Acaso en una improbable duermevela del futuro irrumpa furtivo el recuerdo de los muros azules, del cielo nublado de Coyoacán y de ese vientecito otoñal coronando de hojas nuestra mesa en medio del jardín. Hay noches que recordarás por siempre y la del 23 de septiembre en la casa Frida Kahlo es una de ellas. Me siento honrado de haber podido ser parte de la primera celebración de las Jornadas Vizcaínas allende Baja California y haber podido compartir la charla con colegas y amigos como Laura Durán, Jaime Chaidez y Pedro Ochoa. Gracias a Hilda Trujillo y a todo su equipo por su hospitalidad. A Patricia Vega, Francisco Javier Romero Murillo, Pavel Granados, Pilar Jiménez y a todos los colegas que se dieron cita. Grato haber podido conocer en persona a mi colega Federico Guzmán Rubio (la recomendación de una buena librería se agradece más que la de un buen vino) En el avión comienzo a leer su novela “Será mañana. La eterna pesadilla de la revolución”. Y si de aeronaves hablamos, grato el aleatorio encuentro con el cineasta madrileño Ángel de Guillermo. Derroche de aleatoriedad y buena vibra en este oasis chilango en medio de los días más ocupados del año. Canija vagancia libresca tan atiborrada de aleatoriedades.
Friday, September 25, 2015
Sunday, September 20, 2015
Madrugadas atrás debimos hablar de Japón, o de la fatal certidumbre de vivir un instante irrepetible cuando vi aquel viejo de ojos rasgados limpiar la catástrofe dejada en herencia por un trasnocheo con vocación de orgía. Era sábado. Había una japonesa a quien recuerdo estudiosa y de piernas largas. Una total geek pez en las aguas de petulantes modernidades, quien tiene claro que las noches de sábado son para ir a la disco, así, con ese setentero concepto, e imaginé el probable surrealismo del peregrinaje antril nipón, el inmoral paseo de la noche tokiana entre flecos púrpuras y culitos cosplay. Recordé que entre mis postergados personajes yace la guerrera manga de tez morena y cabello apastelado , una aspiracional noche eterna de neones y anciano filosofal con vocación de proctólogo y pienso que en este septiembre de soles sanguinarios donde algo parecido a todo mi futuro se juega en un par de dados, empiezo a construir en los apóstoles del beso negro el fascinante derrumbe que seremos.