Eterno Retorno

Wednesday, October 08, 2025

Las pinches muertas

 


Sí, los rumores son ciertos y ya lo he comprobado: Las muertas es una serie simplemente chingona. Chingonsísima. Hoy simplemente me sumo al aplauso generalizado. Vale la pena verla. Confieso ser un hueso muy duro de roer para series y películas. A los libros mediocres puedo tenerles un poco de más paciencia, pero mi rango de tolerancia para un mal producto audiovisual es mínimo. Si a los 20 minutos no estoy enganchado lo suelto a la chingada. Me pasa a menudo con las adaptaciones de novelas célebres. No pude acabar de ver Cien años de soledad y me aburrió aún más la adaptación de Pedro Páramo (creo que ni media hora duré). Sin embargo, con Las muertas todo fue distinto. No sé si afirmar que es la mejor adaptación audiovisual de literatura mexicana con la que me he topado, pero la verdad tampoco tengo demasiados parámetros, pues si algo no soy es cinéfilo.

Miren colegas, yo soy un absoluto ignorante en cuestiones del séptimo arte. Nada entiendo de actuaciones, efectos e iluminación. Para mí todo se limita a si la película me gustó o no me gustó y Las muertas me gustó un chingo. Consigue la atmósfera de crudeza y negro humor propia de Ibargüengoitia. El sostén emocional de la miniserie está en la representación de las hermanas Baladro. Arcelia Ramírez es descomunal, pero para mí la gran revelación es Paulina Gaitán. No recuerdo si antes la había visto, pero vaya actriz tan cabrona para representar al mejor personaje de la novela de Ibargüengoitia, que es sin duda Serafina Baladro. Si a eso le sumas el desparpajo de Joaquín Cosío tienes un caldo explosivo. Con esos tres personajes sostienes toda la serie. Agrégale además los escenarios y la atmósfera tan bien lograda.  Ni pizca de wokismo o del espíritu de la época que todo corroe, lo cual siempre agradeceré. Por otra parte, no serán pocos los que descubran a Ibargüengoitia a partir de esta serie, lo cual es una extraordinaria noticia. Si no la han visto échenle un ojo. No se arrepentirán.

Tuesday, October 07, 2025

De Coronel Pringles a Estocolmo, tiempo de salir airosos

 


 

¿Saldrá airosa la argentinidad en Estocolmo? ¿Soplarán Buenos Airas en Suecia? Se ve difícil, pero entre las barajas de los apostadores, este señor me daría particular gusto.

La primera vez que escuché nombrar a César Aira fue en boca de Mario Bellatin en septiembre de 2001, cuando el autor de Salón de Belleza impartía un taller literario de una semana en el Cecut.  Aquella ocasión le pregunté a Mario qué autores latinoamericanos consideraba innovadores en su propuesta y él mencionó, entre otros, al mexicano Pablo Soler Frost y al argentino César Aira. Tal vez por lo corto y lo atípico,  el  apellido del argentino se me quedó grabado, pero en las librerías tijuanenses no encontraba nada suyo en aquel entonces. Paradójicamente, la primera vez que di con un libro de César Aira fue en un sitio de lo más improbable: una pequeña librería en Cabo San Lucas, a donde había viajado en octubre de 2002 para cubrir la cumbre de la APEC. Ese primer libro de Aira que cayó en mis manos fue La prueba, uno de sus relatos más cortos que se limita al caótico e incoherente diálogo de dos chicas punks con una niña pacata a la salida de una escuela en el Barrio de Flores en Buenos Aires.  Fue un gran inicio. Posteriormente en ferias del libro me di a la tarea de cazar todo lo que viera de Aira, que por desgracia se encontraba  a cuentagotas a principios de siglo. Así di con Fantasmas, una novela en donde seis familias visitan la obra negra del edificio de departamentos donde habitarán. Es el día 31 de diciembre pero para sorpresa de los futuros habitantes de las viviendas, entre los andamios habitan unos peculiares y atípicos fantasmas gordinflones cuya irrupción en el relato rompe con todos los clichés literarios sobre espectros y aparecidos. Poco después cayó en mis manos Varamo, la kafkiana historia de un apocado burócrata panameño que en una sola noche escribe un portento de poema después de recibir su sueldo en billetes falsos. En una de tantas duermevelas, inmerso de madrugada en la lectura de El tercer personaje de Sergio Pitol, di con una pequeña revelación. Pitol refiere que conoció a Aira durante un congreso de escritores en la ciudad de Mérida, Venezuela,  en 1994 y entonces reparé que ese encuentro es el que Aira noveló y parodió en su fantástico relato El congreso de la literatura en donde incluso se permite clonar a Carlos Fuentes. Los comentarios que Pitol le dedica a Aira dimensionan el tamaño del escritor argentino y su trascendencia como creador de una atmósfera singularísima. Según Pitol, después de fascinarse con Chéjov, con Gógol,  con Borges y con James, lo más extraordinario que le ha pasado como lector en su edad madura ha sido descubrir a César Aira lo cual, viniendo del autor de El tañido de una flauta no es para echar a saco roto. Por lo que a mi respecta, agrego Cumpleaños, Las noches de Flores, La costurera y el viento, Continuación de ideas diversas y el clasicazo Cómo me hice monja como lo mejor de Aira. Me impresiona saber que he leído más de 20 libros suyos y no es ni siquiera la sexta parte de su obra completa.

