Eterno Retorno

Friday, August 29, 2008

Nuevos discos retumban en mi cabeza. El martes 26 de agosto salió a la venta en Estados Unidos el nuevo disco de Motorhead, Motorized, y mi compa el Octavio García ni tardo ni perezoso fue a agarrarlo a San Diego. Obvia decir que el disco ya retumba en mi iPod. Cierto que la horda de Lemmy tiene una buena legión de seguidores por estos rumbos, pero creo que somos los primeros tipos en todo Tijuana que contamos con ese material. Un disco de Motorhead, es siempre un disco de Motorhead. Qué esperar de ellos? Afortunadamente, lo de siempre. Lemmy y sus compas no se andan con experimentaciones ni mariconadas. Rolas que me pasaron, English Rose, Rock Out, One Short Life, Time is Right. En realidad todo el disco. Puro Rock and Roll sucio y machacón. No pido más, no espero más. Es como un vaso de Jack Daniels pelón, te sabe a lo mismo que te supo hace dos décadas y por eso mismo te sabe a gloria.

Siguiendo con ese Rock and Roll puerco, he de decir que adquirí el nuevo disco de Chrome Division, el proyecto alterno de Shagrath de Dimmu Borgir y otros compas noruegos. Digamos que es la versión escandinava de Motorhead. Sonido sucio, rasposo, como un bourbon Wild Turkey. Rolonón, Raven Black Cadillac. Que me perdonen los blackmetaleros, pero soy más feliz con los dos discos de Chrome Division que con toda la discografía de Dimmu.

Mi amigo Hugo Fernández me ha hecho el favor de hacerme llegar el nuevo disco de Mister Alice Cooper, Along Came a Spider, para que escriba sobre él en La Guía. Le he dado un par de escuchadas, pero aún no me siento listo para emitir una opinión. El abuelo de Detroit se aventó un muy buen jale con su rolita Toy Master en el tercer disco de Avantasia de mi compa Tobias Sammeth, pero este disco conceptual del asesino serial apenas lo empiezo a digerir. De pilón, por la módica cantidad de 37 pesos me hice del Relixiv de los veteranos thrashers nezayorkos Over Kill. Hoy le di una escuchada al nuevo disco de Opeth. Suena re progre, a toda madre.
Vaya semanita la que llega. Motorhead en San Diego y Gorgoroth en Tijuana. Ya les contaré si salgo vivo.

