El pasado mes de diciembre, mis colegas del Instituto Sudcaliforniano de Cultura tuvieron el detalle de invitarme a La Paz para presentar los cuentos de la Daxdalia. Fue un viaje extraño, intempestivo, sui generis. A bordo de una bicicleta peiné el Malecón paceño en un atardecer en donde el mar, el cielo, la lluvia y mi siempre alucinada cabeza conspiraron para transformar aquello en esencia de magia pura. Esa tarde me hice una promesa: volveré muy pronto a La Paz.
Me asaltó entonces una duda: ¿cómo haré para que mis amigos vuelvan a invitarme el año entrante? En medio de aquella ebullición de ideas, no se me ocurrió nada mejor que ponerme a escribir unas cuantas historias de periodistas norteños e inscribirlas en el Premio Regional de Cuento Ciudad de La Paz. Las letras corrieron embravecidas e insurrectas y de repente, al final de la primavera, tenía seis cuentos listos. Mi aliciente y mi inspiración fue poder volver al gran Sur de mi península.
Hoy al medio día, justo cuando esperaba afuera de la escuela a que saliera mi hijo Iker, recibí una llamada de mi colega Piaff Vergara y de pronto, fue como si el rudo Pacífico rosaritense se transformara en Mar de Cortés. Mi amiga Piaff me dijo que mi libro cuentos Dispárenme como a Blancornelas resultó ganador del Premio Regional de Cuento Ciudad de La Paz 2014. Los atardeceres más alucinantes de México me esperan de regreso. Tal vez no puedo siquiera imaginar lo que han vivido con Odile, pero sé que ustedes son más fuertes que cualquier catástrofe.
¿Hace falta decir que estoy doblemente contento? Soñé y deseé mucho ganar este premio y aunque soy un devoto del ensayo, hay una sensación especial en poder ganar con historias y personajes paridos en mi cabeza (de hecho uno de los cuentos fue un sueño). Siempre creí que mi destino era ser un ensayista-cronista cuyos cuentos quedarían como mero pasatiempo. Por eso me puede tanto saber que estos relatos verán la luz.
Dado que con diferencia de cinco días fui favorecido por el fallo de dos jurados en dos certámenes distintos, es obvio que este par de libros vayan a ser comparados. La verdad es que coinciden solo en dos cosas: en que yo soy el autor y en que los escribí durante la primavera de 2014. Fuera de ello son dos obras radicalmente distintas. No tienen nada que ver. Cartógrafos de Nostromo es un ensayo literario sobre la mirada de espías, diplomáticos y caza fortunas extranjeros en el México embrionario. Una obra más cerebral y sosegada. Dispárenme como a Blancornelas, en cambio, es Jarcor puro. Es espíritu de patear la calle y pelearse putazo limpio con la vida. ¡Carajo, son historias de reporteros norteños! ¿Qué más se puede pedir? En estos cuentos me tiré a matar y me volqué entero. Cartógrafos es apolíneo; Dispárenme es dionisiaco.
Cartógrafos de Nostromo es rock progresivo. Dispárenme como a Blancornelas es puro hard core metalero. A veces amanezco escuchando Rush y a la media hora estoy escuchando Eskorbuto. Así son las chingadas palabras que me da por desparramar.
Los seis cuentos que integran este libro son Dispárenme como a Blancornelas; La Reina de los Hielos en Maclovio Herrera; Belén Arzaluz sueña que mata a George Bush; Cita con la Historia; Muerte accidental de un pasquinero y Península Jano
Mi felicitación a Iván Córdoba, ganador del certamen Regional de Poesía y a Marisabel Macías, Edith Villaviencio, Keith Ross, Luis Antonio Budar y Miguel Ángel Avilés, los colegas ganadores de las convocatorias estatales. La mejor literatura mexicana, no tengo ninguna duda, vive en el Norte.
¿Cómo me siento? Como un equipo que ha ganado Liga y Copa, y digo equipo, porque Iker, Carolina y yo somos uno. Yo no podría ganar nada si tuviera otra familia
Sí, a veces me siento mal de celebrar y pintar una sonrisa en un país que no está para festejos. Nunca he perdido de vista que nos ahogamos en un pantano de sangre y mierda y no pienso dejar de poner el dedo en la llaga. La escritura es mi única trinchera y desde aquí pienso seguir dando guerra mientras esté vivo. Por vez primera en mi vida me he tirado a matar de tiempo completo en la literatura. Después de años de tener empleos de 14 horas diarias, durante el 2014 solo me he dedicado a dos cosas: a jugar con mi pequeño y a escribir. No he hecho otra cosa. Escribir no es un pasatiempo o una afición de ratos libres; es mi vida. Yo nací para esto.
Wednesday, October 15, 2014
Sunday, October 12, 2014
Tratándose de Malcolm Lowry lo coherente sería destapar una botella de mezcal con un gusano rechoncho, pero quien nos acompaña esta noche de sábado es el buen amigo Samuel Adams. La vida me ha enseñado a no cantar un gol hasta no ver al árbitro señalando la media cancha, pero esta tarde al regresar con Iker y Carolina del parque, he recibido algunos mensajes de colegas y solo entonces he reparado en que el Instituto Nacional de Bellas Artes ya lo ha hecho oficial. Lo que leí en su página es lo siguiente:
"El jurado integrado por Elsa Cross, Laura Emilia Pacheco y Daniel González Dueñas decidió entregar por unanimidad el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2014 a Cartógrafos de Nostromo. Relatos de espías, embajadores y embusteros, que pertenece al escritor Daniel Salinas Basave.
De la obra, el jurado destaca que “el tema del trabajo es de gran relevancia y tiene un interés tanto literario como histórico, por su excepcional retrato de la época de los primeros años del México independiente. Por otra parte, es un texto cuya argumentación se sustenta en una investigación sólida y cuya narrativa se presenta de manera ágil y atractiva, capaz de despertar el interés por indagar en sus múltiples ramificaciones”.
¿Hace falta aclarar que estoy muy contento? La historia de este ensayo es sui generis. Tuve serias dudas sobre su título hasta el último minuto. Iba a llamarse Fábulas y confabulaciones forasteras. Después pensé en llamarlo Ecografías forasteras de un país embrionario, pero en el momento de enviar los manuscritos por paquetería decidí llamarlo Cartógrafos de Nostromo como un guiño a la república imaginaria de Joseph Conrad. Sí, se nota que me gusta la palabra cartografía, pero les juro este nuevo libro nada tiene que ver con Daxdalia. Es un ensayo en torno a las primeras miradas extranjeras sobre el México independiente con algunos escarceos ficcionales sobre la historia de lo que pudo haber sido.
Un abrazo a todos los colegas que han ganado en las otras convocatorias y en especial a Margarito Cuéllar que ha ganado el premio Carlos Pellicer con su poemario Las edades felices.
El premio es para Iker y Carolina. No es fácil tener por papá y por esposo a un viejo metalero que se levanta en las madrugadas a desparramar palabras que arden como lava en lo más profundo de su cabeza y que en este mundo no sabe hacer otra puta cosa que escribir.
Sí, en no pocos amaneceres siento estar arando en el mar o haciendo monos de nieve en el Valle de Mexicali, pero esta noche sospecho que la nave de los locos me conduce hacia alguna parte.
Un abrazo a todos los que apoyan este camino de vida. Salud