En fin, me cuesta trabajo creer que un país que ha dado  tantísimas buenas letras a la humanidad no tenga todavía un Premio Nobel de literatura. A la Academia le hacen falta otros Airas. De Coronel Pringles para el mundo.

Monday, October 06, 2025

Anika Nilles

 

Anoche justamente me puse a ver en YouTube un concierto de Rush de 1976 y pensé en la perfección y la constancia de ese trío a lo largo de las décadas. Cientos y cientos de conciertos a lo largo de 40 años y siempre los mismos tres güeyes desafiando los límites del virtuosismo y la creatividad. Hoy despierto con la noticia de su gira inminente con una nueva baterista alemana llamada Anika Nilles. Para ser franco yo no tenía conocimiento previo del trabajo de Anika, pero supongo que si Geddy y Alex la eligieron para ocupar el lugar del mejor baterista del mundo, es porque la chica es un portento. Voy a escucharla con atención.
¿Es posible un concierto de Rush sin Neil Peart? Creo que ninguna otra banda en el mundo ha tenido un percusionista jugando un rol tan determinante. Yo me había hecho a la idea de que Rush nunca volvería y si alguna vez lo hacía, llamaría a Mike Portnoy, que me parece su discípulo más fiel y el heredero natural de su estilo. En cualquier caso, si se acercan a California yo iré a verlos con muchísima emoción. Una sola duda me queda: ¿habría sido absolutamente alucinado que barajaran a Paulina Villarreal de The Warning como una posible candidata? Digo, yo sé que podría ser su nieta, pero les juro que mi paisanita es un ciclón tras los tambores.

La rabiosa jauría de Armanda Barradas

 


La noche de verano en que la policía irrumpió en la casa donde Armanda Barradas vivía hacinada con seis de sus acólitas y 129 perros callejeros, yo cubría la guardia de un reportero borracho y no tenía puta idea de quién era aquella demente de ojos color agua puerca y hedor animal que de un manotazo arrojó mi cámara al suelo cuando intenté fotografiarla.

Varios meses antes de esa redada empezamos a recibir en el periódico mensajes emitidos por vecinos de Playas de Tijuana denunciando la pestilencia y la extrema suciedad de una vivienda donde parecía habitar una jauría que por las noches enloquecía y hacía un ruido demencial. No se sabía si eran lobos, coyotes o viles  perros,  pero aquellos animales emitían unos aullidos escalofriantes que perturbaban el sueño de no pocas familias en varias calles a la redonda. Alguien incluso se refirió a la luna llena como detonante, pues esas eran las peores noches. Imposible dormir con semejante escandalera.

El acabose ocurrió  la noche del 4 de julio, cuando los cohetones y luces artificiales arrojados por gringos parranderos en pleno festejo de su independencia terminaron por desquiciar a los perros. Pasadas las diez de la noche alguien se comunicó a la redacción para informarnos que algo anormal estaba sucediendo en Playas.

Según el testimonio de nuestro denunciante, aquello era una aterradora cacofonía de ladridos, en combinación con gruñidos, gritos de mujer  y golpes en un portón metálico.

En mi calidad de corrector de estilo del diario El Bordo, no me era dado salir a cubrir noticias, pero la enésima borrachera de Edelmiro “El Carnitas” Mascorro,  titular de la guardia nocturna, me obligó a salir disparado rumbo a Playas de Tijuana e improvisarme como reportero y fotógrafo. Nunca antes había utilizado la cámara Minolta que estaba disponible para la guardia y apenas estrenaría la aplicación notas de voz en mi celular. En casi cuatro años de trabajo había corregido varios miles de textos  periodísticos pero todavía no firmaba el primer párrafo de mi autoría. Ramiro Reyes, el director editorial, fue quien me dio la orden. En Playas de Tijuana hay un importante nicho de lectores de El Bordo y esta historia de los perros pinta para generar morbo, así que manos a la obra campeón.  Minutos antes de las once me  fui en taxi hasta la zona profunda de Playas.