Historia de una infamia
Lydia Cacho
Grijalbo

Por Daniel Salinas Basave

Hay libros terapéuticos, libros exorcismo, aquellos donde las palabras liberaron a su autor de las sombras y las pesadillas. Hay libros que son la única tabla de salvación en medio de un Océano en tempestad. Después de leer “Memorias de una infamia” me quedó claro que la colega Lydia Cacho necesitaba escribir este libro. Era un exorcismo, sí, pero también un deber moral, la última alternativa de supervivencia. Cuando la infamia del poderoso se ha consumado (y en este país se consuma todos los días), las letras son al final la única arma que queda en el arsenal del honesto.
Hace cuatro años los demonios irrumpieron en los aparadores de las librerías y en las conciencias de miles de ciudadanos. Después de su irrupción ya nada fue igual. En un universo editorial plagado de los siempre oportunistas “libros maruchán” escritos a la carrera y destinados a caducar a los tres días como texto de moda, “Los demonios del edén” de Lydia Cacho rompió paradigmas. De entrada tocó un tema que sin ser necesariamente tabú, no había sido objeto de ninguna investigación seria, como es el de las redes de pedófilos protegidos por la cúpula político- empresarial mexicana. Pero más allá del suceso editorial y la sacudida de conciencias, el libro de Lydia generó a partir de su publicación reacciones y efectos dignos de una nueva obra. Un nuevo drama nacido a raíz de la publicación de una obra de por sí dramática es lo que se expone aquí. El quijotesco desafío del periodista contra el monstruo, contra los demonios dueños de infiernos individuales en empresas, ministerios y secretarías. “Los demonios del edén” demostró que con todo y el óxido que la corroe, la siniestra maquinaria político-judicial mexicana sigue tan vigente en el Siglo XXI como lo estuvo en los más oscuros tiempos del priismo. El reportaje sacó a la superficie una red de complicidades entre empresarios y políticos protectores de pederastas y al ver la luz puso a trabajar la infinita capacidad de venganza y rencor de esa misma maquinaria que por naturaleza se considera omnipotente e inmune, capaz de aplastar a todo aquel que la cuestione. Lo que “Los demonios del edén” provocó es conocido por todo aquel mexicano que haya seguido regularmente las noticias nacionales. El secuestro de la autora orquestado por el Gobernador de Puebla Mario Marín y el empresario Kamel Nacif, el tráfico de influencias, la compra de testigos, los procesos manipulados, los acuerdos políticos y finalmente el fallo de la Suprema Corte de Justicia. La profundidad y la hediondez de la cloaca destapada a raíz de la publicación de “Los demonios del edén” sin duda sorprendió a la propia Cacho. El nombre de Mario Marín, por ejemplo, aún no aparecía en el escenario ni se tenía idea de la tropa de intereses políticos que había detrás de los pederastas de Cancún.
En este país la libertad de expresión suele terminar donde empieza el poder de un empresario. El libro de Lydia Cacho es un grito de dignidad, un combate de Quijote contra molinos omnipotentes e impunes. Lo más triste de “Historia de una infamia”, es que la infamia al final se consumó. La única luz de esperanza, es que hubo el valor y el espíritu combativo para escribirla y mantener contra viento y marea ese último reducto de dignidad.

Tuesday, August 26, 2008

Con final feliz

La aleatoriedad puso en nuestro camino a una perrita coquer color crema. La puso en nuestro camino o más bien dicho la puso delante del carro cuando circulábamos por la Carretera Escénica exactamente en la primer salida a Rosarito. La aleatoriedad es caprichosa. La perrita estaba lista para ser atropellada, pero frené a tiempo. No hacía falta ser demasiado analítico para concluir que la pobre estaba perdida. Tenía la expresión inconfundible de quien no tiene idea de dónde carajos está ni sabe a dónde va. Deambulando, zigzagueando, cruzando las calles con la típica estupidez de un perro mimado de casa. Había que rescatarla o sería cuestión de minutos para verla convertida en tapete en la carretera. Atraparla nos costó una buena corrida. Atravesó un baldío, fue a dar hasta el Bulevar Benito Juárez que cruzó con toda la torpeza de la que fue capaz. Al final logré capturarla. La perrita traía un collar, pero carecía de nombre y dirección. Apenas podía leerse algo como Cane o Cage. Dimos por hecho que era mascota de gabachos. La llevamos a casa en medio de dudas en torno a la forma en que la voluntariosa Canica la recibiría. Una posibilidad era quedárnosla para nosotros y la otra era encontrarle un hogar (la hermana de Carolina lucía como una candidata viable). La perrita pasó la noche chillando y todos dormimos pésimamente. Al día siguiente nos disponíamos a llevarla a la veterinaria para la limpieza y la revisión de rigor antes de buscarle un hogar. Carolina tuvo entonces la buena idea de pasar antes por el granero que está a la entrada de Rosarito para ver si por casualidad la habían visto antes o tenían idea de quiénes podían ser sus dueños. Y cuál sería la gran sorpresa al ver la foto de la coquer reportada como perdida. Fue entonces cuando supimos que se llamaba Canela, de cariño Cane, y que había escapado luego de morder al médico que la revisaba. 50 dólares no presupuestados ni exigidos nos llevamos de recompensa y la tranquilidad de saber que una perrita que tenía todas las probabilidades de morir atropellada, duerme hoy con sus dueños.

