Conjurar la era del derrumbe modorro, de la tarde sucumbiendo en el páramo estéril de una cabeza embotada. La coronación de Bartleby a las tres de la tarde sobre el altar de los platos eternamente sucios, la ceremonial cacería de la siempre oportuna mosca, lavar pensando en goleadores errabundos y entrenadores filosofales. Apoteosis de una era mentirosa por la que ya me invade la nostalgia anticipada.
Mirar a los ojos del vacío, sentir por un segundo la inmensidad del caos cósmico y embriagarse de la propia insignificancia. Saber que este instante es desde ahora polvo de olvido, ceniza en el agua, arena, solo arena sin huella ni marca. Es el viento que soplará cuando ya no estemos, la lluvia cayendo sobre una tierra vacía de nosotros.
Saturday, June 06, 2015
Friday, June 05, 2015
Noche en plan chenque insomne y cafetalero. Cheneque rudo y pendenciero, buscador de punta y entrevero. Noches Hearts of Cold Sister Sin, noche de puño pelado, de salir a manejar de madrugada por el puro placer de romperme la madre con un carro a control remoto con todo y su par de polizontes (¿Bioy Alfa se ha integrado al periplo cafre?) Al aeropuerto de madrugada, mi última noche en Monterrey, mi berrinche en Carpe Diem, mi última serenata, el corajote de mi vida. Adiós, adiós, adiós. Hoy reviví la despedida.
No podría no hablar a estas alturas de la negra pantera. Algún día escribí un cuento protodaxdaliano cuyos personajes eran un tal Darío que pisaba a fondo el acelerador sobre una avenida cuyo aspecto era el de una “infinita lengua de serpiente” (¿cómo carajos son exactamente esas vialidades?) y una criatura nombrada Cuerpo Ébano. Había látigos, jaulas, infiernos varios de alquiler, hienas vestidas de orgía. Hoy las pesadillas góticas brillaron por su ausencia y por herencia quedó una dosis de cachonda ternura en Cuerpo Ébano, aunque aquello iba muy en serio, directo y sin escalas a una erupción delatora.