amaba hasta el homosexualismo a las bandas de glam. A mis 15 años, influido por la ola de thrash- core- grind, me avergoncé de esos gustos, tiré mis discos de Guns y Motley, los consideré el colmo de lo poser, lo fantoche y el falso metal. Me gustaba corear el siguiente acróstico A.I.D.S. Axel, Infected, Dick, Sucker. Odiaba al glam metal casi tanto como al rap y los negros (bueno, no tanto pero casi, casi) A mis 19-20, ya de regreso en Monterrey, acudí a los conciertos de Motley y Guns en la Sultana, pero básicamente porque trabajaba en el radio y mis boletos eran gratis, pero jamás me volví a aficionar a esa bandas. Hoy en día escucho algunas por nostalgia de un tiempo en que encendías la radio comercial y podías escuchar rock. Rock falso y poser si ustedes quieren, pero era rock y no pop o electrónico, lo cual, en estos tiempos, ya es ganancia. Eran músicos que tocaban guitarra, no viles djs que simplemente prenden aparatos. Es más, en la nave traigo un casete de Tesla, sin duda la agrupación más respetable y de mejores músicos que produjo la época. De cualquier manera Motley jamás me gustó gran cosa y me cuesta trabajo aceptar que se nombre al Vicente Neil como un personaje del metal. Semejante poser, representante de una de las corrientes más supérfulas que ha generado el maravilloso mundo del rock duro. Tal vez si me hubieran invitado el boleto hubiera acudido al Jai Alai y tal vez hasta hubiera coreado Looks that Kill. Y párenle de contar.
Pero claro, como soy un ser que aprecia la buena música, nada podrá impedirme ir mañana hasta el centro de San Diego a escuchar la mágica guitarra de Yngwie Malmsteen. ¿Por qué no nos traen músicos de semejante calidad al Jai Alai?
Y el próximo 25, acudiremos a escuchar el Réquiem de Mozart al Cecut.
La razón por la que no acudí al homenaje a Güereña
No me pasa la música de Tijuana No. La verdad no me prende, no es mi estilo. Por ahí me puedo poner alegre con Pobre de ti y párale de contar. Por ello y no por otra razón, no acudí a la tocada homenaje. De todos los que estaban en lista, el único cuya música en verdad me agrada es Solución Mortal.
Alguna vez, allá por el lejano año de 1992, los No fueron a tocar al Squizzo de Monterrey. Influido por mi amigo tijuanero César Romero (tijuanense proud cuando vivía en Monterrey, regio de corazón cuando está en Tijuana) acudí a dicha tocada, básicamente para echar desmadre y slamear de manera violenta. Pero para ser honesto, su música no es de mi agrado. Ya que le meten Ska al punk vamos mal. Nomás no me pasa. La Maldita y toda esa corriente despreciable no va conmigo. Digo, todavía le metieran al punk al estilo GBH, Exploited, o puro Hard Core acá feroz, bien Extreme Noise Terror, onda acá dura, atascada, Agnostic Front, Sick Off It All, DRI, o Crass si te da por el anarcopacifismo, pero ese engendro entre ska y rock en tu idioma me aburre de sobremanera. Básicamente por ello no acudí. (Por cierto en la nave traigo el casete de covers clásicos de Hard Core ejecutados con maestría por Slayer. Puro poder, pura agresividad)