La mañana del 20 de agosto recibí la noticia del nacimiento de Claudia Lucía, la hija de mi primo Héctor Diego. Mi celular sonó cuando estaba en medio de una furiosa manifestación de burócratas sindicalizados en Palacio Municipal. De un tiempo para acá las grandes noticias me llegan siempre por celular. Pensé entonces en la eternidad, en el milagro absoluto e incomprensible de estar vivo e iniciar una vida. Pensé en el río de la existencia cuyas aguas corren cada vez más rápido hacia una cascada, en el Eterno Retorno, en la puntualidad de los ciclos. Pensé en una vida hecha de estampas desparramadas en donde presente, pasado y futuro no siempre van en orden. Pensé en que de una década para acá, digamos que durante todo el Siglo XXI, he estado lejos de gente que quiero en momentos trascendentales de la vida, aunque siempre los tengo presentes.

Esa mañana una vida comenzó la vida de Claudia Lucía mientras un avión se desplomaba en Madrid y un mexicano llamado Ernesto Pérez conquistaba una medalla de oro en Tae Kwan Do y por la noche Sven Goran Eriksson debutaba con la Selección Mexicana mientras Tijuana se ahogaba en su propia sangre redundante y el 20 de agosto aseguraba su inmortalidad.

Tres cabezas

Amanecimos con tres decapitados y después...nada. La calma de este martes fue pavorosa. La quietud se aferraba a la piel como el sudor del medio día. Hay extraños días en que a Tijuana le da por dormir. La portada del periódico estaba asegurada. Cuando una cabeza es separada del tronco la nota suele subir muchos puntos porcentuales. Tres muertos con la cabeza debidamente colocada en su lugar pueden impresionar a uno que otro, pero casi nunca roban cámara. En cambio, cuando el sicario en cuestión se toma la molestia de poner las cabezas de sus víctimas lejos de los cuerpos de las mismas, asegura el primerísimo sitio de la nota en la jerarquía informativa del día. Si a ello agrega como plus un mensaje intimidatorio, la nota en cuestión se vuelve ama y señora y no hay ni quién le compita.


Todo político es por naturaleza egocéntrico e inseguro y es por ello que todo político que se de a respetar suele tirar el dinero público pagando ejércitos de perfectos imbéciles que se hacen llamar voceros, jefes de comunicación social, analistas de medios y otros títulos rimbombantes. Salvo contadísimas excepciones, estos pobres hombres casi nunca sirven de nada. A lo largo de mi carrera los he visto por miles, yendo y viniendo de aquí para allá, mendigando migajas de poder, adulando, intrigando, lamiendo pata y huevo de político hasta conseguir el puesto. La función de estos zánganos es asegurarle buena prensa a su patrón y todos los días se rompen la cabeza para tratar de colocar notas positivas del político que les paga, para lo cual redactan horrorosos boletines infestados de alabanzas y loas al funcionario en cuestión. Ningún medio de comunicación con un mínimo de seriedad, dignidad y amor propio suele darles mayor importancia a esos boletines, que las más de las veces sirven, si acaso, para rellenar páginas interiores. Comento esto porque de un tiempo para acá he pensado que la maña tijuanense-sinaloense bien puede tener sus asesores de medios y me parece que son más astutos que los asesores de los políticos. Los mañosos no son indiferentes a los efectos mediáticos de sus acciones y al igual que los políticos aman las primeras planas. El jefe de prensa de un mañoso que quiera garantizar una buena cobertura de su crimen, podría darle ciertas recomendaciones a su patrón. Hay de muertos a muertos y de asesinatos a asesinatos y como en todo, hay jerarquías. Hay muertos que pasan desapercibidos y no alcanzan a asegurar tres párrafos. Hay otros, en cambio, que pasan largos días en las portadas y son tema de conversación de miles. El crimen, ya lo dijo De Quncey, es una de las bellas artes, pero por estos rumbos tenemos pocos sicarios artistas, aunque los de esta mañana sabían bien cómo ganar un poco de notoriedad. En términos informativos, cortar una cabeza... asegura siempre una gran cabeza.