Una noche, en un concierto de Exodus en el House of Blues, el slam se puso tan pesado en Bonded By Blood, que mi cartera saltó por los aires y perdí algunos documentos importantes, entre ellos mi credencial del IFE. He vuelto a tramitar mi credencial y finalmente la tengo de nuevo en mi cartera lo cual me llena de alegría, pues ese enano mental basura de ser humano llamado Enrique Peña Nieto puede presupuestar un voto más en su contra en Tijuana. No sé todavía por quién voy a votar, pero nunca en mi vida había estado tan seguro de por quién no voy a votar.
Por las sierras de Ayutla
La condición de mágico y misterioso se revela en el viaje una vez que han pasado el Valle de México y el rojo automóvil de Surfo Peregrino enfila por las carreteras sureñas. Han dejado atrás Acapulco y se sumergen en el corazón de la Tierra Caliente, donde brotan almas rebeldes como Vicente Guerrero, el efímero presidente mulato y analfabeto que da nombre al estado y los profes Genaro Vásquez Rojas y Lucio Cabañas, que allá por los tiempos en que tú dabas tus primeras patadas en la panza de tu madre, pusieron a temblar al régimen echeverrista. Tierra colorada, de pieles mulatas, mujeres nalgonas y machetazo fácil. Surfo Peregrino controla el volante y por ende controla la selección musical, que por decreto legislativo suele ser potestad del dueño del carro. El gusto musical del Surfo Peregrino no te desagrada del todo, pero tampoco acabas de asimilarlo. Escucha bandas que no son exactamente punk o metal, pero tampoco son pop. Algunos le llaman simplemente alternativo. Peregrino es feliz con los riffs alegres de una banda llamada Pixies y también te chuta unas cuatro veces un casete que en la portada trae un calcetín con ojos. Sonic Youth se llama. Le pasan bandas que por momentos suenan atascadonas, pero que no acaban de prenderte. Nombres como Mudhoney, The Melvins y Dinosaur Jr desfilan por la casetera (sí, aunque ya existen los estéreos de CD, el carro de Peregrino, como la mayoría de los de la época, trae casetera) Al Peregrino le pasan bandas de tipejos que usan puercas camisas de franela como de leñador, un suéter religiosamente deshilachado y pelos sin lavar que al igual que tu incierta mata, no acaban de ser demasiado largos ni demasiado cortos. Ni Peregrino ni ustedes lo saben, pero mientras se internan en el corazón de las sureñas y surrealistas tinieblas, hay unos tipejos de Seattle que están acabando de grabar un disco. Un bebé de tres meses de edad llamado Spencer Elden es arrojado a una alberca donde flota un dólar. Le toman una foto y ya tienen la portada de su disco, del que no esperan grandes cosas. Los papás del bebito se llevan 200 dolarucos por el chapuzón. El disco iba a llamarse Sheep, pero al final le ponen Nevermind, o sea, valemadre. La banda no se toma demasiado en serio a sí misma. Su disco saldrá a la venta dentro de un mes y seis días y por supuesto sonará muchas veces en el estéreo del Chón y en el tuyo y hasta en el de la gente que en ese momento está escuchando Timbiriche. Para tu fortuna Encarnación es un tipo democrático que les da espacio a Bakunin y a ti para poner su música. Anarco Malatesta obviamente te chuta su dosis de Crass, de Conflict y de Minor Threat. Puro anarquismo vegetariano y militante el de Buenaventura. Ya cuando van por Ayutla, la tierra del viejo Juan Álvarez, el cacique que cavó la tumba política de su Alteza Serenísima, logras chutarles Eskorbuto (los testículos me cortaría por la calavera del Rey…Juan Carlos) y por aquello de que tu indeciso corazón oscila entre el punk y el metal, les chutas igual el Symphonies of Sickness de Carcass, el Spiritual Healing de Death y el Live at the CBGB de Agnostic Front, con sus Marteens de cintas rojas en la portada.